domingo, 27 de septiembre de 2009

CINE FÓRUM: LOS EMIGRANTES (Utvandrarna de Jan Troell, 1971)

Si la última entrega de nuestra mini sala fórum se la dedicábamos al cine español –con vehemente debate incluido- hoy nos toca comentar y analizar una secuencia de un cine que se me antoja siempre ha sido superior al nuestro -incluido el momento actual-, me refiero al cine sueco. A la hora de escribir sobre películas escandinavas es inevitable pensar en el influyente Ingmar Bergman, sin embargo vamos a hablar de una obra de otro director importante, Jan Troell, y de su gran proyecto: Los Emigrantes.



Troell se decidió a llevar a la pantalla la novela homónima de Vilhelm Moberg y a planificar lo que iba a ser una producción de proporciones gigantescas -la cinta que nos ocupa y su continuación: El Nuevo Mundo (Nybyggarna, 1972)-; y no sólo me refiero a su duración, también su calidad y dimensión épica son enormes.

El filme se organiza en torno a dos capítulos. En primer lugar, Troell indaga en las razones que llevaron a los campesinos suecos, de mediados del siglo XIX, a emigrar a los Estados Unidos. Su naturalismo extremo hace que el abanico de motivos se extienda desde la pobreza y el hambre hasta las inclemencias de una tierra en invierno perpetuo, pasando por la intolerancia de unas creencias donde predomina el temor a Dios. El hincapié en esto último es evidente cuando la película arranca con un sermón fanático y sostiene, en diversos momentos de la trama, que el pecado y la lujuria parece que aumenten en la misma proporción que la rigidez religiosa.

La segunda parte se centra en la travesía hacia la tierra prometida. También estructurada por episodios, cobra importancia el último segmento de la trama: el viaje en barco. Allí, cuando la naturaleza se vuelve en contra de los pasajeros, vuelven a surgir las envidias, el egoísmo y la intransigencia. Es como un recordatorio de lo que dejaron atrás. Las miserias físicas (mareos, vómitos, enfermedades, muerte) se confunden con las sicológicas. El duro realismo de Troell se vuelve por momentos insoportable.


Aunque la sombra de Bergman planea sobre Utvandrarna (pensemos al menos en su pareja de actores preferidos: Max Von Sydow y Liv Ullmann) Jan Troell supo dar con una visión particular del tipo de cine que se estaba haciendo en Suecia y Dinamarca. Responsable de la fotografía y el montaje, Troell usa la técnica y el guión para desarrollar el largometraje a base de contrastes: altibajos en la trama, con momentos casi bucólicos que dan paso a imágenes donde el sufrimiento es el protagonista; pero también en el encuadre, con tomas muy generales “rotas” a base de planos detalle.

Nominada para cinco oscar, Los Emigrantes ganó el Globo de Oro a la mejor película extranjera y obtuvo multitud de premios en diferentes festivales. Para no ser menos, vamos a darle también nuestro particular reconocimiento: vamos a recuperar una de sus secuencias para, posteriormente, intentar analizarla.



Estamos en el arranque de la cinta, después de los créditos y de un sermón en una iglesia protestante, viene esta maravilla:



La secuencia nos presenta, en prácticamente cinco minutos, la transición entre dos generaciones de campesinos de una misma familia. Jan Troell usa la técnica descrita anteriormente: alternar planos muy generales con primeros planos y planos detalle; y combinar escenas relajadas del campo, de los animales pastando, o de la madre realizando sus labores en el huerto, con otras menos agradables como la del accidente. Un hecho, este último, que sirve de perfecta excusa para acelerar el relevo entre padre e hijo.

Con muy poco diálogo, con una banda sonora basada en los sonidos del campo, Troell se muestra muy hábil con la elipsis: en la segunda parte de esta secuencia, y con apenas tres tomas, resuelve la búsqueda de una mujer por parte del hijo (Max Von Sydow), el noviazgo y el matrimonio hasta el primer embarazo. Además encadena las escenas muy bien cuando, por ejemplo, pasa del pie de él al de ella.



A partir de aquí Liv Ulmann toma el protagonismo de la secuencia. Una novia muy joven que de repente se encuentra embarazada y desempeñando las labores del hogar. El director expresa con imágenes lo que siente Liv Ullmann, que prefiere seguir jugando a realizar las tareas domésticas.

En la tercera parte Troell vuelve a ser duro con el espectador y nos muestra como el hermano menor mata al gato de la familia. Es una escena de pesadilla que traerá consecuencias en la vida de este personaje, sobre todo en la secuela de Los Emigrantes, otra magnífica película que también recomiendo.




jueves, 24 de septiembre de 2009

SILENCIO SE... GRABA (Semana del 25 de septiembre al 1 de octubre de 2009)

Nos adentramos en el otoño, una estación para disfrutar, aquí en el Sur, donde ya se puede pasear sin que corras el riesgo de una insolación o un golpe de calor. Para las tardes, noches y madrugadas de la próxima semana proponemos la siguiente tabla de películas recomendadas. Allí podemos encontrar varias cintas ya comentadas en el blog y otras que desarrollan historias como aquellas en donde una carta revela un amor en secreto; un cazador de recompensas adiestra a un sheriff imberbe; o un periodista vuelve, una y otra vez, a vivir el mismo día. Que las disfruten.

