Una mente maravillosa (A
Beautiful Mind de Ron Howard, 2001). Russell Crowe, Jennifer Connelly, Ed Harris, Christopher Plummer. (Paramount Channel, miércoles, 30 a las
15:30)
Biopic del premio Nobel de Economía, John Nash, el creador
del equilibrio que lleva su nombre y de gran parte de la teoría de juegos y
negociaciones, aunque en la película queda claro que sus preferencias eran las
matemáticas y que las aplicaciones económicas fueron producto de los usuarios
de sus teorías.
La cinta se apoya en tres pilares principalmente: el
suspense, la interpretación de Russell Crowe y la habilidad de emocionar de Ron
Howard. Si bien, todas ellas se cumplen a medias dando lugar a un largometraje
irregular. Veamos: el amago de thriller
del guión no termina de cuajar debido a razones evidentes que no
vamos a desvelar; Crowe se luce en un registro que logró perfeccionar fijándose en el propio Nash, pero baja de nivel cuando se olvida del papel que
está interpretando y deja salir el ramalazo de héroe americano; y a Ron Howard le sucede algo parecido, como en casi todas sus películas, la cinta funciona cuando se desarrolla
con cánones realistas, pero falla cuando roza lo comercial, en el peor sentido
de la palabra.
A pesar de todo, el filme se llevó cuatro Óscar, entre ellos
nada menos que el de mejor película -y pudo llevarse otros cuatro-. Siendo
justos, los de fotografía y guión pueden ser merecidos, pero el de mejor actriz
de reparto a Jennifer Connelly digamos que sorprende bastante.
En general, resulta una cinta interesante, con muy buena
música del afamado James Horner (Titanic, Brave Heart, etc.) y correctos
elementos técnicos. Una película que gustará a los fans de Russell Crowe —y que
alertará a los muchos detractores de Ron Howard—, pero que sí, que se deja ver.
Cumbres Borrascosas (Wuthering Heights de William
Wyler, 1939). Laurence Olivier, Merle Oberon (Paramount Channel, miércoles, 30 a las 10:15)
Cuidada producción de Samuel Goldwyn, que tenía predilección
sobre las grandes adaptaciones literarias (ésta era su favorita). La verdad es
que consiguió una de las mejores versiones que se han hecho sobre la
célebre obra de Emily Brontë y las pasiones entre Cathy y Heathcliff (La de
Buñuel le sigue muy de cerca: Abismos de pasión, 1953; otra notable es la de Jacques Rivette en 1985).
Lo más destacado de la película es la fotografía en blanco y negro
del maestro Gregg Toland, que se llevó el Óscar. La tensión dramática
también está muy conseguida, quizás debida a los continuos enfrentamientos
entre Goldwyn y Wyler (“William Wyler la dirigió, pero yo la hice”); entre
Olivier y Wyler (el actor se desesperaba con la minuciosidad en la realización
del gran director); o entre Merle Oberon y el propio actor británico (después
de una escena de amor, tras cortar la toma, Merle Oberon se volvió hacia Wyler
quejándose de Olivier: “dígale que deje de escupirme”).