Por
fin arranca el esperado Festival de Cine Europeo de Sevilla con el visionado de
dos películas, una de la Sección Oficial y otra de la selección de cintas
nominadas a los premios de la Academia de Cine Europea, ambas muy diferentes
entre sí, que solo comparten el haber sido rodadas en su mayor parte en blanco
y negro. Antes de reseñar el filme que más nos interesaba, París, distrito 13, veamos lo que dio de sí el segundo:
El vientre del mar (2021), película realizada por el veterano director balear Agustí Villaronga, adapta la novela “Oceano mare” de Alessandro Baricco, que, a su vez, es una versión del célebre naufragio que inspiró al pintor francés Théodore Géricault para realizar La balsa de la Medusa. Como el cuadro y la novela, el largometraje de Villaronga simboliza la decadencia del ser humano abandonado a su suerte en el largo y tortuoso caminar por el mundo para al final descubrir una verdad terrible: la clase de monstruo que cada uno llevamos dentro.
Narrada prácticamente a dos voces, la de un oficial (Roger Casamajor), el médico de a bordo, y la de un marinero de color (Òscar Kapoya), el timonel de la fragata, la cinta adolece de excesiva teatralidad y afectación, pero le sobra fuerza visual gracias al expresivo blanco y negro. Los testimonios de los atormentados personajes, antagonistas, testigos y autores de los asesinatos, canibalismo y atrocidades varias, se superponen para al final ser uno solo. Voces que se organizan a través de una estructura no lineal, con saltos en el tiempo entre el juicio posterior al naufragio y los trágicos sucesos a bordo de la balsa, y con alternancia en la puesta en escena según el tipo de información que recibe el espectador.
Así,
dependiendo de si es un relato de lo sucedido o son pensamientos en voz alta se
suceden de forma intermitente hasta cuatro tipos de escenarios diferentes: desde
los más convencionales que representan la balsa y la sala del juicio, hasta el brechtiano donde no se esconde la
artificialidad de lo expuesto ⸺la balsa se sitúa en un plató entre cuatro
paredes⸺, pasando por otros dos oníricos (en color), fruto de la imaginación de
los supervivientes y en consonancia con el tipo de narrativa usada por el autor
de la novela. Eso sí, con la mar siempre presente como telón de fondo y como
testigo de excepción de la tragedia.
El vientre del mar es, por tanto, una obra original, barroca, expresiva, demasiado teatral, pero contundente, que no gustará a todos (los comentarios a la salida no podían ser más contradictorios), pero que sí convenció al jurado del Festival de Málaga, del que salió victorioso (se llevó seis Biznagas, todo un récord), y además es la única película española que ha sido nominada a los premios de la EFA (European Film Academy).
Cierto es que salió disparada del Festival de Málaga y en lo personal me apetece mucho verla. Por tu reseña intuyo una película muy compleja y que va a dejar muchas dudas en los espectadores que simplemente van a tratar de pasar un rato entretenido al cine.
ResponderEliminarUn gran saludo ethan y a seguir disfrutando del festival.
Así es, una película nada convencional, muy personal del director de Pan Negro, que a muchos no les gustará. Creo que merece la pena verla, a pesar que las películas en exceso teatrales no son de mi agrado.
EliminarSaludos!
Independientemente de su relevancia como autor, que no pongo en duda, lo cierto es que a mí me cuesta un poco conectar con el universo de Villaronga.
ResponderEliminarSaludos.
Yo no he visto aún tantas películas de Villaronga como para comparar esta con su trayectoria, pero desde luego la cinta no te deja indiferente, y no se puede decir que no sea personal.
EliminarSaludos.