lunes, 16 de septiembre de 2019

Y LA NAVE VA (E la nave va de Federico Fellini, 1983)


Después del relativo fracaso de La ciudad de las mujeres (1980) y de las acusaciones de producir un cine excesivo y repetitivo, Fellini se replanteó su carrera y acudió a un antiguo guion de su colaborador de siempre, Tonino Guerra. La idea era dar vida a un proyecto que trataba del asesinato de Sarajevo y que, por tanto, se iba a estructurar en torno al comienzo de la Primera Guerra Mundial. Una especie de falso documental al estilo de Los Clowns (1970), pero más sencillo, incluso en blanco y negro, todo para darle un poco de aire fresco a su abigarrado manierismo del que tanto se quejaba la audiencia. Poco a poco la producción fue creciendo hasta tomar la forma de una de las más bellas cintas de Fellini:  


En 1914, justo antes del comienzo de la Gran Guerra, sale del puerto de Nápoles el trasatlántico “Gloria N” con las cenizas de la soprano Edmea Tetua. El destino del barco es la isla de Erimo donde los pasajeros celebrarán un funeral y esparcirán las cenizas de la célebre cantante de ópera. Como siempre, Fellini se dejó llevar más por los personajes que por la historia y, aunque la película no es tan barroca como anteriores proyectos, y hasta parece seguir una trama sencilla y lineal, sí que posee el sello inconfundible del director. En el arranque en blanco y negro, la algarabía del puerto de Nápoles recuerda mucho a los festejos de Borgo en Amarcord, obra mayor de Fellini donde la presencia simbólica y fantástica del trasatlántico “Rex” anticipa el “Gloria N” de Y la nave va.

Por supuesto todo el barco y el entorno de Y la nave va se elaboraron intencionadamente en el estudio —“¡Qué maravilla, parece un decorado!”, exclama uno de los pasajeros del “Gloria N” al tiempo que mira el océano de goma espuma—. Un diseño de producción que superó a todos los anteriores gracias a la magia de Dante Ferretti. Precisamente, esos decorados hiperrealistas fabricados en Cinecittà y la presencia del narrador (Orlando), testigo de la acción, son otros elementos vinculados a la obra del realizador. 


Orlando es el conductor de un argumento que sigue más o menos la fórmula de la crónica, pero además es el álter ego de Fellini —hasta se parece físicamente—. Es un reportero que podría ser Marcello Mastroianni en La dolce vita, el propio Fellini en Los Clowns, o Sergio Rubini en Entrevista, y que igual que todos ellos es incapaz de abstraerse de la trama y limitarse a ser mero testigo. Tanto es así, que al final se convierte en el personaje principal: un periodista maduro que añora la juventud, se enamora, y finalmente se salva del naufragio junto a un rinoceronte. Extraña conclusión que recuerda el monstruo que se encontraba Mastroianni en la playa de La dolce vita.

Para explicar el significado de la presencia del enorme animal a bordo del “Gloria N”, y sobre el que Fellini nunca quiso pronunciarse, se podría interpretar que los pasajeros viajan con una bestia en su interior, ajenos a la guerra que se les avecina. En un momento determinado el animal comienza a oler mal y hay que airearlo. A partir de ese instante todo se complica: el trasatlántico da asilo a unos refugiados serbios perseguidos por un acorazado futurista. La situación alerta a los pasajeros que por fin son conscientes de hallarse en medio de un conflicto bélico.


Personajes de un guion colectivo, que se clasifican según el lugar que ocupan: los pasajeros de la clase social alta viajan en las cubiertas superiores, mientras que los refugiados se amontonan en cubierta. Los marineros alimentan la caldera en las máquinas, los camareros y cocineros habitan las cocinas y todo lo hacen de forma frenética, al menos así lo ve Fellini que recoge sus acciones a cámara rápida. Sólo cuando los camareros penetran en el lujoso comedor, la acción se ralentiza para que el propio objetivo sucumba a dicha taxonomía espacial.

A partir de esta separación vertical, se establecen las relaciones: los de calderas admiran a los cantantes que se han dignado visitarles (eso sí desde lo alto y a mucha distancia); los ricos ven cómo bailan los refugiados y algunos se atreven a bajar a la cubierta y divertirse con ellos; una pasajera ninfómana se insinúa a camareros y gitanos; la joven Dorotea se enamora de un terrorista eslavo y se va con él, etc.

Todas estas combinaciones de personajes y situaciones configuran una película cuya puesta en escena es operística. No sólo por la trama (basada en los funerales de María Callas), sino por la disposición de los pasajeros en las secuencias donde cantan a coro pasajes de Rossini o Verdi. La del arranque y la apoteosis final donde se interpreta “La fuerza del destino” son las más notables, pero también el duelo de tenores en la sala de calderas, o el “Glas-Concertino” de los dos hermanos en la cocina, sobresalen en una banda sonora espectacular a cargo de Gianfranco Plenizio. Música digna de la obra maestra que es Y la nave va.





