martes, 22 de enero de 2008

EL HOMBRE DE LARAMIE (The Man from Laramie de Anthony Mann, 1955)

El Hombre de Laramie es el último western de los cinco que hicieron juntos Anthony Mann y James Stewart. Ambos protagonizaron una de las colaboraciones más fructíferas que ha dado el cine si tenemos en cuenta que todas las cintas son obras importantes del género. Aquí, Anthony Mann, lleva a la pantalla un relato aparecido en el Saturday Evening Post. Se trataba de una peculiar adaptación del “Rey Lear” de Shakespeare, en la que el director se centraba en dos aspectos, por un lado uno de los temas más recreados del western: la venganza; por el otro el tradicional enfrentamiento de Caín y Abel.



La historia original no podía estar más repleta de tópicos: Stewart era un forastero que llegaba a un pueblo de Nuevo México, dominado por un cacique y sus hijos, con la amenaza siempre presente de los indios. Sin embargo, en manos de Mann, la trama, en apariencia muy manida, se convierte en una “perla” para los amantes del western y del cine en general. Y es que las historias que contaba el director se convertían desde el principio en obras personales. Mann les daba la vuelta a los personajes, sobre todo al que encarnaba James Stewart. El héroe era presentado como un hombre crispado, la mayoría de las veces con turbio pasado y que finalmente se redimía después de un duro itinerario. A sus oponentes les confería una atractiva ambigüedad; casi siempre aparecían ayudando a Stewart o ganándose su confianza, pero finalmente el enfrentamiento entre ambos era inevitable. La violencia explicita del largometraje aún sorprende hoy en día.


El Hombre de Laramie tenía una dificultad añadida al ser la primera película de Mann en Cinemascope. Enseguida se adaptó al nuevo formato y parece que se sentía cómodo con él tal como demuestra en algunos de los planos. Así podemos observar como los caballos encuadran la pantalla en toda su longitud o el propio Stewart lo hace cuando aparece recostado dentro de una celda. Los interiores siempre presentan una mesa en primer plano, enmarcando perfectamente la escena, aportando una sensación de amplitud y confort. Pero quizás, lo más destacable, sea el efecto dramático conseguido con las impresionantes panorámicas de un paisaje semidesértico. En Mann la naturaleza es un personaje más y, gracias al nuevo formato, es el complemento perfecto del protagonista al proporcionarle el carácter épico que necesita. Si además incluimos una muy lograda canción (“The Man From Laramie”, de Lester Lee) en los momentos de mayor belleza visual, el resultado es difícil de superar.


Ver Ficha de El Hombre de Laramie.

2 comentarios:

  1. Hola, Fernando:

    Suscribo plenamente tu admiración por esta joya de un género, el wéstern, que poco o nada tiene que envidiar a la tragedia griega.

    Saludos.

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    Respuestas
    1. El western de los llamados psicológicos, que dicen que nació con "El pistolero", es muy cercano a los dramas shakespearianos o, si nos ponemos pedantes, incluso a la ópera.
      Saludos.

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