domingo, 12 de noviembre de 2017

PALMARÉS DEL XIV FESTIVAL DE CINE EUROPEO DE SEVILLA


Antes de entrar de lleno en el resultado del certamen conviene repasar lo sucedido en la última jornada, la del sábado 11 de noviembre:

La clausura del festival la dedicamos a un mini ciclo de Isabelle Huppert. La que fuera musa de Claude Chabrol y de tantos otros protagonizaba dos películas bastante dispares: Mrs Hyde, dentro de la sección las Nuevas Olas y dirigida por Serge Bozon, y Happy End, en la sección EFA y del director de sobra conocido, Michael Haneke.

Mrs Hyde es una comedia extrañísima, pero agradable de ver. Como su título indica se trata de una versión del clásico de Stevenson, “Dr. Jekyll y Mr. Hyde”, llevada al terreno de la educación juvenil. De nuevo nos encontramos con otra cinta de profesora-con-alumnos-difíciles. Sólo que en esta ocasión, para tratar el espinoso asunto de la escolarización de los barrios marginales, de cómo incentivar la asistencia a clase y el interés de alumnos que ven que tener estudios no sirve nada más que para engrosar la lista de paro, para abordar ese tema, digo, el joven realizador se vale de una especie de versión de El profesor chiflado (The Nutty Profesor, Jerry Lewis, 1963), con Isabelle Huppert transformándose de mujer débil, a la que acosan los alumnos, a profesora hábil que consigue identificar al líder y hacer que muestre interés por lo que se enseña. El resto, personajes secundarios con gracia como el becario o el amo de casa (el marido de la Huppert) y los efectos especiales rudimentarios, son fuegos artificiales que sirven para adornar el tema principal.

En cuanto a Happy End (curiosa coincidencia la del título pues fue la última película que hemos visto en el festival) hay que decir que no nos defraudó teniendo en cuenta el listón tan alto que tiene el ya veterano Michael Haneke. La cinta es una secuela de Amour (Haneke, 2012) y arranca prácticamente igual que Verano 1993: una niña se queda huérfana y se va a vivir a casa de su tía, donde también habitan su padre, ahora casado con otra, y su abuelo. Claro que ahí se acaban las similitudes porque, como cabría esperar, el filme de Haneke es mucho más perverso. Sólo hay que ver cómo se ha producido la muerte de la madre; cómo es el padre, que ya está liado con una tercera; qué terrible secreto esconde su abuelo (los que hemos visto Amour ya lo sabemos); qué relación tortuosa vive su tía con su hijo; etc. Haneke gestiona todo esto como una descomposición familiar precisamente por la falta de amor (todo lo contrario a lo que sucedía en la primera película), es decir vuelve a poner las cosas en el sitio que a él le gusta: la niña siente que el padre la va a abandonar de nuevo y está decidida a hacerse notar; el abuelo quiere morir, pero nadie le ayuda; la tía agobia a su hijo que finalmente se derrumba igual que la construcción que ambos gestionan. Así hasta un final memorable (un “Happy End” irónico) donde sin duda Haneke vuelve a triunfar.  

Y ahora vayamos a lo prometido: el palmarés del XIV festival de cine europeo:

GIRALDILLO DE ORO 
Película: A FÁBRICA DE NADA (Portugal, 2017)
Dirigida por: Pedro Pinho

GRAN PREMIO DEL JURADO
Película: WESTERN (Alemania 2017)
Director: Valeska Grisebach

MENCIÓN ESPECIAL DEL JURADO
Película: ZAMA (Argentina, España, Francia, Holanda, EEUU, Brasil, México, Portugal, Lebanon, Suiza, 2017) 
Director: Lucrecia Martel

Premio Mejor DIRECCIÓN 
Película: BARBARA (Francia, 2017)
Director: Mathieu Amalric

Premio al Mejor GUIÓN 
Película: A VIOLENT LIFE (Francia 2017)
Escrita por: Thierry de Peretti

Premio a la Mejor ACTRIZ 
Película: CORAZÓN PURO (Italia, 2017)
Actriz: Selene Caramazza

Premio al Mejor ACTOR
Película: A CIAMBRA (Italia, Brasil, Alemania, Francia, EEUU, Suecia, Francia, 2017)
Actor: Pio Amato

Premio a la Mejor DIRECCIÓN DE FOTOGRAFÍA  
Película: WINTER BROTHERS (Dinamarca, 2017)
Director de Fotografía: Maria von Hausswolff

PREMIO A LA MEJOR PELÍCULA DE LA SECCIÓN LAS NUEVAS OLAS 
Película: NIÑATO (España, 2017)
Dirigida por: Adrián Orr

