viernes, 28 de marzo de 2008

EL BESO DE LA MUERTE (Kiss of Death de Henry Hathaway, 1947)

Se suele decir que la actualidad manda. En nuestro caso, el fallecimiento de un actor de las dimensiones artísticas de Richard Widmark, casi nos obliga a escribir sobre alguna de sus películas. Es difícil la elección, pero a grandes problemas, enormes soluciones: vamos a comentar su primera actuación, la que le abrió las puertas del éxito al encarnar al sádico Tommy Udo de El Beso de la Muerte.



El sólido guión es de Ben Hecht y Charles Lederer, toda una garantía. Las tomas de Nueva York son reales, así se anuncia en los créditos. Esto da más credibilidad a una trama que en su inicio parece algo manida: un ex-convicto (Victor Mature), presionado por el fiscal, delata a sus compañeros. Su retirada de la vida delictiva no va a ser nada cómoda; sobre todo a partir del momento en que los criminales quieran saldar la deuda contraída con él. Los paralelismos con obras clave del género policíaco como Forajidos (The Killers de Robert Siodmak, 1946) o Retorno al Pasado (Out of The Past de Jacques Tourneur, 1947) son mínimos gracias a dos elementos: la actuación de los protagonistas y el personal tratamiento del guión, por parte del director.

De los actores destaca uno: nuestro homenajeado. Pocos profesionales tuvieron un inicio tan sonado. Widmark consiguió en su debut la nominación al oscar al mejor actor secundario, amén de otros premios importantes de la crítica. Y es que el papel de Tommy Udo es de aquellos que perduran en nuestra memoria cinéfila. Se unen al que interpretara Robert Mitchum en La Noche del Cazador (The Night of The Hunter de Charles Laughton, 1955) o al de Joe Pesci en Casino (de Martín Scorsese, 1995), por poner dos ejemplos –uno clásico, otro moderno- de los muchos asesinos maravillosos que ha dado el cine.


El Tommy Udo de Widmark provoca escalofríos. Su risa de hiena es verdaderamente terrorífica y hiela la sangre si se escucha en versión original. Y además es un aviso. Algo -nada bueno- va a suceder a continuación. Hay una secuencia, muy conocida, que no por verla muchas veces deja de impresionar: aquella en la que Udo arroja por las escaleras, sin compasión, a una inválida, con silla de ruedas incluido. Aún no me explico como consiguió pasar la censura imperante en el Hollywood de los años cuarenta.

La cinta es de Henry Hathaway, un director siempre en alza al que habrá que considerar muy cercano a los grandes, e incluso pertenecer a ese selecto grupo. El realizador consigue crear una atmósfera inquietante a lo largo de toda la trama; incluso en las escenas donde la vida transcurre con cierta alegría, hay una especie de amenaza permanente que no deja respirar tranquilo al protagonista –ni al espectador-. Es clara la pertenencia del filme al género negro, pero gracias al buen hacer de Hathaway la película se convierte en un thriller que roza por momentos el cine de terror.

El Beso de la Muerte ha sido objeto de remakes en clave de western o dentro del mismo género policiaco, pero, como suele pasar, ninguno ha llegado a la altura del original. En parte porque ninguno incluía en el reparto a un actor excepcional: a Richard Widmark.


Ver Ficha de El Beso de la Muerte

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