El post es un extracto corregido para la ocasión del capítulo dedicado a Y la nave va en mi libro: CINE Y NAVEGACIÓN. Los 7 mares en 70 películas



18 comentarios:

  1. Estaba claro que Fellini ansiaba dar un giro a su carrera, aquí no aparecen sus actores habituales (Mastroianni podría haber sido el cronista) Muy acertado el decorado del barco que da la impresión de que los pasajeros se encuentran en un mundo irreal hasta que la guerra se vislumbra con la aparición de los refugiados que son vistos por el pasaje como bichos raros. Muy buena la escena de las calderas que muestra la rivalidad de los cantantes, muy a lo Maria Callas. La siguiente obra de Fellini "Ginger y Fred" me gustó aunque fue muy maltratada por la crítica.
    Saludos!
    Borgo.

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    1. Puede ser un mundo pretérito el que describe Fellini, o un fresco futurista, como afirmó él mismo. Una historia real, o un sueño. Hay escenas magistrales, como las que nombras, y geniales como el arranque o el final. Un hito en la historia del cine.

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  2. La fantasía de Fellini en todo su esplendor.

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    1. Una magnífica película, en mi opinión situada arriba, en la cima de su filmografía. "Un intento de capturar un número de caracteres a medida que viajan en el vacío. El mar podría ser el universo y el ‘Gloria N’ una nave espacial.” Decía el propio director.

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  3. Que tal Ethan!
    La vi hace muchisimos años y posiblemente por cosas de la edad no acabase de pillarle el punto. En todo caso tengo en cuenta tu reseña y tratare de buscarla.
    Saludos!

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    1. Pues tienes que darle una segunda oportunidad. Hay que verla sin perderse detalle. Con todos los sentidos en alerta, como el que asiste a la ópera. Es que es ópera y cine. Saludos!!

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  4. Mi querido amigo; es una película fascinante. Hay que reivindicar el cine de Fellini que no fue un simple director de cine sino un gran artista con un mundo propio. Me gusta lo que dice Orlando (Freddy Jones) cuando nos está mirando: "Me dijeron que hiciera una crónica y dijera lo que pasa, pero ¿quién sabe lo que pasa?"


    Esta gran película empieza con una cámara fija en un trípode es el primer personaje en hacerse presente, y con cierto estatuto enunciador, porque el prólogo de la obra es un filme mudo realizado por ella y sólo más tarde engullido por el potente dispositivo de la película de Fellini. El título mismo aparece al comienzo como un típico cartón del cine mudo, con su marquito modernista. Con él se abre un reportaje silente, sin música, los personajes captados por la cámara son conscientes de que están siendo fotografiados y se asoman al encuadre como en los reportajes primitivos. ¡Menudo arranque!

    El tiempo felliniano no es que sea amorfo, sino que, en lugar de narrativo, es cíclico y de procedencia carnavalesca. Por lo mismo, la historia para Fellini es un escenario, ruinas, obras de arte e imágenes, pero no una vida que se pueda conocer. Sus filmes "históricos" solo tienen de ese carácter unos decorados, más o menos inventados, unas pinturas más o menos subjetivas. Los tonos oscuros, ocres de tierra y polvo puramente imaginarios en Satyricon (1969) remite a la pintura antigua, pero no la copian. Casanova (1976) poco tiene que ver con el siglo de las luces.
    Finalmente, E la nave va es de un color crepuscular que imita la lejanía y la extrañeza de una foto antigua. En cualquier caso, son imágenes ilegibles, distantes, un mundo ya extraño, lejano y muerto.

    Pero también, por otro lado, hay un movimiento de recuperación y abolición del tiempo: el pasado no existe, es una dimensión de la memoria. Uno es a la vez el hombre de hoy, pero también el viejo y el niño. El pasado no es inmodificable, sino que se construye y se transforma, se inventa. El futuro es presente ya como ruina. Esta concepción del tiempo lleva a que todo se sitúe en el lugar de la invención, en la representación, en el despliegue del texto, y no sea nunca un relato de algo que ocurrió. No hay auténticos relatos sino la enumeración en presente, incluso a veces de forma irónica, como en E la nave va, cuando el cronista nos cuenta cómo ocurrió el naufragio - en pasado - mientras se está preparando para hacerle frente con un ridículo flotador.
    Fastuosa y brillante, Y la nave va resulta ser, en definitiva, un nuevo y fascinante juego de manos de Federico Fellini. En ella nos subimos al barco sorprendente que irrumpe en las imágenes de la maravillosa Amarcord, y surcamos las aguas iluminadamente ficticias, que Casanova remonta en su amada Venecia. En ella contemplamos el vibrante espíritu secuencial que anuncia momentos como la competición de voces que tiene lugar próxima a la sala de máquinas, el sorpresivo descubrimiento de la existencia de un rinoceronte a bordo, o cuando finalmente el transatlántico queda poco a poco a merced del fondo de las aguas. En Y la nave va asistimos, en suma, a un prodigioso viaje que bien pudiera conducir al corazón mismo de lo imaginario.

