domingo, 19 de diciembre de 2021

¡FELICES FIESTAS!

Con las vacaciones de Navidad y de fin de año a la vuelta de la esquina, nos proponemos desconectar por unos días y esperamos disfrutar lo que se pueda de estas fiestas. Otro año regular, tirando a mal, que hemos pasado, pero la esperanza de que todo mejore sigue intacta. 

Volveremos con más cine, mientras tanto os dejo con una compañía inmejorable, con la mejor película jamás realizada. Una secuencia que finaliza con esa peculiar "reunión familiar", dos palabras que se repiten estos días festivos. 

Lo dicho: ¡felices fiestas y nuestros mejores deseos para el año que empieza! Un fuerte abrazo a los lectores del blog y hasta la vuelta.




domingo, 5 de diciembre de 2021

2 X 1: "GAS-OIL" y "EL DESORDEN Y LA NOCHE" (Gilles Grangier)

Gas-Oil (1955)

En la segunda mitad de los años cincuenta, el director parisino Gilles Grangier hace dos películas con su amigo íntimo y máximo colaborador en tantas cintas, Jean Gabin. Dos policíacos que se sitúan entre sus mejores largometrajes, ambos nombrados en el excelente documental del recientemente fallecido Bertrand Tavernier (Las películas de mi vida, 2016).

El primero, Gas-Oil, es un thriller donde Jean (Jean Gabin), un camionero, pasa la noche con su novia (Jeanne Moreau) y al regresar a su casa atropella el cadáver de un hombre. Al ponerlo en conocimiento de la policía, le confiscan el camión y todo se complica. Para colmo, una banda de gánsteres y la viuda del finado acosan al camionero mientras buscan los 50 millones que supuestamente tenía el fallecido.

Trama entretenida basada en una novela de Georges Bayle, con Jean Gabin y Jeanne Moreau como pareja estelar. Un noir con tintes de melodrama donde la amistad y el compañerismo entre camioneros tiene mucho que decir. Sobre todo, en el trepidante final, complicado de rodar, pero muy bien resuelto por el realizador.

 

Desenlace en el que, al parecer, no se ponían de acuerdo Gabin, Grangier y el tercero en discordia en la mayoría de las películas del director: el guionista Michel Audiard. Dicen que los gritos entre los tres los oyeron a distancia los vecinos de Grangier, que corrieron a contarle el final a sus amigos antes de que se estrenara la película.

La acción, el amor, la amistad, pero también la crítica social tienen su hueco en una película tan completa como costumbrista. Porque, en realidad, la culpa de que la policía acuse a Jean de asesinato la tiene el hecho de que el camionero oculte con quién ha estado la noche del accidente; todo por el temor a los cotilleos y habladurías de los pueblos de la Francia profunda. 


El desorden y la noche (Le désordre et la nuit, 1958)

Grangier y Audiard adaptan otra novela policíaca, esta vez de Jacques Robert, y de nuevo acuden a Jean Gabin para que se sitúe al frente del reparto. Si bien, el actor vuelve a su registro más conocido, el del inspector con gabardina y sombrero. No es Maigret, pero se le parece, también la historia podría haberla firmado Georges Simenon, el autor de las aventuras del famoso comisario:

En la investigación de la muerte de un camello, el inspector Vallois (Jean Gabin) interroga a la amante y principal sospechosa, la drogadicta Lucky (Nadja Tiller). Al enamorarse de ella, el policía pone en peligro todo el caso además de su carrera. Mientras tanto, una farmacéutica (Danielle Darrieux) parece ser el cerebro de la organización criminal.

Con algunos puntos en común con Gas-Oil (los dos largometrajes arrancan con la muerte de un mafioso al que algunas mujeres querían verlo bajo tierra), pero bastante diferente en su desarrollo, Grangier hace una de sus películas mayores, quizás su obra más conocida junto a Arquímedes, el vagabundo (Archimède, le clochard, 1959) con la que Gabin se llevó el Oso de plata en Berlín.



En El desorden y la noche, Grangier vuelve a recurrir a una actriz legendaria de la escena francesa, Danielle Darrieux, para acompañar a Gabin en otro polar (cine negro francés) con trazas de thriller, que visto ahora sorprende por lo, desgraciadamente, actual de una trama que transcurre alrededor del narcotráfico.

Noir de posguerra, con reminiscencias del realismo poético y ecos del ciclo negro americano (todas estas novelas y películas negras se acumularon en la Francia ocupada y salieron a la luz después de la liberación). Cine de luces y sombras, donde los personajes tienen problemas para dormir y no les importa pasear bajo la lluvia. Cine de tugurios y jazz (estupenda banda sonora) en el que Grangier aprovecha para, de nuevo, cargar contra ciertos estamentos sociales y políticos, esta vez al más alto nivel.





domingo, 21 de noviembre de 2021

LUNAS DE HIEL (Bitter Moon de Roman Polanski, 1992)

A finales de los años ochenta, y a pesar del fracaso de Piratas (Pirates, 1986), Roman Polanski reunió al mismo equipo de guionistas, Gerard Brach y John Brownjohn, para escribir el libreto de Lunas de Hiel; una cinta que se situaba en las antípodas de aquella película de aventuras, con la que únicamente tenía en común el entorno marítimo donde se desarrollaba la historia:


Nigel y Fiona (Hugh Grant y Kristin Scott Thomas) es un matrimonio inglés que celebra su séptimo aniversario en un crucero por el Mediterráneo. En la travesía, conocen a la peculiar pareja formada por el americano Oscar (Peter Coyote), un escritor inválido en silla de ruedas, y por la bella francesa Mimi (Emmanuelle Seigner), bastante más joven que su marido. Pronto se establece una extraña relación entre Nigel y Oscar cuando el escritor le cuenta al inglés su sórdida relación con Mimi, una historia que desestabilizará a la pareja británica y provocará una tragedia inesperada...

