domingo, 29 de junio de 2025

LA BELLA MAGGIE (The Maggie de Alexander Mackendrick, 1954)

En el seno de los estudios británicos Ealing, Alexander Mackendrick debutó con éxito como director en Whisky a gogó (1949), y triunfó definitivamente con El hombre vestido de blanco (1951) y El quinteto de la muerte (1955), sus obras más conocidas. Entre ambas, dirigió otra maravilla, La bella Maggie:


“Maggie” es una vieja barcaza de cabotaje que se cae a pedazos. El capitán Mactaggart (Alex Mackenzie) necesita 300 libras para arreglar el barco y lograr que las autoridades le levanten la prohibición de navegar. El capitán consigue engañar al potentado norteamericano Mr. Marshall (Paul Douglas) para que lo contrate por 300 libras. El estadounidense quiere sorprender a su mujer y hacer mejoras en su casa de verano. La misión de “Maggie” será llevar materiales y muebles a una de las islas del oeste de Escocia. Cuando Marshall se da cuenta de que acaba de contratar un barco que no tiene permiso para navegar, inicia una persecución por tierra, mar y aire para detener a Mactaggart y transbordar la carga a otro mercante.

La bella Maggie seguía el camino iniciado por Whisky a gogó cuando ambas películas se apoyan en el carácter del pueblo llano escocés. La tradición de los pescadores de esas tierras del norte y sus costumbres son muy bien retratadas en ambas películas. Tanto es así que Mackendrick confesaba que en Maggie había puesto demasiadas cosas de su cosecha particular extraídas de las experiencias vividas en su juventud. 

En la película, la dotación de la barcaza trata de burlar al millonario con mil y una tretas que provocan las risas de los escoceses, desde Glasgow hasta las islas de poniente. Todos los habitantes se encuentran al tanto de lo que ocurre gracias a un periodista que sigue la persecución entre el americano y la vieja embarcación.


Mackendrick se distancia algo del sello impuesto por el productor Michael Balcon en los estudios Ealing y tanto en Whisky a gogó como en Maggie hace que el espectador sienta lástima por el teórico villano de la película. En la segunda cinta todos se ríen de Marshall: la tripulación, la gente de los bares, el periodista, incluso el consignatario en el fondo quiere que Mactaggart consiga escapar. En la escena del embarcadero, cuando la barcaza destroza el muelle, hasta los bueyes se burlan del americano. 

Tanta escena cómica al final satura a la audiencia que siente empatía por el personaje interpretado por Paul Douglas. Esa ambigüedad que pone en cuestión la hazaña de Mactaggart y su tripulación, es lo que distingue y hace único el cine de Mackendrick, digamos que su humor es más turbio que el de sus coetáneos. Y más satírico: la crítica social de Maggie es muy explícita. La coincidencia entre el nombre del magnate y el del plan económico de ayuda a Europa después de la guerra es intencionada. El plan Marshall fue criticado ampliamente por centrarse en sectores que no competían directamente con las empresas americanas y dejar menos protegidos otros ámbitos estratégicos en los que podían instalarse dichas compañías. La dependencia económica de los ingleses y de los habitantes del resto de Europa con respecto a Estados Unidos estaba servida.

No obstante, el tema de la película es el contraste entre la tradición y la modernidad, entre la Vieja Europa y el Nuevo Mundo. Entre la vida tranquila del pescador escocés que se conforma con lo poco que tiene pero que dedica más tiempo a la familia, y la vida moderna pero acelerada del americano que siempre quiere más.



El post es un extracto corregido para la ocasión del capítulo dedicado a La bella Maggie en mi libro: CINE Y NAVEGACIÓN. Los 7 mares en 70 películas





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