lunes, 22 de diciembre de 2014
¡FELIZ NAVIDAD!
No hace falta decir que ya es costumbre en este espacio felicitar las Navidades, y desear con buen cine unas estupendas vacaciones. Saben nuestros amigos que siempre elegimos un fragmento de la mejor película jamás filmada. En esta ocasión se trata de un par de secuencias premonitorias:
En la primera, Ethan y Martin hacen un alto en su camino de búsqueda incansable, para estar con la familia. Un anticipo del final, que Ford rueda casi igual. Algo que es recurrente en estos días donde las personas interrumpen su rutina diaría para reunirse con sus seres queridos: hermanos con padres y padres con hijos.
En la segunda parte, Vera Miles y Jeffrey Hunter son el centro de atracción de Ford, es una escena simpática que sirve para unir a los dos jóvenes, que también es un anticipo del final donde ambos formarán una familia, donde compartirán una vida en común. Ford no recurre a una puesta en escena romántica, por ejemplo con la pareja besándose, sino a una situación cotidiana: ropa sucia, un baño, un juego, una broma etc. algo que dice mucho más de esa pareja que se ama, que pronto serán marido y mujer.
Lo dicho: desearos que paséis unas muy felices fiestas rodeados de las personas que más queréis.
Disfrutad y ver buen cine. Hasta la vuelta.
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Western
lunes, 15 de diciembre de 2014
RELATOS SALVAJES (Damián Szifrón, 2014)
Se dice que
entre el amor y el odio hay un margen muy estrecho; de igual forma, entre la
tragedia y el humor, entre los filmes de terror y los cómicos, tan sólo existe
una delgada frontera. Es un límite casi permeable en el que un uso excesivo de
los elementos que configuran las cintas de un género provoca el traspaso de uno
al otro extremo. Es lo que ocurre con el largometraje del que vamos a hablar
hoy.
Cuántas veces
habremos visto películas de miedo que nos producían una risa nerviosa o,
directamente, una carcajada; bien por lo mal realizadas que estaban o por la
saturación antes mencionada. Damián Szifrón ha utilizado en su provecho esta última
circunstancia para fabricar una cinta donde el miedo y la risa se confunden de
forma muy estudiada. Todo para entretener a un público que vive en un mundo
tragicómico en el que da la impresión de que el humor es lo único que nos puede
permitir seguir adelante.
Relatos
Salvajes es un largometraje que nos recuerda los filmes por episodios
que se hacían en la Italia de los sesenta y setenta. Películas
de Monicelli, Risi, Fellini, etc., que denunciaban la realidad del desarrollismo
implacable de esos años con el retrato a su vez irreal, si se quiere la
caricatura grotesca, de unos personajes que caminaban a lo largo de la frontera
antes aludida entre el drama y el humor. Szifrón le ha dado una vuelta de
tuerca a esa fórmula europea (los argentinos son tan primos hermanos de los
italianos como de los españoles) para denunciar el mundo presente, el de la
intolerancia y el egoísmo, con las mismas armas que entonces, pero adaptadas al
cine actual.
Una colección de
episodios, la de la cinta de Szifrón, que si bien es algo desigual, funciona
como un todo gracias al elemento común del adecuado adjetivo “salvaje”: los
protagonistas de cada segmento, en algún momento del relato, explotan de tal
manera que sale a relucir su lado violento para desencadenar una serie de
acontecimientos que desembocarán en un final del todo sorpresivo.
La colocación de
la cámara en lugares imposibles, y el barroquismo de algunas tomas son otros puntos
de unión entre todos los capítulos donde sólo en el corto que se desarrolla en
un bar notamos la mano de los hermanos Almodóvar, a la sazón productores de Relatos
Salvajes, con algún plano que nos remite directamente a las primeras
cintas de Pedro.
De todos los
segmentos, nos gusta especialmente el episodio del avión con el que arranca la
película porque le da el tono correcto a todos los demás; pero nos atrae aún
más el que se desarrolla en la carretera, una especie de revisión del Diablo
sobre ruedas (Duel de Steven
Spielberg, 1971) en clave de humor negro y hasta escatológico, una pequeña obra
maestra que es el punto álgido del largometraje. Quizás ese sea el episodio que
hubiéramos elegido para colocar al final de la película; el que nos hubiera
gustado como fin de fiesta en lugar del segmento de la boda, aunque éste
parezca, literalmente, más adecuado.
Relatos
Salvajes es, por tanto, un éxito del cine que viene de Sudamérica, pero
con acento español en la producción y con reminiscencias europeas en la
estructura de la película. A pesar de tan sugerentes referencias, Damián
Szifrón consigue algo que hoy en día parece imposible: un estilo diferenciado dentro
del nuevo panorama cinematográfico repleto de homenajes, por no decir directamente plagios. Un estilo personal que, sin embargo, permite a la película moverse por el circuito comercial del cine de género. Ese que viene pisando con fuerza en las
pantallas de nuestro país y que, ¡sorpresa!, no es precisamente estadounidense.
