domingo, 17 de junio de 2012

CINE EN DVD: THE ROAD (John Hillcoat, 2009)


En sintonía con los tiempos que corren, la distribuidora Emon Home Ent. lanza en junio un pack de dos DVD’s donde se incluye la cinta de John Hillcoat, la que vamos a comentar, acompañada de la primera entrega de la trilogía sueca de Millenium; algo que ya está siendo habitual para combatir la crisis: la oferta múltiple.























La película de Hillcoat, basada en la novela de Cormac McCarthy, nos presenta una trama apocalíptica donde el mundo agoniza después de una catástrofe, una guerra o ambas cosas. Perteneciente a un género muy reconocible, la cinta describe el viaje de un padre y su hijo hacia el sur con la esperanza de encontrar una civilización normal dentro del caos que vive la humanidad.

Hillcoat se aproxima con acierto, desde la parte técnica, a este tema algo manido. Lo hace gracias a una fotografía plomiza, a un entorno helado, con viento hostil incluido, y a un paisaje desolado. La trama es muy simple, casi no existe, salvo el diálogo poco sutil y machacón entre padre e hijo acerca del bien y del mal, de resistir a la adversidad conservando, protegiendo, los valores morales en un mundo donde la supervivencia obliga a aparcarlos. Sólo el uso del flash-back, y algún que otro encuentro desagradable interrumpen la conversación familiar, eje central del filme.


Y es que apenas hay lugar para la acción, aunque reconocemos que la existente se encuentra bien aprovechada. Hillcoat esquiva las cintas sobre vampiros o zombies para enseñar que el monstruo más terrible de todos es el ser humano: sólo hay que dejarlo sin alimentos y sin ley para ver cómo se transforma, cómo pierde su identidad. En ese sentido, el director, igual que en la novela, nunca explica la causa que ha llevado a esa degeneración de la sociedad; ni siquiera pone nombres a los protagonistas.

A The Road, por tanto, la situamos junto a filmes intimistas como El Tiempo del Lobo (Time of The Wolf de Michael Haneke, 2003), o tan extremos en la reflexión como The Turin Horse (A Torinoi lo de Bela Tarr, 2011), por poner ejemplos contemporáneos, más que a películas comerciales del estilo de Mad Max y sus imitadoras. Podríamos decir que la cinta de Hillcoat es un producto estadounidense con aspiraciones europeas, algo así como Quinteto (Quintet, 1979), aquel atractivo largometraje de Robert Altman, con un arranque similar, protagonizado por Paul Newman. Allí destacaba un espectacular elenco del viejo continente donde Vittorio Gassman, Fernando Rey y Bibi Andersson interpretaban a supervivientes en un era post atómica, con la Tierra congelada, y con un juego mortal como único pasatiempo.


En The Road, el casting es mucho más reducido. Ese estupendo actor que es Viggo Mortensen se echa a las espaldas el proyecto de Hillcoat y hay que decir que pone empeño y le sale bien —por lo visto, en el rodaje dormía con la misma ropa y pasaba hambre de verdad, hasta le echaron de un supermercado de Pittsburg por confundirle con un indigente—. El resto de intérpretes, a excepción del papel del niño, rozan el cameo por el poco tiempo que el director los tiene en pantalla; y eso que Robert Duvall, Charlize Theron y Guy Pierce cobraron lo suyo por participar.

The Road nos parece una película algo desigual por lo plana, lo repetitivo de su mensaje y lo poco que aporta a un género esquilmado por los cineastas, sin embargo, creemos que cuenta con suficientes elementos atractivos como para darle una oportunidad y echarle un vistazo.

Ver Ficha de The Road







viernes, 8 de junio de 2012

PUENTES Y SOMBRAS: La Novela en la Red (II)


Hoy se cumplen tres meses desde que "Puentes y Sombras" se lanzó al mercado editorial. La Red sigue haciéndose eco del libro en forma de reseñas y artículos publicados desde diferentes espacios.

Todas estas entradas las coleccionamos con orgullo y figuran en el lateral del blog. Las últimas que se han publicado en Internet son las siguientes:




LU, desde su estupenda bitácora de cine y literatura nos regala este post:

"Una trama sin piedad, sin descanso, con numerosos e inquietantes giros. Asesinatos, romance, la propia ciudad hispalense, un periódico local y la policía. La ineptitud de los jefes, las traiciones, el submundo de la droga, los barrios marginales, referencias cinéfilas, psicología criminal y ambiciones. Altamente recomendable."



El prestigioso crítico literario Miguel Baquero, de "El Heraldo del Henares", escribe así de bien sobre "Puentes y Sombras":

 "Los personajes, todos ellos, desde la policía protagonista al personaje más secundario, están construidos con deseo de verosimilitud, la trama no es tramposa, no se resuelve en el último momento gracias a un azar increíble, sino que todo va conduciendo hacia un final lógico, es más, sorpresivo, pero es una sorpresa que estaba ante nuestros ojos..."



El líder en información de ocio, cultura y turismo en Sevilla, "El Giraldillo", también opinaba de la novela:

"...la ciudad de Sevilla vuelve a ser testigo protagonista. Los personajes deambulan por la oscuridad de sus calles salvaguardando su supervivencia, cometiendo crímenes y buscando la venganza o el éxito..." 



En "La Pluma Afilada", otro espacio de referencia cultural, destacaban algunos elementos de la novela:

"Desde el primer momento, pues le da un cierto aire de misterio e intriga, invita al ávido poseedor del libro, a seguir devorando las palabras inmersas en su seno, para así, de esta manera, lograr desenmarañar todo ese ovillo de trampas y rompe cabezas que presenta el autor."