El filme se basa en la novela “Lune de fiel” de Paul Buckner, cuyos derechos adquirió Polanski a finales de los ochenta. En aquella época aún estaba asimilando el fiasco de Piratas cuando conoció a la que sería su tercera esposa, la joven actriz francesa Emmanuelle Seigner. Enseguida quiso trabajar con ella en un policíaco con referencias hitchcocknianas (Frenético, 1988) para, acto seguido, realizar Lunas de hiel con el claro objetivo de lucir/exhibir a su flamante mujer; “una mezcla de madurez sexual e inocencia infantil”, en palabras del personaje que interpreta Peter Coyote.

La película se divide en cuatro actos a través de una estructura original que enlaza el presente y el pasado. Es un recurrente viaje de ida y vuelta desde el camarote de Oscar a su apartamento en París, años antes del crucero. Los sucesivos flashbacks en los que se apoya la narración son cada vez más cruentos a medida que el amor entre Mimi y Oscar cede el protagonismo al odio. Una relación perversa que al final sólo se alimenta con la intromisión de terceros (el matrimonio británico) en un juego tan morboso como peligroso. 



A pesar de ser una drama con elementos de suspense y terror, Polanski nunca renuncia al humor en sus películas. El maestro del thriller morboso, como a menudo se le ha llamado, suele introducir elementos de comedia en sus extravagantes e irracionales, pero siempre atractivos, dramas. En este caso, el director se vale del personaje al que da vida Hugh Grant. El registro de inglés de clase media, atolondrado, inseguro e inocente, es el mismo que posteriormente le daría al actor la fama a lo largo de la década de los noventa en comedias más o menos afortunadas. 

Otra característica de Polanski es su cinefilia empedernida, la que demuestra cuando inserta referencias a otras películas (las escenas de la televisión de El muelle de las brumas y de Érase una vez en América), u homenajes como los de La ventana indiscreta cuando Oscar espía desde su cuarto a los vecinos de enfrente. 

Influencias aparte, nadie duda que Lunas de hiel sea una de los largometrajes más personales de Roman Polanski. Con secuencias tan brillantes como las de la feria en el primer flashback, una especie de resumen metafórico de lo que ocurrirá más tarde. Así, los disparos del tiro al blanco, las manos entre Oscar y Mimi que se separan en el tiovivo; la boda que resulta ser un montaje, etc. 

Pero quizás lo más destacado de la cinta sea esa unión entre dos mundos, el real situado en el pasado, en París (segunda patria de Polanski), y el irreal del barco. A bordo, los pasillos estrechos fotografiados con gran angular dan la sensación de pesadilla que requiere el filme. Cuando el temporal se desata, también se precipita la acción entre los dos matrimonios. Como dice Oscar, “el fuerte vínculo que nos une va más allá del amor o el odio, es como el de los supervivientes de un naufragio.”


El post es un extracto corregido para la ocasión del capítulo dedicado a Lunas de hiel en mi libro: CINE Y NAVEGACIÓN. Los 7 mares en 70 películas




domingo, 14 de noviembre de 2021

PALMARÉS DEL XVIII FESTIVAL DE CINE EUROPEO DE SEVILLA

Última jornada del festival de Sevilla con la gala de clausura, entrega de premios y proyección en el Teatro Lope de Vega de la nueva propuesta de Kenneth Branagh, Belfast, cinta que se presentaba en la Sección Oficial, aunque iba fuera de competición. Acontecimientos lúdicos aparte, vamos a lo que importa, al palmarés del certamen, muy discutido por cierto como luego veremos: 

Mejor película (Giraldillo de Oro): Great Freedom de Sebastian Meise

Premio especial del jurado (ex aequo)Onoda de Arthur Haradi y Costa Brava, Líbano de Mounia Akl

Mejor dirección: Jonas Carpignano, por Para Chiara

Mejor actriz: Lucie Whang, por Paris, distrito 13

Mejor actor: Franz Rogowski, por Great Freedom

Mención especial: Elenco de Para Chiara, formado por Nina Fumo, Swami Rotolo, Carmela Fumo y Claudio Rotolo

Mejor guion: Arthur Harari y Vincent Poymiro, por Onoda

Mejor fotografía: Gianfranco Rosi, por Notturno

Mejor montaje: Nicolas Chauderge, Rebecca Lloyd y Jacob Schulsinger, por Vaca

OTROS PREMIOS:

Mejor película Nuevas Olas: Moon 66 Questions de Jacqueline Lentzou

Premio Especial Nuevas Olas: Abrázame fuerte de Mathieu Amalric

Mejor película Nuevas Olas (no ficción, ex aequo): The Story of Looking de Mark Cousins y Babi Yar. Context de Sergei Loznitsa

Premio especial a la mejor dirección de primer o segundo largometraje europeo: Landscapes of Resistance de Marta Popidova

Gran premio del público: La peor persona del mundo de Joachim Trier

Premio a la mejor película de Panorama Andaluz: ¡Dolores guapa! de Jesús Pascual

Mención honorífica Panorama Andaluz: Pico reja, lo que la tierra esconde, de Remedios Malvárez y Arturo Anedújar

Premio a la Mejor Película de Historias Extraordinarias: Piccolo corpo de Laura Samani

XIV Premio Europeo de Cine-Guion: En la noche caminamos solos y Currulao

Premio Cinéfilos del Futuro: The Horizon de Emilie Carpentier

Premio Europa Junior: El secreto de Vicky de Denis Imbert

¡Enhorabuena a los premiados!

