Continuamos con el realismo más descarnado en las propuestas
cinematográficas que nos llegan del Este, aquí en el festival de cine europeo
de Sevilla. En esta ocasión son dos películas con un nexo en común: la
religión. La primera viene de Letonia para narrar las desventuras de Oleg
(así se titula la cinta), un carnicero que busca mejores oportunidades
en Bélgica, como miles de inmigrantes. Las cosas no le pueden ir peor al
protagonista cuando, después de quedarse en paro en el país extranjero, va a
parar al seno de una mafia polaca, que explota a gente como él para utilizarlos
como esclavos en diversos actos delictivos. Lo original de la producción no
viene de la denuncia de actividades que son el pan nuestro de cada día, sino de
cómo se lo toma Oleg, que cree que es el Cordero de Dios revivido, que su existencia
es un Vía Crucis y su destino el sacrificio.
El otro filme es el que más nos interesaba por competir en
la Sección Oficial. Una cinta dirigida por Teona Strugar Mitevska, nacida en
Macedonia, de donde también procede Dios existe, su nombre es Petrunya.
Petrunya es una joven licenciada en historia, de familia
humilde, que ya ha cumplido la treintena, pero sigue desempleada. En la última
entrevista de trabajo la han rechazado porque “no sirves ni para que me acueste
contigo”. Desesperada, se cruza con una popular ceremonia religiosa donde un
pope ortodoxo lanza un crucifijo sagrado al río. La tradición dice que el primer
hombre que lo rescate de las aguas tendrá un año de buena suerte. La sorpresa
es que ha sido una mujer ––Petrunya–– la que ha realizado la gesta.
Si piensan que la película es una reivindicación feminista,
aciertan, pero se quedan cortos porque el filme se basa en hechos reales. Va
más allá cuando el fuerte personaje principal se niega a devolver la cruz. «Ha
robado la cruz, la ceremonia no es para ellas», dicen los curas, los policías y
los que se lanzaron al río. Sin saber a qué atenerse, lo primero que hacen los hombres
en un país de hombres, es detener a Petrunya, luego ya veremos.
El puñetazo en la mesa de Petrunya ––y el de Teona–– por la
igualdad de sexo se narra desde dos puntos de vista: desde el de la directora,
claro, pero también desde la cámara de la periodista que asiste al drama, es
decir, desde la audiencia, desde el espectador. La realizadora se escuda
en el ojo público para saltarse las normas de encuadre, foco y luz y hacer más
tensa e intensa la acción, que muchas veces se desarrolla fuera de cámara. Es
como si la cineasta, con dicha técnica, se pusiera del lado de Petrunya: enfrentándose
a las normas, saltándoselas.
Ese último me parece interesantísimo...Trataré de verlo
ResponderEliminarLa directora estaba contenta porque después de muchos años van a distribuir como Dios manda una película de Macedonia, así que a lo mejor la puedes ver en el cine, en cartelera.
Eliminar"Dios existe, su nombre es Petrunya" ha conseguido el galardón de mejor actriz para Zorica Nusheva (ex aequo con Marta Nieto de "Madre"). La misma película también ha logrado el premio Women in focus a la mejor cinta de la sección oficial. Nos alegramos, premios merecidos.
ResponderEliminarEspero poder verla. Gracias por tu reseña.
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