Ver Ficha de Relatos salvajes.
lunes, 1 de diciembre de 2014
CINE FÓRUM: LA MASCOTA DEL REGIMIENTO (Wee Willie Winkie de John Ford, 1937)
Nada menos que
con John Ford volvemos a nuestra sección más analítica, pero lo hacemos esta
vez con una de sus cintas menores, un proyecto de los llamados alimenticios que
Ford hizo para la Fox, y en los que generalmente primaban los intereses
comerciales para aprovechar el tirón de alguna estrella de moda
(en este caso, Shirley Temple).
Se preguntarán
por qué hemos elegido esta cinta cuando del mejor director que nunca haya
existido hay un buen puñado de obras maestras dignas de estudiar. Lo hemos hecho
precisamente por la admiración que profesamos hacía este genio del séptimo
arte, y a su capacidad para conseguir hacer suya cualquier trama, por trivial
que ésta sea. Así, en las manos de Ford, la historia de La mascota del regimiento,
una película convencional de aventuras en la India con niña prodigio incluida, se
convierte en una cinta de interés gracias a contar con algunos elementos muy
reconocibles dentro de su cine.
El filme se basa
en una novela de Rudyard Kipling y se adaptó a la gran pantalla para mayor
lucimiento de Shirley Temple (en la historia original era un niño el
protagonista): Priscilla (alias “Winkie”) y su madre viajan a la India para
reunirse con el abuelo de la pequeña. Llegan en un difícil momento dadas las
escaramuzas de los nativos en la región y el mal carácter del abuelo, a la
sazón coronel del regimiento. Con estos
mimbres, cualquier otro habría explotado
el ñoño conflicto que subyace en la trama entre la pequeña repipi, pero
encantadora, y el estirado abuelo, el coronel ordanencista interpretado por C.
Aubrey Smith, en su registro de siempre —en el cine patrio hay varios ejemplos,
casi todos dentro de la saga de Marisol, véase Un rayo de luz (Luís Lucia,
1960)—. Ford, sin embargo, no va por ese camino (aunque lo roza por exigencias
del guión), prefiere darle una mayor importancia a un personaje que en la
historia original apenas lo tenía: el sargento MacDuff (Victor McLaglen). Gracias a este giro de la historia, Ford
puede dar rienda suelta a su particular visión del ejército, al contraste entre
las distintas clases dentro de él, y al retrato de un personaje que le encanta,
el del rudo soldado con gran corazón.
Con el nuevo
enfoque, la relación entre la niña y el suboficial se convierte en el eje de la
película. Mientras el sargento se encarga de enseñar a la pequeña la profesión
de las armas, el director aprovecha la coyuntura para poner el énfasis en subrayar
la camaradería dentro de la tropa y los valores tradicionales del ejército.
Como en sus mejores películas, Ford deja espacio para la añoranza por la patria
lejana. En este caso cambia la tierra irlandesa por la escocesa, pero la
esencia es la misma. La banda sonora de Alfred Newman, con su fondo de gaitas,
es la ideal para el propósito del cineasta.
Impecable en las
escenas de acción, efectivo en el ritmo de la cinta y en la aventura, Ford se
distingue, una vez más, por su capacidad de emocionar al público con las
imágenes sin necesidad de muchas palabras. Un par de ejemplos ilustrarán esta
cuestión:
La primera de las escenas es la visión que
Ford tiene del despertar de este regimiento escocés. Es, prácticamente, una
secuencia muda, una serie de gags que
en poco menos de dos minutos nos ponen en situación.
El fragmento arranca con el toque de diana y
con un travelling que recorre los
pies de los soldados encadenados a sus fusiles. La presentación que Ford hace es
original a la par que simbólica: los militares no pueden estar más unidos a las
armas.
A continuación viene el aseo. El contraste
entre unos hombres semidesnudos, con faldas, y su rudo comportamiento a la hora
de lavarse y afeitarse, o de exigir a los criados que den el agua, es muy
gracioso.
Luego podemos ver el divertido sketch en el
que intentan despertar al sargento, primero con la gaita y luego con la
trompeta, y que termina con el niño en el agua como si fuera un corto cómico del
cine mudo. Precisamente, con la escena del baño involuntario del pequeño
corneta, Ford propone otro contraste: el de clases dentro del ejército, lo hace
con el ridículo comentario del oficial que pasa en ese momento por el exterior
del barracón y ve al niño zambullirse en el tonel.
Pero lo mejor de todo es el final: el
sargento, todavía dormido, se baña y se afeita en la especie de abrevadero que
son los lavabos ante los incrédulos ojos de sus compañeros. Un acto del todo
sorprendente que nos dice mucho acerca de la personalidad de MacDuff.
El sargento, al que da vida Victor McLaglen,
es un viejo conocido por los aficionados al cine del realizador. Es el mismo
que lidera La patrulla perdida; es también
el sargento Mulcahy de Fort Apache,
donde por cierto vuelve a compartir cartel con una ya crecidita Shirley Temple;
es, asimismo, el sargento Quincannon en sus dos versiones, en la de La legión invencible y en la de Río Grande; y es, en fin, uno de los
personajes más entrañables y más usados por John Ford en toda su carrera.