PREMIO ESPECIAL LAS NUEVAS OLAS 
Premio Ex Aequo
Película: PIN CUSHION (Reino Unido, 2017)
Dirigida por: Deborah Haywood
y / and
Película: THE WILD BOYS (Francia, 2017)
Dirigida por: Bertrand Mandico

PREMIO LAS NUEVAS OLAS NO FICCIÓN
Película: DISTANT CONSTELLATION (Turquía, EEUU, 2017)
Dirigida por: Shevaun Mizhari

PREMIO A LA MEJOR PELÍCULA DE LA COMPETICIÓN OFICIAL RESISTENCIAS 
Película: TERNURA Y LA TERCERA PERSONA (España, 2017)
Dirigida por: Pablo Llorca
Película: EL MAR NOS MIRA DE LEJOS (España, 2017)
Dirigida por: Manuel Muñoz Rivas

PREMIO EUROPA JUNIOR
Película: EL MALVADO ZORRO FEROZ (Francia y Bélgica 2017)
Dirigida por: Benjamin Renner y Patrick Imbert

PREMIO CINÉFILOS DEL FUTURO 
Película: JUST CHARLIE (Reino Unido, 2017)
Dirigida por: Rebekah Fortune

GRAN PREMIO DEL PÚBLICO 
Película: INSYRIATED (Francia, Bélgica, Líbano, 2017)
Dirigida por: Philippe Van Leeuw

PREMIO EURIMAGES A LA MEJOR COPRODUCCIÓN EUROPEA 
Película:  L’INTRUSA (Italia, Suiza, Francia, 2017)
Dirigida por: Leonardo di Costanzo

PREMIO CICAE A LA MEJOR ÓPERA PRIMA 
Película: TIERRA DE DIOS (GOD’S OWN COUNTRY) (Reino Unido, 2017)
Dirigida por: Francis Lee

PREMIO ROSARIO VALPUESTA AL MEJOR CORTOMETRAJE PANORAMA ANDALUZ 
Película: EL MUNDANAL RUIDO (España, 2017)
Dirigida por: David Muñoz

PREMIO ESPECIAL ROSARIO VALPUESTA A LA CATEGORÍA ARTÍSTICA 
Película: AYER O ANTEAYER (España, 2017)
Director: Hugo Sanz Rodero  

MENCIÓN ESPECIAL
PelículaDIFERENCIAS (España, 2017)
Director: Isabel Alberro 

PREMIO ASECAN A LA MEJOR PELÍCULA DE LA SECCIÓN OFICIAL 
Película: TIERRA FIRME (España, 2017)
Dirigida por: Carlos Marqués-Marcet

IV PREMIO OCAÑA A LA LIBERTAD 
Película: MR GAY SYRIA (Turquía, Alemania, Francia, 2017)
Dirigida por: Ayse Toprak

El jurado ha considerado que la cinta portuguesa A fábrica de nada ha sido merecedora del Giraldillo de Oro por “El documental, la ficción y el musical conviven brillantemente en esta atrevida y cercana película, que lleva al espectador a un viaje visionario y dramáticamente realista. Por centrarse en la compleja situación económica contemporánea con un enfoque antirretórico, poético y profundamente original.” Acerca del largometraje ganador, sólo comentar que ha sido una lástima, pero no hemos podido verlo (duraba tres horas y con lo ajustado del tiempo ha sido casi imposible programar su visión sin perjudicar a otras películas que nos apetecían más). Del resto de premios, nada que objetar a excepción del galardón a la mejor dirección (Mathieu Amalric por Barbara), creemos que Jonas Carpignano  se lo podía haber llevado con más mérito por A Ciambra. Nos alegra haber acertado en el vaticinio del premio del público (Insyriated) y del niño-actor Pío Amato (A Ciambra); nos complace que una película española tan buena como Tierra firme se haya llevado el reconocimiento ASECAN (Asociación de escritores cinematográficos); y que Western, con todo merecimiento, haya sido premiada con el Giraldillo de Plata. Ya sólo nos queda emplazar a nuestros lectores para el año que viene. Salvo contratiempos de fuerza mayor, prometemos estar aquí para dar cuenta de lo que ha dado de sí el que será XV festival de cine europeo de Sevilla.




sábado, 11 de noviembre de 2017

EL TALLER DE ESCRITURA; SIN AMOR

Penúltima jornada, aquí en el festival de cine de Sevilla, y casi todo decidido a la hora de escribir estas líneas en cuanto a premios se refiere. Mañana daremos el palmarés completo mientras hoy esperamos el fallo del jurado. Veamos lo que dio de sí el viernes:

EL TALLER DE ESCRITURA (L’atelier, Laurent Cantet, 2017)

