domingo, 18 de mayo de 2025

2 X 1: "CUBA BAILA" y "LAS AVENTURAS DE JUAN QUIN QUIN" (Julio García Espinosa)

Cuba baila (1961) 

En plena efervescencia revolucionaria, el líder cubano Fidel Castro funda en 1959 el ICAIC (Instituto Cubano de Artes e Industrias Cinematográficas). Bajo la estricta censura y con medios limitados, la institución logra producir varias de las mejores películas del cine cubano, algunas de ellas dirigidas por Julio García Espinosa, uno de los primeros nombres importantes del cine autóctono. 

García Espinosa ya era conocido antes de la revolución gracias a El mégano (1955), un corto documental sobre las duras condiciones de trabajo en una mina de carbón, que rodó junto al otro gran cineasta cubano, Tomás Gutiérrez Alea. La película fue prohibida por el régimen dictatorial de Batista hasta que se recuperó en 1959. En el seno del ICAIC, Espinosa filmó en los años sesenta dos películas que se encuentran entre las mejores de su filmografía y, por extensión, de la historia del cine cubano. 

La primera de ellas, Cuba baila, es, por un lado, una comedia costumbrista, muy influenciada por el neorrealismo italiano, con el que guarda más de una semejanza, y, por otro, es una suerte de historia de Romeo y Julieta, sin el halo trágico que acompaña a la obra de Shakespeare, adaptada a la Cuba previa a la revolución castrista, donde las diferencias entre las clases sociales son el centro de atención:

 

Una ama de casa de clase media quiere la mejor fiesta de puesta de largo para su hija adolescente. Los recursos escasos de la familia no pueden permitirse tal dispendio, pero la advenediza mujer se empeña en organizar ese baile para invitar a las fuerzas vivas de la ciudad y, así, poder codearse con ellos. Al mismo tiempo, la hija quinceañera conoce y se enamora de un joven dependiente de una tienda, que no es para nada del gusto de la madre... 

Como dice el título, la música y el baile no faltan en esta cinta que por momentos parece un documental semejante a los coetáneos que producen los jóvenes cineastas de las nuevas olas en Europa (véanse, por ejemplo, las obras dirigidas por Joris Ivens o Chris Marker sobre Cuba), impregnados todos, este y aquellos, de una fuerte propaganda revolucionaria. 

 

Las aventuras de Juan Quin Quin (1967) 

Seis años más tarde de Cuba baila, con el régimen cubano ya asentado, García Espinosa rueda la comedia Las aventuras de Juan Quin Quin, adaptación de la novela de Samuel Feijoo, “Juan Quin Quin en Pueblo Mocho”. El filme es una especie de parodia de un líder revolucionario, que parece mentira que eludiera la censura del régimen dictatorial castrista en aquel —y en cualquier— tiempo. 

En la cinta, Juan Quin Quin escapa de milagro al incendio de una plantación provocado para arrestarle. Antes ayuda a un cura y más adelante actúa como líder guerrillero junto a su amor Teresa, a la que conoció años atrás cuando él actuaba en un circo y luchaba contra las injusticias del alcalde… 

La película tiene una estructura tan anarquista como la propia cinta, con bruscas rupturas cuando parece que la cinta va a ser lineal. Va hacia delante y hacia atrás sin orden ni concierto en lo que es una sucesión de aventuras, como dice el título, donde el protagonista pasa de ser un torero a un sacristán o a un guerrillero.

 

La cinta discurre entre guiños continuos al espectador, con los actores hablando a la cámara, y contiene escenas extraídas del metraje de Historias de la revolución (1960) del citado Tomás Gutiérrez Alea, lo que sin duda nos dice de lo precario de las películas del ICAIC a pesar de su prolífica producción. 

Con una música que recuerda a los contemporáneos espagueti western, con referencias de nuevo al cine europeo de la nouvelle vague, en especial al cine de Jean Luc Godard, el filme de Espinosa se adentra en otros mundos como los del cómic cuando utiliza intertítulos y bocadillos en planos que son como viñetas de tebeo. Se podría decir que Las aventuras de Juan Quin Quin se trata de un batiburrillo simpático y atractivo, que va desde una película de aventuras hasta una crítica social y religiosa pasando por el puro divertimento del director.


domingo, 4 de mayo de 2025

EL AUTOREMAKE EN EL CINE. CAPÍTULO III (IX)

3.2. Mi Reino por un Caballo.

3.2.1. Estrictamente Confidencial (Broadway Bill de Frank Capra, 1934). 

La tendencia alcista en el cine de Frank Capra, a partir de Dama por un día, fue confirmada en 1934 —más bien explotó— con Sucedió una Noche. Sin ser todavía consciente del éxito de esta película (no se daría cuenta hasta el año siguiente en la ceremonia de los Óscar), Capra se embarcó en su siguiente proyecto con la intención de repetir la fórmula.[1] Para ello se hizo con el mismo equipo técnico, con una historia parecida y con unos personajes similares. La Columbia compró “On the Nose”, un relato corto de Mark Hellinger,[2] y enseguida Capra puso a trabajar a Riskin. La idea era escribir un guion que fuera casi una continuación del anterior: con una pareja protagonista de distinta clase y con un trasfondo social. Aunque no resulta una road movie como la cinta protagonizada por Claudette Colbert y Clark Gable, Estrictamente Confidencial también se basa en una huida hacia delante para escapar de una vida materialista:

