Ensayo de orquesta (Prova d’orchestra, 1979)
A finales de los setenta, el director Federico Fellini, en opinión de público y crítica de la época, entró en un profundo bache donde se le tachaba de redundante, de repetir una y otra vez sus obsesiones particulares, de rodar con un manierismo excesivo dando rienda suelta a una libre interpretación onírica y hasta delirante de lo que entendía como cine.
En esta situación, y justo antes de realizar una de sus obras maestras (Y la nave va, 1983), Fellini filmó dos películas que son de las más desconocidas de su carrera, pero que encierran no pocos aciertos, y que vistas hoy en día, con la suficiente perspectiva, son un ejemplo más del personal estilo creativo del maestro italiano.
En Ensayo de orquesta, la primera de ellas, la orquesta del título se reúne en una antigua capilla medieval para trabajar. La llegada de los músicos y la opinión de cada uno de ellos acerca de la importancia de sus respectivos instrumentos, son grabadas por la televisión. Después de un primer ensayo, el director de la orquesta hace un receso para descansar. Entonces, los músicos más jóvenes inician una rebelión en contra del líder, algo que no secundan los mayores. Todo se descontrola mientras que el director, que no entiende los nuevos tiempos, añora épocas más felices.
La cinta arranca como un falso documental, algo nada nuevo en la obra de Fellini (véanse Los clowns o Entrevista, por poner solo dos ejemplos), pero poco a poco se va convirtiendo en una alegoría de la situación política en Italia. La revuelta de los músicos es tan caótica como las sucesivas idas y venidas de los diferentes gobiernos transalpinos.
En la película, llega un momento en el que el teórico orden se vuelve del revés ––incluso se llegan a producir víctimas–– a pesar de la resistencia del director, y de las opiniones del veterano conserje. Está claro que ambos pertenecen al viejo régimen, el mismo que intenta volver a poner las cosas en su sitio…
En la película, llega un momento en el que el teórico orden se vuelve del revés ––incluso se llegan a producir víctimas–– a pesar de la resistencia del director, y de las opiniones del veterano conserje. Está claro que ambos pertenecen al viejo régimen, el mismo que intenta volver a poner las cosas en su sitio…
La ciudad de las mujeres (La città delle donne, 1980)
El siguiente largometraje del realizador italiano tiene también cierta estructura documental, pero enseguida se introduce en el particular mundo del cineasta hasta convertirse en casi un remake de su obra magna, Fellini ocho y medio.
La trama arranca de la misma forma que “Alicia en el país de las maravillas”, con Marcello Mastroianni ––actor fetiche de Fellini y alter ego del director––, persiguiendo por el campo a una mujer que se ha bajado del tren donde ambos viajaban. La enigmática joven se pierde entre la espesura del bosque y Marcello llega a una ciudad donde solo viven mujeres. El filme entonces se adentra en lo que parece una reivindicación feminista en toda regla. Las mujeres ignoran a Marcello y se suceden toda clase de cuadros feministas exagerados donde ellas se reivindican frente al hombre en cada una de las facetas de la vida. Precisamente, el representante masculino que vive en la singular población es un macho caricaturizado al máximo. Digamos que ese es el tope al que llega Fellini en su crítica al machismo, a partir de aquí la trama va transformándose paulatinamente desde esa denuncia hasta los recuerdos de Marcello. Así, el protagonista repasa las mujeres que ha conocido a lo largo de su existencia: su madre, la criada, sus amantes, etc., todas las que han pasado por su vida y han dejado huella.
Es decir, a medida que avanza el metraje, el mensaje igualitario va perdiendo fuerza en favor de la visión personal que Fellini tiene de las mujeres. Un engaño del director hacia el público femenino (alguna seguro que no se lo habrá perdonado) con secuencias y escenas calcadas de previos proyectos (la llegada nocturna del avión con luces de colores es tan espectacular como la del trasatlántico en Amarcord; no falta el circo ni las atracciones de feria; ni los decorados tan evidentes como ese mar de plástico que pronto utilizará en Y la nave va) donde Ocho y medio es la referencia que se lleva la palma.
En efecto, la cinta evoca aquella tan genial solo que ahora Fellini rueda en color y utiliza actrices menos conocidas que las Anouk Aimée o Giulietta Masina. Lo mejor de La ciudad de las mujeres es la montaña rusa del final, en la que Marcello va recorriendo escenas de su propia vida, de una mujer a otra, subiendo y bajando por la atracción de feria, que no es otra cosa que una metáfora de los altibajos de la existencia del protagonista.
