miércoles, 20 de febrero de 2019

NO ERAN IMPRESCINDIBLES (They Were Expendable de John Ford, 1945)

En la bahía de Manila tiene su base la 3ª escuadrilla de lanchas torpederas al mando del teniente de navío Brickley (Robert Montgomery), con su compañero “Rusty” Ryan (John Wayne) como segundo. Tras el ataque a Pearl Harbor y después de una serie de acciones navales que demuestran la importancia de las pequeñas patrulleras, el mando les encomienda una nueva misión: el traslado de la escuadrilla a Mindanao; eso incluye llevar a un pasajero especial: al general MacArthur. 


No eran imprescindibles se rodó en Miami lejos del frente de batalla, pero la historia que contaba John Ford se basaba en hechos reales. El filme es más un canto al sacrificio humano que una película de propaganda. Las lanchas son menospreciadas en todo momento por el mando. En una secuencia se llega a decir que si se pierde una, no importa, son prescindibles. Para Ford, mucho más interesante que contar grandes batallas es hablar de pequeñas hazañas, de historias menores protagonizadas por héroes que se glorifican en la derrota y no dan importancia al mérito en la victoria.

El contraste entre lo cotidiano y el gran corazón del héroe fordiano se resume a la perfección con la propia estructura de la cinta: la trama describe la vida de una pequeña escuadrilla de torpederas que vive la enorme derrota en Filipinas con pocos triunfos y grandes sacrificios. Curiosamente, una de esas mínimas embarcaciones tendrá el honor de llevar a uno de los más grandes hombres en la historia de Estados Unidos. El traslado de MacArthur de Corregidor a Mindanao es el centro de la trama, la excusa para contar la historia. MacArthur dijo “volveré” y se marchó en una lancha, ¿pero quiénes eran los hombres que gobernaban esa torpedera? ¿Qué fue de ellos en la guerra? Esa parece ser la pregunta que se hace Ford a la hora de darle forma al largometraje. El realizador se aleja con la cámara en dicha secuencia para que la historia se cuente por sí misma, sin su intervención, para infundir el respeto que se merece. Sabemos que no era muy aficionado a primeros planos ni a angulaciones extremas y que sólo las utilizaba para resaltar la emoción de la secuencia, pero en este caso el plano general es igualmente intencionado.

Otra secuencia destacada es la del barracón donde se encuentran presentes casi todos los temas que le importan al director. La presencia de la enfermera Sandy entre los oficiales de la escuadrilla no se debe interpretar sólo como un soplo de aire fresco entre el horror de la guerra —que lo es, entre gente que no ha visto una mujer en meses—, sino en el símbolo del matriarcado presente en todas las comunidades retratadas por Ford. Sandy, interpretada por Donna Reed, preside la mesa y es el centro de atención de todas las miradas. Después, cuando termina la cena, todos se esfuerzan en que Rusty y Sandy pasen una velada inolvidable: unas velas, las canciones de los suboficiales, la noche estrellada… Para los marinos de la escuadrilla que esa pareja llegue a buen puerto es un éxito de toda la comunidad. La formación de un nuevo clan es lo que más importa. 


La familia sigue siendo el centro de todo. En la película se hace referencia a ella de forma más sutil que en anteriores producciones debido a que la historia discurre en una pequeña base de lanchas torpederas donde no hay civiles. A Ford le da igual: Brickley es el padre y Rusty el hermano mayor. Entre el resto de marineros los hay que todavía beben leche y Brickley los trata como los hijos pequeños a los que hay que cuidar. El conflicto entre Brickley y Rusty casi hay que entenderlo como generacional. Brickley defiende su postura de “confía en el trabajo en equipo y no seas egoísta”, y su carácter es más tranquilo, como el de un padre con bastante experiencia. Rusty, por el contrario, es impulsivo, quiere subir en el escalafón y no perderse ninguna batalla. Es el hijo pródigo que al final se da cuenta de su error cuando reconoce que hay que sacrificarse con todos y por todos; aunque ese sacrificio resulte paradójico cuando les ordenan que se salven, que regresen a Estados Unidos para “prepararse para volver”.

John Ford, que se encontraba en activo en el momento del rodaje, se rodeó de militares como él para hacer la película. Robert Montgomery fue uno de ellos. Era capitán de fragata al acabar el filme y no sólo fue el protagonista de la cinta sino que también actuó como asesor naval ya que había mandado lanchas torpederas en la guerra. Además de rodar algunas escenas de acción —fantásticas las dos secuencias de combate nocturno—, se hizo cargo de la dirección del largometraje cuando Ford quedó impedido temporalmente debido a un accidente.

El pluriempleo de Montgomery incluía el hacer de mediador en las discusiones que surgían por doquier entre Ford y John Wayne. El actor sufría el acoso del cineasta que lo tachaba de cobarde por no haberse alistado en el ejército. Según Wayne, la edad y el estar casado fue la causa de su exclusión a pesar de haber solicitado varias veces ir destinado a la unidad de Ford. El caso es que Wayne se sintió apartado durante todo el rodaje de un equipo repleto de marinos de guerra. Tuvo que aguantar no solo ser el segundo en la película, el que siempre se quedaba fuera de la acción por diversos mo-tivos (como en la vida real) sino que también apareció por detrás de Montgomery en los créditos. Estaba claro que Ford la tenía tomada con su mejor actor. Enseguida se les pasaría el enfado a tenor de las maravillosas películas que hicieron juntos más adelante. 



Ver ficha de No eran imprescindibles.