Dan Brooks (Warner Baxter) es el marido de Margaret, una de las cuatro hijas del magnate J.L. Higgins (Walter Connolly). Como todos los yernos del empresario, Dan dirige una de las fábricas de Higginsville, pero a diferencia del resto, no le gusta ser el esclavo de J.L. y prefiere dedicarse a entrenar a su caballo de carreras, Broadway Bill. Sólo parece comprenderle su cuñada Alice (Myrna Loy), la única de las hermanas Higgins que aún permanece soltera. Alice ansía alejarse de todo lo que representa el imperio capitalista de su padre, mientras lo consigue, ayuda a Dan a cumplir su sueño: a lograr que Bill gane una importante carrera. 

Con el objetivo de inscribir a Bill en la competición, Dan y Alice abandonan Higginsville. Ambos pasarán por multitud de dificultades antes de conseguir que el caballo participe en la gran carrera. Gracias a la ayuda del “Coronel” Pettigrew, de su sicario “Happy”, de “Whitey”, el criado de color, y de algún competidor, Bill consigue participar y ganar la carrera, pero al cruzar la meta se derrumba y muere en la pista. El caballo es enterrado en el hipódromo y su gesta hace que Dan se divorcie de Margaret, se dedique a la cría de caballos y se case con Alice. Dan no es el único que cambia de vida: Higgins también se da cuenta de que no se puede vivir aprovechándose de las desgracias de los demás y devuelve las empresas a sus dueños originales antes de irse con Dan y Alice. 

El argumento de Broadway Bill es el propio de una comedia romántica al que se le añade un final dramático, un giro brusco que sorprende y que se incluyó en el guion bastante después de que Riskin finalizase su trabajo. De hecho, el escritor se hallaba de vacaciones en Europa cuando Capra se dio cuenta de que la historia tenía una conclusión muy floja. Gracias a un amigo,[3] que le sugirió la idea de la muerte del caballo, Capra pudo cambiar el final y “salvar la película” (Sidney Buchman citado en McBride 2011, p.315).[4]

Salvo la secuencia de la carrera y la del entierro del pura sangre (3.19), el resto es obra de Robert Riskin; pero también de Capra, a pesar de que Joseph McBride se empeñe en lo contrario. Nosotros damos credibilidad a lo que apunta Capra en su libro cuando afirma que ambos, Riskin y él, participaron activamente en la creación de las historias:

 Trabajamos juntos en guiones, cada uno puliendo y desarrollando las ideas del otro. Ambos éramos creadores y público. En general, yo iba por delante de él, pensando en las nuevas escenas que, cuando nos pusiéramos de acuerdo, el trasladaría al guion (Capra 2007, p.174).

La clave para no dudar del director nos la da, paradójicamente, el propio McBride cuando afirma que en el guion de Estrictamente Confidencial hay muchas similitudes con la vida de Frank Capra. En efecto, el personaje de Dan Brooks puede ser el trasunto del propio realizador: ambos, Frank y Dan, proceden de una clase social baja y se casan con la hija de un magnate de los negocios (Capra contrajo matrimonio con Lu Warner, hija del millonario Myron Warner); además, sus suegros poseen una comunidad propia: Warnerville en la vida real y Higginsville en la ficción (3.20). 

Capra quería conseguir un éxito en su trabajo como cineasta (un Óscar, que lo logra con Sucedió una Noche) para equipararse con su familia política; igual que Dan ansía el éxito de Bill en la carrera sin recurrir a la ayuda financiera de Higgins. Frank y Dan logran sus objetivos y también que sus suegros se unan a sus vidas: en el último plano de la película, Higgins lo deja todo y se va con Alice y Dan; en la vida real, Warner llegó a trabajar para Frank supervisando los negocios y las tierras del director. Demasiadas coincidencias personales para que no fuera el propio Capra el que las incluyese en el guion.

Continuará...

Leer el capítulo desde el inicio



[1] Igualar el éxito iba a resultar casi imposible: la hazaña conseguida por Sucedió una Noche en 1935, ganar los cincos Óscar más importantes (actores protagonistas, director, productor y guionista), no se repitió hasta 1976 con Alguien voló sobre el nido del cuco (One Flew over the Cuckoo’s Nest de Milos Forman, 1975).

[2] Escritor de talento al estilo de Damon Runyon, Mark Hellinger fue columnista de Broadway, autor de relatos, creador de personajes de cine negro y brillante productor.

[3] La idea partió de Albert Lewin, por entonces productor de la MGM, aunque no aparece en los créditos.

[4] Una exageración, la de Buchman, que no es de extrañar ya que fue él el que escribió las escenas finales.