Pinchar en la tabla para verla mejor (las películas en rojo no son necesariamente las mejores, son las que se comentan más abajo)


Comentarios de algunas de las cintas recomendadas:

El Desierto Rojo (Il Deserto Rosso de Michelangelo Antonioni, 1964). Monica Vitti, Richard Harris. (Canal 7 Región de Murcia, viernes 25 a las 04:55)

Filme importante de Antonioni que continúa con sus indagaciones sobre la falta de comunicación en las relaciones, pero esta vez con un uso experimental del color que proporciona a la película el atractivo que sin duda tiene. El expresionismo aquí es con letras mayúsculas cuando el director italiano abandona el blanco y negro, las sombras y las luces, y se decide a ensayar con el color y a utilizar las tonalidades cromáticas con el objetivo de anunciar el estado de ánimo de los personajes. Para conseguir sus propósitos expresionistas, casi de manera enfermiza, Antonioni mandó pintar una fábrica entera, y hasta un bosque.

De la pareja de actores elegida, Monica Vitti sigue en la misma línea que la famosa trilogía de la incomunicación (La Aventura, La Noche y El Eclipse), mientras el que sorprende es el casi siempre histriónico Richard Harris, que aquí se somete a Antonioni y obtiene un nuevo registro interpretativo. Un trabajo que realizó muy a pesar suyo, tal como se desprende de los problemas que tuvo con el director italiano. Antonioni retrasó tanto el rodaje que el actor británico decidió abandonarlo antes de perder su siguiente trabajo en Mayor Dundee (Sam Peckinpah, 1964). Al parecer, Antonioni se vio obligado a utilizar un doble para finalizar la película.

De cualquier forma, tanto Monica Vitti como Richard Harris consiguen fundirse con el desasosiego de un entorno de niebla, frío y contaminación, consiguiendo la extraña armonía que preside la cinta. De ella destacan la secuencia dentro de una especie de caseta encarnada donde “juegan” los personajes, mientras en el exterior llega un siniestro barco que se declara en cuarentena (Antonioni no desperdicia ningún elemento para subrayar la sensación de aislamiento). Pero, sobre todo, las escenas de Monica Vitti vagando por la fábrica desierta, muy cercanas a las del final de El Grito (Il Grido, 1957), una cinta que, en parte, resulta casi un borrador de El Desierto Rojo, pero que no llega a su altura a la hora de hipnotizar al espectador; ni a la de profundizar tanto en la soledad que casi consigue atravesarla con sus magníficas imágenes.



Raw Deal (Anthony Mann, 1948). Dennis O’Keefe, Claire Trevor, Marsha Hunt. (Popular TV, viernes 25 a las 17:15)

Sorprendente película de Anthony Mann, una joya del cine negro para descubrir con muchísimos aspectos destacables. Raw Deal es una muestra de lo que ya era capaz de hacer Mann en la década anterior a su explosión definitiva como realizador.

Mann transforma en una trama más compleja la manida historia del delincuente que se fuga de la cárcel para ajustar cuentas con su antigua banda. Primero porque la evasión ha sido preparada por los gangsters como parte de un complot para acabar con él. Y segundo por la intervención de dos mujeres que competirán por el amor del protagonista: la letrada que lleva su caso, Ann (Marsha Hunt) y su amante, Pat (Claire Trevor, qué gran dama, poco reconocida, pero con una carrera ejemplar a sus espaldas, siempre interpretando a mujeres con carácter, recordemos La Diligencia, Kayo Largo, Historia de un detective, y un largo etcétera).

Precisamente, la voz en off de Claire Trevor conduce la trama, pero lo hace de forma lineal, sin apoyarse en el típico flash-back del género, esto hace que se mantenga el suspense hasta el final sin que el espectador sepa lo que va a suceder. Además la película está muy bien estructurada en dos partes: una primera, de mayor duración, tiene una clara forma de road movie, con los tres fugitivos acercándose a San Francisco desde la prisión; mientras que la segunda se desarrolla en la gran ciudad para concluir de forma espectacular. La definición inicial de los personajes –nadie es del todo bueno, como en las mejores películas negras- va cambiando a lo largo de la angustiosa ruta para llegar a clarificarse al final. La que no cambia es la del “malo” –Raymond Burr, de una violencia desatada- al que Mann presenta con una secuencia que anticipa la famosa de Lee Marvin en Los Sobornados (The Big Heat de Fritz Lang, 1953).



Pero si el guión y el tratamiento de los personajes son casi perfectos, la fotografía y la puesta en escena pueden situarse entre lo mejor que se ha hecho nunca en el cine negro. Mi afirmación podría parecer exagerada pero es que la forma de rodar de Mann y la maestría de su director de fotografía, John Alton, no me deja más remedio que mantener lo dicho. Veamos por qué:

El director, y el operador, se plantean una película de serie B como un ejercicio de estilo. Mann suple los escasos recursos disponibles con efectivas elipsis y una admirable puesta en escena que ahorra tiempo y dinero (en las escenas de acción todo sucede rápido, muy rápido). Un ejemplo: la fuga. Mann dirige la secuencia alternando el primer plano de Pat con un plano muy general de la muralla de la prisión (punto de vista de ella), donde la acción, electrizante, se acerca a toda velocidad hasta alcanzarla de lleno. En las tomas de interior, el virtuosismo técnico alcanza momentos difíciles de superar cuando John Alton maneja las sombras y Mann rueda como si estuviera inventando el Cinemascope (que luego dominaría como nadie). Así, cuando vemos un teléfono que suena en primer término, en la esquina del encuadre, el personaje que contesta se aproxima desde el fondo para llenar con su rostro toda la pantalla. Hay un plano, que abre la conclusión de la cinta, donde Claire Trevor, de perfil, deja espacio para que se vea un reloj que anuncia la posible muerte de Ann. El velo que le cubre la cara, y su rostro parcialmente iluminado por un portillo (allí estaba Alton), son premonitorios de lo que va a suceder. Scorsese consideraba a John Alton como un maestro y recomendaba efusivamentre su manual de fotografía en el excelente documental que realizó sobre el cine norteamericano.

