“Esta es la historia de un barco…” Así arranca la película, con un buque de guerra como protagonista absoluto de la cinta. Es el personaje principal, el eje sobre el que pivota todo el argumento y los diversos hilos que se extraen de él. Su vida, desde la construcción hasta el hundimiento, es la base del guion que se centra en los hombres que navegaron en él, en sus familias y en las operaciones de guerra en las que tuvieron que combatir.
Sangre, sudor y lágrimas fue todo un acontecimiento. Ensalzada también al otro lado del Atlántico, fue el mayor éxito realizado en las islas británicas durante la guerra. La cinta era de obligada visión para todos los reclutas de la Royal Navy dada la autenticidad de las imágenes que, según el propio Almirantazgo, reflejaba con exactitud lo que era la vida a bordo de un buque de la flota:
El HMS “Torrin” es un moderno destructor que acaba de entrar en servicio. Su comandante es el capitán de navío Kinross (Noël Coward), a la sazón jefe de la nueva escuadrilla de destructores. Las pruebas de mar y el alistamiento ya han terminado y el flamante buque es entregado a la Armada. Entre la dotación del “Torrin” se encuentra Walter Hardy (Bernard Miles), veterano suboficial que vive con su mujer y su suegra, y cuya sobrina Freda (Kay Walsh) se enamora y se casa con otro miembro de la tripulación, el marinero “Shorty” Blake (John Mills). El “Torrin” participa en varias acciones de guerra, entre ellas la evacuación de Dunkerque y la batalla por Creta, donde finalmente es alcanzado por los bombarderos nazis.
El impulso que hizo avanzar el proyecto surgió de las conversaciones que tuvieron lord Louis Mountbatten y Noël Coward. El primero había sido comandante del HMS “Kelly” y tenía una extraordinaria historia que contar. Una aventura de varios años que arrancaba antes de la guerra y concluía en la batalla de Creta con su destructor en el fondo del Mediterráneo. Ponerse en la piel de Mountbatten y narrar lo ocurrido en los primeros años de la guerra era lo que Coward andaba buscando, así que se puso manos a la obra.
A pesar de que el primer borrador lo escribió en cuatro horas, Noël Coward no se sentía muy seguro al frente de una superproducción como esa, de ahí que fuera a buscar ayuda en el set donde se rodaba One of Our Aircraft is Missing. Lo que sigue forma parte de la historia del cine, ya que se trata del descubrimiento de uno de los más grandes directores que hayan existido nunca. Hablamos de David Lean, es decir de El doctor Zivago, El Puente sobre el río Kwai, Lawrence de Arabia, Breve encuentro, La hija de Ryan, etcétera.
Coward confió en Lean y le entregó el primer borrador. A Lean le encantó, pero le pareció excesivamente largo. Lean le propuso cortar las partes más flojas y el resto usarlo a modo de recuerdos de los personajes. A Coward le pareció bien e ideó la estructura que al final aparece en la película: el “Torrin” nace en las gradas del astillero, se ven hasta los remaches y la puesta de las cuadernas; tras la botadura hay un salto en el tiempo hasta su última acción de guerra donde es alcanzado por las bombas del enemigo. En el momento en el que los supervivientes se suben a los botes salvavidas, el filme comienza a desglosar las historias de cada uno de ellos a base de flashback.
Con dicha organización argumental se conseguía dar una visión de todas las clases sociales inglesas en los años de la guerra. Los sucesivos flashback iban saltando de una familia a otra: desde la del comandante del “Torrin”, del estrato social alto, hasta la del marinero Blake de la clase obrera, pasando por Hardy que representaba a la clase media. Al encontrarse todos los estamentos presentes, la comunión entre audiencia y propuesta cinematográfica fue total y el objetivo que pretendía una cinta de propaganda bélica como esa se cumplió ampliamente.
Para Lean, que venía de participar en la parte técnica de las películas, el montaje de tanto flashback, o la puesta en escena y el manejo de la cámara resultó bastante más llevadero que la dirección de actores. No se sintió seguro con ellos hasta bien avanzado el rodaje, pero eso formaba parte de su aprendizaje, el fijarse en cómo lo hacía Coward. Lo que más le sorprendió fue lo bien dibujados que estaban los caracteres, de hecho ya nunca olvidó esa forma de tratamiento de los personajes gracias al trabajo del dramaturgo. Lean siempre afirmaba: “Como Noël Coward dice, ‘tienes que saber hasta lo que desayunan (los personajes), aunque nunca tengas que rodar una escena con ellos desayunando.’ ”
A pesar de ser la primera experiencia como director, Lean ya presentó sus credenciales en algunas escenas como la de la evacuación de Dunkerque. Allí el cineasta dilata el tiempo de forma premeditada para ver los rostros de los combatientes que desembarcan a salvo, entre aliviados, cansados y derrotados.
Coward también hizo un excelente trabajo, pero fue muy criticado durante la filmación del largometraje. Antes de ver el resultado final, el “Daily Express” arremetió contra el polifacético artista. Lo tachaba de amanerado y no lo veía en un papel, digamos tan varonil como el que se le supone a lord Mountbatten. Su interpretación calló muchas bocas, pero Coward no se conformó y quiso vengarse del periódico: nada más comenzar la cinta se ve un ejemplar del “Express” abandonado en la calle en el que se puede leer el titular de la primera página: “En 1939 no habrá guerra.”
El post es un extracto corregido para la ocasión del capítulo dedicado a Sangre, sudor y lágrimas en mi libro: CINE Y NAVEGACIÓN. Los 7 mares en 70 películas