La segunda secuencia ya no tiene nada de
graciosa: es la escena del entierro del suboficial y viene a certificar algo
que ya sabemos, que Ford es tan bueno en las tomas cómicas como en las
dramáticas.
Arranca con una imagen del arriado de la
bandera a media asta mientras suenan las gaitas del regimiento en memoria del
sargento. Ford utiliza durante toda la secuencia una cámara en contrapicado
para resaltar las formaciones, los desfiles, los caballos en fila, pero también
para poder ver el cielo. El director no tiene a su querido Monument Valley (que
comenzará a utilizar con asiduidad en sus westerns a partir de La Diligencia,
dos años más tarde), pero sí se vale de las nubes, de esos cielos que nadie
como él ha sabido fotografiar para conseguir el efecto que desea: el de
intensificar la emoción con el encuadre de un paisaje épico que resalte aún más
la trascendencia del hecho que se está filmando, que lo sublime y lo enmarque.
Ford nos cuenta con sus propias palabras (en
la serie de entrevistas que le hizo Peter Bogdanovich) cómo consiguió esta
escena, sin duda la más emotiva de la película:
“Un día estaba
muy nublado —había llovido—, pero con nubes bonitas, de esas que tienen un poco
de luz. Normalmente habríamos cerrado, pero yo llevaba un estupendo cámara,
Artie Miller, y dije:
—Tenemos que
hacer algo con este tiempo, con estas nubes. Tenemos aquí a todo el mundo;
¡vamos a enterrar a Víctor!
Y Artie dijo:
—Es una idea
estupenda. Vamos a abrir un poco el diafragma; nos dará un buen efecto.
Y así hicimos el
funeral”
domingo, 16 de noviembre de 2014
PALMARÉS DEL XI FESTIVAL DE CINE EUROPEO DE SEVILLA
Finaliza un año
más el festival de cine europeo de Sevilla, en nuestra opinión con el nivel más
alto de las últimas ediciones en cuanto a la calidad de las películas proyectadas. Lo que viene a confirmar la buena salud del cine en el viejo continente pese a
las evidentes dificultades económicas por las que atraviesa
la industria en la mayoría de los países. Antes de pasar a detallar el palmarés
final, sólo unos pequeños apuntes de lo que pudimos ver en la jornada final:
Como despedida del
festival asistimos a dos películas, que a la postre resultaron premiadas (la
cinta italiana con el premio del jurado y el galardón a la mejor actriz; y la
húngara con el concedido por EURIMAGES), muy distintas ambas, en polos opuestos
podríamos decir:
La primera, Le Meraviglie (Alice Rohrwacher, 2014) opta por resaltar la bondad que reside en una adolescente que, prácticamente, se encarga ella sola de sacar adelante una explotación agrícola especializada en la producción de miel. La relación entre la joven Gelsomina (nombre cien por cien cinéfilo) y Martin, un chico conflictivo que entra a trabajar con ellos; y la que existe entre ella y su padre, un ecologista que en realidad es un explotador, son la cara y la cruz de este drama que sorprende con algunas secuencias tan emocionantes como la del concurso televisivo.
La primera, Le Meraviglie (Alice Rohrwacher, 2014) opta por resaltar la bondad que reside en una adolescente que, prácticamente, se encarga ella sola de sacar adelante una explotación agrícola especializada en la producción de miel. La relación entre la joven Gelsomina (nombre cien por cien cinéfilo) y Martin, un chico conflictivo que entra a trabajar con ellos; y la que existe entre ella y su padre, un ecologista que en realidad es un explotador, son la cara y la cruz de este drama que sorprende con algunas secuencias tan emocionantes como la del concurso televisivo.
El segundo filme,
White
God (Kornél Mundruczó, 2014), se
decide por todo lo contrario: por resaltar lo peor de la condición humana reflejada
con toda su crudeza en este thriller. Una especie de precuela de la inquietante cinta de Samuel Fuller (el
juego de palabras usado en el título evidencia el origen del filme: White Dog,
1982) aderezada con la terrorífica película de Hitchcock, Los pájaros (The Birds,
1963). Las referencias son tan claras a esta última (hay planos calcados) como a la de
Fuller, si bien, el director consigue que los espectadores se sitúen de parte de los
perros —y también que bastante gente del público se salga del cine incapaz de
aguantar el realismo brutal de las escenas—. Y es que no deja de ser curioso el
efecto que supone el maltrato animal al espectador, que aguanta menos este tipo
de secuencias que las protagonizadas por seres humanos. Quizás sea debido a la
crueldad del llamado homo sapiens, a
la indefensión de los canes y a la sensación de veracidad de los planos; a la certeza
que planea por toda la película cuando el director parece insinuar que estas atroces
actividades suceden en la realidad.