Como hemos adelantado, el reparto de premios no ha sido del agrado de muchos de los que hemos asistido al festival, quizás es de los años en que ha sido más criticada la siempre complicada labor de los distintos jurados. Así, mientras algunos medios han tachado a la organización de demasiado conservadora al beneficiar a cintas, digamos, ortodoxas, frente a aquellas más arriesgadas, otros en cambio sostienen que el criterio de lo políticamente correcto es el que ha primado a la hora de otorgar los galardones. 

En cualquier caso, el filme ganador del cada vez más preciado Giraldillo de Oro ⸺y eso es lo importante, que el festival crezca⸺ ha sido Great Freedom, del director austríaco Sebastian Meise. Las razones por la que ha sido merecedor del premio han sido expuestas por el jurado: «porque nos hace plantearnos qué es la libertad. Por su valentía, por su sensible retrato desde lo sutil de la lucha por las libertades en un entorno carcelario, que no solo nos muestra una realidad histórica que funciona como metáfora del mundo interior de los protagonistas».  

La imposibilidad de ver todas las películas a competición y las que se proyectan en las distintas secciones, más de doscientas producciones en total, hace que sea poco menos que un milagro haber visto todas las premiadas, de ahí que no podamos opinar de muchas de las elegidas por los distintos jurados. Y es que otra queja mayoritaria de los medios es la excesiva lista de cintas que compiten por el Giraldillo de Oro, veinticinco, frente a otros años y a otros festivales, lo que, repito, hace inviable un seguimiento adecuado del festival. Es posible que la culpa la tenga el cuello de botella que se ha formado en todos los ámbitos culturales (libros, música, cine…) por culpa del COVID 19. Parece que darle salida al doble de producciones de un año normal es un problema de difícil solución. 

Por nuestra parte, hemos echado en falta algún reconocimiento del jurado a largometrajes tan bien acabados como Tres pisos, del italiano Nanni Moretti, o The Innocents, del noruego Eskil Vogt. Tampoco hay noticias de la estupenda Flee, lo cual resulta incomprensible cuando además competía en varias secciones. Sí nos alegra el premio alcanzado por París, distrito 13, de Jacques Audiard (mejor actriz), pero nos desconcierta el galardón obtenido por Para Chiara a la mejor dirección, aunque no la mención especial del jurado a todo el elenco de dicha película. Como se suele decir, nunca llueve al gusto de todos.

Esto es lo que ha dado de sí el festival de cine europeo, y así lo hemos contado. Con la promesa ⸺más bien la esperanza, tal como están las cosas⸺ de asistir al siguiente certamen el año próximo, nos despedimos con un fuerte abrazo a los lectores que nos han seguido pacientemente estos días. 


sábado, 13 de noviembre de 2021

EL DESTINO (Al-massir de Youssef Chahine, 1997)

Como broche final al XVIII Festival de Cine Europeo de Sevilla, y mientras esperamos el palmarés, vamos a comentar una película que ha sido recién restaurada y presentada al certamen dentro de la retrospectiva llamada “Hacia otra historia del cine europeo”. Una selección de películas en la que, según la organización del festival, se pretende «proponer otra manera de pensar el legado fílmico del continente». Desde luego, de legado y de pensamiento va la coproducción franco-egipcia El destino, probablemente la obra maestra del cine árabe sobre Al-Ándalus, realizada por el gran director egipcio Youssef Chahine.

 

La película se basa en los hechos reales acaecidos en el siglo XII en nuestro país alrededor de la figura del célebre e influyente filósofo musulmán Averroes. El estremecedor arranque, con la ejecución en la hoguera de un cristiano por la inquisición francesa, acusado de hereje al atreverse a traducir la obra de un infiel como Averroes, marca el tema de la cinta, algo que no es nada nuevo y que por desgracia todavía se mantiene presente en muchos países en nuestros días: la persecución por unos y otros de aquellos que creen en la cultura como medio para alcanzar el progreso y la justicia social.

Tales eran los principios de Averroes como juez de la corte de Al-Mansour, un cargo que le otorgaba poderes incluso por encima del califa, ya que era el único que podía controlar al gobernante en caso de corrupción o de cualquier otro delito. La relación tirante entre los dos personajes es uno de los puntos de interés de este enorme fresco sobre la ocupación árabe en Andalucía.

Aunque quizás lo más importante sea cómo el director ha configurado una trama alrededor del pensamiento liberal de Averroes cuando cristianos (el hijo del ajusticiado), gitanos (los amigos del filósofo cuyo canto a la vida es mal visto por los fundamentalistas) y musulmanes (entre ellos, los hijos de Al-Mansour) forman una comunidad progresista y moderna encabezada por Averroes, muy peligrosa, eso sí, para los intereses de la oposición islámica. Tanto que los radicales logran que el califa destierre al filósofo y ordene quemar sus libros.

