En el tercer día de cine europeo, aquí en el festival
sevillano, pudimos ver dos películas muy diferentes: una de la sección oficial,
la otra de la EFA, la primera compite por el Giraldillo de Oro, la segunda por
el premio del público. La Gomera es el título de la película del
director rumano Corneliu Porumboiu que aspira al galardón dorado. Una cinta
entretenida de cine negro, con mucho humor del mismo color, y con una trama y estructura confusas, muy propias del género. Los giros inesperados de La Gomera son tan cambiantes como lo es la personalidad de cada uno de los protagonistas. Nada ni nadie es lo que parece en una historia que gira alrededor del…¡silbo!,
lenguaje en el que se comunican los canarios que viven en la Gomera.
A pesar de una sesión tan divertida, pero convencional, nuestra
primera opción en este día era ver el nuevo filme de los hermanos Dardenne: El
joven Ahmed. Reconocemos nuestra afición al realismo que practican los
belgas y de ahí la expectación ante una cinta que venía con el premio al mejor
director de Cannes bajo el brazo.
Luc y Jean-Pierre Dardenne tienen un estilo personal
inconfundible. Si uno tiene la suerte de asistir a alguna de sus producciones,
no harían falta créditos para enseguida encuadrar el largometraje entre su ya
extensa y excelente filmografía. En El joven Ahmed la cámara sincera
de los Dardenne sigue y persigue al personaje del título de forma casi
subjetiva y obsesiva, como obsesiva es la radicalización del joven adolescente.
En efecto, el chaval, que debería estar saliendo con sus
amigos, jugando al fútbol, o ligando con niñas de su edad, sin embargo, se
dedica a rezar las cinco veces al día obligatorias de la religión musulmana, a
seguir las aviesas indicaciones de su imán, o a coleccionar cuchillos o
cualquier cosa que sirva como arma blanca con los que castigar a los infieles.
A pesar de que, como digo, la forma ––realista–– y el fondo
––social–– de la cinta es muy reconocible como perteneciente al cine de los
Dardenne, con El joven Ahmed algo parece haber cambiado en el
acento, en el tono narrativo de los realizadores. Si comparamos la nueva cinta
con obras anteriores suyas como, por ejemplo, El hijo (Le fils,
2002) ––tema parecido: pequeñas/grandes tragedias, niños problemáticos,
correccionales, educadores, etc.––, observamos mayor énfasis, explicitud e
intensidad en lo que proponen; como si fueran pintores veteranos y estuvieran
pasando por una época donde los colores son más vivos.
Suponemos que los recientes hechos acaecidos en su país
tienen que ver con tal circunstancia. Porque la cinta es más pesimista que la
citada El hijo; porque el suspense y la pertenencia a un género
como el thriller se hace más evidente; y porque nadie, ni siquiera
ellos, se creen el forzado final ¿feliz?
Un tema descarnado pero que tenía que ser abordado. Me anoto con la del Joven Ameh
ResponderEliminarY se aborda de la forma que siempre hacen los Dardenne: realismo cercano, tanto como la cámara que no suelta a Ahmed en todo el metraje.
Eliminar"La Gomera" ha logrado, nada menos, que el premio al mejor guion. ¡Bravo!
ResponderEliminarMás que feliz, yo diría que el final es, sobre todo, prudente. Por lo demás, comparto contigo los argumentos que expones, Fernando.
ResponderEliminarSaludos,
Juan