Sólo me queda por decir que se dejen llevar por Claire Trevor a través de un viaje que quiere terminar en una vida digna -“donde uno pueda dedicar su vida a trabajar en algo decente que se pueda hacer a la luz del día”-; que noten esa neblina que no presagia nada bueno; que se maravillen de la secuencia de la playa, donde se repiten los planos de un personaje y de otro para concluir unidos; y que se adentren en Corkscrew Alley, un callejón sin salida, iluminado por un único farol, que va a ser testigo de una venganza.



Vacaciones sin novia (The Perfect Furlough de Blake Edwards, 1959). Tony Curtis, Janet Leigh. (Televisión de Canarias, domingo 27 a las 01:25)

Comedia de Blake Edwards con uno de sus actores fetiches Tony Curtis, que aquí aparece con su mujer en la realidad: Janet Leigh, padres ambos de Jamie Lee Curtis. No es de los mejores trabajos de Edwards, pero ofrece situaciones bastante graciosas, y descubre a Curtis como un gran actor de comedias; posteriormente haría con el mismo director Operación Pacífico (Operation Petticoat, 1959) y La carrera del siglo (The Great Race, 1965), ambas mejores que ésta.



Julio César (Julius Caesar de Joseph L. Mankiewicz, 1953). Marlon Brando, James Mason, John Gielgud, Louis Calhern, Deborah Kerr. (Veo TV, martes 29 a las 16:30)

El más "dramaturgo" de los directores, Mankiewicz, realiza un homenaje al mayor dramaturgo de todos los tiempos… leer más



jueves, 17 de septiembre de 2009

SILENCIO SE... GRABA (Semana del 18 al 24 de septiembre de 2009)

Ya sabemos cual fue la ganadora del León de Oro: Lebanon del israelí Samuel Maoz; también conocemos quién se llevó el premio Volpi al mejor actor: Colin Firth (y nos acordamos de alguna amiga que estará encantada con la noticia). Nosotros seguimos con nuestra particular cita con los canales en abierto y nos alegramos de tener la oportunidad de comentar una de nuestras más queridas películas. Mientras tanto recomendamos la siguiente tabla de pases televisivos:

Pinchar en la tabla para verla mejor (las películas en rojo no son necesariamente las mejores, son las que se comentan más abajo)

Comentarios de algunas de las cintas recomendadas:

El Cuarto Mandamiento (The Magnificent Ambersons de Orson Welles, 1942). Joseph Cotten, Dolores Costello, Tim Holt, Anne Baxter. (Canal 9, viernes 18 a las 03:15)

Segunda película de Welles y segunda obra maestra; para el que suscribe, ligeramente por encima de Ciudadano Kane a pesar de las importantes modificaciones, del falso final feliz y de más de 40 minutos amputados por la RKO.

Orson Welles se vale de la novela de Booth Tarkington para contar, una vez más, una trama sobre la decadencia en el seno de la alta sociedad, sobre el triunfo del progreso y sobre las oportunidades perdidas en la búsqueda de la felicidad. Y lo hace narrando la historia de una familia aristócrata americana, Los Ambersons, y centrándola en la subtrama principal: la relación fallida entre un plebeyo (Joseph Cotten), futuro emprendedor que simboliza el progreso, y la hija del magnate (Dolores Costello), que sufre la actitud negativa de su familia y, posteriormente, la de su propio hijo (Tim Holt). Este niño mal criado se opone con más fuerza aún a la unión entre los protagonistas. Su intolerancia (como la de Kane y otros personajes de Welles) destrozará su vida y la de todos los que le rodean, incluyendo al amor de su vida (Anne Baxter).

Como se ha citado la película fue cortada por los productores de la RKO mientras Welles estaba en Brasil rodando el documental incompleto It's all true. El montaje final corresponde al futuro director Robert Wise que consigue mantener intactos (o casi) algunos elementos verdaderamente evocadores:

La fotografía expresionista en blanco y negro. Según la secuencia que se trate, puede ser cautivadora, romántica, cómica o agobiante. El decorado acompaña al argumento y casi lo dirige: La Mansión de los Ambersons –y su decadencia- gobierna el transcurrir de la historia. Y no hay más remedio que destacar la famosa escalera. No es la única vez que una escalera toma tanto protagonismo (pensemos en El Ídolo Caído y en tantas otras), pero es que aquí casi toma vida cuando se encuentra presente en los momentos decisivos de la trama.



El barroquismo de Welles sigue predominando en unos encuadres que deforman la imagen, pero más controlado que en su ópera prima. Además una suerte de planificación de la puesta en escena se traduce en planos secuencia inolvidables. Sólo hay que maravillarse, y seguir una y otra vez, por ejemplo, la escena del baile. Es la actitud formalista de Welles. La que propicia que toda su obra, con independencia de la temática abordada, tenga una continuidad tan clara.

Los actores están geniales. Otra vez, como sucede en Kane, son procedentes del Mercury Theatre; excepto Dolores Costello, una actriz del cine mudo que finalizó su carrera prematuramente debido al deterioro de su rostro causado por las severas sesiones de maquillaje. Y de nuevo hay que hacer una mención especial: Agnes Moorehead. Su papel de la instigadora tía Fanny se encuentra totalmente imbuido del espíritu de la mansión, como una especie de portavoz activo de salones, paredes y chimeneas.

Welles, aunque no actúa, se encuentra presente a lo largo de toda la película. Con su voz en off hace de narrador y dialoga con los coros: gentes de la calle, clientes y propietarios de pequeños negocios, que hacen de improvisados cronistas. También sorprende en los ingeniosos créditos finales, leídos por él mismo. Al final, y con un plano detalle de un micrófono, se oye su enorme y profunda voz (es aquí cuando nos imaginamos su presencia) que dice: "La escribí y la dirigí yo... Ah, mi nombre es Orson Welles”.



