lunes, 27 de abril de 2020

LA DAMA DE SHANGHAI (The Lady from Shanghai de Orson Welles, 1947)

Es conocida la anécdota que inició todo el proceso de lo que a la postre significó la mayor producción de toda la carrera de Orson Welles: el director se hallaba desesperado, a punto de la bancarrota, con una de sus obras del Mercury Theatre en la cuerda floja por falta de financiación, cuando llamó a Harry Cohn, el presidente de la Columbia. Desde el teléfono del teatro donde se representaba la función, y con la amenaza de suspender el pase, Welles le propuso a Cohn escribir, dirigir y protagonizar una película maravillosa. El productor se dejó seducir por el entusiasmo contagioso de Welles y le preguntó cómo se llamaba aquel filme tan extraordinario. Welles miró al quiosco que tenía al lado y leyó uno de los títulos de las novelas baratas que allí se vendían, a continuación le pidió a Cohn que comprara los derechos del libro y que le mandase a vuelta de correo un anticipo de 55.000 dólares para comenzar con la preproducción. Cohn accedió y Welles pudo representar su obra.


La novela en cuestión era tan mala como Welles suponía. Se titulaba “If I Die Before I Wake”, del desconocido Sherwood King, al cual suponemos como poco sorprendido por su buena fortuna. El director empeñó todo su ingenio para escribir un primer tratamiento de más calidad. Un libreto que luego cambiaría sobre la marcha, casi todos los días del rodaje, para sembrar la confusión entre actores, técnicos y productor. El guion resultante no podía ser más embarullado:

Michael O’Hara (Orson Welles) es un marino irlandés al que contrata Arthur Bannister (Everett Sloane) para hacerse cargo de su yate de lujo, como recompensa por haber salvado a su mujer Elsa (Rita Hayworth) del asalto de unos ladrones. Una vez a bordo le proponen a Michael un negocio ciertamente extraño: simular que asesina al socio de Bannister, y que se declara culpable, a cambio de 5.000 dólares. El socio, un tal Grisby, pretende desaparecer del mapa de tal forma que sin cuerpo no podrán detener a Michael. Por otro lado, Arthur cobraría mucho dinero del seguro que ha contratado el bufete por la muerte de cada uno de los socios. 

El asunto huele a trampa y al guion no hay quien lo salve (hasta Cohn llegó a ofrecer mil dólares al que fuera capaz de explicarle la película): ¿cómo esperaba cobrar el seguro Grisby si en teoría estaba muerto? Es una de las muchas preguntas que se puede hacer el espectador cuando ve la película. Algo que por otro lado es bastante habitual en el cine negro, donde todo es oscuridad, incluida la trama. Si Welles enmarañó la historia a propósito, o fue fruto de la improvisación, de la necesidad de sacar adelante un proyecto viciado desde el principio, no lo sabremos nunca. Aunque tampoco es importante dada la calidad del resultado final: un brillante ejercicio de estilo con todos los códigos del noir más puro.


El elemento principal, el detonante del viaje hacia la oscuridad de una trama de traiciones, adulterios, trampas y crímenes, es el personaje que interpreta Rita Hayworth. No obstante, en el rodaje el realizador escatimó planos de la estrella en beneficio de otras secuencias con actores secundarios, algo que a Harry Cohn no le gustó en absoluto. Su enfado venía de lejos, desde que Welles presentó a Rita con el pelo corto y teñida de rubio platino. “¡Dios mío! ¿Qué ha hecho este bastardo?”, exclamó el productor al ver a su estrella desfigurada. En aquel tiempo Welles y Rita se estaban divorciando y mucho se ha hablado de lo intencionado del cambio de look por parte del realizador. De su interés en  darle un papel de malvada y cortarle su melena para desmontar todo lo que se había generado alrededor de la actriz desde Gilda (Charles Vidor, 1946).

