Penúltima
jornada la de ayer, aquí en el certamen de Cine Europeo en la capital de
Andalucía. Pudimos ver Flow, una brillante película del director letón
Gints Zilbalodis, su segunda experiencia como realizador de largometrajes de
animación después de Away (2019).
Igual que en Away,
donde un niño y un pájaro viajaban a través de una isla extraña para volver a
casa, en Flow es un gato el que se ve envuelto en una road
movie náutica cuando se produce una repentina subida de las aguas. El gato
tiene que sobrevivir en una barca junto a otros cuatro animales: un lémur que
colecciona diversos objetos, un capybara muy tranquilo y relajado, un perro con
ganas de jugar y una especie de pájaro gigante que se convierte en el patrón de
la singular embarcación.
El remedo de Arca
de Noe viaja a través de un mundo onírico inundado por las aguas de un mar
repleto de peces de colores donde vive un enorme animal prehistórico. Un lugar
extraño hecho por el hombre, pero sin presencia humana por ninguna parte. El
director se las ingenia a base de recursos cinematográficos y sonidos de los
animales, sin palabras, para llevar a buen término una trama por momentos
psicodélica.
El agua, la
vegetación, los colores, los personajes —los animales— ligeramente pixelados son
el entorno en el que se desarrolla esta excelente película para todos los
públicos. Los valores que el realizador resalta en el filme son el compañerismo,
la amistad, la lealtad y el trabajo en común.
Sólo queda una
duda por resolver porque todo empieza cuando el gato —el autor seguro que tiene
uno como mascota porque ahí están todos los gestos del felino— duerme
plácidamente en un hogar abandonado por el hombre: ¿ha sido todo un sueño?
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