    Un fuerte abrazo, amigo mío.

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    1. Es verdad esa concepción magistral de tiempo felliniano. Nadie lo ha interpretado como él. Lo funde con la imagen, igual que hace con la realidad y la ficción. El entramado falso del barco, que al final nos enseña, los decorados intencionadamente artificiales. Y el tiempo. Aciertas plenamente y estoy de acuerdo contigo: en "Y la nave va" Fellini nos dice que se trata de un pasado que ha muerto, como si los fantasmas que fueron pasajeros (no perderse el maquillaje de todos los personajes, parecen muertos vivientes) estuvieran contándonos la historia, como una representación operística, pero situada en el más allá. Una maravilla.
      Un fuerte abrazo y muchas gracias por el comentario; tentaciones me dan de sustituir mi texto por el tuyo.

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  5. me debo Fellini , siempre le tuve idea con eso tan italiano de su cine en cuanto a excesos pero se que son solo prejuicios míos... mi hija incluso me recomendó 8 1/2 el otro día así que tengo que hacerlo... saludos...

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    1. ¡Bueno!, "Ocho y medio" son palabras tan mayores como las de "Y la nave va". Te recomiendo las dos. Muy diferentes, de distinta época dentro de una filmografía espectacular. Con excesos, sí, no lo voy a negar. De hecho, fue dicho manierismo el culpable en cierto modo del nacimiento de esta obra maestra que hoy traemos aquí. Saludos!!

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  6. Confieso que, cuando la vi en su estreno, no me fascinó como otros títulos de Fellini que amé desde su primer visionado. Demasiado abstracta, sin un núcleo narrativo al que aferrarse. Aunque, bien pensado, eso no es nuevo en su cine y ahora me doy cuenta de que es un título tan raro como poético al que debería darle una segunda y una tercera oportunidad.

    Saludos.

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    1. Y una cuarta, jajaja. Mira, la tercera vez que la vi me gustó mucho más que la segunda, un aumento exponencial. Lo mismo me pasó de la segunda con respecto a la primera. Así que te auguro una experiencia inolvidable para la revisión de esta magnífica película. Sin duda, una versión del modelo de "La nave de los necios" de Sebastian Brant, muchas veces llevado al cine (también a la pintura, a la literatura, a las artes en general), aunque nunca de forma tan original, brillante y bella.

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  7. Hola Ethan!
    Un gustazo que te hayas encargado de reseñar este film con los detalles justos.
    Esta es una de las películas de Fellini que más me gustan, Sí, son varias las que me gustan, pero esta se sale un poco de su obra, me resulta arriesgada, pero como bien dices, con su sello inconfundible.

    Recordarás la entrada sobre Fellini que hice hace tiempo ya, y que comentaste
    https://frodorock.blogspot.com/2013/03/los-carnavales-nostalgicos-de-fellini.html

    abrazo grande! Que viva el buen cine

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    1. Sí que recuerdo la entrada y sé de tu predilección por el cineasta italiano, señal de tu buen gusto. Era una obra que pretendía ser algo más convencional, pero le salió, como bien dices, arriesgada, personal, maravillosa.
      Abrazos, y qué viva!!

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  8. Hola, Fernando:

    Comparto contigo la admiración por Fellini y por este título en particular. Hace justo un par de años tuve ocasión de comentar la película en mi blog: http://cinefiliasantmiquel.blogspot.com/2017/09/y-la-nave-va-1983.html

    Por cierto que tiene muy buena pinta tu libro sobre cine y navegación, así que, a poco que pueda, me lo agenciaré para surcar a través de sus páginas y zambullirme en una lectura de lo más provechoso.

    Saludos desde Barcelona,
    Juan

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    1. Hola, Juan: enseguida me paso por tu blog para leer el post. En esta entrada no podía meter el capítulo entero del libro, bueno porque no es el propósito de este portal extenderme demasiado en los posts. Así que he intentado condensarlo y corregirlo para darle empaque al conjunto. De todas formas, en el libro, hablo mucho más de la influencia del modelo de Sebastian Brant, "La nave de los necios" en la película, y las diferencias y los elementos comunes con cintas de otros autores que siguen la misma estructura; también explico cómo Fellini veía su propio filme, casi como un viaje espacial; y, en fin, de algunas cosillas más. Espero que te guste.
      Saludos!!

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  9. Una fábula felliniana en la que el autor se "esconde" en el personaje del narrador para acompa­ñarnos en un mágico recorrido de envolvente parafernalia e inagotable inventiva visual, por los diferentes estratos de un universo grotesco y trágico a punto de desmoronarse. En esta ocasión —ya en el tramo final de su carrera— Fellini recuperaba la inspiración, riqueza y poder de fascinación de sus mejores obras.

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    1. Bueno, Fellini no se "esconde" mucho jajaja (hasta se parece al actor). Es verdad lo de mágico recorrido. La magia del cine la entendía Fellini mejor que nadie, desde su mundo propio desarrollado en Cinecitta.
      Saludos!

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