La cinefilia empedernida que padecemos nos empuja a clasificar las nuevas películas que vemos según un criterio genérico que a veces no existe. Si existiera el subgénero de las cintas que se desarrollan en una escuela donde los alumnos debaten los temas de actualidad (ya hay unas cuantas: La ola, La clase, del propio Cantet, etc.) en ella podríamos encuadrar El taller de escritura, aunque con matices:


Olivia (Marina Foïs) es una escritora profesional a la que contratan para dar un taller de verano en La Ciotat. Todos los alumnos vienen de fracaso escolar o de algún problema de adaptación, y en un principio se muestran reacios al trabajo en común para dar a luz una novela policíaca. Poco a poco van entrando en el juego y, de paso, sacando temas de rabiosa actualidad, como el racismo, el terrorismo, la intolerancia, etc. De todos ellos destaca Antoine (Matthieu Lucci), por su inteligencia, pero también por su insistencia en la provocación…

Con personajes bien definidos, Laurent Cantet se mueve por donde mejor sabe (ya lo demostró en la citada La clase), creando polémica, enfrentando clases sociales y razas. La lucha de la clase obrera, las motivaciones de los que atentan contra la vida de los demás, la religión, son el centro del vehemente debate.


No obstante, el director no se conforma con la porfía, quiere ir más allá para centrar el objetivo de la película en algo más concreto: Olivia se fija en Antoine y se pregunta qué le lleva a comportarse así. Entonces el alumno le echa en cara sus defectos como escritora. Olivia sufre una crisis que intenta solventar conociendo mejor al alumno y así definir el personaje principal de su actual novela. Lo que no sabe es con lo que se va a encontrar.

La diferencia, por tanto, con el resto de películas de su “género” es la transformación de cinta coral a enfrentamiento entre profesora y alumno. Un conflicto que pondrá sobre la mesa el preocupante resurgir de la extrema derecha en Europa, y en Francia en particular, y la indefinición moral de cierta parte de la juventud. Temas nada banales que Cantet afronta con un intencionado final ¿feliz?




SIN AMOR (Nelyubov, Andrey Zvyagintsev, 2017)

Zvyagintsev, otro viejo conocido, asiduo del festival (Elena, Leviatán), presenta su nueva cinta con la expectación de alguien que siempre se lleva algún premio en el certamen. En esta ocasión la película viene con galardones tan importantes como el premio del jurado en Cannes y con la garantía de ser la película rusa que opta al Óscar al mejor filme extranjero.


En la Rusia de primeros del siglo XXI, el matrimonio formado por Zhenya (Maryana Spivak) y Boris (Aleksey Rozin, un fijo en las películas de Zvyagintsev) hace aguas, se hunde. Nacida la unión de un embarazo no deseado, la pareja por fin ha decidido divorciarse. El principal inconveniente es la custodia del pequeño Alyosha: ninguno de los dos quiere quedárselo. El niño que oye la discusión se desespera. Las cosas realmente se ponen feas cuando el hijo desaparece.

Zvyagintsev sigue ocupado en relatar la descomposición gradual de Rusia desde el fin de la URSS. La metáfora de la pareja que se deshace funciona bien cuando se le acompaña de las noticias de la radio que hablan de corrupción, de la guerra en Ucrania, etc. La promesa de que todo cambiará cuando se divorcien tampoco parece que vaya a solucionar las cosas, puesto que no hay amor verdadero en ninguna relación.


Nada en el director ruso es gratuito. Cuando Zhenya hace ejercicio en la terraza, en una cinta mecánica y con un chándal adornado con las letras RUSIA, y mira a la cámara, ya sabemos que la nación del realizador se dirige hacia ningún sitio. Cuando el piquete de búsqueda registra un enorme edificio (se supone de la época del régimen anterior) y ve el estado de descomposición, también sabemos a qué se refiere Zvyagintsev.

Nada escapa a la crítica del cineasta. No sólo la esfera política y social, también el fanatismo de la religión ortodoxa instalado en instituciones y empresas es de nuevo puesto en evidencia por el objetivo del director.  Y no es que cualquier pasado fuera mejor, sino que el presente es un desastre y el futuro se muestra tan incierto como el resultado de la búsqueda del pequeño Alyosha.





viernes, 10 de noviembre de 2017

VERANO 1993; THE SQUARE

Seguimos aquí en el festival de cine europeo de Sevilla, y da la impresión de que nuestro recorrido fuera el de una montaña rusa. Ayer tocó la subida pues las dos películas que tuvimos la suerte de ver nos han confirmado que el cine de autor todavía tiene una larga vida a pesar de la dura competencia con los remakes, con las secuelas, con las películas de la Marvel y, sobre todo, con las series de televisión.

VERANO 1993 (Estiu 1993, Carla Simón, 2017)  

Tres de tres. El trío de películas españolas visto por el momento en el festival (Oro, Tierra firme y la que vamos a comentar) ha sido de lo mejorcito con lo que nos hemos topado en las salas de cine. Algo inusual hasta ahora, al menos en la década que llevamos asistiendo fieles a la cita anual con el cine europeo.