Y vayamos ahora
a detallar cómo se han repartido los premios:
GIRALDILLO DE ORO
Película: TURIST (Suecia, Dinamarca, Noruega,
2014)
Dirigida
por: Ruben Östlund
GIRALDILLO DE PLATA
Película: THE KINDERGARTEN TEACHER (Israel, Francia, 2014)
Dirigida
por: Nadav Lapid
Premio ESPECIAL DEL JURADO
Película: THE WONDERS / LE MERAVIGLIE (Italia, Suiza, Alemania, 2014)
Director: Alice
Rohrwacher
Premio a la Mejor DIRECCIÓN
Película: MR. TURNER (Reino Unido, 2014)
Director: Mike
Leigh
Premio al Mejor GUIÓN
Película: TURIST (Suecia, Dinamarca, Noruega,
2014)
Escrita
por: Ruben Östlund
Premio a la Mejor ACTRIZ
Película: HEAVEN KNOWS WHAT (Estados Unidos,
Francia, 2014)
Actriz: Arielle Holmes
Y
Película: THE WONDERS / LE MERAVIGLIE (Italia,
Suiza, Alemania, 2014)
Actriz: Maria Alexandra Lungu
Premio al Mejor ACTOR
Película: MR. TURNER (Reino Unido, 2014)
Actor: Timothy Spall
Premio a la Mejor DIRECCIÓN DE FOTOGRAFÍA
Película: LEVIATHAN
(Rusia, 2014)
Directora
de Fotografía: Mikhail Krichman
PREMIO A LA MEJOR PELÍCULA DE LA SECCIÓN LAS NUEVAS OLAS
Película: LAS ALTAS PRESIONES (España, 2014)
Dirigida
por: Ángel Santos
SEGUNDO PREMIO DE LA SECCIÓN LAS NUEVAS OLAS
Película: L’ABRI (Suiza, 2014)
Dirigida
por: Fernand Melgar
MENCIÓN ESPECIAL
Película: LOS HONGOS (Colombia, Francia, Argentina,
Alemania, 2014)
Director: Óscar
Ruiz Navia
PREMIO A LA MEJOR PELÍCULA DE LA SECCIÓN LAS NUEVAS OLAS. NO
FICCIÓN
Película: REMINE, EL ÚLTIMO MOVIMIENTO OBRERO (España, 2014)
Dirigida
por: Marcos Martínez Merino
PREMIO A LA MEJOR PELÍCULA DE LA SECCIÓN RESISTENCIAS
Película: EQUÍ Y N’OTRU TIEMPU (España, 2014)
Dirigida
por: Ramón Lluís Bande
PREMIO GIRALDILLO JUNIOR
Película: LAS
AVENTURAS DEL SÉPTIMO ENANITO (Alemania,
2014)
Dirigida
por: Harald Siepermann
GRAN PREMIO DEL PÚBLICO
Película: EL CAPITAL HUMANO (Italia, 2014)
Dirigida
por: Paolo Virzí
PREMIO EURIMAGES A LA MEJOR COPRODUCCIÓN EUROPEA
Película: WHITE GOD (Hungría, Alemania, Suecia, 2014)
Dirigida
por: Kornél Mundruczó
El
premio de la distribuidora MARVIN & WAYNE al cortometraje de la sección
Panorama Andaluz es para:
Película: OASIS (España, 2014)
Dirigida
por: Carmen Jiménez
VII PREMIO EUROPEO DE CINE UNIVERSIDAD DE SEVILLA
Proyecto: EL
NUDISTA
Dirigido
por: ALEJANDRO PHILIP WAUDBY
PREMIO AL MEJOR CORTOMETRAJE DE LA SECCIÓN PANORAMA ANDALUZ
Película: OASIS (España, 2014)
Dirigida
por: Carmen Jiménez
MENCIÓN ESPECIAL
Película: TRES TRISTES TIGRES (España, 2014)
Dirigida
por: Bea Hohenleiter y Bruno Ojeda
PREMIOS
NO OFICIALES
-----------------------------------------------------
PREMIO ASECAN A LA MEJOR PELÍCULA DE LA SECCIÓN OFICIAL
Película: LA SAPIENZA (Italia, Francia, 2014)
Dirigida
por: Eugène Green
MENCIÓN ESPECIAL
Película: MR. TURNER (Reino Unido, 2014)
Director: Mike
Leigh
1er PREMIO OCAÑA A LA LIBERTAD
Película: SOMETHING
MUST BREAK (Suecia,
2014)
Dirigida
por: Ester Martin Bergsmark
Para terminar, decir que no podemos estar más de
acuerdo con la forma en la que se han repartido los premios: la justa vencedora,
Turist,
ha sido elegida por el jurado, en palabras de sus miembros, por “un trabajo que
pivota sobre la idea del abandono en el cual la percepción de una crisis desencadena
una respuesta inesperada y de consecuencias extremas para todos los implicados”.
Una película para reflexionar que también se ha alzado con el Giraldillo al mejor guión, obra del propio
director, Ruben Östlund.
Entendemos perfectamente al público cuando El capital humano ha sido la más aclamada por los espectadores, y le damos la razón al jurado, una vez más, por reconocer con sendos premios la sensibilidad de La Meraviglie y la fuerza de White God, ambas comentadas más arriba. El galardón a la mejor fotografía para Leviatán nos parece merecido, aunque no suficiente para una de las mejores películas que han desfilado por el certamen.