2001: Una Odisea del Espacio (2001: A space Odyssey de Stanley Kubrick, 1968). Keir Dullea, Gary Lookwood. (Televisión del Principado de Asturias, domingo 20 a las 00:00)

Cuando el mundo se vio sacudido por un inicio de revolución estudiantil, por unas ideas utópicas que fomentaban el amor libre y el final de todas las guerras, cuando todo esto sucedía un genio llamado Stanley Kubrick estrenaba su obra más importante… leer más



Comenzó en el Trópico (Swing High, Swing Low de Mitchell Leisen, 1937). Carole Lombard, Fred MacMurray, Dorothy Lamour. (Popular TV, domingo 20 a las 00:30)

Adaptación de la obra de teatro “Burlesque”, de George Manker Watters y Arthur Hopkins, a cargo de la “fábrica” de comedias de la Paramount regentada por el todopoderoso Adolph Zukor. La cinta, en efecto, arranca como una comedia romántica con una secuencia muy bien rodada a base de picados y contrapicados donde los protagonistas se encuentran en el Canal de Panamá: Maggie (la gran Carole Lombard) viaja en un crucero como peluquera ocasional y cuando su barco atraviesa una de las esclusas del Canal conoce a Skid (Fred MacMurray), un soldado americano próximo a licenciarse. Skid, en tierra, ve a Maggie asomada por un portillo y comienza a hablar con ella mientras el buque baja de nivel como consecuencia de la salida de aguas de la esclusa. Maggie “desciende” hasta el nivel del soldado, y más abajo, en una escena singular que promete futuras situaciones cómicas.

Sin embargo el filme cambia de género para pasarse al musical en el momento en que descubrimos que Skid es un virtuoso de la trompeta. Pero la mutación es transitoria: la película se transforma definitivamente en melodrama cuando interviene un tercer personaje (Dorothy Lamour) que vuelve inestable la relación entre Maggie y Skid.


El largometraje no llega a funcionar del todo en el aspecto musical debido a que el director, Mitchell Leisen, interrumpe los números con insertos aburridos de personajes secundarios. Además no le perdonamos que la chica “mala” de la película sea nuestra querida Dottie Lamour. Un encanto, como siempre, en sus actuaciones, con una especie de trikini que no deja ver bien el director y sus excesos con el atrezzo. Y es que Leisen abarrota los espacios hasta volverlos angustiosos cuando la trama no persigue esa intención. En algo tenía que notarse su paso previo por las labores de decoración, pero no queda bien esa especie de ambiente exótico forzado a lo Von Sternberg cuando se suceden las mejores secuencias musicales. Pero no sólo falla el director, también lo hace Fred MacMurray, sobre todo cuando simula tocar la trompeta. Da la impresión de que no sabe que hay que soplar para que suene el instrumento. Y lo malo es que la trama exige que toque casi todo el tiempo.

De Swing High, Swing Low nos quedamos con la primera parte, con el encuentro en el Canal y la pelea del bar (atención a un jovencísimo Anthony Quinn), con la encantadora Carole Lombard y la delicia de un par de números a cargo de Dorothy Lamour. Y con una escena muy bien planificada, fotografiada y rodada por Leisen. Un encuadre prácticamente fijo que se repetirá hasta tres veces -el plano lo merece- para marcar la estructura narrativa de la cinta: Fred MacMurray abraza a Carole Lombard mientras interpretan el tema estrella de la cinta.

martes, 15 de septiembre de 2009

COLABORACIÓN: EL CINE NEGRO (Noël Simsolo)

Nuestra amiga Ariodante nos manda un interesante artículo sobre un género que nos apasiona. Una colaboración que nos atrae particularmente, no sólo por el tema sino porque analiza una obra que he leído y releído varias veces. El libro de Noël Simsolo, casi de cabecera, es muy recomendable; el artículo de Ariodante también. Os dejo con ella:



Noël Simsolo, (Perigueux, 1944) es todo un personaje en sí mismo: director, historiador y actor de cine, así como novelista. Su obra ensayística sobre cine se ha centrado en Hitchcock, Fuller, Jerry Lewis, Leone, y Clint Eastwood, principalmente. Vinculado a Cahiers du Cinéma, que le avala perfectamente, por ser un punto de referencia clásico sobre el universo fílmico.

Simsolo estudia el fenómeno del cine negro en su concreción y en su globalidad. Primero, en la introducción, intenta definir lo indefinible. Precisamente el cine negro es algo muy difícil de definir, porque es, como bien le llama Simsolo, como una nebulosa. Globalmente, analiza muy detalladamente los precedentes y las interconexiones con otros géneros, y sus posteriores ecos contemporáneos, y concretamente, le dedica una sección central al ciclo negro americano, donde analiza a los más importantes cineastas que lo desarrollan, y las relaciones de éstos con los autores literarios que escriben novela negra. Después consagra otras secciones a la estética del negro, analizando película por película, siempre interrelacionándolas con otras opciones góticas, western, etc. Estudia exhaustivamente los temas y a los personajes, el cine de gángsters, los detectives, las películas carcelarias, del mundo del boxeo, y toda una gama de películas no exactamente negras, pero que lindan y se entremezclan con ellas. A lo largo del libro la sombra de Fritz Lang planea y se alarga.