Verano 1993 es un drama autobiográfico acerca de la adaptación de Frida (Laia Artigas), una niña de seis años, a la  nueva vida que le aguarda con sus tíos después de la muerte de su madre víctima del SIDA. Carla Simón, la prometedora realizadora, se deja llevar por sus experiencias para retratar con una cámara muy sensible cada instante, cada suceso, cada sonrisa y cada llanto vivido en el estío del año 1993.

El tema de la película, el que ronda la mente de todos los personajes, es el de la muerte. La niña, aún en estado de shock, no es consciente de lo que ha pasado y se enfrenta a su nueva situación desde el enfado, desde la rebelión, poniendo en peligro en todo momento a su prima Anna (Paula Robles), varios años menor que ella. Por cierto que uno de los aciertos de la película es la sorprendente actuación de dos niñas tan pequeñas.


Algún momento de humor (casi siempre a cargo del buen actor que es David Verdaguer, ya tuvo esa responsabilidad, la de suavizar la trama, en la citada Tierra firme), relaja la tensión que a veces se hace insoportable para el espectador, que espera que sobrevenga la tragedia en el plano siguiente, que teme que algún accidente vaya a estropear ese verano de 1993 (y no se equivoca).

El drama costumbrista, la comedia y hasta el thriller se alían para ofrecer un producto de altura, capaz de representar con orgullo a nuestro país en los Óscar ––que se haya elegido una película en catalán para tal evento no deja de ser significativo con la que está cayendo en el nordeste de España––. De hecho, la crítica especializada y la organización del festival han querido comparar Verano 1993 con El espíritu de la colmena (Víctor Erice, 1973), lo cual nos parece algo precipitado porque aunque el beneplácito de prensa y público parezca darles la razón, aún falta la objetiva valoración del tiempo, esa que no falla nunca y que le ha dado a la película de Erice el carácter de legendaria.




THE SQUARE (Ruben Östlund, 2017)

Otra de las cintas más esperadas en el festival es la nueva película de Ruben Östlund, ganador del Giraldillo de Oro hace tres años por aquel estupendo largometraje, Turist. Si en aquel momento el premio fue una sorpresa, ahora que compite por el reconocimiento del público ya no lo será tanto pues The Square viene con, nada menos, que la Palma de Oro de Cannes bajo el brazo.


The Square narra la vida del director de un museo de arte moderno que se esmera en abrir una nueva exposición centrada en la obra de una artista sudamericana. The Square  (el “cuadrado”, así se llama la obra expuesta en la entrada del museo) pretende ser un santuario para todo aquel que se introduzca en él, una vez dentro todos tendrán “los mismos derechos y las mismas obligaciones”. Todo va bien hasta que al director del museo le roban la cartera, el móvil y unos gemelos, a partir de aquí se suceden una serie de hechos que cambiarán la vida del protagonista.

Con un espléndido reparto ––el director ya tiene caché para permitírselo––, repleto de actores punteros de series de televisión (¿es intencionado?) como Elisabeth Mosss (Mad Men) o Dominic West (The Wire), el realizador pisa con fuerza para ganarse a la parte del mundo que aún no conoce su excelente cine.


Y es que el filme del director sueco es una divertidísima comedia sarcástica que con el pretexto de criticar toda la falsedad comercial que hay en torno al arte moderno, ahonda en problemas más profundos de la sociedad, como la falta de solidaridad y de coraje, el egoísmo arraigado en un mundo desigual, y la ausencia de confianza entre los seres humanos. Es decir, todo lo contrario a lo que supuestamente apunta la obra de la artista sudamericana.

La denuncia del largometraje es precisa, y se asienta gracias a la carcajada del público que favorece que el mensaje cale hondo. Por tanto, es una película efectiva en ese sentido. La película de Östlund no es tan surrealista como la obra de su compatriota Roy Andersson, no llega tan lejos, pero sin duda tiene cierta similitud en cuanto pone el grito en los mismos elementos. Así, por ejemplo hay que estar atentos a cómo conseguir hacer viral una campaña de marketing, a cómo hacer frente a un ladrón que te ha robado impunemente o a como despertar el interés de los patrocinadores en una cena de inauguración. La película no tiene desperdicio y le auguramos muchos éxitos (ojo que también se prepara para competir en los Óscar).


jueves, 9 de noviembre de 2017

UN SOL INTERIOR; BARBARA

Ayer de nuevo nos encontramos con una jornada desigual, con dos películas francesas, de calidad dispar y ambas dentro de la Sección Oficial. Que compitan entre sí para obtener el Giraldillo de Oro nos obliga a hacer una comparación entre ellas: sin duda gana la primera que vamos a comentar ––aunque tampoco es para tirar cohetes––:

UN SOL INTERIOR (Un beau soleil intérieur, Claire Denis, 2017)

A Claire Denis la teníamos como una directora un poco encasillada en temas exóticos, africanos, de las antiguas colonias europeas. Todo debido a sus películas más conocidas (en especial Beau Travail, 1999). Equivocados estábamos pues su nueva cinta no tiene nada que ver con esa temática


Un sol interior es una comedia urbana muy cercana a las películas de Woody Allen, con una protagonista indecisa y neurótica muy bien interpretada por Juliette Binoche que se comporta de forma maníaco-depresiva a lo largo del ajustado metraje (cómo me gustan las películas que duran 90 minutos, ¡cada vez más escasas!):

Isabelle (Juliette Binoche) es una mujer madura, separada y con problemas afectivos. A su edad ansía encontrar el amor verdadero, pero lo busca en relaciones fallidas con un banquero y un actor, los dos hombres casados (uno de ellos interpretado por el director Xavier Beauvois, del que ya hemos hablado en Les Gardiennes); pero también con una persona de diferente estrato social y con otra de su entorno profesional; y hasta con su ex...


La cinta sigue ese derrotero de búsqueda sin éxito. La estructura de la totalidad del filme es la misma que la de cada relación que entabla la protagonista: no avanza demasiado y se pierde en diálogos circulares, algunos simpáticos que hacen sonreír a la audiencia, pero otros terminan cansando.

La buena interpretación de la desesperada Juliette Binoche, el encuentro sorpresa de Gerard Depardieu en una conclusión abierta que es lo mejor de la cinta, y el ambiente general a filme nouvelle vague -reconozco mi debilidad por ese cine francés-, en especial al de los cuentos morales de Eric Rohmer, vienen al rescate de una película que, vale, al final deja buen sabor de boca.




BARBARA (Mathieu Amalric, 2017)

El actor-director Mathieu Amalric vino a la sala de cine a presentarnos su película sobre Barbara, cantante francesa ya fallecida. Habló de su obra como una especie de biopic de la estrella de la canción gala; artista muy conocida en su país, pero que en el  nuestro no lo es tanto. Comentó el realizador que por esa razón en España se podría tomar la cinta como un filme de ficción, cosa que también era cierta, aseguró.


Tanta ambigüedad pronto se vio confirmada en un largometraje musical (recomendamos la banda sonora) que mezclaba hasta cinco capas. La organización del festival comparaba el filme con una muñeca rusa, yo más bien creo que es como una cebolla recién cortada difícil de digerir.

Las capas. A saber: la película en sí; los retazos de documental con imágenes reales de la diva; la trama especular donde el director (Amalric) es también el realizador en la ficción empeñado en hacer una película de Barbara; las imágenes de dicha película, ejemplo de cine dentro del cine; y la ensoñación del director por la actriz/cantante/personaje (no se sabe en realidad por cuál de ellas).


Todo ello en un batiburrillo críptico, pretencioso y hasta irritante que se queda muy lejos de otros ensayos más conseguidos como los de La noche americana (La nuit americáine, Francois Truffaut, 1973) o la reciente Mia Madre (Nanni Moretti, 2015), entre varios ejemplos de metacine, si es que se puede llamar así.

Quizás en el país vecino tenga otro tipo de repercusión, pero lo que es aquí o, mejor dicho, lo que significó para mí, fue el de un intento fallido de originalidad que sólo recuperaba el pulso del interés con las canciones de Barbara, interpretadas por ella o por la actriz que la encarna, Jeanne Balibar, a la sazón ex esposa del director.





miércoles, 8 de noviembre de 2017

A CIAMBRA; INSYRIATED (ALMA MATER)

De vuelta a la sección oficial y a la EFA (European Film Academy) ayer pudimos ver, en nuestra opinión, las dos mejores películas hasta la fecha proyectadas aquí en el festival de cine europeo de Sevilla.

A CIAMBRA (Jonas Carpignano, 2017)

Otra cinta en la que el director nos dio plantón a la hora de presentar la película, aunque le perdonamos pues se excusó desde Estados Unidos donde se encontraba promocionando su excelente película, y es que la cinta italiana se halla en muy buena posición para ganar el Óscar al mejor filme extranjero. Además tiene un padrino de altura: Martin Scorsese.


La historia de Pío, prácticamente un niño, un gitano rumano que vive en A Ciambra, en los suburbios de una ciudad de Calabria, es la de un joven delincuente ocasional que se fija en su hermano mayor a la hora de plantearse la vida. Cuando éste y su cuñado son encarcelados, Pío quiere ser el hombre de la casa y se decide a robar a mayor escala para sostener a la numerosa familia.