El mérito de la cinta, no obstante, no solo radica en el fondo ⸺«el pensamiento tiene alas, nadie puede detener su vuelo», dice el lema de la película atribuido a Averroes⸺, sino también en la forma. Así, los colores brillantes, parecidos a los del añorado Technicolor chillón de los años sesenta, con espectaculares mezclas de tonos cálidos y fríos en las noches andaluzas, hacen que pasemos por alto el año de su producción, a finales del siglo XX; mientras que la estructura del filme, como un musical al estilo Bollywood, se diferencia con toda la intención de otras superproducciones más hollywoodenses ⸺pensamos en The Message (Moustapha Akkad, 1976), otra enorme película, esta vez sobre la figura de Mahoma⸺, todo para que Youssef Chahine se salga con la suya y consiga realizar una cinta con sabor oriental, que, sorprendentemente, nace ya como un clásico sin necesidad del escrutinio del tiempo sobre ella.





viernes, 12 de noviembre de 2021

LA PUERTA DE AL LADO (Nebenan de Daniel Brühl, 2021)

Pasado el ecuador del Festival de Cine de Sevilla, ayer tuvimos la oportunidad de asistir al estreno en España de la primera película dirigida por el actor hispano-alemán Daniel Brühl. El cineasta, que presenta su cinta a la Sección Oficial, fuera de competición, ha sido galardonado en el certamen con el premio Ciudad de Sevilla 2021.

 

La puerta de al lado, que así se titula la cinta, se desarrolla en su mayor parte en un bar céntrico de Berlín donde Daniel (Daniel Brühl), un actor de moda, entra para tomarse un café mientras hace tiempo para volar a Estados Unidos donde le espera una importante audición. En el local, su vecino Bruno (Peter Kurth), al que Daniel no conoce, se dirige a él, en un principio para criticar su manera de interpretar, aunque poco a poco irá desvelando otros oscuros intereses…

La película, que bien podría representarse en el teatro, es una obra two-hander, a dos manos, ya que prácticamente se desarrolla en un solo decorado, y se centra en el diálogo entre el propio Brühl, que casi hace de sí mismo ⸺el personaje es un actor, al que van a seleccionar para una película de superhéroes (en la vida real participa en series y películas del universo Marvel), habla bien español y además se llama Daniel⸺ y el sobresaliente Peter Kurth, que da vida a un personaje procedente de la Alemania del Este con cierto tufillo a expolicía de la Stasi.

Rodada correctamente por Brühl, tiene en su haber precisamente eso: no abusar de extremas angulaciones ni de otras técnicas barrocas tan típicas de director novato con ganas de experimentar. Si bien, la trama es bastante previsible y queda lejos de algunos filmes sobresalientes del mismo corte como La huella, Pura formalidad, Chinese Coffee o Interview, por nombrar unos pocos.

 

En concreto podríamos situarlo en la esfera de la citada Chinese Coffee (2000), el debut de Al Pacino como director de largometrajes de ficción. Filme que guarda ciertas semejanzas con el de Brühl al ser una suerte de autorretrato ⸺también lo es Interview (2007), dirigida e interpretada por Steve Buscemi⸺, una película notable poco vista por el público en general, donde el actor de El padrino se arriesgaba algo más con el rodaje y la interpretación, aireaba la cinta con algunos flashbacks y ofrecía un duelo de altura con otro pedazo de actor: Jerry Orbach.

Y es que el problema con La puerta de al lado puede ser ese: los antecedentes pesan demasiado, tanto por cantidad como por calidad, y sorprender con este tipo de película es muy difícil. Y eso que la cinta de Brühl toca de refilón temas sociales tan importantes como la gentrificiación, la lucha de clases o el de las dos Alemanias, todavía irreconciliables en muchos sentidos. Ambicioso, pues, en ese sentido, pero insuficiente para redondear un debut que, no obstante, puede ser el inicio de una prometedora carrera como realizador.   






jueves, 11 de noviembre de 2021

TRES PISOS (Tre piani de Nanni Moretti, 2021)

Si por algo echaba de menos el Festival de Cine Europeo de Sevilla, era por, entre otras cosas, las películas de directores como Nanni Moretti. Tres pisos, su flamante largometraje, es más un drama del estilo de La habitación del hijo (La stanza del figlio, 2001), que una comedia o crítica social similar a Caro diario (1993) y a la mayoría de las producciones que forman parte de su ya extensa filmografía.

 

Mientras en La habitación del hijo, la muerte del joven del título en un accidente de buceo desencadenaba toda la trama posterior, en Tres pisos también el accidente, esta vez de tráfico, del unigénito de la pareja protagonista hace que arranque la historia. El hijo se llama de nuevo Andrea y otra vez Moretti es el que da vida al padre, solo que bastante más maduro y estricto, al tiempo que la madre es Margherita Buy, colaboradora de Moretti y protagonista de Mia madre (2015), el último largometraje de ficción del director italiano, visto también en el festival sevillano.

Ahí se acaban las semejanzas entre las dos películas porque en Tres pisos Andrea sobrevive al siniestro, pero comete homicidio con el agravante de conducir bajo los efectos del alcohol. La ausencia del hijo es también el centro de atención, y no solo por los años de cárcel a los que le condenan, sino porque el padre ⸺a la sazón juez, por si había alguna duda del carácter autoritario del personaje⸺ es el que renuncia a verlo después de una fuerte discusión entre ambos, con maltrato del hijo hacia el padre incluido.