La parte final, concentra su mirada en el tema del macarthysmo, la persecución de los comunistas en el mundo del cine, las posiciones adoptadas por los cineastas al respecto, los que delataron, los que no lo hicieron, y aquellos que se exiliaron. Y acaba con la modernidad, viendo el por qué desaparece el cine negro, y dedicando un brevísimo capítulo final a Tarantino, por su inspiración en los motivos clásicos negros y su aglutinación con otros más novedosos y de posterior creación.

El autor comienza recordándonos que el concepto de film noir es un término inventado por los franceses que sirve de referencia para identificar un ciclo de películas rodadas en Hollywood entre los años 1944 y 1959. No es un género, propiamente, ni desarrolla una plataforma teórica. Es una nebulosa, como hemos citado más arriba. Y los críticos actualmente meten en el mismo saco thrillers, cine de gangsters, cine policíaco, suspense, investigación periodística, etc. cuando hablan de cine negro. De ahí el caos.

Hay, según Simsolo, autores incuestionables que han realizado grandes obras maestras del cine negro: Lang, Fuller, Orson Welles, Walsh, Siodmak, Premminger. Pero también directores de segunda fila han conseguido obras meritorias de serie B.

En cuanto a la estética fílmica, los rasgos distintivos son muy claros: sombras que ocultan parcialmente el decorado y rostros picados en perspectivas agudas, noches lluviosas y neblinosas, espacios cerrados, todo ello transmitiendo una sensación de inquietud. Y voces en off que nos relatan sus pensamientos recónditos. Y la amoralidad de los personajes, la naturaleza de antihéroes de sus protagonistas, la línea imprecisa que separa lo bueno de lo malo, a diferencia del cine policíaco o de gángsters, dondeestá muy claro quiénes son los buenos y los malos desde el principio. En el cine negro el protagonista tiene su propia moral, y a veces no coincide con lo que podría esperarse.

La palabra “negro” en un contexto literario y fílmico, aúna desesperación y mala suerte, lo funerario, lo sucio, la noche, y las cosas desagradables. En las revistas francesas de los años inmediatamente posteriores a la Guerra ya se empieza a hablar de cine negro. Y El Halcón Maltés, en la versión del gran John Huston se estrena en 1941, siendo considerada oficialmente (aunque no por Simsolo) la primera película negra, aunque ya hubo dos versiones anteriores, si bien suavizadas por la aplicación del Código Hays. Claro que estas normas de censura forzaron a los cineastas a buscar medios para eludirla, utilizando sombras y el sonido en off para los actos más salvajes o terroríficos, ganando calidad su cine, ya que todos los grandes directores aconsejan usar la elipse y nunca mostrar frontalmente personas, hechos o detalles terroríficos o muy violentos, sino sugerirlos. Consejo muy olvidado en el cine contemporáneo, por cierto.

Me parece un estudio muy francés –como no podía ser de otro modo, lógicamente- con su parte positiva y su negativa. Observo que a pesar de ser un estudio completísimo, y muy detallado, en mi opinión más que clarificar, crea una cierta confusión alrededor de lo que trata de esclarecer. Analizar un tipo de cine que es mayoritariamente norteamericano, Hollywood puro, desde la perspectiva del cine francés, que siempre ha querido acaparar las esencias del cine, implica partir de una base cuando menos, dudosa. Es inevitable que sus comparaciones y sus referencias se vuelvan siempre al país que originó el cine, pero en algunos casos parece que es un poco rizar el rizo.

El cine francés ha tenido sus grandes directores, René Clair, Jean Renoir, y a partir de ahí ha desarrollado un cine policíaco encomiable, y muy particular. Esto es obvio. Pero en mi opinión, sólo Jacques Tourneur ha hecho propiamente un muy buen cine negro, y no lo ha hecho en Francia, precisamente.

El cine negro, como la novela negra, que ha servido de base a tantos guiones cinematográficos, es un fenómeno americano, nos guste o no. Y creo que todo el esfuerzo de Simsolo –sin que por ello desmerezca su estupendo ensayo-, adolece de un cierto escoramiento, una inclinación a ligar al cine americano con el cine europeo, a recordarnos que los grandes cineastas de los años cuarenta y cincuenta provienen de Europa, exiliados por la Guerra, acogidos y alimentados por Hollywood, a pesar de que ellos en muchos casos han aportado una visión pesimista, negativa y francamente demoledora del país que les ha dado trabajo y fama. No quiero con esto restar méritos a cineastas que admiro profundamente, como Billy Wilder, Fritz Lang, Murnau, Siodmak, Otto Preminger y Jacques Tourneur y otros. Principalmente me parece que sus películas nos muestran una América que los americanos no estaban acostumbrados a ver. El extranjero percibe mejor cosas a las que se han acostumbrado los nativos, y por ello su crítica es necesaria. Pero por la manera en que Simsolo nos lo presenta, da una impresión quizá falsa, porque está teñida de un cierto antiamericanismo muy habitual en el intelectual francés a partir de los años cuarenta, que se siente dolido por la intervención de los EEUU en la guerra. Guerra que no pudieron ganar solos.

Es evidente que los cineastas europeos exiliados llevan en sus maletas todo el horror que han vivido en Europa, toda la desolación y la desesperanza, y al llegar a América han de trabajar duro para salir adelante, y también encuentran que aquello no es un paraíso, sino que justamente en esos años la sociedad se está reconvirtiendo, están tratando de asimilar el resultado de la guerra y la nueva situación mundial surgida. Y esa actitud les lleva a producir un cine de antihéroes, de perdedores, de dudosa moralidad, de inquietante doblez, de violencia y de situaciones muy conflictivas, que a su vez son digeridas y buscadas por un público que también está viviendo situaciones muy problemáticas tras la guerra, y cuyo concepto de la moralidad y de la naturaleza humana, tras Auschwitz, ha cambiado radicalmente.



