domingo, 5 de octubre de 2008

EL CRACK DOS (José Luis Garci, 1983)

Hoy para mí es un día especial. Tenía una deuda contraída y por fin puedo saldarla –al menos parte de ella-. Mi afición por el cine nace desde que tengo uso de razón, desde que vi mi primera película en un ya desaparecido cine de barrio de Madrid, en Pacífico, cerca de la Avenida de Barcelona. Un cariño creciente por el séptimo arte que me llevó a encargarme del cine club de mi facultad en los años de estudiante y a coleccionar miles de películas hasta el día de hoy. Sin embargo los mejores momentos que he pasado gracias al cine son aquellos dedicados a la escritura, nacidos del hecho de juntar palabras, convertirlas en líneas y unirlas a la emoción sentida por las imágenes que acababa de ver. Esto es relativamente reciente (¿trece años lo son?), y tiene un origen muy claro: las tertulias de uno de los mejores programas de televisión, “¡Qué grande es el Cine!”. Gracias a ese espacio televisivo he visto nacer verdaderos espacios de felicidad en mi vida.

Sé que escribir acerca de uno de los largometrajes de José Luis Garci no liquida el compromiso que tengo hacia él -al revés, casi lo acrecienta-, pero, por ahora, es lo único que puedo hacer. El filme elegido es una de las cintas injustamente menos valoradas de su filmografía: El Crack dos, una secuela de El Crack (1981), al menos tan buena como la primera.


La película arranca con dos partidas de mus: la primera convencional, de cartas; la segunda, se convierte en un enfrentamiento entre el protagonista, el detective Germán Areta (Alfredo Landa), y una banda de delincuentes que se ha apropiado de su coche. La secuencia, donde la cara de póquer del actor apenas varía de la utilizada en la mesa de juego, sienta las bases de cómo va a transcurrir la cinta sin hacer necesaria la visión del largometraje que inicia la serie. También el contraste de caracteres ayudan en la definición del personaje principal. Las escenas donde el detective aparece con su pareja (María Casanova, actriz fetiche de Garci en los setenta y ochenta) o con su ayudante (Miguel Rellán), son significativas por lo opuesto de su actitud: alegre y dinámica la posición de los secundarios; pesimista la de Areta.

El realizador, que no disimula su afición al cine negro estadounidense (dedica la película a Raymond Chandler), se inventa con el díptico un nuevo género español -“el gris marengo”, según sus propias palabras-, tan obscuro como el americano y repleto de referencias hacía Hollywood. Garci utiliza diversos elementos para configurar un entorno adecuado con el que hacer efectivo su homenaje particular al film noir: Así, un peluquero, amigo de Areta, se imagina una juventud al lado de figuras relevantes del boxeo americano. Son relatos acerca de legendarios combates, algunos de ellos amañados, que enturbian la ya de por sí obscura trama. Los decorados intencionados con carteles de cine -hay uno muy bien elegido para subrayar la soledad del detective en su particular lucha: Conspiración de Silencio (Bad Day at Black Rock de John Sturges, 1954)- o las insertadas secuencias de La Jungla de Asfalto (The Asphalt Jungle de John Huston, 1950) forman parte de la misma tarea: ennegrecer la acción lo máximo posible.


A pesar de la evidente sumisión al género, El Crack dos no pierde el toque personal del director: Garci impregna de su particular melancolía una trama que se convierte en crepuscular. Además propone secuencias donde la amistad es la verdadera protagonista. Para Garci, José Bódalo se convierte, una vez más, en el amigo perfecto –supongo que es una clara referencia a su aprecio por el excelente actor en la vida real-. Los diálogos entre Bódalo y Landa son la mejor muestra de lo que realmente le interesa y emociona al realizador. Finalmente, la cinta constituye un interesante documento del Madrid de los primeros ochenta, gracias a las tomas de la capital que el cineasta inserta a lo largo de todo el metraje.

La obra de Garci no siempre ha sido valorada en su justa medida debido a polémicas ajenas a la calidad de las cintas. Todas suscitadas, seguramente, desde la envidia y su inmediata proyección: el deporte nacional de atacar al que tiene éxito. La consecuencia de un debate intencionado, y la imposición, por parte de sus detractores, de una determinada etiqueta política, han causado el alejamiento de su cine por parte de muchos espectadores potenciales. Una injusticia cometida contra uno de los pocos directores independientes que hay en el panorama cinematográfico español; con una obra incuestionable, suficientemente extensa, y repleta de filmes de calidad.

José Luis Garci, escritor, director, productor y, sobre todo, alguien que ama al cine con gran pasión: un cinéfilo.

Con toda mi gratitud.

Ver Ficha de El Crack dos.




10 comentarios:

  1. Ethan, por fin encuentro a alguien que públicamente felicite a quien considero un verdadero "crack", cuestiones personales al margen.