Y esta es una sola de las historias que desencadena la tragedia, las otras dos también arrancan en ese momento del accidente: el coche se empotra en la vivienda de un matrimonio joven que sospecha de su vecino, un anciano que ha podido abusar de la hija de la pareja. Por otro lado, una mujer con trastornos mentales heredados de su madre es testigo del atropello cuando se dirige sola al hospital a dar a luz, mientras su marido está ausente por trabajo.

Es decir, todos y cada una de los segmentos tienen que ver con la relación padres-hijos y las consecuencias de una educación fallida, por rígida, por abandono, por enfermedad o por desconfianza entre unos y otros. Primeros planos bien elegidos de Moretti, sin necesidad de palabra alguna, logran transmitir al espectador los críticos momentos en los que los personajes se dan cuenta de sus errores.

Son esos sucesos cotidianos los que configuran una cinta donde pequeños ⸺y grandes⸺ dramas confluyen hacia un brillante final con una secuencia made in Moretti. Conclusión que cierra el ciclo de un filme circular cuando tiene que ver con el edificio donde se desarrollan los tres episodios. Una metáfora donde finalmente el director reviste la historia de esperanza, y después de tanto disgusto parece querer decirnos que todavía se puede creer en el ser humano.      




miércoles, 10 de noviembre de 2021

FLEE (Jonas Poher Rasmussen, 2021)

Mediado el Festival de Cine Europeo de Sevilla, tuvimos la suerte de asistir ayer a la mejor película vista hasta el momento. Un documental que compite en la sección “Nuevas Olas” y en la “EFA” (European Film Academy), del director danés Jonas Poher Rasmussen, que presentó la joven productora del filme. La cineasta dijo haber trabajado codo con codo con el realizador y avisó al público presente en la sala de lo poco corriente que era la cinta al tratarse de un documental en su mayor parte animado.

 

La razón por la cual se decidió por la animación fue, entre otras cosas, la de proporcionar una «máscara» al protagonista y a su familia, todos ellos refugiados afganos que pondrían en peligro sus permisos de ciudadanía, y correrían el riesgo de ser deportados a Afganistán si se conocieran sus identidades. La productora también reconoció que los últimos sucesos acaecidos en aquel país le han dado, si cabe, un mayor punto de interés al relato. Un filme que utiliza insertos de imágenes reales de la época en la que ocurren los hechos narrados por Amin (nombre falso del protagonista aunque su voz sea la verdadera).

Todo el largometraje es un testimonio sobrecogedor de la huida de un país en guerra por parte de una familia que ya ha perdido al padre, desaparecido en la época del régimen comunista afgano y la guerra entre los talibanes y la Unión Soviética. El calvario de la llegada como refugiados a Moscú, las penurias de la vida en un país descompuesto por la caída del régimen comunista, la corrupción de la policía, «mucho peores que los traficantes de seres humanos», y el intento, varias veces, de salir de Rusia, son los episodios que se narran en la cinta.

Destacan, por su crudeza, el relato de la huida de las hermanas de Amín dentro de un contenedor por el mar Báltico, y el del protagonista junto a su madre en un pesquero que se hunde ante las miradas de los turistas. También el arresto de Amín y su hermano por la policía rusa, o el trayecto a través del bosque y la nieve de toda la familia, junto a otros refugiados, en manos de traficantes sin escrúpulos capaces de matar a los que no aguantan el ritmo y se quedan atrás.

La sinceridad de Amín al reconocer la vergüenza que sentía por su condición de refugiado ⸺y de homosexual en una familia árabe, con todo lo que eso significa⸺, le da aún mayor fuerza a un relato que reparte reproches por todos lados: a los reporteros que después de hacer su trabajo vuelven a casa sin solucionar nada, o a los turistas que ven la desgracia ajena como un circo al que hacer fotografías.

Flee (huir en inglés) es, por tanto, una historia encubierta pero real, que Rasmussen hace extensible a todos los refugiados cuando la desazón y la angustia del testimonio deforman los dibujos animados y su colorido para transformarlos en trazos monocromáticos expresivos. Figuras humanas concretas se convierten en sombras anónimas sin identidad, en siluetas distorsionadas por el miedo, que proclaman a gritos de una música estremecedora su sufrimiento.    






martes, 9 de noviembre de 2021

THE INNOCENTS (De uskyldige de Eskil Vogt, 2021)

El vacío que dejó aquel filme sueco de terror, Déjame entrar (2008), lo acaba de llenar The Innocents, una película que compite por el premio del público en la Selección EFA del Festival de Cine de Sevilla, sección destinada a las producciones nominadas a los galardones de la Academia de Cine Europeo.

 

Mientras en la cinta sueca un niño autista se hacía amigo de una moderna vampira, en la noruega que nos atañe, la pequeña Ida, recién llegada a una comunidad de vecinos, entabla amistad con Ben, un niño con ciertos poderes que todavía no controla, y que poco a poco irá compartiendo con su nueva amiga. El problema surge cuando el juego se convierte en una guerra entre Ben y la hermana de Ida, una discapacitada mental en apariencia inofensiva. Una batalla que pronto sufrirán todos los vecinos.

Trama muy atractiva del director y guionista Eskil Vogt, y segundo largometraje después de Blind (2014), cinta donde otra minusválida (una ciega) creaba todo un mundo imaginario en torno a ella. La calidad de la película se adivina desde la primera escena, en la que Ida abre los ojos después de una siesta en el coche. La duda de si todo lo que se narra a continuación no es más que un sueño flota en el ambiente, como en algunos largometrajes tan interesantes, pero tan diferentes, como 1917. Una duda que pronto se queda en el camino hacia un final que remite a El pueblo de los malditos, Los chicos del maízLa cinta blanca y otras cintas de terror.



