Nido de nobles (Dvoryanskoe gnezdo, 1969)
A partir de la muerte del dictador Stalin, en la Unión Soviética comienza un período muy fructífero en cuanto a producciones cinematográficas se refiere. Con un cine más humano, menos sujeto a las normas del partido, surgió una generación de directores que trabajaron en aquella época conocida por el “deshielo”. Realizadores que, no obstante, sufrieron graves problemas de censura.
Es el caso de Andrei Konchalovsky, hermano mayor de Nikita Mikhalkov (su nombre verdadero es Andrei Mikhalkov Konchalovsky). El director aguantó unos años en Rusia, pero finalmente tuvo que exiliarse a Estados Unidos donde continuó su carrera. Antes de eso, Konchalovsky rodó a finales de la década de los sesenta dos películas muy similares, justo después de que su segunda cinta, La felicidad de Asia (1967), fuera prohibida.
Nido de nobles, la primera de ellas fue un encargo para celebrar el 150 aniversario del nacimiento del escritor Ivan Sergeyevich Turgueniev. Una superproducción, con excelente ambientación, vestuarios y decorados, que Konchalovsky aceptó para superar el trauma de la censura, pero que resolvió con un cine caligráfico, excesivamente académico, aunque no carente de personalidad.
El filme cuenta la
historia del caballero Fiodor Lavretsky, un noble que no se considera como tal;
muchos de los de su clase tampoco lo admiten entre los suyos porque su madre
era una plebeya (la típica criada que se casa con el amo). Lavretsky vuelve a
Rusia después de una vida en París tras separarse de su esposa. Regresa a la hacienda
de su infancia donde ya nada es lo mismo: la casa abandonada y un amor
imposible con la vecina lo sumen en una depresión. Cuando la exmujer aparece de
sorpresa todo empeora aún más…
Konchalovsky deja que el punto de vista de la trama descanse en los ojos del protagonista, que deambula por la sociedad de fin de siglo a punto de desmoronarse. La descomposición de la nobleza y el orgullo de Fiodor son las buenas noticias para la propaganda soviética, pero las malas son consecuencia de la producción misma: la brillante ambientación crea una “peligrosa” sensación de nostalgia por los pícnics de los nobles en los campos en primavera, y, en general, por la vida social de la clase privilegiada.
Tío
Vania (Dyadya Vania, 1970)
A continuación de Nido de nobles, Andrei Konchalovsky pasó a dirigir otra adaptación literaria (hecho que caracteriza muchas de las cintas del deshielo soviético), en este caso una versión del Tío Vania de Antón Chéjov, quizás una de las obras de teatro más veces llevada a la grande y a la pequeña pantalla; recordamos, por su calidad y originalidad, la adaptación de Louis Malle, Vania en la calle 42 (Vanya on 42nd Street, 1994), aunque esta no se queda atrás.
La trama es sobradamente conocida: Vania y su sobrina Sonia trabajan la finca para darle todos los beneficios a su hermana, que se casó con el que se suponía era un gran erudito, un noble profesor, que en realidad es un fraude. La hermana muere y la segunda mujer del profesor, Yelena, es mucho más joven y atractiva, tanto que desestabiliza a la familia cuando Vania y el doctor que asiste al cuñado se enamoran de ella.
Los sucesivos triángulos amorosos que se viven en la vieja y destartalada casa avivan el fuego de cada personaje: Sonia se desvive por el doctor, pero este no la hace caso y solo desea a Yelena, igual que Vania. Todos odian al profesor, casado con una mujer tan joven como su sobrina. Cuando el profesor anuncia que quiere vender la finca, único sustento de Vania, su sobrina y su madre, todo se descontrola y parece que se acerca la tragedia.
Konchalovsky aborda el
clásico de Chejov aireando la obra de teatro con una cámara que recorre la mansión
en ruinas, llena de goteras. La vivienda hace aguas por todas partes, igual que
el régimen zarista de fin de siglo tal como demuestran las viejas fotos del
zar, la hambruna y la pobreza que se vive en el exterior reflejada por las
miserias del interior.
El director ruso gestiona el filme de la misma forma, y con el mismo equipo técnico, que el de Nido de nobles. La desolación y algunos personajes son calcados. El doctor (Sergei Bondarchuk, además de buen actor, un gran director) podría ser el protagonista de la cinta anterior, con amor imposible incluido. Aquí, las referencias a la situación rusa son aún más explícitas cuando el médico denuncia la hambruna de las clases más desfavorecidas; además, se adelanta a su época con un discurso ecologista que suena a cercano; entre otras cosas dice que estamos destruyendo el planeta por la tala indiscriminada de árboles.
Tengo un buen recuerdo del segundo de los films, el otro no lo he visto.
ResponderEliminarLa verdad es que no sé cuál me gusta más. Los dos son interesantes, con la descomposición de esa sociedad casi feudal: en "Nido de nobles" hay una secuencia donde unos aristócratas compran caballos mientras beben, se emborrachan y terminan en el barro, que es una buena metáfora de aquella situación.
EliminarQue tal Ethan!
ResponderEliminarDesconocía por completo estos títulos. No sabría explicarlo pero siento fascinación por los apellidos rusos.
Saludos y feliz semana!
Es cierto, suenan a personajes de Tolstoi o Dostoievski, ideales para este tipo de películas de época.
EliminarSaludos!
Hola.
ResponderEliminarNormalemente, cuando me paso por aquí, he visto las películas, y disfruto mucho la entrada por eso, porquelas conozco.
Pues hoy no he visto ninguna y tomo buena nota, creo que me apetece más la segunda.
Feliz día.
"Tío Vania" es la más conocida de las dos, al menos la trama que, como digo en el post, se ha llevado muchas veces al cine o a la televisión. De todas formas, las película más célebre y mejor de Konchalovski es "Siberiada".
EliminarFeliz día también para ti!
Intentaré ver esa versión de Tío Vania pues me encanta esa obra. Ya vi la versión de Malle, y también otra de 1958 interpretada y dirigida por Franchot Tone en la Filmoteca de Barcelona.
ResponderEliminarSaludos!
No he visto la versión de Franchot Tone, a mí también me gusta mucho la obra de Chejov, los diálogos no tienen desperdicio.
EliminarSaludos!
No he visto ninguna de las dos películas, aunque, teniendo en cuenta el material literario en el que se basan, seguro que merecen la pena.
ResponderEliminarSaludos.
Pues sí, Turgueniev es uno de los grandes escritores rusos, contemporáneo de Tolstoi y Dostoyevski, aunque no se llevaba muy bien con ellos, al parecer Tolstoi le retó a duelo (¡). Reconozco no haber leído nada de él. Chéjov sí que es sobradamente conocido por el gran público, igual que su obra "Tío Vania".
EliminarSaludos!