En la mitad del recorrido del festival de cine europeo de
Sevilla, hemos asistido a un nuevo proyecto de la peculiar directora austriaca
Jessica Hausner. La realizadora prueba suerte de nuevo en la Sección Oficial después
de haber ganado el Giraldillo de Oro en 2009 con Lourdes.
Con Little Joe, la realizadora abunda en la línea aséptica en la forma y en el interés por lo fantástico y lo místico en la
temática. Ambos elementos ya vistos en Lourdes,
aunque su nuevo filme sea algo diferente: Alice (Emily Beechan, a la sazón
flamante ganadora del premio a mejor actriz en Cannes) es una científica que
gracias a la biotecnología y a la Ingeniería Genética acaba de crear una planta
revolucionaria a la que le ha puesto el nombre de su hijo: Joe. En teoría, el
aroma de la flor de dicho vegetal genera felicidad a todo aquel que lo aspira.
Sin embargo, algo parece haber fallado cuando el cambio que se experimenta al
oler la fragancia es tan radical que nadie parece ser la misma persona.
A partir de aquí la trama evoluciona hacia un remedo de La invasión de los ladrones de cuerpos (Invasion of the
Body Snatchers, Don Siegel, 1956), pero con humor desdramatizado, si es que se puede decir así, tal es el
estilo frío, congelado, de Jessica Hausner. El espectador ––y un servidor–– se
pregunta cuál es el mensaje que nos quiere transmitir la directora, cuál es la
metáfora, si es que la hay. En la cinta de Siegel estaba claro que los
alienígenas eran trasuntos de los soviéticos en plena Guerra Fría; en la de
Hausner mucho nos tememos que la comedura de coco tiene que ver con las
nuevas tecnologías.
Little Joe es, por tanto, una película que
podría pertenecer a la ciencia-ficción, pero también a la nueva línea de cintas
europeas que navegan entre el surrealismo y la comedia. Obras como las del
griego Yorgos Lanthimos, por ejemplo. De hecho, Ben Whisham, el actor que le da
la réplica a Emily Beechan en Little Joe, formó parte del elenco
de Langosta
(Lobster, 2015), uno de los largometrajes más locos y mejores de
Lanthimos, cineasta también asiduo al certamen sevillano.
Lanthimos, Hausner (¿incluimos a Ruben Ostlund?), generación de directores que quieren
explicar los males de la sociedad actual, el contexto tecnológico y el político
con guiones originales que rozan el absurdo. Son historias narradas desde una austeridad muy estudiada y desde el minimalismo más radical en la puesta en escena para darle todo el protagonismo a la imagen. Y, sobre todo, con
bastante humor, pero con el suficiente dramatismo para que la crítica no caiga
en saco roto y nos haga, sonreír sí, pero también pensar.
INQUIETANTE
ResponderEliminarSí, por momentos parece más una película de terror.
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