Además de las usuales escenas cargadas de ironía y crítica social (todas las del juicio) y los encuadres barrocos marcas de la casa, el largometraje ofrece gran cantidad de hallazgos visuales y narrativos en forma de secuencias inolvidables. Así, la escena del acuario donde el diálogo romántico entre Rita y Orson se ve perturbado por la presencia en segundo plano de tanques de agua infestados de tiburones; la de la huida de Michael por el embarcadero después de simular el asesinato, toda una lección de planificación; la secuencia final de los espejos, ya legendaria por el desdoblamiento de las imágenes, que va más allá de la simple metáfora de que nada es lo que parece; o la escena inmediatamente anterior con Welles recorriendo un mundo de pesadilla entre decorados expresionistas y surrealistas, que parecen extraídos de cuadros de Dalí o de películas alemanas de la República de Weimar.

Tras el estreno, Cohn le echó toda la culpa a Welles —y al pelo corto de Rita— del fracaso comercial de la cinta. Parece ser que Harry Cohn nunca se preguntó si la mutilación de más de una hora de la película, el añadido de una banda sonora innecesaria y la inclusión de la voz del narrador (escrita por Welles, pero insertada de cualquier forma por el estudio), entre otras decisiones “afortunadas” de Cohn y sus muchachos, no tuvieron también algo de culpa en los malos resultados en taquilla. Welles sí se lo planteó y al final borró de los créditos el nombre del director.



El post es un extracto corregido para la ocasión del capítulo dedicado a La dama de Shanghai en mi libro: CINE Y NAVEGACIÓN. Los 7 mares en 70 películas



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26 comentarios:

  1. Con La dama de Shanghai (1947), Orson Welles entró en el género por conocidas necesidades económicas, con un espíritu que puede calificarse de alerta. ¿Cuánto le debe el cine negro a Welles? Mr. Arkadin (1955) y Sed de mal (1957). Welles se sentía fascinado por el género que había producido ya tan considerable número de obras y con el deseo de hacerlo avanzar tras la literatura de los autores de The Black Mask. Había descubierto no sólo sus raíces sociológicas, sino los elementos de fabulación, a veces místicos, en ocasiones trágicos, que subyacían bajo aquel material melodramático. Resulta curioso que Welles representa aquí el personaje de un inocente enfrentado con la perversión. ¿Pero es tan inocente como parece? Sabido es que Welles ha representado mejor que nadie a los personajes fáusticos que tanto le obsesionaban, los que le resultaban tan atrayentes, a pesar de su desacuerdo con su ideología y su moral.

    El esplendor de algunas secuencias muy visuales- la noche de la excursión, Acapulco, el acuario, el juicio y el parque de atracciones- ha provocado también algún malentendido sobre esta película, que significa un avance en el quehacer estilístico de Welles, una ruptura importante en la técnica de representación de su obra. La utilización del espacio se rompe aquí, el juego interpretativo se hace más rico, la planificación más analítica, mezclando los planos- secuencia con los primeros planos, todo ello determinará su obra futura.

    Esta película ha sido considerada a lo largo de la filmografía de Welles casi exclusivamente por sus logros formales, por una serie de escenas y secuencias exóticas de gran calibre imaginativo. Pero vista hoy, con el desarrollo de lo obra completa de su autor, resulta ser una obra absolutamente personal, casi como un cuaderno de notas, y muy anticipadora de lo que sería la nouvelle vage. Y ello a pesar de las mutilaciones sufridas, que según Welles alcanzan más de veinte por ciento, y el hecho de que no acabara siendo responsable del montaje definitivo y de la sonorización.

    La dama de Shanghai es quizá la primera película que intenta una nueva estética que no se base en la idea del cine clásico de un espectador objetivo, en su omnipresencia, en la suprema neutralidad del narrador, para alcanzar un cine más libre, en el que objetividad y subjetividad se aliene y se entremezclen para captar el carácter verdadero poético del cine. Por ello influyó tanto, después de Ciudadano Kane (1941), en la generación de cineastas que se inicia a finales de los años cincuenta.

    Welles en el rodaje de esta maravilla se estaba separando de la impresionante Rita Hayworth. Como venganza le hizo cortar el cabello y teñírselo de rubio, es decir, quería destruirla físicamente. ¿Y qué consiguió sin quererlo? Que la Hayworth estaba mucho más guapa.

