lunes, 10 de mayo de 2021

2 X 1: "BAGDAD" y "LOS HERMANOS BARBARROJA" (Charles Lamont)

Bagdad (1949)

Los títulos de ambiente oriental durante la Segunda Guerra Mundial ⸺se llegó a llamar “el filón de Alá”⸺ llenaron las salas de cine en Estados Unidos y fueron el medio más eficaz de escapismo para espectadores que ansiaban olvidar la terrible actualidad. La Universal fue uno de los estudios que se dedicó con más empeño a este tipo de producciones. Al finalizar la guerra, la compañía continuó con buen ritmo dicha actividad, esta vez para combatir otro enemigo: la televisión.

Las armas con las que contaba la Universal eran cada vez mejores: al color se le unieron los grandes formatos panorámicos para encuadrar las historias exóticas de siempre, y con estrellas que seguían dando buenos dividendos. Uno de los directores que destacaron en el género fue Charles Lamont, y una de sus películas señeras fue Bagdad.

La acción se desarrolla en el Irak dominado por los turcos donde una princesa, educada en Inglaterra, regresa a su país para ver con horror cómo su padre es asesinado por la banda de las túnicas negras. El líder de los criminales es desconocido, pero todas las sospechas recaen en el príncipe de una tribu de beduinos, que se desvive por demostrar su inocencia.

 

La trama es una especie de refrito de varios de los relatos de Las mil y una noches. De ahí, los lugares comunes de este género que solían aparecer en filmes como Bagdad: nombres de Aladino, Ali Babá o Sherezade en personajes secundarios, para dar ambiente a la historia; la danza de los siete velos, a cargo de la estrella; el malo de turno ⸺nadie mejor que Vincent Price⸺, que ansía “ser califa en lugar del califa”, igual que el famoso comic Iznogud de Goscinny y Tabary; y, en fin, un miembro de la realeza escondido tras el personaje de esclavo, mendigo o, como en Bagdad, conductor de camellos.

Protagonizada por Maureen O’Hara (llamada, con razón, la Reina del Technicolor) y el desconocido Paul Christian, la cinta se queda algo coja al carecer de una estrella masculina a la altura de la célebre odalisca. No obstante, la presencia de la pelirroja en pantalla es tan irresistible que ella sola puede con todo.

Los hermanos Barbarroja (Flame of Araby, 1951)

Con el artesano Charles Lamont de nuevo al frente del proyecto, y con parte de su equipo, donde destaca el director de fotografía Russell Metty, Los hermanos Barbarroja sigue los mismos derroteros que Bagdad en cuanto a exotismo, aventura y presencia estelar de Maureen O’Hara al frente del reparto.

La actriz da vida, otra vez, a una princesa, en este caso la hija del califa de Túnez, que también se queda huérfana. Los hermanos del título son unos conocidos piratas que tienen aterrorizada la ciudad y desean ganar una famosa carrera de caballos para que uno de ellos pueda casarse con la princesa. Eso sí, tendrán que competir con un beduino que posee el mejor caballo de la zona.

Charles Lamont, más conocido por ser el director de varias películas de la pareja Abbott y Costello, dirige una cinta que corrige la anterior al contar en el reparto con alguien de más renombre: Jeff Chandler. Un actor que se recuerda más por cintas del oeste como la excelente Flecha rota (Broken Arrow de Delmer Daves, 1950).

 

De todas formas, Chandler no desentona demasiado como árabe en Los hermanos Barbarroja porque la película es casi un western. Y es que la trama gira alrededor de un caballo de pura sangre que todos ansían: el beduino (Chandler) porque le dará suerte y reinará en su tribu como un héroe; uno de los hermanos Barbarroja (Lon Chaney Jr.) porque quiere la mano de la princesa; y la propia princesa (Maureen) porque lo necesita para convencer al beduino, que gane la carrera y, de paso, ¿alguien lo dudaba?, casarse con él.

Nuevas aventuras, pero viejos clichés, de nuevo extraídos de Las mil y una noches, con decorados orientales, danzas varias y muchas correrías de acá para allá; y hasta una carrera de caballos emocionante. Eso es lo que promete esta película sin muchas pretensiones, ideal para disfrutar los sábados por la tarde con una de capa y espada; o de chilaba y cimitarra, como es el caso.






15 comentarios:

  1. Qué fuerza y qué presencia tenía O'Hara, como bien dices, para qué necesitaba partenaire masculino.

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    1. Por eso cuando hacia pareja con John Wayne en tantas películas, pero sobre todo en El hombre tranquilo, el resultado era explosivo.

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  2. Me gusta tu blog
    único diferentemente
    quizás
    Vos
    Mucha

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  3. un placer el haberte hallado SOS UN MONTóN de ser humano

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    1. Igualmente, todo un descubrimiento tu blog, gracias.

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  4. Exotismo de cartón piedra, pero que, aun así, cumplía con la finalidad escapista con la que había sido concebido. Muchas de estas películas, llevaban por título el nombre de alguna ciudad o región lejana ("Casablanca", "Argel", "Morocco"...)

    Saludos.

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    1. Y daban sus buenos dividendos en taquilla. Un par de años antes de Bagdad, el mismo director, Charles Lamont, dirigía otra del estilo: "La esclava del desierto", con Yvonne de Carlo, el filón parecía inagotable.
      Saludos.

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  5. Bueno mi hermano. Recuerda que Valentino se hizo famoso con un papel de beduino

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    1. Sí, esa fue otra época de esplendor del género con las versión muda de El ladrón de Bagdad y las protagonizadas por Valentino: El Caid, El hijo del Caid, El nieto del Caid jajaja, esa última me la he inventado, pero seguro que faltó poco para hacerla.

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  6. Recuerdo al suizo Paul Christian de la película "La bestia de tiempos remotos" (The Beast from 20.000 Fathoms) que inspiró Godzilla.
    Christian volvió a interpretar otra película exótica: "El tigre de Esnapur" con Fritz Lang, nada menos.
    Saludos!
    Borgo.

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    1. Las dos películas de Lang, La tumba india y El tigre de Esnapur quizás fueron las mejores cintas en las que Paul Hubschmid participó como galán protagonista. Hay que ver la manía de los estudios de cambiarles el nombre.
      Saludos!

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  7. Me recuerdan esas tardes de cine de sábado en las que no existía la posibilidad de elegir y este género de películas eran habituales. A mí me divertían mucho.
    Un artículo muy interesante. Un abrazo.

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    1. Sí, "Sesión de tarde" se llamaba, toda la familia reunida frente al televisor: los padres roncando y los hijos sin pestañear disfrutando de las aventuras.
      Abrazos!

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  8. Maureen O’Hara tenía tanta presencia escénica que, como bien dices, ella sola puede con todo. Qué elegancia y qué fuerza.
    Muy feliz tarde.

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    1. En efecto, una actriz como la copa de un pino, con el glamour de las estrellas de antes, de las que ya no hay, que inunda la pantalla con su sola presencia.
      Abrazos.

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