Entendemos perfectamente al público cuando El capital humano ha sido la más aclamada por los espectadores, y le damos la razón al jurado, una vez más, por reconocer con sendos premios la sensibilidad de La Meraviglie y la fuerza de White God, ambas comentadas más arriba. El galardón a la mejor fotografía para Leviatán nos parece merecido, aunque no suficiente para una de las mejores películas que han desfilado por el certamen.
Sí nos complace especialmente observar que Mr.Turner ha sido la cinta más premiada del festival (mejor director,
mejor actor y premio ASECAN); un filme al que le auguramos muchos más éxitos,
sobre todo al protagonista, Timothy Spall. No podemos decir que haya nacido una
estrella, dada su larga trayectoria como actor, pero sí estamos convencidos de
que se ha agrandado su figura y ya se codea con los mejores profesionales gracias
a una efectiva y sentida interpretación del pintor británico William Turner.
Ya sólo nos resta citarnos con los lectores para el
año que viene, donde esperamos volver a encontrarnos con lo mejor del cine que
se hace en Europa y donde nos comprometemos a dar testimonio de lo que aquí
ocurra.
sábado, 15 de noviembre de 2014
A PIGEON SAT ON A BRANCH REFLECTING ON EXISTENCE (En duva satt pa en gren och funderade pa tillvaron de Roy Andersson, 2014); EL CAPITAL HUMANO (Il capitale umano de Paolo Virzi, 2013)
Ni la lluvia ni
cualquier otro contratiempo nos mantuvo lejos de la gran pantalla aquí, en
Sevilla, en la penúltima jornada del festival de cine europeo. Ayer comprobamos
las bondades de dos de las cintas más esperadas. Antes de ir con la flamante
ganadora de León de Oro de Venecia, comentemos rápidamente la que se proyectaba dentro de
la sección EFA:
El
capital humano (Il capitale umano,
2013) es un drama dirigido por un viejo conocido del festival, Paolo Virzi, que
ya compitió anteriormente con Caterina va in cittá y del que comentamos
en su día la buena película que fue La prima cosa bella. La cinta que
nos atañe comienza como la obra maestra de Bardem, Muerte de un ciclista
(1955): un automóvil atropella a un ciclista que acaba de salir de su trabajo
de camarero en una fiesta navideña; el conductor, o conductores, no ayudan al herido
y se dan a la fuga.
Igual que en el
filme de Bardem, dos familias de diferentes clases sociales se encuentran
implicadas en el siniestro, pero, a diferencia de Muerte de un ciclista, no
sabemos quién ha sido el causante del accidente. Un recurso de guión que mantiene
el suspense, y que lo aumenta gracias a la estructura en capítulos, y a que
cada uno de ellos narra el mismo suceso desde distintos puntos de vista.
Si bien, no se
puede decir que la organización de la película y el argumento sean muy
originales, en general la cinta se deja ver por su crítica social (de nuevo nos
remitimos a la de Bardem y le damos mucho más mérito: allí el director español
tenía que vérselas con un régimen que miraba las películas con lupa) en
especial por la denuncia de un sector del mundo de los negocios que apuestan
por la especulación agresiva, y por la hipocresía en las relaciones humanas
cuando la mayoría de ellas se basan en intereses personales.
El largometraje de Virzi viene al festival con un recorrido impresionante de más de treinta premios y con la reciente noticia de haber sido elegido por su país para representarlo en los Óscar. Veremos si se lleva el premio del público por el que compite aquí en Sevilla.
El largometraje de Virzi viene al festival con un recorrido impresionante de más de treinta premios y con la reciente noticia de haber sido elegido por su país para representarlo en los Óscar. Veremos si se lleva el premio del público por el que compite aquí en Sevilla.
Ver Ficha de El capital humano.
De vuelta a la
sección oficial, ayer se proyectaba una de las favoritas para llevarse el
Giraldillo de Oro: A pigeon sat on a branch reflecting on existence es la última entrega
de la trilogía sobre la existencia, rodada por el director sueco, Roy Andersson,
y posiblemente la mejor a tenor de los éxitos que va cosechando allá donde se
proyecta.
La cinta es un conjunto de cuadros ligeramente entrelazados con el humor como protagonista y con el surrealismo como su pareja de baile. Ambos unidos para denunciar el comportamiento humano, egoísta y cruel, con la siempre difícil herramienta que es la comedia.
La cinta es un conjunto de cuadros ligeramente entrelazados con el humor como protagonista y con el surrealismo como su pareja de baile. Ambos unidos para denunciar el comportamiento humano, egoísta y cruel, con la siempre difícil herramienta que es la comedia.
La serie de
sketchs —la mayoría de ellos— tienen como nexo de unión a dos vendedores
ambulantes de artículos de broma. Ellos, con su apariencia sombría y triste,
contrastan con los objetos con los que comercian de la misma forma que, en un
sentido más general, a lo largo de todo el filme, Andersson enfrenta lo
despiadado del ser humano con las risas del público.
