domingo, 24 de febrero de 2008

POZOS DE AMBICIÓN (There Will Be Blood de Paul Thomas Anderson, 2007

“Habrá Sangre”, advierte, más que titula, Paul Thomas Anderson en su última película. Es una promesa que nos predispone para asistir a una dura historia sobre ambición y odio a partes iguales. Pozos de Ambición, tal como se la conoce aquí, se basa en la novela “Oil!” de Upton Sinclair, y narra la vida de un implacable empresario, Daniel Plainview (Daniel Day-Lewis) que se dedica al negocio del petróleo en las primera décadas del siglo XX.



El arranque (más de 10 minutos sin palabras) es una perfecta introducción del drama que vendrá a continuación. El duro trabajo manual del protagonista sirve de “biblia” del personaje, de tal forma que el espectador no se extraña lo más mínimo de su posterior actitud personal ante la vida y ante los hombres. La historia realmente comienza cuando Plainview se dispone a explotar una región cuyos propietarios pertenecen a una especie de secta religiosa, dirigida por un fanático que pronto se enemistará con el empresario.

There Will Be Blood podría situarse al lado de otros largometrajes épicos que tocan el mismo tema: el del ambicioso hombre de negocios que se ha hecho a sí mismo a costa de pasar por encima de los demás. Sin embargo, Paul Thomas Anderson le confiere un aspecto sensiblemente distinto y original; y crea una obra importante, una de las mejores del año. El joven director hace con el sueño americano lo mismo que Clint Eastwood hizo con el Western cuando estrenó Sin Perdón (Unforgiven, 1992), es decir lo convierte en una pesadilla. Para que el lector se haga una idea, es como si Anderson hubiera volcado un cubo de fango, lodo y alquitrán sobre Gigante (Giant de George Stevens, 1956). El resultado es el siguiente: fotografía oscura, escenas apocalípticas y diálogos que recuerdan a los del coronel Kurtz en Apocalypse Now con música que sale del mismísimo infierno.


La impresión desde luego es excelente. Pero hay un fallo que tiene nombre y apellidos: Daniel Day-Lewis. Encarna al personaje central, y no lo hace mal; ese no es el problema. Es un error de cantidad más que de calidad: Plainview requiere histrionismo el cien por cien de las veces, esto provoca que Day-Lewis se sitúe al borde de la sobreactuación más de dos horas y media. Ese es el tiempo que dura una cinta algo cargante. Quizás, si Anderson hubiera alternado el punto de vista con otro personaje, habría oxigenado el filme lo suficiente para darle un respiro al espectador.

Independientemente de las pegas que podamos ponerle a este largometraje hay que reconocer que Paul Thomas Anderson crea una atmósfera única, en un entorno hostil donde viven unos seres que odian y rezan. Y llega Plainview. Un hombre cuya personalidad se refleja en un rostro salpicado de manchas de petróleo; rostro que evoluciona a lo largo del metraje como una peculiar versión del “Retrato de Dorian Grey”. Daniel Plainview ofrece un futuro de progreso y bienestar, pero alimenta en su interior una promesa que se hará realidad. Y pronto correrá la sangre...

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4 comentarios:

  1. Yo es que viendo esta película no puedo tener otra sensación que no sea la de cabreo absoluto. Me muevo en la butaca, miro el reloj una y otra vez. La culpa la tienen Day Lewis y un director que no sabe frenar su incontención (quizá como tu dices repartir el peso de la narración en otros personajes hubiese sido la solucion). Cuando veo a Day Lewis veo una actuación, no un personaje (algo que no me pasa cuando veo a Mastroiani o a Jack Lemmon) El y su cargante histrionismo son los culpables que no me crea un personaje a priori tan interesante como el que interpreta, de que no me crea en definitiva la película porque en última instancia la película es él. Yo no puedo aprobar ese Oscar

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  2. Yo tampoco lo apruebo. La verdad es que no apruebo los oscar, en general. No me parecen unos premios sinceros; siempre me los he tomado como una mera promoción comercial. Con multitud de injusticias a lo largo de los años. Este año no podía ser distinto.
    Saludos dexter.

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  3. Creo llegar algo tarde al mini-debate.
    En esencia, no negaré que la película es algo difícil de ver, que la instrumentación es algo cruda y difusa, o que se note una cierta sobreactuación de Day-Lewis.
    Sin embargo, estamos frente a un trabajo de autor, y cada escena, cada minuto del metraje tiene un snetido de necesidad para poder abordar la historia en su totalidad.
    La banda sonora le inyecta el dramatismo en justa medida, contribuyendo a que el filme visto como una sola entidad sea perfecta.
    El histrionismo y sobreactución son parte de la caricatura que hace el propio Plainview de sí mismo con el paso de los años. Es parte de la personalidad del sujeto, NO de Day-Lewis; quien por cierto es un actor mimético y basa en ello su arrolladora carrera cinematográfica.
    Esta es de las películas que mejoran con el tiempo, de las que tras segundos visionados adquieren el reconocimiento y elogios que se merece.

    Dexter, es difícil comparar las performances entre actores, más aún si hablamos de estilos y tendencias de la década de los 50 ó 60 con respecto al cine de actualidad. Si lo vemos de esa forma, definitivamente Day-Lewis se desmarca completamente de los actores promedio pertenecientes a su generación.
    Respecto de los Oscar, esa es historia aparte.
    Este criterio subjetivo sobre los méritos de Day-Lewis en "There will be blood" me recuerda el último escandalete respecto a la integridad y performance de Winslet con "The Reader" versus su actuación en "Revolutionary Road".
    Algunos todavía piensan que ver a alguien gritando más fuerte que otro, mostrándose enérgico y duro, repartiendo golpes o inmerso en crisis de histeria, es digno de ser calificado como un buen actor y merecedor de toda clase de reconocimientos.
    Cuán equivocados están...
    Saludos,

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  4. Gracias por tu aportación John, estoy de acuerdo en lo que dices: la conjunción de elementos para crear una película de autor. Y repito lo dicho en el post, creo que el problema es más bien de cantidad de tiempo, la que el director pone a disposición del personaje principal. Pero en esencia opino igual que tú.
    Saludos!

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