Desde la Sección Oficial del XX
Festival de Cine Europeo de Sevilla ayer pudimos ver Las jaurías, una coproducción marroquí-francesa-belga y
otros países árabes (Qatar, Arabia Saudí), dirigida por Kamal Lazraq, nacido en
Casablanca, la ciudad en la que se desarrolla el filme.
La película arranca de una manera
bastante desagradable —no soporto las secuencias donde se maltratan animales—, con
una pelea ilegal de perros, una escena que tiene consecuencias: el dueño del can perdedor
contrata a dos personas, padre e hijo (interpretados por Abdellatif Masstouri y
Ayoub Elaid, respectivamente, que hacen dos papeles creíbles) para secuestrar a
uno de los jugadores clandestinos. El problema es que, después de secuestrarlo,
el sujeto muere. A partir de ahí, los dos protagonistas tendrán que recorrer la
ciudad para deshacerse del cadáver…
Cinta oscura de realismo sucio, con los
tonos cálidos del ambiente nocturno y sórdido de los bajos fondos de Casablanca,
y con cámara inquieta en mano, que se vuelve violenta cuando se desata la
acción. Ese es el entorno en el que se desarrolla esta especie de road movie
dentro de la ciudad. Un largometraje de cine negro, con dos protagonistas
desesperados en una huida hacia delante, incapaces de hacer desaparecer el
cuerpo de un hombre, que parece regresar de los muertos para hacerles la vida
imposible.
Película que me recuerda a dos
comedias de humor negro, aquella de Ted Kotcheff, Este muerto está muy
vivo (1989), y a esa otra —mucho mejor— de Claude Autant-Lara, La travesía de París (1956), donde Jean Gabin y Bourvil atravesaban la
capital francesa ocupada por los nazis, no con un cadáver, sino con un cargamento de carne fresca de
contrabando. Tanto una como otra tenían como misión arrancar las carcajadas del
público, cosa que dudamos sea el objeto de Las jaurías.
Si bien la cinta de Lazraq puede que
en algún momento muy concreto provoque la sonrisa del público, enseguida pasa a
su lado más oscuro, al de la tensión. Una cinta que nos dice que las jaurías del
título no se refieren precisamente a los perros, sino a sus dueños. Algo que ya
intuíamos cuando el ser humano es el peor animal que existe en la Tierra.
Hola Ethan!
ResponderEliminarMe tiene muy buena pinta. En cuanto a ese detalle a la hora de filmar, ahora ya lo voy llevando un poco mejor pero al principio me ponía de los nervios ese estilo de rodar en plan "reportero a la carrera", en todo caso me sigo quedando con la maravillosa quietud del modo clásico a la hora de filmar.
Saludos!
Yo, en general, también prefiero la cámara menos invasiva. De todas formas a esta película en concreto le viene bien esa intranquilidad a la hora de rodar, y ese realismo a modo de documental.
EliminarSaludos.
Son tremendas esas secuencias de peleas de perros ilegales, es que cuando lo has escrito, me ha venido a la cabeza lo que me impactaron las de Amores perros de Iñárritu.
ResponderEliminarLa verdad es que hay películas que me entristecen muchísimo por el papel tan tremendo y por la importancia que tienen en la historia los perros y el trato que se les dispensa. Es impactante la primera secuencia de Redención (Tyrannosaur) o lo que le pasa al final a un perro inteligente en una película brasileña como es Vidas secas de Nelson Pereira Dos Santos.
Beso
Hildy
Pues sí, la verdad es que me resultan muy duras esas secuencias. En las películas aseguran que no maltratan a los animales, pero a veces es difícil creerlo. ¿Cómo lo harán para que parezca tan verídico?
EliminarAbrazos.
Una vez más se demuestra que la condición humana es mucho más innoble que la animal. La cinta parece atractiva en ese entorno de los bajos fondos y del cine negro.
ResponderEliminarEspero que sea estrenada de manera comercial.
Abrazos.
Ayer me enteré que no había competición ni premios en el festival. Los premios suelen ser una buena promoción para la posterior distribución, sin ellos lo tendrán aún más difícil estas películas independientes.
EliminarAbrazos.