    Un fuerte abrazo, amigo mío.

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    1. Qué razón tienes. Paradójicamente la imposición de Cohn de incluir más primeros planos de la estrella lejos de incomodar a Welles le permitió seguir experimentando. Los rostros de los personajes en esos encuadres aparecen sudorosos, con muecas que los deforman, acordes con la línea expresionista del resto del metraje. En especial con las dos secuencias en las que Grisby tienta a Michael, como un moderno Mefistófeles a Fausto (de nuevo tienes razón): una a bordo del “Circe”, con Rita al fondo; y otra dominando la bahía de Acapulco, en la que ambos parecen suspendidos en el aire. Por otro lado, rodar una trama policíaca en entornos naturales, fuera del estudio, fue la base para innovar, el problema era que el coste se disparaba.
      Abrazos.

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  2. La de anécdotas que hay alrededor de esta película, ¿verdad?
    El propio Welles estaba muy insatisfecho con ella, seguramente todos los problemas que tuvo, incluido el tremendo corte de metraje, no ayudaron a que se sintiera feliz con el resultado.
    De cualquier modo, creo que hoy no se ve con los mismos ojos que cuando se estrenó (un fracaso, por cierto), pues se descubren en ella nuevos valores, creo que hay que rascar el barniz para encontrar la película.

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    1. Es verdad, además de las secuencias citadas hay unos travellings maravillosos en el yate (que, por cierto era de Errol Flynn, lo que suspuso más de un problema) que se regodean con la figura de Rita tumbada en la cubierta. Y tantos otros...

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  3. Y no sería porque no abofetearan a "Gilda".

    Saludos.

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    1. Las bofetadas que le da su ex (es decir, Welles) son casi peores que las de Glenn Ford, jajaja.
      Saludos.

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  4. Que tal Ethan!
    Un gustazo leer esta entrada. Una película legendaria que como no podía ser de otra forma también arrastraba todo un rosario de circunstancias y anécdotas.
    De entre todas la figuras importantes de la historia del cine, Welles siempre me ha provocado una fascinación especial.
    Saludos y feliz semana!

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    1. Hay unas anécdotas muy jugosas a propósito del "Circe", el yate de Errol Flynn. En realidad, la goleta se llamaba “Zaca” (aún navega desde su base en Montecarlo), es un dos palos aparejado en velas cangrejas con una historia digna de contar en otra película, incluidas acciones de guerra. El actor se la alquiló a Welles con la condición de no rodar a bordo a menos que Flynn estuviera presente. Una cláusula que le costó mucho dinero extra a la Columbia debido a los retrasos provocados por los “extravíos” de Flynn. Se cuenta que en una de sus borracheras el actor quiso hacer un funeral marinero (uno de los ayudantes de cámara había fallecido de un ataque al corazón). Welles llamó a las autoridades en tierra para evitar la “romántica” acción de su compañero que quería arrojar el cadáver por la borda ¡a vista de costa!
      Saludos!!

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  5. Es que, según tengo entendido, el interés de Harry Cohn hacia Rita Hayworth iba más allá de lo estrictamente profesional y de ahí el monumental enfado con Welles.

    Saludos.

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    1. Así que el triángulo de la película se reproducía en la realidad. Todo un culebrón hollywoodense. De todas formas, la versión de Welles sobre el papel de Rita es bastante diferente. Mira lo que le contó a Juan Cobos en una entrevista: “Cohn me dijo que por qué no usaba a Rita. Ella había dicho que estaría encantada de hacer el papel. Yo le hice comprender a Rita que el personaje no era muy simpático, que se trataba de una asesina y eso podía dañar su imagen de estrella a los ojos del público. Aun así Rita me dijo que estaba lista para hacer el filme [...] fue muy cooperativa en todo momento. El único que se horrorizó al ver la película fue Cohn.” En fin, la verdad completa nunca la sabremos. Saludos.

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  6. Hola,
    A mí me gusta la escena de los espejos.
    Saludos,

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    1. ¿Y a quién no, Lola? Por cierto, ha sido copiada hasta la saciedad. Quizás sea la secuencia por la que es conocida la película, su sello de identidad. Saludos.