Como se ha dicho, muchos le reprocharon esa repetición constante de ideas, y el barroquismo con el que las exponía. Fellini se dio cuenta de la situación y quiso enmendarse con su siguiente filme: una historia que en un principio narraba el comienzo de la Primera Guerra Mundial, en blanco y negro, y también con formato de falso documental. No obstante, lo que iba a ser un filme rupturista en cuanto a forma y fondo se transformó en una de sus mejores cintas donde no solo no traicionó a su estilo, sino que acaso lo mejoró. Hablamos, por supuesto, de Y la nave va…
Federico Fellini fue un artista inmenso, inabarcable. No fue un simple tipo que realizaba películas. Con él se fue un mundo propio y fantástico. En fin, que en un simple comentario es imposible decir lo que fue y lo que siento por él, amigo Ethan. Eso sí, se menosprecia al último gigante del arte moderno. Y es casi lógico que se menosprecie sobre todo el último periodo de su gran obra, en el que su imaginación y la lucidez de su mirada han llegado más lejos. En “Prova d’ orchestra”: de orquesta”: el círculo vicioso de la voluntad del poder vacía de sentido. En “Casanova”: la visión de una sexualidad liberada, desencantada, exhibida, llevada a sus límites grotescos. “La ciudad de las mujeres”: la voluntad de poder absurdamente encarnada en la autoexaltación de un solo sexo. “E la nave va”: el gran adiós del buque europeo que parte hacia la nada entre arias de ópera.
ResponderEliminarVolviendo a “Prova d’ orchestra” es un apólogo o emblema del vacío invadido por ruidos e interferencias que impiden oír y ver nada, y por tanto crear algo artístico que lo colme: la música como obra artística nos salva de ese vacío, si atendemos y seguimos las notas. Pero para oír las voces interiores, los sonidos del espíritu, hace falta amor por el trabajo, calma y silencio, aunque estemos perdidos en medio de una nube de polvo y cascotes tras el derrumbe de los fundamentos, certezas y valores de otro tiempo, pues, a la postre, todo lo sólido se desvanece en el aire.
“La ciudad de las mujeres” se me antoja que Marcello, después de terminar el aquella playa de rodillas sin poder oír a la chica pura junto al monstruo de “La dolce vita”, lo seguimos después en “Otto e mezzo” y acaba en este laberinto que es “La ciudad de las mujeres. Las risas sobre el nombre Marcello son la marca que caracteriza desde el comienzo el recorrido de nuestro personaje por la pesadilla, la proyección de un temor subjetivo de Marcello-Snaporaz: el de no seducir y a las mujeres sino de provocar risas castradoras. Una vez más este personaje encarnado en Mastroianni, egoísta, perplejo, irritado, deambula por un harén, pero no por aquel que él mismo soñó un día en blanco y negro como prolongación de las felicidades de su infancia.
¡Qué grande es Fellini!
Un fuerte abrazo.
Sí señor, grande. Recuperamos estas dos películas fantásticas (en todos los sentidos) y nos regalas un resumen perfecto de ellas, complemetario de lujo a la entrada. Prometo que tarde o temprano volveré sobre la obra de Fellini. Un pajarito me dice que la entrada versará sobre "Y la nave va...", una de mis preferidas de siempre del maestro italiano.
EliminarAbrazos!!!
Ethan, por fin no quedo debiendo por no estar a la altura de las circunstancias.
ResponderEliminarEstas las vi, como (casi) todo lo de Fellini.
Ensayo de orquesta me gusta mucho más, cambia el estilo desde un documental sobre el ensayo hacia ese desarrollo surrealista final... es libertad me dejó pasmado en su momento.
Además me gusta cómo va presentándose los instrumentos y la música, esa música tan presente en toda su obra
Mucho más que estas dos cintas es, a mi gusto "Y la nave va?" donde la música también tiene su momento. Esa escena de la cocina o la caldera del barco, y también la escena final de "Las noches de Cabiria", están entre mis preferidas de Fellini, sin lugar a dudas.
https://frodorock.blogspot.com/2013/03/los-carnavales-nostalgicos-de-fellini.html
Un gusto haber leído esta entrada y poder refrescar en especial "La ciudad de mujeres" que la tengo medio olvidada, borrosa. No vendría mal un repaso.
Abrazo!
Creo que ya lo he dicho (unas cuantas veces jajaja), "Y la nave na" es una de mis debilidades, así que coincidimos. Las noches de Cabiria es otra de sus obras maestras con una impagable Giulietta Masina al frente del reparto, una Charlot en femenino entrañable. También "La strada", "Los inútiles" "Amarcord"... son tantas (La dolce vita, claro, Ocho y medio, ufff) y tan buenas. En fin, volveremos sobre el tema. No es la primera vez que hablamos de Fellini por aquí.
