La verdad, no nos veíamos en este blog haciendo una crítica de una película de superhéroes, de mega-acción, de saturación de efectos especiales y de extra-oferta de palomitas; pero calidad y entretenimiento —a partes iguales— nos obligan a dedicarle unas líneas a cierto grupo de gente enfundados en mallas que tanto nos divertían en nuestra infancia y juventud.
La última película de la productora Marvel (y de Disney en la distribución, ojo) es, en efecto, de lo mejor que hemos visto en este apartado de fuegos artificiales cinematográficos en el que se ha convertido la industria del otrora llamado séptimo arte. Con unos antecedentes discretos basados en filmes de presentación, algunos, y de continuación, otros, los magnates de los tebeos han sabido interpretar a la perfección el concepto de sinergia para conseguir que la unión de los protagonistas de las anteriores entregas sea mejor que la suma de cada uno de ellos. Y lo han hecho gracias a la saludable costumbre de contar con un buen guión y no sólo con un gran —enorme, véanse los créditos— grupo de técnicos en diseño por ordenador y efectos especiales.
Para incidir en lo fundamental que es hacerse con una atractiva historia, la productora ha permitido que el autor del libreto sea el realizador (tomen nota los productores de las siguientes cintas palomiteras): en Joss Whedon, escritor y director televisivo, ha recaído la responsabilidad de reunir y llevar a la pantalla a Iron Man, El Capitán América, La Masa y Thor (los cuatro Vengadores originales) junto a otros superhéroes más modernos (Ojo de Halcón —este ya estaba en la segunda agrupación del legendario cómic—, La Viuda Negra y Nick Fury), y de hacer creíble el crossover. Esto último, insistimos, es lo que nos parece más destacable.
Para insertar las inevitables y esperadas secuencias de acción, el director ha usado lo que nos parece una estructura de musical: aquí, los números que salpican la trama han sido sustituidos por las diferentes escenas donde los protagonistas pelean entre sí o luchan contra los “malos”, reservando una larga secuencia de casi veinte minutos para la traca final, tal como se hacía en las cintas de la RKO cuando concluían con una apoteosis de baile y música.
En el casting, sin embargo, habría que hacer alguna objeción, una pega que ya se venía arrastrando desde El Capitán América: lo poco adecuado que nos parece Chris Evans interpretando al soldado de la Segunda Guerra Mundial. Primero, por haber encarnado ya a otro superhéroe (en la deleznable Los Cuatro Fantásticos y en su secuela), y segundo, por no imprimir el carácter que se le supone al líder del grupo. No sabemos si es cuestión de la edad que aparenta —muy joven— o es culpa de una actuación algo sosa, aunque en la secuencia final le ponga todas las ganas del mundo. El que se lleva la palma en este apartado es Robert Downey Jr. Ya lo hizo en sus dos cintas individuales; si bien es cierto que a su habilidad hay que añadir un papel, el de Tony Stark, muy bien definido. De la buena interpretación del actor sale beneficiado su personaje en la ficción cuando, finalmente, Iron Man es el que ejerce de mandamás a lo largo de casi toda la película. Sólo añadir que la inclusión de Mark Ruffalo es todo un acierto al encarnar a Hulk, y que dos “golpes” (léase la palabra en todas sus acepciones) de La Masa son de lo mejor de la película.
En definitiva, un filme entretenido basado en la original creación de Jack Kirby y Stan Lee (no perderse el cameo de Lee, una costumbre tan acertada como las apariciones de Hitchcock en sus filmes; un sello de la productora), que tantos buenos momentos nos hizo pasar cuando leíamos con avidez aquellos tebeos de formato novela de bolsillo en blanco y negro, que siempre nos parecían demasiado cortos por culpa del maldito “continuará”; cosa que se ha reproducido con este divertido largometraje.
Ver Ficha de Los Vengadores.