(Esta reseña ha sido publicada previamente en Anika entre Libros: http://libros2.ciberanika.com/desktopdefault.aspx?pagina=/letras/S/p04713.ascx)


Ariodante.
Julio 2009

jueves, 10 de septiembre de 2009

SILENCIO SE... GRABA (Semana del 11 al 17 de septiembre de 2009)

Mientras se deciden los premios en el Festival de Venecia nosotros proponemos buen cine aquí, en nuestro país, de la mano de las cadenas televisivas en abierto. Entre las películas que recomendamos figuran hasta cuatro de Clint Eastwood al lado de obras maestras de Orson Welles, David Wark Griffith, Alfred Hitchcock o Howard Hawks. Fijándonos en la tabla podemos descubrir una excelente cinta: La Chica con la maleta de Valerio Zurlini (1961), uno de cuyos fotogramas nos ha acompañado durante muchos meses en el blog (en la sección “nos visitan desde…”). El director de este buen filme se hizo al año siguiente con un famoso galardón: El León de Oro.

Pinchar en la tabla para verla mejor (las películas en rojo no son necesariamente las mejores, son las que se comentan más abajo)

Comentarios de algunas de las cintas recomendadas:

Cabalgar en solitario (Ride Lonesome de Budd Boetticher, 1959) Randolph Scott, Karen Steele. (Radiotelevisión de Las Islas Baleares, viernes 11 a las 18:00)

Western del especialista Boetticher a beneficio de Randolph Scott que se hizo de “oro” gracias a participar en los beneficios de las películas que rodaron juntos... leer más



Elígeme (Choose me de Alan Rudolph, 1984). Genevieve Bujold, Keith Karradine, Lesley Ann Warren. (Castilla-La Mancha TV 2, sábado 12 a las 20:30)

Con una escena más propia de un musical (no perderse los créditos), arranca la primera cinta de la trilogía de dramas con toques de comedia que realiza Alan Rudolph en los años ochenta. Resulta la mejor de las tres -las otras dos son Inquietudes (Trouble in Mind, 1985) y Los Modernos (The Moderns, 1988)- y coincide con ellas en la trama, el ambiente y los actores: Genevieve Bujold y Keith Karradine.

Rudolph, primero asistente y guionista de Robert Altman, sigue de cerca los pasos de su maestro en los inicios de su carrera como director, pero a raíz de esta trilogía evoluciona para dotar de personalidad propia a sus creaciones: dramas corales, sí, pero impregnados de música y romanticismo donde diversos personajes se encuentran por casualidad y se mezclan con sus respectivas e inestables parejas. La película narra las relaciones de dos mujeres y un hombre, todos con una existencia difuminada debida a un pasado oscuro o a las fantasías del presente. Una locutora de radio, que dice ser doctora en medicina, da lecciones de comportamiento en pareja -y de sexo- a los oyentes de su exitoso programa; mientras tanto vive una vida paralela con otro nombre y se lamenta de su corta experiencia en los asuntos del amor. Una antigua prostituta regenta un bar situado en los barrios bajos de una gran ciudad; un barman, un gangster y la novia de éste perturban su complicada vida amorosa. Un enfermo mental trata de volver a Las Vegas, quiere casarse con toda aquella a la que besa y dice ser espía, piloto de combate y mecánico.

Agotando las distintas combinaciones, hombre-hombre, mujer-hombre, mujer-mujer, Rudolph va tejiendo un guión, al principio inconexo, donde los caracteres se definen a grandes rasgos, sin profundizar. Sólo después de la primera mitad de la cinta la trama va tomando cuerpo, los detalles de cada personalidad comienzan a ser importantes hasta llegar a ser una historia muy definida y, finalmente, concluir de una forma abierta muy atractiva.

Para dotar de su peculiar ambiente romántico, el director penetra en habitaciones decoradas con carteles de cine y cubiertas con sábanas de seda; rueda secuencias nocturnas en un callejón, solamente iluminado por las luces de neón, y lo convierte en improvisado salón de baile y escondido lugar de citas; y se acerca a la barra de un bar donde siguen predominando los marrones y los rojos, igual que en el exterior (hasta el cielo es encarnado en un bellísimo contrapicado) y donde reina el soul y el jazz.

En Choose me destacan la locura, las llamadas telefónicas, los espejos, la pasión y, sobre todo, la música. Alan Rudolph lo mezcla todo y consigue su mejor película hasta la fecha.



Arco de Triunfo (Arch of Triumph de Lewis Milestone, 1948). Ingrid Bergman, Charles Boyer, Charles Laughton. (Punt 2, sábado 12 a las 22:45)

Adaptación personal de la obra homónima de Erich Maria Remarque, uno de los autores más veces llevado al cine. Es una de las buenas películas del irregular Lewis Milestone, aunque fue un fracaso de público debido al poco atractivo papel de Ingrid Bergman. La historia narra las relaciones entre una pareja de exiliados en la Francia de 1939. A causa de una escena donde unos falangistas no salen muy bien parados, la película fue prohibida en España al poco de estrenarse. A destacar la actuación de Charles Laughton: cada vez que sale en una secuencia da la impresión que el resto de actores desaparecen de pantalla.



Los Invasores de Marte (Invaders from Mars de William Cameron Menzies, 1953). Jimmy Hunt, Helena Carter. (Castilla-La Mancha TV 2, sábado 12 a las 23:45)

William Cameron Menzies se acerca con mucha habilidad al público con una historia de ciencia-ficción. Lo consigue con los más pequeños cuando el personaje interpretado por Jimmy Hunt se queda dormido mirando a las estrellas –como muchos de los espectadores infantiles-, soñando con viajes espaciales y con seres de otro mundo. Sólo que esta vez sus sueños se convierten en pesadillas y lo que es peor, se hacen realidad: los alienígenas se apoderan de las mentes y los cuerpos de los humanos, entre ellos los de su propia familia.