El humor del
director sueco es difícilmente clasificable. Sus personajes tienen el rostro
pintado de blanco, como los mimos (la palabra griega “mimo” significa imitación
de la realidad), pero sin los contornos tan definidos. Son mimos “deprimidos” y sin consuelo que se comportan con la resignación propia del que sabe que formar parte de la humanidad es la madre de todas las desgracias. Lo hacen dilatando el tiempo, sin prisa, en un
entorno también sin personalidad y rematando el elaborado gag con una sorpresa
final que desencadena la risa. Por buscar alguna similitud, podíamos decir que
el personaje típico de Andersson es el que solía interpretar Buster Keaton,
pero participando en una película de Jacques Tatí.
El único
problema que presenta la cinta es el alto nivel con el que arranca: los tres
gags sobre el enfrentamiento con la muerte son estupendos, también el de la academia
de baile y los que tienen lugar en un bar, con salto en el tiempo incluido. Con
tal comienzo, mantener el mismo ritmo de carcajada por sketch durante 101
minutos es casi imposible. A pesar de que la cinta va decayendo con el tiempo,
con algunos picos divertidos casi al final, el conjunto resulta muy
recomendable; y saludable. A nivel colectivo se puede aplicar lo mismo que
a nivel personal: lo mejor para combatir la depresión es reírse de uno mismo.
Ver Ficha de A pigeon sat on a branch reflecting on existence.
viernes, 14 de noviembre de 2014
AIMER, BOIRE ET CHANTER (Alain Resnais, 2014)
Esperábamos ver
la última película de Alain Resnais más que nada para dar el último adiós al gran
director de la legendaria Nouvelle Vague desde donde se debe hacerlo, desde la
butaca del cine. Lo conseguimos aquí, en el festival de Sevilla de cine europeo
y dentro de la sección Oficial:
Aimer,
Boire et Chanter es una cinta muy característica del estilo que ha
estado persiguiendo Resnais desde los años noventa, si bien, sabemos que no hay
película igual a otra en la filmografía de este autor. Un filme muy apropiado para una despedida, aunque suponemos que
no de forma premeditada ya que cuando el
director falleció andaba detrás de su siguiente película.
La cinta es una
comedia ligera que narra el cambio que supone en la vida de tres parejas el
inminente fallecimiento de un amigo común: La triste noticia del cáncer de
George Riley llega cuando su grupo de amigos se dispone a ensayar una obra de teatro amateur. Entre todos deciden que George
puede formar parte del elenco con la intención de ayudarle a sobrellevar la
tragedia. Con George en la función, la estabilidad en la vida del grupo comienza
a tambalearse cuando las tres mujeres se pelean por estar con él. Todas tienen
motivos para un encuentro sexual: una es su exmujer, otra es una antigua amante
y la última es su pareja en la ficción.
Decimos que la
película sigue, de alguna manera, lo iniciado en los noventa y en la década
siguiente por Resnais con el díptico Smoking/No Smoking (1993) y con Coeurs
(2006). Todas ellas, igual que Aimer, Boire et Chanter, adaptaciones
de obras de teatro del escritor inglés Alan Ayckbourn -en este caso se trata de una versión de "Life of Riley"-; y todas interpretadas
por la mujer del director, Sabine Azéma.
Si la forma de Aimer, Boire et Chanter es
consecuente con Smoking/No Smoking, y es lo mejor del largometraje, el contenido
y, sobre todo, el resultado es sensiblemente inferior. Una floja despedida de
Resnais que no empaña para nada su brillante carrera, pero que de forma casual,
insistimos, posee un argumento muy
adecuado para poner fin a su obra: todo gira en torno a un hombre que se va a
morir en breve y finaliza con una escena en el cementerio muy significativa.
Ver Ficha de Aimer, boire et chanter.
jueves, 13 de noviembre de 2014
MR. TURNER (Mike Leigh, 2014)
Aclaración: Mr. Turner compitió en el Festival de Cine Europeo de Sevilla del 2014, pero también se pudo ver en el certamen del 2015, en el ciclo dedicado al actor Timothy Spall. La reseña que viene a continuanción fue escrita en el 2014:
Ayer fue, sin
duda, un día grande en el festival. Asistimos a la proyección de prensa de una
película de qualité, la muy esperada
cinta de Mike Leigh sobre la vida del pintor británico William Turner:
Decimos que fue
una buena jornada porque el largometraje de Leigh (lo de “largo” es literal,
quizás su única pega) nos dejó más que satisfechos debido al enfoque, académico
sí (ambientación, vestuario, música, fotografía…, todo impecable), pero
personal también, con el que el director se ha embarcado en un proyecto
destinado a dejar huella en su obra. Una veintena de películas que parecen
limitarse a Secretos y Mentiras, El secreto de Vera Drake, y el
resto…, y a la que ahora habrá que añadir a Mr. Turner entre ellas,
al lado de ellas; no hay dos sin tres.