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  7. Otra más que voy a tener que anota, aunque la escena de los espejos se me hace muy conocida, tal vez la vi en algún documental sobre cine.
    Me gusta también los colores del afiche, la ilustración

    Abrazos!

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    1. Seguro que la has visto, es muy conocida y la han dado en pases televisivos más de una vez. La verdad es que la película es casi una leyenda, las andanzas de Flynn, las enfermedades de Rita en México, los mosquitos (a Welles le picó uno que lo dejó fuera de combate varios días con la cara desfigurada) y los problemas logísticos propios de un equipo tan numeroso, alargaron el rodaje tanto que el estudio comenzó a preocuparse por la viabilidad económica. Cohn estuvo a punto de deshacerse de Welles, pero en aquel momento dependía del director. Reconoció que nunca más contrataría a alguien como productor, director y actor de la misma película porque de esa forma nunca podría despedirle.
      Abrazos y cuídate!!

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  8. Hace mucho que la ví y lo que recuerdo, como todos, es la escena de los espejos y el cambio de look que Orson Welles quiso para que interpretase a la protagonista. Un golpe de efecto, menuda pareja eran. Ella más frágil y él...tremendo personaje. Hay que reconocer su genialidad.

    Muy interesante tu reseña, como siempre.

    Un abrazo, Ethan

    Después de esa pelicula creo que se divorciaron.

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    1. Sí, se separaron, ¡pero imagínate lo que pudo ser el rodaje cuando los dos estaban con los trámites!
      La película es uno de esos iconos de Hollywood incontestables, una leyenda, vamos.
      Abrazos!!

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  9. ¿Buenas tardes todo bien? Soy brasileño y estoy buscando nuevos seguidores para mi blog. Y me gustaría tenerte como mi seguidor.

    https://viagenspelobrasilerio.blogspot.com/?m=1

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    1. Buenas tardes, Luiz, todo bien. Me pasaré por tu blog y si me interesa por supuesto que me haré seguidor. Saludos!

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  10. las historias sobre Welles son todas fascinantes... soy fan de él, no de sus películas jaja... en verdad debería empezar a verlas todas de un tirón aunque sea por el respeto de haber visto esa obra maestra absoluta COMO lo fue El Ciudadano Kane... saludos!

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    1. Pues nada, puedes empezar por esta misma. Casi te envidio porque te esperan un buen puñado de obras maestras...
      Saludos!!

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  11. No sé si la he visto.... tengo memoria pez. De todos modos la anoto para echarle un vistazo.
    Un saludo!

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  12. Igual que le he dicho a JLO: si no la has visto, y si te gusta el cine negro, te envidio profundamente porque te vas a encontrar con una maravilla. Por cierto, he enviado varios comentarios a tu interesante blog, pero se han debido perder en el limbo bloguero.
    Saludos!!

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  13. No sabía esa historia de dónde sacó el título Welles ("La dama de Shangai" es un magnífico título pulp) Welles sacaba partido de material serie B como ya demostró en "Sed de mal" Seguro que recuerdas aquella escena entre Welles y Ed Wood en la película de Tim Barton. Me encanta la escena del acuario, casi tanto como la mítica de los espejos.
    Saludos!
    Borgo.

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    1. Hay una secuencia calcada de esa escena del acuario en una película muda del año 1926, "Mare Nostrum", dirigida por Rex Ingram, es una adaptación de la novela de Blasco Ibañez. Seguro que Welles sacó la ídea de allí.
      Saludos!

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  14. ¡Hola!
    No sabía que el cambio de look de Rita había sido cosa e Orson Welles.
    Es una gran película, creo que todos recordamos la escena de los espejos pero hay tantas, y tantos matices...
    Feliz día.

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    1. Sí, ese cambio de look parece una venganza por lo mal que se llevaba la pareja en esa época, pero quién sabe..., chascarrillos del cine. Desde luego, es una película para verla una y otra vez.
      Feliz día también para ti.

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