El cine como
medio de comunicación se ha servido de la literatura desde sus comienzos y,
desde entonces, ha devuelto con creces el favor al arte vecino. Lo ha hecho en
su faceta de divulgador de las letras gracias a adaptaciones más o menos fieles
a los textos en los que se basa. En el caso de Gustavo Adolfo Bécquer, las películas que recuperan su obra son verdaderos homenajes al escritor
sevillano. En nuestra opinión, La Hora Bruja puede que sea la cinta
de mayor calidad de todas ellas.
Una mujer me ha envenenado el alma,
otra mujer me ha envenenado el cuerpo;
ninguna de las dos vino a buscarme,
yo de ninguna de las dos me quejo.
César (Paco
Rabal) vive con Pilar (Concha Velasco) en un autobús que recorre los pueblos de
España ofreciendo diversos espectáculos como la proyección de películas, la
prestidigitación o la quiromancia. De todas estas especialidades, y de alguna
más, se encarga el “gran” César, un falso mago que no cree en nada y cuyo
negocio es tan ruinoso como su relación con Pilar. Sólo cuando el autobús penetra
en la profunda Galicia su suerte parece cambiar, aunque no esté claro si es a peor:
“Saga” (Victoria Abril) aparece en sus vidas para seducir a ambos y sembrar la
discordia...
La trama de La
Hora Bruja descansa en una fábula donde el cine, con su magia, participa
activamente. Así, en el arranque, el director hace uso de un guión especular
donde la película comienza con una proyección cinematográfica: Cleopatra.
Con el fallo del sonido y las consiguientes protestas del público, César y
Pilar doblan a los personajes en directo. César hace de César y Pilar de Cleopatra,
en un homenaje al cine como espectáculo. No será la única película de la que se
valga el realizador para reconducir la trama (Cielo Amarillo, Hello,
Dolly!, Tarzán y Viva Zapata!, también serán nombradas),
para utilizar el séptimo arte como un elemento más de fantasía en este universo
creado por De Armiñán donde los versos de los clásicos tienen claro protagonismo.
Y es que el
director dedica la película a todos los poetas de nuestra lengua, en particular
a Rubén Darío, Quevedo, Cervantes y Rosalía de Castro; también a Federico
Oliver, a la sazón abuelo de Jaime de Armiñán, y, por supuesto, a Gustavo
Adolfo Bécquer.
Ver ficha de La Hora Bruja.