Hawks, fiel a
otra de sus constantes en la comedia, burlarse del protagonista, no se resiste
en dejar en evidencia al “Duque” cuando es sorprendido por Angie Dickinson
probándose una prenda de lencería (4.31). Aunque no es una situación tan embarazosa
como las que, por ejemplo, tuvo que soportar Cary Grant en La fiera de mi niña o en La novia
era él, sí que es suficientemente incomoda si tenemos en cuenta que ahora
se trata de ridiculizar al actor viril por antonomasia.
La presencia
de Angie Dickinson, importante por lo que tiene de sustento de la parte cómica,
tiene una razón de ser dramática que no hay que olvidar. Aunque Hawks prescinde
del enfrentamiento de los dos protagonistas por culpa de una mujer —tema, insistimos,
recurrente en su filmografía—, sin embargo, la llegada de Feathers en la diligencia
plantea un nuevo conflicto: es una vividora, una jugadora de cartas que podría
reproducir el suceso que provocó que Dude se diera a la bebida. De ahí el recelo del
sheriff ante lo que considera más una amenaza que una ayuda. A pesar de ello,
Feathers, enamorada de Chance, insiste en pertenecer al grupo y llega a
implicarse directamente cuando arroja un objeto a través del cristal para
ayudar al sheriff en su lucha contra los sicarios de Burdette. Una secuencia
que se asemeja a la conclusión de
Solo ante el peligro, cuando Grace Kelly ayuda a Gary Cooper disparando sobre el
villano desde una ventana. Quizás este sea el único punto en común entre dos
películas que, como hemos dicho, son conceptualmente divergentes.