¡Muchas gracias a los responsables de las páginas web señaladas y a los autores de los artículos, y un saludo cordial a todos los lectores del blog!





viernes, 1 de junio de 2012

CINE Y TAPAS: LA PANADERA DE MONCEAU (La Boulangere de Monceau de Eric Rohmer, 1963)


El olor a pan recién horneado, a croissants, a palmeras de chocolate y a bollería en general, es nuestra excusa para volver a la sección culinaria del blog. Para presentar nuestro menú, hoy nos apoyamos en los primeros trabajos de uno de los principales valedores de la Nouvelle Vague: Eric Rohmer.
























La Boulangere de Monceau es el primero de los seis Cuentos Morales de Eric Rohmer, uno de los tres grupos de películas que son los pilares básicos de la obra del director francés (los otros dos son Las Comedias y Proverbios y Los Cuentos de las Cuatro Estaciones). De los Cuentos Morales, los primeros, La Panadera… y La Carrera de Suzanne (La Carriere de Suzanne, 1963) son dos cortos, ambos  producidos por Barbet Schroeder, que se reserva en la cinta que nos atañe el papel protagonista. El que luego tendría una carrera como director en Estados Unidos (recuérdese, entre otras, El misterio Von Bulow o Mujer blanca soltera busca…) se convierte así en mecenas del realizador galo.

A pesar de que la película de Rohmer es un filme artesanal, rodado en 16 mm y con escasos medios, ya se adivina por dónde va a transcurrir la mayor parte de su obra. También se presiente que ha nacido un cineasta moderno, comprometido con la nueva ola y sobrado de talento.

La sencilla trama narra como un estudiante se enamora a primera vista de Sylvie, una joven que pasea por las calles de París. Intentando dar con ella, obsesionado por entablar una relación más íntima, el joven pasa siempre por una panadería donde la dependienta se le insinúa ligeramente. Como un juego, y para contrarrestar el fracaso de no encontrar a su amor platónico, el joven intenta seducir a la panadera.

El estilo característico de Rohmer ya está ahí, casi desde el principio de su obra: la desdramatización de los personajes, el realismo en la puesta en escena, la acción que transcurre a un ritmo lineal, pausado pero con las escenas muy bien encadenadas. Cada secuencia, en apariencia muy simple, tiene consecuencias en las siguientes, también sencillas, y todas juntas configuran una historia más compleja de lo que parece. La voz en off, los actores desconocidos, las imágenes del mercado rodadas en exteriores, el realismo que lo impregna todo, le da una frescura a la película que influirá decisivamente en los realizadores contemporáneos y posteriores.

La Panadera de Monceau hay que verla como una obra independiente, pero también como una introducción de la serie a la que pertenece. Sigue el esquema del hombre que persigue a una mujer con la que sueña casarse, pero que en el camino se encuentra con otra de la que también se siente atraído aunque sea la antítesis de la primera (en el físico, en la clase social o en la religión, o en varios de esos aspectos juntos); después vendrá el conflicto cuando tenga que elegir una de las dos. Una introducción, decimos, o un borrador de, por ejemplo, Mi Noche con Maud (Ma Nuit chez Maud, 1969) otro de los cuentos morales que sigue la misma estructura.

Con el título de la cinta de Rohmer nos hubiera bastado para incluir este medio metraje en nuestra serie particular de películas gastronómicas, pero es que, además, algunos alimentos son protagonistas de la trama: así, las galletas son utilizadas para establecer un código en las citas entre el estudiante y la dependienta; el olor a hortalizas, el sabor a cerezas y a otros frutos forman parte de las mañanas de este joven mientras persigue a su amada. Incluso, el propio Rohmer siente una atracción especial por lo que ofrece la panadería en cuestión cuando se para en planos detalle del pastel de melocotón, del bizcocho borracho, de la tarta de manzana o del pastel lorenés.

 Ver Ficha de La Panadera de Monceau.


Y ahora las tapas:



Bar Casa Paco (Calle Luis Huidobro, 23, Sevilla)

Pertenece al Huerto de Santa Teresa, pero para los que no vivimos por allí decimos que Casa Paco es el mejor bar de Nervión. Es un local pequeño, un bar de barrio cualquiera de los cientos que hay en Sevilla, al menos ese es su aspecto exterior, pero que está siempre a reventar. No tiene ni sillas ni taburetes —lo siento—, sólo una barra que, cuando regresas, se te antoja cada vez más pequeña. Todos estos inconvenientes se soportan bien —y pronto se olvidan— cuando por fin te acomodas y empiezan a servirte un festival de tapas.

Los nombres de las materias primas son conocidos: que si solomillo, que si champiñones, ortiguillas, huevos de choco, etcétera. Todo resulta familiar, pero no es más que un espejismo, hay que estar atentos a los apellidos: merluza rellena de langostinos, bacalao en salsa de espinacas, pulpo… a la ¡parrilla! con salsa de boletus… Es decir, comida de aquí, pero elaborada como si estuviéramos en El Bulli, eso sí, sin que el bolsillo se entere, que también es importante.

Cuando a estas delicias (preguntar por la especialidad del día) le unes un surtido de caldos muy bien elegido, dispuesto ante tus ojos en estantes de madera, y bien servido, y unos precios muy asequibles, es cuando te das cuenta de por qué el bar está siempre a rebosar de clientes. Conscientes en Casa Paco del éxito, y de lo incomodo del sitio, hará cosa de un año decidieron abrir otro local más amplio y moderno “a la vuelta de la esquina”, en la calle Muñoz Seca. Allí te puedes sentar sin miedo: las tapas son las mismas.

Ya sea en el local de siempre, o en el otro, o en el pequeño restaurante que tienen enfrente, te garantizo que disfrutaras de las mejores viandas de la ciudad. Y, quién sabe, a lo mejor nos vemos por allí algún día.




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