Reconozco que lo
primero que pensé al ver la cinta de Leigh fue en el Rembrandt (1936) de
Alexander Korda. Y es que lo de cine “de calidad” acompañado del adjetivo biopic y rematado con el de “británico”,
necesariamente nos lleva a aquellas producciones tan cuidadas de los hermanos
Korda en la London Films. Con casi ochenta años de separación entre ambas
películas, sorprenden tantas similitudes a la hora de darle un repaso al
argumento: Korda y Leigh eligen sólo una parte de la vida de los dos pintores cuando los retratan ya famosos; cuando ponen el énfasis en las tragedias que
supusieron la pérdida de la esposa de Rembrandt y el padre de Turner,
respectivamente, y en la privacidad de sus relaciones amorosas con sus criadas,
los dos, y con la doble vida que llevó Turner en Chelsea con la dueña del motel
donde se alojaba. También destacan, ambos, cómo la pintura de los artistas cambió desde las muertes de sus seres queridos, y de qué manera llegaron a ser
incomprendidos por sus colegas de entonces y por el público.
Por otro lado —y
seguimos con las comparaciones—, en ambas producciones destacan la presencia de
dos actores de la talla de Charles Laughton y de la valía (aún no reconocida,
pero creemos que Mr. Turner es su película)
de Timothy Spall. Ambos muy bien caracterizados y excelentes en sus
actuaciones. Tanto es así, que nos atrevemos a decir que los gruñidos de Turner/Spall (y las
risas del público al escucharlos) se recordarán mucho tiempo. Dicen que Spall
gastó dos años de su tiempo en aprender a pintar para meterse dentro del papel
de su vida. Una meticulosa preparación que ya empieza a dar sus frutos: el
actor fetiche de Leigh viene con el premio de Cannes debajo del brazo. Muchas
justificaciones tendrá que dar el jurado, aquí en Sevilla, para no concederle
el mismo galardón.
Referencias
cinéfilas aparte, insistimos que la cinta de Leigh es un proyecto personal
cuando no se limita a narrar la vida del pintor, sino a presentar en pantalla
la mirada del personaje. El realizador intenta algo maravillosamente imposible:
reproducir con imágenes no lo que el pintor veía, sino lo que sentía, lo que
luego plasmaría en su obra. Un propósito encomiable el de Leigh que nos deja
algunos fotogramas para enmarcar (literalmente).
En esa labor, como decimos imposible, Leigh también se ocupa de los encuentros de Turner con sus colegas (la secuencia en la Real Academia de las Artes, retocando los cuadros que allí están expuestos, es de lo mejor de la película) y de presentar en pantalla una de las más bellas y emocionantes relaciones padre-hijo que se hayan visto en el cine.
Otro logro de la
cinta es la gestión del tiempo. Así, vemos a lo largo del filme la evolución de
Turner desde la muerte de su padre: los avances tecnológicos se suceden (barcos
de vapor, ferrocarril, fotografía, etc.), mientras, Leigh usa el desgaste de
Turner y el deterioro físico de la criada como referencias para las elipsis.
Parejo al cambio progresivo que presenta el director, es la evolución abstracta
de la obra del artista que, incomprendida, se adelanta aún más a ese tiempo de
inventiva frenética.
Creemos que Mr.
Turner hará las delicias de los aficionados a la pintura y al arte en general; incluido el cine, naturalmente. Por tanto, inferimos casi de perogrullada que
nos encontramos ante una de las películas más importantes de las que han pasado por el festival hasta el momento.
Ver Ficha de Mr. Turner.
miércoles, 12 de noviembre de 2014
CLASS ENEMY (Razredni sovraznik de Rok Bicek, 2013); HUNGRY HEARTS (Saverio Costanzo, 2014)
Cumplido ya la
mitad del recorrido del festival de cine europeo que se celebra en Sevilla, ayer
fuimos testigos de dos proyecciones muy diferentes, eslovena una, italiana la
otra; de la sección EFA, la primera, de la oficial, la segunda:
Class
Enemy es una cinta que denuncia algo más que el sistema educativo
esloveno, es una película que narra como un grupo de estudiantes se rebela
contra un profesor sustituto que nada más llegar se muestra inflexible con su método
de enseñanza. El mote de “nazi” que pronto le cuelgan, y un trágico suceso del
que le culpan, provocarán que la revuelta degenere en un motín que pone al
instituto al borde del desastre.
La trama del
largometraje de Rok Bicek recuerda -y le da la vuelta- al argumento de La
Ola (Die Welle de Dennis Gansel,
2008). Mientras la película alemana parte de un profesor que pone en marcha un experimento sociológico que se va de madre, y es más simbólica que otra
cosa, Class Enemy arranca desde unos alumnos enrabietados contra su maestro
que, aunque también evoluciona mal, se presenta ante el público mucho más realista.
Para lograr ese
efecto, Bicek, el joven realizador esloveno, gestiona la puesta en escena con
brillantez al tiempo que rueda con una cámara nerviosa el buen trabajo
realizado por todos sus actores —quizás éste sea su mejor activo, teniendo en
cuenta que ninguno de los que tienen el rol de estudiantes son profesionales de
la actuación—. Consigue presentar a unos alumnos que resultan tan intolerantes
como el sistema que denuncian, aunque haya diferencia entre ellos: por un lado
se encuentran los líderes que se embarcan en esa huida hacia adelante para desahogarse,
para no enfrentarse a sus propios problemas; y por el otro, los que se mueven
por inercia, sin personalidad, y se limitan a obedecer las órdenes de los primeros.