Porque en The Innocents, el director logra un filme original del nada nuevo subgénero de “niños malvados”, con tensión creciente como corresponde a una buena película de miedo y secuencias para (no)olvidar si se quiere dormir bien. Pero también con interesantes reflexiones acerca de la educación de los niños, de la desatención en favor de otros que necesitan más ayuda, del reflejo de los padres en ellos...; y, claro, de los discapacitados mentales graves: ¿qué sienten? ¿Qué piensan? ¿Se dan cuenta de lo que sucede a su alrededor?

Preguntas que se añaden a ciertas afirmaciones que se deducen de la trama: los niños con superpoderes son mucho más peligrosos que los adultos debido, precisamente, a la inocencia que subraya el título, a no controlar sus capacidades y a no pensar en las consecuencias de sus actos. Parafraseando a Chicho Ibañez Serrador, la cuestión no es Quién puede matar un niño, sino A quién puede matar un niño.






lunes, 8 de noviembre de 2021

PARA CHIARA (A Chiara de Jonas Carpignano, 2021)

Con un arranque de película de género ⸺de gangsters, para ser más concretos⸺, al estilo de El padrino, pero con el realismo de la más reciente El traidor (Il traditore de Marco Bellocchio, 2019), comienza la película del director italiano-americano Jonas Carpignano, que compite por el Giraldillo de Oro aquí en el Festival de Cine Europeo de Sevilla.

 

Carpignano organiza una fiesta de cumpleaños de una familia de mafiosos para presentar a todos los componentes del clan, pero ya desde el principio su cámara se decanta por la adolescente Chiara (Swamy Rotolo), una niña de 15 años, la favorita del padre, el capo mafioso Claudio (Claudio Rotolo). A partir de un atentado al coche del progenitor, y de la posterior desaparición de este, Chiara comienza a darse cuenta de qué clase de familia tiene y de los negocios a los que se dedica.

A Chiara cierra la trilogía calabresa del director después de Mediterranea (2015) y A Ciambra (película que pudimos ver en el certamen sevillano de 2017, y que se llevó el premio al mejor actor), y lo hace con una historia rodada de la misma forma que su cinta anterior, con una cámara subjetivo-obsesiva con el personaje principal, que se introduce en la piel de la joven Chiara para que el espectador piense lo que ella piensa y sienta lo que ella siente, igual que lo hacía con Pío Amato, aquel magnífico pequeño actor de A Ciambra.

 

De nuevo Carpignano le saca todo el rendimiento posible a un elenco no profesional (la familia mafiosa Guerrasio es interpretada por la familia Rotolo, todos ellos estupendos, con la joven Swamy a la cabeza) en aras de un verismo que, no obstante, desaprovecha una trama que prometía más emociones por otra que, si bien favorece el realismo, se queda algo más plana.

Aproximación, pues, al mundo de la mafia desde el punto de vista de una adolescente que, a medida que su cuerpo y personalidad se van desarrollando, también ve cómo su mundo ideal se va transformando por otro totalmente diferente. Un filme con trazas coming-of-age, con aspiraciones de película de género, pero con resultado algo discutible.



domingo, 7 de noviembre de 2021

PARÍS, DISTRITO 13 (Les Olympiades, Paris 13e de Jacques Audiard, 2021)

Adelantándonos a la gala inaugural, pudimos ver en un pase de prensa matinal la primera cinta de la Sección Oficial del Festival de Cine Europeo de Sevilla. Filme elegido por la organización para el arranque por todo lo alto, seguramente debido al tirón que supone disponer de la última película de Jacques Audiard entre las ofertas de este, cada vez más prestigioso, certamen.

 

En París, distrito 13, cuatro personajes, tres mujeres y un hombre, de distintas nacionalidades, razas e inclinaciones sexuales se relacionan entre sí por distintos motivos (compañeros de piso, de trabajo o conocidos por un equívoco en las redes sociales), formando una serie de triángulos que cambiarán sus vidas para siempre. Una trama muy bien entrelazada si tenemos en cuenta que es el resultado de haber adaptado tres historias independientes del novelista gráfico Adrian Tomine.  

La nueva película del veterano cineasta francés se nos antoja que comenzó como un divertimento ⸺«siempre quise hacer una comedia romántica», ha confesado Audiard⸺, pero que en manos del avezado director de thrillers y cine negro, se ha convertido en un drama con cierto suspense por ver cómo terminan cada uno de los hilos. Es verdad que la típica estructura de comedia, chico-conoce a chica-se enamoran-se pelean-y se reconcilian, es en la que se apoya al menos una de las subtramas de este largometraje de vidas cruzadas. 

 

Una cinta en la que el cineasta galo ha bajado a la realidad del blanco y negro abandonando el colorido del polar por el que es conocido. Porque la expresividad del cine monocromático le viene muy bien a una trama realista de un espacio parisino multirracial como es Les Olympiades (así llaman al distrito 13, un conjunto de rascacielos de los años 70 conocido como el barrio chino más grande de Europa). De hecho, la única escena en color es aquella en la que uno de los personajes actúa mientras trabaja en su falso mundo de fantasías sexuales.

