Primero,
recreó el domingo sangriento de Londonderry en el invierno de 1972, donde murieron
14 manifestantes (casi todo menores de edad) a manos de los paracaidistas del
ejército británico; después, dio su versión de lo acaecido en el avión que se
estrelló en Pensilvania durante los atentados del 11S; y, finalmente, se
embarcó para adaptar a la gran pantalla el relato del capitán Richard Phillips
acerca del secuestro del primer buque norteamericano asaltado por los piratas en
más de doscientos años.
Lo
original de la última propuesta de Greengrass radica en que el director sitúa
al líder de los piratas a la misma altura que el capitán. En el arranque,
Greengrass explica las causas por las que decide dedicarse a la piratería (pescador
en paro, miseria, ansia de dinero y prestigio local). Son motivaciones que no
llega a comprender Phillips (Tom Hanks), que intenta ganarse la simpatía del
somalí tratándole como a un colega: de pescador a marino mercante. Los dos
personajes, con sus diferentes puntos de vista, parten desde mundos opuestos y
se unen, primero a distancia, cuando se miran a través de los prismáticos durante
su particular batalla naval; y después, cara a cara, en el puente de mando del
“Maersk Alabama”.
Para
lograr el máximo realismo en dicha secuencia, el director utilizó un recurso
que ya le había dado buen resultado en United 93. En aquella ocasión, el
realizador inglés ordenó que los actores que hacían de pasajeros, y los que
interpretaban a los terroristas, se abstuvieran de hacer vida en común mientras
durase el rodaje. Ambos grupos vivían en hoteles separados, comían en distintos
restaurantes y sólo se veían en el plató, todo con tal de reflejar la mayor
tensión posible a la hora de rodar. En Capitán Phillips fue más allá, la
primera vez que Tom Hanks vio a Barkhad Abdi (Muse, el líder de los piratas) y
a los otros tres actores somalíes fue cuando entraban a punta de ametralladora
en el puente.
Dos
secuestros, uno en el aire, otro en el mar, con la inminencia de la muerte en
el rostro de los protagonistas —secuestrados y secuestradores—, con la misma
música, y con el realismo como denominador común. En parte gracias al inquieto
objetivo de Greengrass, característico de su forma de rodar. Ideal para
transmitir la angustia de los personajes que ven como disparan a sus compañeros
indefensos en Bloody Sunday; que caen en picado en United 93; o se mueren de
sed dentro del bote salvavidas de Capitán Phillips, agobiados por el
calor y por el temor a la acción armada de la Navy.
Con
dicha técnica, las películas de Greengrass, hasta las más comerciales, son de
un verismo tal que el espectador llega a olvidar que lo que está viendo es
ficción. Los antecedentes de documentalista favorecen su estilo moderno
hiperrealista, más cercano a lo que se hace en Europa que al convencional de
Hollywood. Incluso dentro de Capitán Phillips esa dualidad
ficción-realidad se hace visible cuando reúne en la película a una estrella
consagrada (Tom Hanks) con actores africanos que debutan en la gran pantalla
—Barkhad y sus tres compañeros son verdaderos somalíes que fueron seleccionados
en un casting de más de 700 personas realizado en Minneapolis, ciudad donde el
asentamiento de dicha etnia es más numeroso—, o que ni siquiera son de la
profesión, como por ejemplo la dotación del destructor de la Navy “Bainbridge”.
Nombre,
el del destructor, totalmente intencionado ya que se trata del conocido héroe
americano que participó en las guerras contra los piratas berberiscos a
primeros del siglo XIX. Es curioso ver como la piratería de hace doscientos
años no es tan diferente a la actual. En aquella época las plazas de Marruecos,
Argel, Túnez y Trípoli (los llamados berberiscos) exigían grandes sumas de
dinero a los barcos que navegaban por el Mediterráneo bajo la amenaza de
hundimiento y saqueo si no pagaban. Fue el presidente Thomas Jefferson el que
se negó a pagar a los piratas y el que ordenó combatirlos hasta acabar con
ellos en 1815.
En la actualidad, la operación Atalanta de
la Unión Europea, en la que participan aviones de patrulla marítima y barcos
españoles desde 2009, ha conseguido reducir a cero los ataques de piratas a los
barcos que navegan en aguas próximas a Somalia. Mientras escribo estas líneas, el
buque de acción marítima “Meteoro” patrulla esa peligrosa zona para seguir
dejando nuestro pabellón igual de alto que siempre.
Ver ficha de Capitán Phillips.
El post es un extracto corregido para la ocasión del capítulo dedicado a Capitán Phillips en mi libro: CINE Y NAVEGACIÓN. Los 7 mares en 70 películas
Que tal Ethan!
ResponderEliminarNo he visto Bloody Sunday pero me la anoto. En cuanto a United 93, recuerdo salir del cine con mal cuerpo, pase momentos en los que senti angustia, desde luego que ese realismo te revueve las entrañas. Me parecio magnifica a pesar de las sensaciones que me provoco.
Capitán Phillips es otra muestra del saber hacer de Greengrass, desconocia por completo esos detalles del rodaje de ambas peliculas, me resultan tremendamente interesantes y desde luego bastante efectivos.
Estupendo el post como de costumbre, saludos!
Greengras es un director personal que tiene el realismo como bandera. Incluso en la serie comercial sobre el agente Bourne se aprecia el estilo del realizador.
EliminarSaludos.
Hola Ethan!
ResponderEliminarNo vi Bloody Sunday, si United 93 que me gustó mucho. Y vi las de Bourne (aunque no todas)
¿Veo primero Boody Sunday y después esta? ¿o da igual?
Abrazo!
Creo que es indiferente verlas en uno u otro orden; el caso es no perdérselas.
EliminarAbrazos.
Aunque creo que Hanks acapara demasiado metraje me gustó la película con un climax muy tenso y logrado. Curioso lo de separar a los actores. En sus memorias Charlton Heston contaba que en "El planeta de los simios" separaban en el comedor y en el set a los actores-gorilas de los actores-chimpancé, aquí no tengo claro el porqué.
ResponderEliminarSaludos!
Borgo.
En United 93 los separaron para que esa hostilidad entre pasajeros y terroristas fuera algo más real. En Capitán Phillips no los separaron, simplemente no se vieron hasta la escena en la que Tom Hanks ve a los terroristas por primera vez, el objetivo era el mismo: reflejar esa tensión en un rodaje lo más realista posible.
EliminarSaludos
Una historia apasionante llevada al cine con mucho oficio. Tom Hanks no defrauda. Los detalles del rodaje indican que se lo toman muy en serio... desde el director al último de los protagonistas. Te lo crees y sufres con ellos.
ResponderEliminarUn abrazo
Es verdad, un rodaje con el sello realista de la mayoría de las películas de Greengrass.
EliminarAbrazos.