Entre la realidad y la ficción, como dijo la organización del festival a la hora de su presentación, discurre este magnífico testimonio de lo que ocurre en los abandonados barrios de la Italia pobre. Actores no profesionales que se interpretan a sí mismos ya no es novedad es las películas europeas contemporáneas, pero sí la sinceridad en lo que se cuenta gracias a una interpretación fuera de lo normal. Pío Amato parece un actor profesional cuando la cámara le acosa en todo momento, con un elevadísimo porcentaje de primeros planos, mientras él no se inmuta ante el objetivo, todo lo contrario, actúa de una forma tan real que consigue introducir al espectador en la acción.


Del aprendizaje del oficio de delincuente, del descubrimiento de la muerte, también de las tradiciones perdidas en la figura del abuelo (“nosotros contra el mundo”, le dice el anciano), del despertar del sexo, de la responsabilidad que acarrea una familia, de todo eso trata la película. También de la amistad en un mundo que parece pertenecer a un planeta diferente: Pío sólo confía en marginados como él, en subsaharianos que malviven en un campamento de refugiados y que curiosamente son los que le dan los mejores consejos, los que le invitan a dejar esa vida al margen de la ley.

La película mantiene el suspense por ver si Pío finalmente optará por reconducir su vida o seguirá el camino de su hermano y del resto de la comunidad. Pío se hará mayor en este peligroso recorrido; sólo resta saber qué significa y qué consecuencias acarrea “ser hombre” en un niño de A Ciambra.





ALMA MATER (Insyriated, Philippe Van Leeuw, 2017)

De una coproducción entre Francia, Bélgica y Líbano, con realizador belga al frente del proyecto, viene esta buena película acerca de un conflicto (la guerra en Siria) que se encuentra lejos de acabar.


En Damasco, en el único piso habitado de un bloque de apartamentos, sitiado por ambos bandos, vive parte de una familia aislada del exterior. Oum (la estupenda actriz de perfil heleno, Hiam Abbass, que recuerda mucho a Irene Papas) es la mujer que intenta resistir y mantener a salvo a su familia: al abuelo, a sus tres hijos, a la criada, a dos recién casados que han solicitado cobijo para proteger a su bebé y al novio de una de sus hijas, también atrapado entre esas paredes. Cuando el joven vecino, el flamante esposo, cae acribillado por los disparos de un francotirador, todo parece tambalearse.

“Un día cualquiera en Siria” podría titularse de forma irónica una película tan dura como esta. La cinta transcurre en un ámbito claustrofóbico, en 24 horas, en el mismo estado de tensión que las distintas versiones de El diario de Ana Frank. Y es que lo que sucede en el interior del piso de Insyriated podría ocurrir en cualquier casa de cualquier guerra de cualquier época. Porque cuando la luz, la televisión, los móviles e Internet no funcionan, el tiempo deja de ser una variable.

La verdadera tragedia de Insyriated es el sufrimiento de Oum. Perseguida en todo momento por la cámara de Van Leeuw, la mujer aguanta y se comporta de cara al exterior como una persona sin corazón, que tiene que tomar decisiones muy duras (en más de una ocasión tendrá que decidir quién vive o quién muere), todo con tal de salvaguardar a los suyos. Sólo en contadas ocasiones el director nos enseña lo que sucede en el interior de la desesperada protagonista. Porque Oum no deja de ser una ama de casa que se aferra a la rutina diaria, a dar órdenes a la criada, a limpiar sus muebles, preparar la comida, en definitiva intentar abstraerse de lo que sucede fuera para poder seguir adelante.





martes, 7 de noviembre de 2017

ORO (Agustín Díaz Yanes, 2017)

En el ecuador del festival de cine europeo de Sevilla, nos dimos una vuelta por la sección Special Screening donde se proyecta una heterogénea selección de películas en la que destaca la nueva y esperada obra de Agustín Díaz Yanes.























Oro se podría encuadrar en el subgénero histórico de los conquistadores en busca de El Dorado. Y digo subgénero porque hay ya una cantidad importante de obras ––todas interesantes–– que abordan el tema. Quizás las más conocidas, y las mejores, sean las de Werner Herzog (Aguirre, la cólera de Dios, 1972) y Carlos Saura (El Dorado, 1988). Oro recuerda a las dos en ocasiones aunque no es tan críptica como sus antecesoras, digamos sigue un formato también realista, pero con una trama más convencional:

Gonzalo de Baztán dirige una expedición al mando de cuarenta hombres en busca de la ciudad azteca del oro. Entre ellos se encuentra la bella y joven esposa del conquistador, deseada por el alférez que manda la parte militar y por un soldado (Raúl Arévalo) que destaca por su inteligencia en batalla. Pronto la selva y las pulsiones de todo tipo harán estragos entre la tropa.