    Fui un gran aficionado a ese programa. No es que naciera ahí mi afición por esto nuestro, que uno viene siendo ya muy talludito, pero reconozco tal y como haces tú en esta entrada, que si que influyo lo necesario para reivindicar esa afición natural por el cine, y esa voación frustrada de dedicarme a algo que tuviera que ver con este arte.

    Yo también admito públicamente, deberle mucho a "Qué grande es el cine" y, por ende, a su director, el sin par, Garci.

    Lo admito.

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  2. Me alegra leer esto. Garci, para mí, es incuestionable en cuanto que nadie NADIE en este país de mierda sabe más de cine que él. En este país de mierda se seguirá criticando a Garci porque nadie NADIE puede hacer el cine que él hace. Y es que hay que estar infectado hasta el tuétano de CINE para dirigir a Landa de ese modo. Un día voy a hablar en mi blog de Garci... y van a saltar chispas... Que yo sepa, muchos "geniecitos" babean a día de hoy por encontrar el modo de poner imágenes al universo de Galdós. Y ni digo más ni me sulfuro más...

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  3. Es cabreante lo que pasa en este país con Garci. Te animo, os animo, a que escribáis y a que salten chispas...
    Un abrazo

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  4. Je, je... Pues tomo el testigo y enciendo la mecha:
    1:- De acuerdo, Garci es un crack en cuanto a saber de cine. Posiblemente sea una de las personas más ilustradas en este país en ese sentido. Yo tampoco me perdía su programa´.
    2.- Una cosa es ser un erudito cinéfilo, que lo es, y otra ser un gran director. Ahí ya discrepo. No me gusta su rimbombante costumbrismo, la única película que quizá se salva es "El abuelo" y... lo siento, pero sólo es oir "dirigida por Garci" y me da el perezón y me entra sueño. No es lentitud, es que una cinta no es una suma de escenas esforzadas. Hay que tener talento para ello. Y oye, cada uno lo tiene para una cosa: A este señor puede dar gusto oirle hablar de cine, pero en este país hay más de un director que le da cien vueltas y cuyas películas no se proyectan por falta de amistad manifiesta con determinados académicos.
    Aunque ya se sabe: para gustos, colores.

    Ale, ya está dicho... me voy por donde vine antes de que me lluevan piedras! je!

    Un saludo, Ethan... a pesar de que en esta ocasión discrepo, un gusto leerte.

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  5. Aunque no esté de acuerdo contigo, me parece muy bien que discrepes, porque además lo haces en el terreno cinematográfico y no en otras cuestiones como suelen hacer los que critican a Garci.
    Saludos.

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  6. Sinceramente es la primera vez que leo a alguien que habla con correcció y respeto de José Luis Garci.Y lo digo,porque soy un defensor activo de su cine,de sus magníficos libros publicados por Nikel Odeon,toda una muestra del gran escritor que es,con personalidad y conocimientos amplios.Su programa Que grande es el cine ha significado para mi la gran lección de como debe verse una película.Creo que todo lo poco que sé sobre cine se lo debo a Garci.Hace tiempo que vengo diciendo que es nuestro Truffaut.

    Excelente texto.Me gustaría poder leer más amenudo lo expuesto por ti.

    Saludos.

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  7. Ejem...sí, esto...Garci...
    Volver a empezar, el canon de Pachelbel...aunque me quedo con las sidras en Casa Arturo...
    Y tras esta respetable opinión me gustaría expresar mi profunda indignación ante la no existencia de comentario alguno sobre la película La hija de Ryan.
    Nada más, muchas gracias.
    Un saludo.

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  8. Ante esos comentarios (supongo venidos directamente del Serengueti) me quito el sombrero, dejo la caracola en la playa, que vuele la sombrilla y, por favor, que John Mills no vuelva a partir ese bogavante vivo!
    Saludos.

    P.D.
    http://www.youtube.com/watch?v=GDr0Y9rRKi0 (El Canon de Johann Pacehelbel, gracias por recordarlo)

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  9. Suscribo todas tus valoraciones, acerca de la película y acerca del programa Qué grande es el cine, que todo cinéfilo recordará mientras viva (muchos de los coloquios están en youtube, junto con los que luego ha hecho en Telemadrid). Mi experiencia con Garci nace en la sorpresa que me produjo en la tele Las verdes praderas –no me esperaba un Landa así, ni una historia como aquella-, sigue con la emoción del Óscar y se cimenta en la sala donde vi –estábamos no más de cinco personas- El crack II: quedé completamente conmocionado. Tenía diecisiete años, creo. Le defendí a muerte en los ochenta, mientras otras maneras de hacer cine más al borde de un ataque de nervios se imponían, y luego le he ido siguiendo puntualmente, sin que me haya gustado todo lo que he visto, claro. Pero aquel impacto de Areta, y luego la pasión cinéfila de Sesión continua… Puf.
    Qué bien haber recuperado este texto tuyo.

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    Respuestas
    1. Bueno, un texto de hace cinco años, pero que mantengo en los mismos términos. Que sirva para recordar a Alfredo Landa. D.E.P.

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