También logra la atención de los adultos al incorporar la cinta al grupo de filmes que querían alertar sobre la invasión comunista al comienzo de la Guerra Fría. De hecho la trama es muy próxima a la de La Invasión de los Ladrones de Cuerpos (Invasión of the Body Snatchers de Don Siegel, 1956) y a otras del mismo corte, donde los invasores procedentes del espacio exterior quieren apoderarse de la Tierra consiguiendo primero transformar la mente de sus habitantes, como si fueran elementos subversivos cuyo proselitismo es irresistible. De esta forma, largometrajes convencionales se convertían en películas de culto, siempre que su factura tuviera un mínimo de calidad, como es el caso de Invaders from Mars.



La dilatada experiencia de Cameron Menzies en el apartado técnico tuvo mucho que ver en el tratamiento visual de la cinta. El realizador era, realmente, un excelente director artístico que había pasado por todas las etapas del diseño de producción, y que había conseguido grandes logros visuales acompañando a Sam Wood en varias producciones o interviniendo en filmes tan importantes como Lo Que El Viento se Llevó. Además ya tenía en su haber alguna cinta notable, también fantástica, como La Vida Futura (Things To Come, 1936).

A los amantes del género Los Invasores de Marte les resultará imprescindible, al resto, como poco, curiosa y desde luego muy bien realizada. Recomiendo especialmente la primera media hora de metraje; en ella, el niño parece encontrarse sólo ante un enemigo cuyo poder crece por momentos. Yo de ustedes vigilaría el cielo por si alguna de las estrellas comienza a moverse…

jueves, 3 de septiembre de 2009

SILENCIO SE... GRABA (Semana del 4 al 10 de septiembre de 2009)

Comenzamos el nuevo año “escolar” como no podía ser de otra forma: con cine, y del bueno. En esta ocasión las cadenas generalistas, nacionales o autonómicas nos ofrecen una vuelta al “cole” cargada de excelentes películas. Así, Woody Allen, Nicholas Ray o Raoul Walsh tiene más de un filme en la siguiente tabla de recomendaciones. También destacan allí la presencia de comedias de Minnelli, Jay Roach, Harold Ramis o John Landis; todo sea para hacernos pasar el trago del regreso al trabajo y a la rutina. Saludos a todos y silencio se… graba.

Pinchar en la tabla para verla mejor (las películas en rojo no son necesariamente las mejores, son las que se comentan más abajo)

Comentarios de algunas de las cintas recomendadas:

Trabajos de Amor Perdidos (Love’s Labour’s Lost de Kenneth Branagh, 1999). Kenneth Branagh, Alicia Silverstone. (La 7 de Castilla y León, viernes 4 a las 21:45)

Musical original, sobre una obra de Shakespeare, a cargo del más dramaturgo de los cineastas contemporáneos: Kenneth Branagh. El director adapta -de nuevo- al genial autor británico para homenajear a un género que se nota que le atrae… leer más



El Hombre Del Sur (The Southerner de Jean Renoir, 1945). Zachary Scott, Betty Field. (Popular TV, domingo 6 a las 00:30)

Es habitual leer, en los diversos ensayos sobre cine, como se menosprecia el periodo norteamericano de ese enorme cineasta que fue Jean Renoir. Generalmente sus obras en el exilio estadounidense son consideradas como de transición entre sus dos etapas francesas. Como nos resistimos a dejar de lado cualquier filme de Renoir, vamos a intentar reivindicar esa importante fase de su carrera comentando lo que para nosotros es una de sus mejores películas: The Southerner.

La cinta narra las penurias de una familia sureña en la América de la Segunda Guerra Mundial. Basada en la novela de George Sessions Perry, el guión fue escrito por Jean Renoir en colaboración con Hugo Butler, Nunnally Johnson y el ilustre William Faulkner (los aficionados a la obra del premio nobel en seguida percibirán la sombra del escritor en diversas secuencias del largometraje). Gracias a que el proyecto fue realizado fuera del sistema de producción hollywoodense, el director pudo rodar un drama muy americano de forma personal, con actores poco conocidos, forzado en parte por el escaso presupuesto (a Zachary Scott sólo se le había visto una vez y en su registro característico de “malo”), y repleto de secuencias de humor muy del gusto del realizador francés, como las de la boda o la pelea en el bar, que recuerdan a, por ejemplo, La Regla del Juego (La Regle du Jeu, 1939).

Y es que El Hombre del Sur -como si tratáramos de analizar una obra pictórica de su padre- es un Renoir auténtico. El realismo y la poesía de sus obras más aclamadas se encuentran presente en todo momento. Ya lo podemos apreciar en el arranque, en las labores de recogida del algodón: mientras las imágenes nos presentan a los personajes suena un lamento procedente de las voces de color (excelente la música de Werner Janssen nominada al oscar igual que la dirección de Renoir). También la llegada de la familia a la “tierra prometida” es otro momento intenso y dramático. La visión de una casa semidestruida en un campo abandonado es estremecedora. Pero allí está Renoir: para relajar la tensión destaca en la secuencia al personaje interpretado por una excelente Blanche Yurka - la abuela- que sentada en la hamaca, en la parte trasera de la camioneta, no para de refunfuñar. Es el toque de humor que ya no abandonará la trama en ningún momento.