La película funciona como una metáfora del reino de España en la época del emperador Carlos. En el microcosmos que presenta Díaz Yanes (basado en un relato inédito de Arturo Pérez-Reverte, con quien ya colaboró en Alatriste), se encuentran representadas todas las clases sociales: los curas, los licenciados (el narrador de la película), los aristócratas, los militares, etc. Estos últimos van a una en los enfrentamientos con el enemigo (con los nativos y con otros españoles que han salido en su busca para detenerlos y hacerse con el oro), pero entre ellos se encuentran divididos y se agrupan según su procedencia (aragoneses, navarros, extremeños, etc.).


Lo mejor de Alatriste se encuentra aquí: la fotografía, la luz y el tono crepuscular de un imperio que hace aguas. Y todo con un reparto estelar (Raúl Arévalo, José Coronado, Juan Diego, Antonio Dechent, Juan José Ballesta,…) en una cinta donde reina la ironía del autor que crítica con orden todos los males que han afectado a nuestro país, desde los pésimos gobernantes hasta el fanatismo religioso (y la corrupción en todos los estamentos) pasando por las rencillas territoriales.

Es como si Díaz Yanes hubiera tomado buena nota de todo lo irregular de la muy citada Alatriste para enmendarse, para quitarse esa espina que tenía clavada. Para mí que lo ha conseguido con una película redonda donde el tema principal no es la crítica de la tan manida masacre española en el Nuevo Continente (que también la hay, que no falte), sino un reconocimiento a la labor de aquellos hombres que arriesgaban sus vidas en lo desconocido. ¿De qué madera estaban hechos?, se parecen preguntar Pérez-Reverte y Díaz Yanes. Es verdad que lo hacían por fama y codicia, que lo que les incentivaba era el premio que nombra el titulo del filme, pero al final el resultado era algo más grande que todo el oro del mundo. Era el descubrimiento de nuevas tierras, la apertura de una ruta comercial, en definitiva el progreso de todo el planeta.




lunes, 6 de noviembre de 2017

LES GARDIENNES (Xavier Beauvois, 2017)

Nuestra apuesta para el tercer día, aquí en el festival de cine europeo de Sevilla, fue la nueva película de Xavier Beauvois. Un realizador que se encuandra en ese grupo de cineastas franceses, digamos academicistas (Claude Berri podría ser el paradigma), del que aún recordamos su paso por el certamen andaluz hace siete años. Su película de entonces, De dioses y hombres, fue un regalo para los ojos y guarda cierta relación con la que vamos a comentar ahora.  


Les gardiennes transcurre durante la Primera Guerra Mundial en la campiña francesa: una familia de granjeros cuida sus tierras mientras los dos hijos y el marido de la tercera hermana combaten en el frente. Para ayudar en las tareas del hogar y del campo, la señora de la casa (Nathalie Baye) contrata a una joven huérfana (Iris Bry). Rumores de encuentros sexuales a cargo de la hija con los americanos recién llegados, y relación no deseada entre la joven sirvienta y uno de los herederos, obligarán a la madre a tomar una difícil decisión.

La cinta de Beauvois se podría catalogar como un melodrama de retaguardia con todos los elementos conocidos en este tipo de películas: las noticias con cuentagotas de los que caen en la batalla, las infidelidades de las esposas que aguardan a sus maridos, lo terrible de la guerra y las consecuencias psicológicas de los que vuelven, los embarazos no deseados, etc.


Todo esto se cuenta con el tiempo pausado al que nos tiene acostumbrados el director, dando prioridad a la fotografía de las labores del campo (como ya hiciera en la citada De dioses y hombres) y con el inestimable apoyo de la música de una leyenda: Michel Legrand (ganador de tres Óscar, entre ellos la inolvidable Verano del 42). Pero Les gardiennes es, ante todo, un filme de actrices, todas ellas muy bien retratadas por el realizador e interpretadas por profesionales que van desde la veterana y estupenda Nathalie Baye hasta la debutante y sorprendente Iris Bry.

No obstante lo anterior, a una película se le pide algo más. Es cierto que la historia del cine ha dado buenos largometrajes, por ejemplo bélicos, que apenas disponían de una trama, tan sólo se limitaban a describir la “rutina” del combate de una unidad (ya sea un barco, un escuadrón aéreo o un pelotón). En la cinta que nos atañe casi se hace lo mismo: apenas hay una historia que destaque cuando lo que se cuenta es el relato de lo que sucedía en los hogares mientras una guerra asolaba el mundo. Hasta ahí todo bien, pero han transcurrido años y se han estrenado multitud de películas con el mismo tema.