Buena película, por tanto, de un director que sorprende con un hábil cambio de registro para proponer una historia de intensas relaciones ⸺más intensas para unos que para otros⸺, con una cámara al servicio de los personajes cuando, gracias a la magia del cine, como ayuda a la contemplación, el director dilata el tiempo mientras fotografía a blancos, negros, amarillos, homosexuales, bisexuales o heterosexuales, es decir, a humanos. Personas que tienen una cosa en común: todos huyen de la soledad que caracteriza el mundo actual. 



sábado, 6 de noviembre de 2021

EL VIENTRE DEL MAR (Agustí Villaronga, 2021)

Por fin arranca el esperado Festival de Cine Europeo de Sevilla con el visionado de dos películas, una de la Sección Oficial y otra de la selección de cintas nominadas a los premios de la Academia de Cine Europea, ambas muy diferentes entre sí, que solo comparten el haber sido rodadas en su mayor parte en blanco y negro. Antes de reseñar el filme que más nos interesaba, París, distrito 13, veamos lo que dio de sí el segundo:

 

El vientre del mar (2021), película realizada por el veterano director balear Agustí Villaronga, adapta la novela “Oceano mare” de Alessandro Baricco, que, a su vez, es una versión del célebre naufragio que inspiró al pintor francés Théodore Géricault para realizar La balsa de la Medusa.  Como el cuadro y la novela, el largometraje de Villaronga simboliza la decadencia del ser humano abandonado a su suerte en el largo y tortuoso caminar por el mundo para al final descubrir una verdad terrible: la clase de monstruo que cada uno llevamos dentro.

Narrada prácticamente a dos voces, la de un oficial (Roger Casamajor), el médico de a bordo, y la de un marinero de color (Òscar Kapoya), el timonel de la fragata, la cinta adolece de excesiva teatralidad y afectación, pero le sobra fuerza visual gracias al expresivo blanco y negro. Los testimonios de los atormentados personajes, antagonistas, testigos y autores de los asesinatos, canibalismo y atrocidades varias, se superponen para al final ser uno solo. Voces que se organizan a través de una estructura no lineal, con saltos en el tiempo entre el juicio posterior al naufragio y los trágicos sucesos a bordo de la balsa, y con alternancia en la puesta en escena según el tipo de información que recibe el espectador.

 


Así, dependiendo de si es un relato de lo sucedido o son pensamientos en voz alta se suceden de forma intermitente hasta cuatro tipos de escenarios diferentes: desde los más convencionales que representan la balsa y la sala del juicio, hasta  el brechtiano donde no se esconde la artificialidad de lo expuesto ⸺la balsa se sitúa en un plató entre cuatro paredes⸺, pasando por otros dos oníricos (en color), fruto de la imaginación de los supervivientes y en consonancia con el tipo de narrativa usada por el autor de la novela. Eso sí, con la mar siempre presente como telón de fondo y como testigo de excepción de la tragedia.

El vientre del mar es, por tanto, una obra original, barroca, expresiva, demasiado teatral, pero contundente, que no gustará a todos (los comentarios a la salida no podían ser más contradictorios), pero que sí convenció al jurado del Festival de Málaga, del que salió victorioso (se llevó seis Biznagas, todo un récord), y además es la única película española que ha sido nominada a los premios de la EFA (European Film Academy).


miércoles, 3 de noviembre de 2021

XVIII FESTIVAL DE CINE EUROPEO DE SEVILLA 2021

Después de un año para olvidar, en el que contra todo pronóstico el Festival de Cine Europeo de Sevilla abrió sus puertas al público en plena segunda ola del COVID, vuelve el certamen especializado en películas del viejo continente. Y lo hace cumpliendo nada menos que dieciocho años, la mayoría de edad, tal como anuncia el teniente de alcalde de la capital andaluza. 

Un regreso con la pandemia bajo mínimos, pero todavía con riesgo, repleto de cintas que prometen, con muchas más que nunca compitiendo por la sección oficial y con otras ocupando espacios ya conocidos en anteriores ediciones como son “Las nuevas olas”, “Panorama Andaluz”, “Revoluciones permanentes”, “Selección EFA (European Film Academy)”, etc.

Este año de nuevo tienen cabida ciclos y retrospectivas, algunos tan atractivos como “Hacia otra historia del cine europeo”. Selección de ocho películas recién restauradas que configuran una historia singular del cine de nuestro continente. Cintas que van desde la obra codirigida y producida por Luis Buñuel, ¡Centinela, alerta! (1937), hasta El destino (Al-massir, 1997), filme realizado sesenta años después por el director egipcio Youssef Chahine.

Fotograma de El destino, de Youssef Chahine, obra maestra sobre Al-Andalus

Dentro de la programación también destacan sendos homenajes a dos cineastas: a la directora húngara Ildikó Enyedi ⸺participa en la Selección EFA con La historia de mi mujer⸺, que recibirá el premio del festival a su trayectoria; y al actor hispano-alemán Daniel Brühl, distinguido con el galardón Ciudad de Sevilla 2021 mientras se estrena como director en la Sección Oficial (fuera de competición) con la película La puerta de al lado (Next Door, 2021).

Precisamente, como hacemos siempre, prestaremos especial atención a la Sección Oficial, a los largometrajes que compiten por el Giraldillo de Oro. Este año participan directores tan carismáticos como Nanni Moretti, Kenneth Branagh o Jacques Audiard junto a otros que ya conocen lo que es ganar un premio en el festival sevillano. Me refiero a Clio Barnard, directora británica que con The Selfish Giant se llevó en 2013 el premio al mejor guion; o a Miguel Gomes, portugués asiduo al certamen, realizador conocido por la singularidad de sus propuestas: Tabú (proyectada en 2012 y 2013) y la trilogía de Las mil y una noches (Giraldillo de Plata en 2015) son dos ejemplos de su paso por Sevilla en anteriores ediciones.