Sólo unos pocos reflexivos o interesados, no participarán en el motín, pero tampoco
se pondrán del lado del profesor.
Al parecer la
historia se basa en la propia experiencia del director en su etapa del instituto,
de ahí el realismo de la trama y lo preocupante de la historia. Sólo decir que gustará especialmente a los que se hayan dedicado, o se dediquen, a la enseñanza.
Ver Ficha de Class Enemy.
La siguiente
cinta, la italiana Hungry Hearts, es una apuesta singular por el cine de terror
aunque no llega a cuajar del todo.
La película se presenta desde las primeras imágenes como una divertida comedia romántica cuando Jude (Adam Driver) y Mina
(Alba Rohrwacher) se conocen por casualidad en un restaurante chino de la Gran
Manzana. De hecho, la primera escena con los dos encerrados en el cuarto de baño,
es de verdad muy graciosa. Continúa la cinta como una de tantas historias de
amor que se desarrolla entre una pareja joven, en este caso un estadounidense y
una italiana, con Nueva York como telón de fondo. Sólo cuando Mina se queda
embarazada, y los dos deciden casarse y tener el hijo, las cosas empiezan a
cambiar.
La evolución es
tan brusca que pasamos de un largometraje basado en el humor a un drama teñido
de thriller psicológico que por momentos va transformándose en una película de
terror. Tanto es así que el director comienza a usar elementos clásicos para
crear la atmósfera típica del género (música, cambio de color, distorsión en la imagen con
grandes angulares), es decir, no quiere que el público se equivoque: lo del
principio fue un engaño, en realidad hay que pasar miedo; y vaya si se pasa.
Lo mejor de la
cinta es sin duda el trabajo de Adam Driver y Alba Rohrwacher. Los dos actores
nos muestran el amplio espectro de registros que dominan, desde la comedia hasta la tragedia pasando por el drama; tiene oportunidad de
hacerlo gracias a esa trama tan cambiante y, es de suponer, a la dirección de Saverio
Costanzo detrás de la cámara. No nos extrañaría
que se llevaran algún premio por tan excelsas interpretaciones.
La pega de la
película está en su conclusión. Un final que no vamos a desvelar, pero que no nos
parece apropiado, más bien lo estimamos poco justificado teniendo en cuenta
todo lo que hemos visto anteriormente. A pesar de ello, no hay duda de que la
cinta tiene su interés y gustará a los amantes del género; y a alguno, como
dice la organización del festival, le recordará a la película de Roman Polanski,
La
Semilla del Diablo.
martes, 11 de noviembre de 2014
STRATOS (To Mikro Psari de Yannis Economides, 2014)
El cuarto día de
festival, aquí en la cita europea de Sevilla, fue una jornada dedicada al género
que tanto nos gusta, el cine negro. En esta ocasión disfrutamos de su versión mediterránea
porque ayer fuimos testigos de un noir
al estilo griego, una propuesta de Yannis Economides muy personal que no nos defraudó:
Stratos es un veterano asesino a sueldo que se muestra cansado y enfermo. Al tiempo que combina su trabajo de verdugo con el de empleado en una fábrica del sector de la alimentación, se presta a ayudar a escapar de la cárcel a Leonidas, su exjefe al que le debe la vida. Mientras aporta dinero para excavar un túnel, le proponen entrar a formar parte de una familia de delincuentes, un grupo mafioso que controla la región y que, entre otras cosas, pone en peligro la integridad de Katharina, su vecina de ocho años.
La cinta camina
por el cine negro con una estructura lineal, pero fragmentada, que divide el
metraje en secuencias claramente diferenciadas. Son escenas separadas por fundidos
a negro que marcan las elipsis y propician el suspense. Lo logran al basarse en
un diálogo bien planificado que incluye puntos de giro dentro de cada porción
de película; o que combinan escenas que parecen de transición con impactantes
imágenes de acción.
Ese contraste en
la parte visual es consecuente con el que propone el director con respecto a
los personajes. Así, Vangelis Mourikis (Stratos) se muestra contenido en su interpretación,
lacónico e inexpresivo, mientras el resto de actores actúan con libertad, con
una improvisación histriónica y exagerada que acentúa aún más el comportamiento
del protagonista. La tensión de la trama se eleva con la misma intensidad que
la ansiedad del espectador, que sabe que Stratos va a estallar de un momento a
otro.
Pero quizás lo
más atractivo de la cinta sea su tono crepuscular. El realizador lo consigue
desde el arranque cuando se adivina un halo de decadencia en el primer plano
del filme: un cementerio de autobuses y tranvías abandonados, cubiertos de óxido,
será el escenario de uno de los “trabajos” del protagonista. También suma para
lograr el efecto de declive la música melancólica de una guitarra acústica, que
nos recuerda a las películas de Wim Wenders y que acompaña a un resignado Stratos
en su cita con el destino.
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