Es decir, demasiados tópicos, muy bien fotografiados, eso sí, pero tópicos al fin y al cabo.





domingo, 5 de noviembre de 2017

JUPITER'S MOON; WESTERN

Segunda jornada en el festival de cine de Sevilla con resultado desigual en cuanto a las películas visionadas. Dos fueron las cintas, una húngara otra alemana, si atendemos a los directores porque en realidad son coproducciones de varios países, en un principio diferentes entre sí aunque formalmente no lo sean tanto. En efecto, ambos filmes utilizan el mismo recurso: acudir al género comercial ––sólo en apariencia–– para atraer al espectador y que caiga en la “trampa” de tomar conciencia de un problema social.

JUPITER’S MOON (Jupiter holdja, Kornél Mundruczó, 2017)

Hace tres años ya vimos de lo que era capaz de hacer el director húngaro Kornél Mundruczó con una trama de ciencia-ficción en sus manos. White God (2014) sacudió la mente de los espectadores cuando la vieron, en especial de aquellos sensibilizados acerca del maltrato animal. Con Jupiter’s Moon vuelve al mismo género aunque centrado en la vertiente de los superhéroes:



Aryan es un refugiado sirio que intenta entrar en la Unión Europea a través de Serbia. En Hungría es atrapado junto con su padre y otros compatriotas por la policía magyar. Los disparos de un agente en lugar de provocarle la muerte lo convierten en una especie de ángel que puede volar a su voluntad. Un médico del campamento de refugiados se hará cargo de él, pero no para protegerlo sino para explotar sus poderes con fines comerciales.


Como decíamos al principio, el realizador utiliza el pretendido género comercial para abordar una tragedia que en Hungría es especialmente cruda por el comportamiento del gobierno y de los ciudadanos. La idea es buena y consigue funcionar en los primeros compases. La secuencia de arranque es de un verismo atroz, con los inmigrantes huyendo entre los disparos. Enseguida el largometraje da un vuelco, justo cuando Aryan comienza a levitar. A partir de aquí podríamos encuadrar la trama dentro de un realismo mágico más que de ciencia-ficción, porque no nos engañemos, esto no es una película de la Marvel, es una denuncia de un conflicto que nos atañe a todos.

Sin embargo, a medida que avanza el largometraje, la historia se pierde entre misticismos, corrupción, efectos especiales, y otras cuestiones, perdiendo el interés igual que Aryan pierde la gravedad. La metáfora de que el inmigrante sirio sobrevuela en las conciencias de la gente pierde sentido y la cinta comienza a aburrir cuando se convierte en una persecución convencional, eso sí muy bien llevada desde el aspecto técnico.




 WESTERN (Valeska Grisebach, 2017)

Tras once años sin saber de la directora alemana Valeska Grisebach (estaba previsto que acudiera al festival para hablarnos de su película, pero se excusó por problemas de salud) la realizadora presenta esta buena película a la sección Oficial:


Meinhard (Meinhard Neumann, actor sobrio y fibroso, ideal para el papel) es un antiguo legionario, ahora conductor de maquinaria pesada en la construcción de infraestructuras, que junto a sus compañeros trabaja en tierra búlgara. La falta de agua y de grava suspende la actividad de la compañía que se ve obligada a tratar con los ciudadanos del cercano pueblo. Mientras tanto, Meinhard logra integrarse en la comunidad extranjera e incluso se ofrece para ayudarles en su lucha contra el empresario que los explota en una cantera.

Un forastero a caballo, la lucha contra el cacique, una partida de póker… Sí, la estructura, o al menos los elementos del guión, parecen tener que ver con el género norteamericano por excelencia. Hasta el título nos avisa de que esto es así. De nuevo nos encontramos con una argucia, en este caso de la directora nacida en Bremen, para introducirnos en el eterno problema europeo: los odios entre etnias, entre pueblos; las viejas heridas que lejos de cicatrizar se renuevan y se transmiten de generación en generación.


Meinhard es alemán y da la impresión de que ha conseguido congeniar con los búlgaros del pueblo en el que trabaja. Y no es que haya superado la enorme brecha que separa ambos pueblos desde la ocupación germana (y eso que eran aliados en la Segunda Guerra Mundial), sino que parece haberse acercado desde su posición dominante en Europa Central como potencia económica a uno de los países más pobres ––verdadera razón de la enemistad entre pueblos, parece decir la directora––. En cualquier caso, Meinhard se ha ganado su confianza, e incluso le han dejado un caballo…

¿Es todo una ilusión? Desde luego, el resto de compañeros no sienten lo mismo, y el jefe de Meinhard es especialmente beligerante. ¿Los búlgaros lo admiten en su comunidad como él piensa, sobre todo desde que ha establecido una relación sentimental con una mujer del pueblo? El espectador sacará sus propias conclusiones en la resolución de este peculiar “western”, tan realista en la forma como certero en su planteamiento y pesimista en la conclusión.   




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