El post es un extracto corregido para la ocasión del capítulo dedicado a No eran imprescindibles en mi libro: CINE Y NAVEGACIÓN. Los 7 mares en 70 películas




15 comentarios:

  1. Ford y sus manías. Pobre de aquel con quien se mostraba resentido.

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    1. Cierto. Una de sus aficiones favoritas era meterse con John Wayne, al que solía maltratar en los rodajes, y eso que eran como padre e hijo. Por lo visto en esta película fue especialmente duro con él. Hay amores que matan...

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  2. Sí. Lo que señalas en la entrada y lo que comentáis. Lo que más recuerdo de la peli después de haberla visto dos o tres veces, es la anécdota del saludo militar y cómo se lo hizo repetir al Duke una y otra vez. Luego Montgomery diciendo que así no se trataba a la gente y el viejo tuerto diciendo "que había sido una broma". De verdad que cada vez más quiero separar obra pública y vidas privadas, porque a poco que rasques a uno se le emborrona el santoral (ya me entiendes).
    Un saludo.

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    1. Te entiendo: Ford era un genio, para mí el mejor director de todos los tiempos, pero tenía un carácter de mil demonios. Hay casos y casos, lo digo por lo de emborronar el santoral (Polanski, Allen,...).
      A pesar de los pesares, Wayne dijo de esta película que el director se concentró en ella más de lo habitual. "Se notaba, aseguraba el actor, que Ford le tenía a la cinta un cariño especial".
      Saludos!!

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  3. Ford estuvo muy interesado en mostrar los horrores de la guerra y el sacrificio de muchos hombres. Ahí están sus películas y documentales. Quería que la sociedad viera lo que estaba pasando y a él le afectaba mucho. He leído que se cogió más de una borrachera para superar todo lo que vio ( bueno lo de beber creo que era por algo más que solo eso).
    Era un genio, un hombre muy culto pero es cierto que tenía muy mal carácter. En Wayne, dicen, veia a su álter ego. John Wayne le tenía mucho afecto a pesar de todo...le debía su carrera, así lo dije el mismo, porque le puso en el mapa con La Diligencia y lo que siguió a ese filme.
    Inseparable un nombre de otro.

    Una biografía apasionante a pesar de las cosas chungas...digamos aquello de... NADIE ES PERFECTO.

    Un abrazo

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    1. En el funeral de Ford, John Wayne andaba cabizbajo, hecho polvo, casi no acertó a decir nada cuando todos esperaban un discurso similar al de esta película: el Requiem de R.L. Stevenson, cuando muere uno de los marineros de su dotación (por cierto, una escena extraída de su documental sobre la batalla de Midway). Solo pudo decir: "yo le conocí un día..."
      Abrazos.

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  4. Que tal Ethan!
    Pues ya me has dado una idea para la próxima madrugada/sesión continua de los sabados, esta no la he visto. Quizas no tenga mucho sentido pero creo que esa cercania del conflicto belico le da un toque de verosimilitud muy importante.
    Estupenda como de costumbre la reseña, saludos!

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    1. Para mí es una obra maestra. Y tienes razón, a veces es demasiado realista. Muy moderna en su concepción, con frecuentes cambios de punto de vista. Se realizó en plena guerra: en octubre de 1944, MacArthur "volvió" a Filipinas, tal como había prometido, entonces el Estado Mayor le ordenó a John Ford (no olvidemos que era marino en activo) que hiciera un documental para inmortalizar lo que sucedió tres años atrás. Ford aceptó a regañadientes porque no quería abandonar su puesto de combate en Europa. El cumplimiento de aquella "misión" se tradujo en esta maravilla de película.
      Saludos!!

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  5. No la vi, me la anoto y si la veo vuelvo por acá, Ethan
    Abrazo!

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    1. Seguro que te gusta, es una gran película. Un abrazo.

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  6. Yo tampoco la he visto. Anoche vi la última de Viggo Mortensen. Muy amena y bien trabajada.
    Abrazo.

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    1. Mortensen es un actor que no suele defraudar. Un nombre curioso el suyo si ves el acento mexicano que tiene cuando habla español. Abrazos.

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  7. Debió ser difícil trabajar con Ford en aquellos días pues volvió de su experiencia bélica muy afectado y con problemas de alcoholismo.
    Vi la película hace un par de años y creo que el tiempo no la ha tratado muy bien, las maquetas son poco creíbles y aún menos la relación entre Wayne y la enfermera que me pareció metida con calzador. Me gustó encontrar a uno de los mejores secundarios de Ford: War Bond.
    Saludos!
    Borgo.

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    1. Sí, estaba toda la troupe de Ford, con Ward Bond a la cabeza (también Jack Pennyck andaba por ahí). Sin embargo, yo creo que a pesar de que se rodó en 1944, las secuencias nocturnas son excelentes (con lanchas reales, aunque no las originales, las que salen en la película son también de la clase ELCO, pero más modernas, de mayor eslora), por lo visto realizadas por Robert Montgomery. Sin maquetas en las lanchas norteamericanas.
      Saludos.

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  8. A mi me gustan las secuencias entre Donna Reed y John Wayne. La escena del barracón que ya he comentado, pero también la del hospital. Esta última muy moderna en su concepción: con cambio en el punto de vista: Brickley visita a Rusty para contarle algo importante, pero Ford no deja la cámara ahí, sino que prefiere cambiar la referencia, pasar la pareja de amigos al fondo del plano y ver lo que hace Sandy (Donna Reed) en silencio. Es el espectador el que termina la escena interpretando lo que puede estar sintiendo la mujer. Fantástico.

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