EliminarAbrazos
Hola Ethan!
ResponderEliminarUltimamente veo bastante cine italiano, trato sobre todo (a veces es complicado dar con ellas) de recuperar clasicos y especialmente cantidad de peliculas que por circunstancias me han quedado sin ver. No hace mucho precisamente le recomendaba a un amigo que se viese "Amarcord", una de esas sugerencias que implican riesgo, no te imaginas las quejas posteriores...jeje
A riesgo de sonar cursi o pedante, cada vez que me pongo con alguna de sus peliculas es como un viaje en el tiempo, un tiempo que para bien o para mal nunca volvera.
Siempre interesantes tus entradas.
Saludos!
Amarcord es eso precisamente: un viaje en el tiempo, concretamente a la infancia del director. El mérito de esa maravillosa película es cómo Fellini lograr reflejar en la gran pantalla sus propios sentimientos acerca de su infancia y juventud, incluyendo las exageraciones del que recuerda hechos concretos del pasado, los puntos de vista distorsionados por el tiempo y las idealizadas situaciones que vivió el realizador.
EliminarSaludos!!
Sean mejores o peores sus películas, siempre es un placer ver a Fellini. Como alguien ya ha comentado, no era solo un tipo que hacía películas.
ResponderEliminarEra un creador, con todo lo que eso significa. Con respecto a sus películas, tengo que reconocer que hay algunas dificiles de ver por su barroquismo excesivo. Lo que nunca se le podrá reprochar al director es su singular personalidad, su sello inconfundible, el de un AUTOR, así, con mayúsculas.
EliminarTengo con Fellini una gran asignatura pendiente. Revisar sus grandes obras maestras y estas otras que me son desconocidas. Curioso guión esa historia de mujeres, parece que esa relación con ellas le traía de cabeza al maestro italiano. ;)
ResponderEliminarUn abrazo
Eso parece, en muchas de sus películas (y cortos, como aquel de Bocaccio 70 con la gigantesca Anita Ekberg, un segmento de la cinta dedicada a las mujeres) son el centro de atención, las que se han nombrado aquí (ocho y medio, La ciudad de las mujeres) y las protagoizadas por su esposa Giulietta Masina, con especial atención a Giulietta de los espíritus (hablamos de ella en: http://elblogdeethan.blogspot.com/2010/04/cine-en-dvd-giulietta-de-los-espiritus.html)
EliminarAbrazos.
Me quedo con el Fellini de "Ocho y medio" y "Roma" Estas dos obras me parecen un bache en su filmografía, un intento forzado de adaptarse a los nuevos tiempos. Parecía que la crítica y el público le habían dado la espalda cuando realizó "E la nave va", una obra maestra. "Entrevista" fue un caso aparte, un testamento con mucha improvisación. La última "La voz de la Luna" para mí es como "Casanova", más fascinante que buena película.
ResponderEliminarSaludos!
Borgo.
En efecto, es lo que comentaba al comienzo del post, el bache en el que supuestamente incurrió Fellini antes de "Y la nave va..."
EliminarTambién me gustó más "Entrevista" que la protagonizada por Roberto Benigni.
Saludos!
A mí, "Ensayo de orquesta" me parece un film muy lúcido. "La ciudad de las mujeres" es más opinable; tiene buenos momentos (algunos ya entrevistos en anteriores títulos más o menos autobiográficos) pero a ratos es redundante, incluso un tanto burda. Y dudo que las feministas pudieran apreciar el retrato que de las mismas hace el director.
ResponderEliminarQue conste que sigo teniendo a Fellini por uno de los grandes de la historia del cine.
Saludos.
Hola Ricard!! No puedo estar más de acuerdo contigo. Yo también prefiero "Ensayo de orquesta", es más original, mientras que "La ciudad de las mujeres" es una vuelta de tuerca más al tema recurrente que Fellini trata en varias de sus películas, en especial "8 1/2". Lo del falso feminismo ya lo he apuntado en el post: yo tampoco creo que las feministas se quedaran muy contentas con la película.
EliminarSaludos.
¿Algún link donde se puedan ver las películas? please n.n
ResponderEliminarAhora mismo no tengo ni idea de dónde se pueden ver en internet, pero sí te puedo decir que las dos películas han sido editadas en DVD, y las puedes pedir, por ejemplo, a AMAZON.
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