Estructurada en sketchs, la película va in crescendo en intensidad cómica conforme las zancadillas de Jerry van surtiendo efecto. Así, una secuencia donde Lucy intenta demostrar sus dotes como cantante de ópera, es boicoteada por Jerry involuntariamente, en una de las pocas concesiones que hace McCarey al slapstick; o una habitación se convierte en la reunión improvisada de los amantes de Lucy, a medida que van llegando al piso, en otro recurso eficaz del cineasta: el vodevil.
Nosotros nos callamos ya, aquí llega Jerry a la importante cita con su prometida y sus futuros suegros, todos pertenecientes a la clase social más alta de la ciudad:
La secuencia que acabamos de presenciar dura siete minutos y tiene un prólogo que incluye la llegada de Cary Grant, y se centra en las excusas (mentiras) de Jerry para explicar porqué su hermana no ha podido venir –le falta la más importante: porque no existe-. Es una introducción de lo que se avecina, una acumulación de mentiras que no traerá consecuencias muy agradables para Jerry.
El sketch realmente arranca cuando llega Lucy por sorpresa, haciéndose pasar por la hermana de Jerry. El vestido, la forma de caminar y de hablar es la propia de una profesional de la barra americana. Irene Dunne está simpatiquísima y el propio Cary Grant no puede disimular su risa en varios momentos de la secuencia.
El director plantea la puesta en escena de una forma sencilla y útil cuando la reparte en dos secciones: la de la derecha para los suegros, y la de la izquierda para Cary Grant y su novia. Será el montaje y, en alguna ocasión, el elegante movimiento de la cámara las herramientas que utilice para la unión de ambas acciones.
McCarey divide la secuencia en tres partes diferenciadas entre sí según la situación donde se encuentre Irene Dunne. En la primera, Lucy, que se ha hecho ya con los mandos de la acción, se presenta a todos los personajes y se sienta con la suegra. Como haría el mejor Chaplin, la actriz utiliza su pañuelo para poner en apuros a la lady. McCarey sigue a Lucy en su charlotada y utiliza con habilidad el montaje para unir miradas y gestos cuando ella anuncia que los dos hermanos son poco menos que alcohólicos. Es una técnica que ya no abandonará el director, y que incluso hará aumentar de frecuencia a lo largo del resto de la secuencia.
En la segunda parte, después de pedir una jarra de whisky, Lucy se coloca al lado de su hermano desmintiendo una y otra vez todo lo que cuenta Jerry. Más adelante, se sienta entre la desconcertada pareja (por si hacía falta explicitar más su intención); deja entrever cuál es su profesión: la más antigua del mundo; e insinúa que son todos unos ladrones.
Como traca final, Irene Dunne imita el baile que hemos podido presenciar en una escena muy divertida de la primera mitad de la película. Aquella en la que Cary Grant le presenta a un ligue (Joyce Compton), que sorprende con una danza escandalosa, donde un chorro de aire hace que su falda se eleve por encima de la cabeza cada vez que dice la palabra “wind”. El vuelo del vestido de Marilyn Monroe en La Tentación vive arriba queda rasante en comparación con el de Joyce.
Para rematar la faena, McCarey utiliza un guiño al espectáculo de varietés donde los falsos hermanos se despiden del “público” -con Cary Grant ya rendido- antes del definitivo fundido con el que concluye esta secuencia que espero les haya gustado.