Como decimos, The Southerner tiene la firma de Renoir, y es un claro precedente de una de sus obras maestras: El Río (The River, 1951). La película sigue una estructura dramática lineal, dividida en cuatro partes (las estaciones que nos anuncia un calendario) y transcurre a lo largo del primer año en la vida de la familia Tucker como propietarios de un terreno; siempre a orillas de un río que va ser decisivo en varias fases de la trama y que se presenta como clara metáfora de la propia existencia.

Por otro lado, la cinta se sitúa muy cercana a los filmes que surgieron como respuesta a la depresión y al New Deal de Roosevelt, pero con unos años de retraso. Así, el guión puede parecer próximo al de King Vidor en El Pan Nuestro de Cada día (Our Daily Bread, 1934), sin embargo mientras Vidor presenta una sociedad comunitaria –casi soviética- como solución frente a la crisis, Renoir, paradójicamente (pensemos en sus simpatías por el Frente Popular Francés en su primera etapa) apoya la iniciativa privada, quizás influido por el espíritu emprendedor de su nación de acogida.



De todas las virtudes cinematográficas de Renoir –que son muchas-, en The Southerner, apreciamos la utilización, escasa, pero brillante, de su síntesis narrativa con la cámara. A destacar los planos secuencias y los travellings circulares, como el de la inundación o el del baile -éste último mi preferido-; y otra vez nos tenemos que remitir a La Regla del Juego.

Sólo nos queda decir que si no han disfrutado todavía de El Hombre del Sur, no demoren mucho más su visión y estén atentos a un par de planos, uno casi al principio, otro al final, donde Renoir realiza el mejor homenaje que he visto en el cine al hogar. Y lo hace utilizando literalmente las dos acepciones de la palabra, y certificando su adhesión incondicional a la pintura y a la poesía.



Operación Crossbow (Operation Crossbow de Michael Anderson, 1965). George Peepard, Sophia Loren. (Veo TV, domingo 6 a las 22:00)

Peculiar superproducción del oportunista Carlo Ponti (de nuevo un productor casado con una estrella, en este caso Sophia Loren) que, seguramente, quiso explotar el filón descubierto por Los Cañones de Navarone (The Guns of Navarone de J.Lee Thompson, 1961)… leer más




Match Point (Woody Allen, 2005). Jonathan Rhys Meyers, Scarlett Johansson. (TV3, miércoles 9 a las 22:00)

A Match Point la calificaría de película circular. Entiendo por circular aquella que ata los cabos que quedan sueltos en el arranque; aquella que dispone de un guión que se realimenta, que transcurre con un largo flashback apenas imperceptible, pero que responde a las preguntas que el director formula al espectador: ¿el azar es la principal ley del Universo? Es decir ¿todo lo que ocurre no obedece a ninguna norma? ¿Nada está preestablecido? Una escena al comienzo y otra en el último cuarto nos da la respuesta. Mi memoria cinéfila siempre alerta, siempre crítica, pues se empeña en quitar méritos a secuencias memorables, volvió a jugarme una mala pasada. Ese plano, el del último cuarto (el que haya visto el filme sabrá a que me refiero) es primo hermano de aquel sobresaliente de De Palma en Carlito's Way. Y no digo más para no desvelar nada.

El que acuda a ver el largometraje con el equipaje típico de seguidor de Allen, es decir, con la comedia; con las opiniones sobre la iglesia, la muerte y los intelectuales; con el psicoanálisis y la neurosis; aquel que acuda con todo esto, que lo deje en su casa. Woody Allen sorprende con un filme distinto, un drama con una estética curiosa: la acción se desarrolla en Londres, en la época actual, pero el "tono" del largometraje es, digamos victoriano o, como mucho, de los años 20. Es una estética propia de un James Ivory, de hecho su Habitación con vistas está muy presente en algunas escenas.

Si bien es cierto que, buceando en el metraje, podemos encontrar rasgos allenianos muy característicos: así un personaje no atina a montar una escopeta de caza en un momento crucial, o se encuentra con alguien inesperado cuando está persiguiendo a otra persona. También algunos comentarios en off nos recuerdan que estamos viendo una película del creador de Manhattan; y tampoco falta el guiño cinéfilo (lo que disfruté viendo resaltada nuestra querida Diarios de motocicleta). Y, por último, la cinta contiene algunos puntos en común con su obra maestra Delitos y Faltas.

Woody Allen acierta con el casting. Los actores dan vida a unos personajes que no pueden ser más ingleses. Desde el niño-rico-pedante hasta el policía británico con cara de pájaro, todos están perfectos. Y además son el contrapunto ideal para el primer gran giro de la película (hay varios), y me refiero a la aparición de Scarlett Johanson. Una americana en Londres. Una llamarada de fuego entre la lluvia. Un volcán en continua erupción. Un motivo para el posterior desarrollo de la cinta.

El único “pero”, por poner alguno, es el actor protagonista. Aquí de nuevo la culpa de que me parezca poco adecuado es mi atormentada cinefilia. Y es que algo de la trama me recuerda a Un lugar en el sol (A Place in the Sun, 1951). Allí el protagonista era un excelente Monty Clift, muy conveniente para la trama y muy bien dirigido por el "gigante" George Stevens.

En resumen, grande, muy grande esta película, de uno de los más grandes genios que ha dado el cine.

martes, 1 de septiembre de 2009

COLABORACIONES

Si le apetece colaborar con este espacio de cine; si la pasión por el séptimo arte le incita a escribir sobre alguna película, director o actor; si el espíritu crítico le anima a opinar sobre un estreno reciente o sobre un filme clásico; si alguna de estas causas u otras le han empujado a colocar unas palabras detrás de otras y se ha sorprendido con un post que merece ser publicado, no espere más, envíeme su trabajo a soy_ethan@yahoo.es y lo colgaré en un lugar destacado dentro de esta sección.


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