Fotograma de "Belfast” (2021) la nueva película de Kenneth Branagh

Un festival, por tanto, que promete emociones y buen cine, al que tenemos la intención de asistir siempre y cuando las condiciones de seguridad sean las adecuadas y el virus nos deje disfrutar de las proyecciones, algo que no sucedió la pasada edición de ahí que tomáramos la decisión de, por una vez y sin que sirva de precedente, no acudir a nuestra cita anual con el cine europeo.

Crucemos, pues, los dedos y ojalá podamos ver todas las películas que ya hemos elegido del extenso y atractivo programa. Si es así, prometemos dar cuenta en este portal de lo acontecido en el XVIII Festival de Cine Europeo de Sevilla. 

LEER CRÓNICA Y RESEÑAS DE LAS PELÍCULAS DEL FESTIVAL.



miércoles, 27 de octubre de 2021

EL AUTOREMAKE EN EL CINE. CAPÍTULO V (V)

En el cine de Walsh la presencia de las mujeres es fundamental y en la mayoría de las ocasiones son decisivas en el devenir de la trama. Se puede decir que el éxito de la pareja es el gran tema en la filmografía del director. Como Fritz Lang o Nicholas Ray, Walsh ocupa mucho metraje en sus cintas en presentar las dificultades que atraviesan los amantes en un mundo hostil hacia ellos. Más optimista que sus colegas, Walsh suele rematar sus historias con finales felices donde el amor siempre sale triunfante. En High Sierra, sin embargo, el realizador se acerca más a Lang y a Ray gracias a un final tan trágico como romántico. Una conclusión que no gustó al director, pero que no tuvo más remedio que aceptar dado el rígido código de censura establecido que prohibía que el gánster se saliera con la suya.

Como Bogart, Ida Lupino da lo mejor de sí misma en un papel que incluso supera al de La pasión ciega. La relación entre ella y Bogart trascendió la pantalla para convertirse en rumor de romance, en un affaire que, a diferencia del que tuvo el actor con Lauren Bacall en Tener y no tener, nunca llegó a cuajar debido a la enemistad que surgió entre ellos en los últimos días de filmación. La vanidad fue la causa del enfrentamiento: Jack Warner quería que Ida Lupino encabezase los créditos y Bogart deseaba lo contrario.[1] Bogart sabía que llevaba las de perder y la tomó con ella: le hizo la vida imposible hasta que finalizó el rodaje. Tal fue el enfado de Lupino que prometió no volver a trabajar nunca más con Bogart.[2]

Hemos dicho que Walsh poco pudo hacer por variar el casting, sólo en el caso de Joan Leslie influyó algo cuando dirigió las pruebas que se le hicieron a la joven, en realidad una adolescente. Leslie cumplió perfectamente con su cometido interpretando a la egoísta Velma en sus dos vertientes, la de la frágil disminuida física de la primera parte y la de la desagradecida joven del final. Walsh protegió a Joan Leslie hasta el punto de no permitir que se dijeran palabrotas cuando la quinceañera,  “the young lady”, estaba presente (Moss 2011, p.192) y es que Walsh en aquel tiempo tenía una hija de la misma edad.

 A la principal virtud de la película, la gestión de unos caracteres que mantienen la complejidad, la poesía y el fatalismo de la obra de Burnett, se le suman el resto de elementos que hacen atractivo cualquier filme de Walsh. En especial, el vigor narrativo y el ritmo endiablado en las secuencias de acción; ambos muy bien secundados por la fotografía de Tony Gaudio. De la técnica de Gaudio destacan la focalización en los responsables de cada escena, manteniendo difuminado al resto; el elegante movimiento de cámara de lo general a lo particular, o al revés, una constante que se repite en el arranque de cada secuencia; y la estilizada colocación de las luces en ciertas secuencias claves (5.10), todo de acuerdo a las pautas del género. 

Aunque visualmente por lo que más se recuerda el largometraje es por las tomas de la persecución en la ascensión a Mount Whitney (5.11) y por los planos aéreos de la caza en la sierra. Allí, en la cima, la narración con imágenes mantiene la tensión que requiere la trama con la ayuda impagable del gigantesco decorado natural que acentúa la soledad del héroe. Nunca el paisaje fue tan determinante para enfatizar el tono dramático en un noir, algo que era más frecuente en el western. Para Walsh, enseguida veremos, ambos géneros no eran tan diferentes como en un principio puedan parecer.

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[1] Dos eran las razones que esgrimía Warner: lo bien que lo hizo Ida lupino en La pasión ciega, película de la que salió siendo una estrella; y las sospechas del aún tímido Comité de Actividades Antiamericanas acerca de Bogart y una supuesta pertenencia al partido comunista. Algo que se desmintió tras la comparecencia del actor, pero que provocó que Bogart, hasta ese momento poco activo políticamente, fuera con posterioridad simpatizante de los perjudicados por el senador McCarthy.

[2] Y cumplió su promesa, de hecho fue Ida Lupino la que propuso que Humphrey Bogart no participase en su siguiente policíaco: Out of the Fog (Anatole Litvak, 1941).






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