miércoles, 21 de diciembre de 2011

¡FELIZ NAVIDAD! ¡FELIZ AÑO ÑUEVO! Y... "GARRY OWEN"

Como de costumbre nos apoyamos en una secuencia de LA PELÍCULA (ya sabéis cuál) para despedirnos por motivos vacacionales. Mientras Max Steiner y su versión de "Garry Owen" suenan en la escena invernal, propia de estas fechas, os deseamos muchas felicidades y lo mejor para el año que viene. Y cine, siempre cine.


sábado, 17 de diciembre de 2011

CINE Y TAPAS: ASESINATO EN EL COMITÉ CENTRAL (Vicente Aranda, 1982)

Volvemos a nuestra sección gastronómica para fijarnos en una película de nuestro admirado Vicente Aranda (tan discutido por la crítica, a veces con razón), que tiene mucho que ver con nuestra afición por la comida; por la buena se entiende.


La cinta de Aranda pertenece a su ciclo (aún no acabado, espero) de adaptaciones literarias de autores españoles contemporáneos. A Juan Marsé, Andreu Martín, Antonio Gala y Luís Martín Santos, entre otros, se les une Manuel Vázquez Montalbán con una versión de Aranda de su novela homónima perteneciente a la serie del detective Pepe Carvalho.

Carvalho es contratado por el partido comunista para investigar el asesinato de su máximo dirigente, Fernando Garrido (claramente el alter ego de Carrillo) ocurrido durante una reunión del Comité Central. El partido elige al detective privado porque el gobierno ha nombrado al inspector Fonseca, un antiguo represor del franquismo, del que no se fían. Para resolver el caso, Carvalho tiene que abandonar su querida Barcelona y trasladarse a Madrid. Allí, una militante del partido, Carmela, le acompañará y presentará a los miembros del PC y le ayudará en sus pesquisas. La interesante trama se complica cuando Carvalho averigua que el asesino se encuentra entre los más de cien asistentes al comité, y que la precisión con la que el criminal mató al secretario general no cuadra con un hecho: la habitación estaba a oscuras cuando se produjo el asesinato.


Aranda hace una versión menos sutil que la de la novela (explica demasiadas cosas que en el libro se dejan para el análisis del lector) y la dirige con excesiva frialdad. Quizás la culpa la tenga un poco inspirado Patxi Andión, en el papel del famoso detective, al que le acompaña —ya se puede decir— la actriz fetiche de Aranda, Victoria Abril. Conrado San Martín (actor veterano, que ya participara en buenas películas del género policíaco en los años cincuenta) les da la réplica a ambos encarnado a Santos, el dirigente del partido que contrata a Carvalho.

Los diálogos de Aranda son muy fieles a los que Montalbán escribió, pero mientras en la novela funcionan estupendamente, aquí resultan, digamos, tan literarios o artificiales que terminan restándole naturalidad a la película.

Las referencias gastronómicas, escasas en la película, son abundantes en el libro; tanto que por momentos la obra se parece más a un recetario de cocina que a una novela negra. Los Callos a la Madrileña son la estrella de las andanzas de Carvalho por los restaurantes y tascas de la capital, donde otras viandas pertenecientes al sabroso mundo de la casquería —lo que nos gustan todas esas “porquerías”— tampoco salen mal paradas. Aranda, no obstante, se rinde a la afición culinaria de Montalbán y filma a Carvalho cocinando un sabroso menú con Tripa, Capipota con Guisantes y Atún Mechado.

Una adaptación no muy conseguida es lo que nos parece Asesinato en el Comité Central, pero no deja de ser un filme entretenido. Aranda aún tendría que realizar Fanny Pelopaja (1984), para comenzar a brillar con sus thrillers, y le faltaba todavía un trecho muy largo para firmar esa maravilla que es Amantes (1991). Pero eso es otra historia.


Ver Ficha de Asesinato en el Comité Central.


Y ahora las tapas:

Taberna La Tata ( Calle Avión Cuatro Vientos, 15 y Avda. Ramón Carande, 19, Sevilla)


Si tienes que darnos un recado —a ser posible que no se refiera al cobro de alguna deuda— nos puedes encontrar en el cine, en la fila diez, columna central, pasillo de la izquierda, o en la taberna La Tata, tanto en su local de siempre, en la calle del Avión Cuatro Vientos, como en el nuevo de Ramón Carande.

Allí nos verás disfrutando de su extensa carta de tapas y raciones. Puede que nos sorprendas degustando sus Hamburguesas de Cola de Toro o saboreando las Croquetas de Setas. Es fácil pillarnos con el Solomillo al Whisky o con las Mollejas con crema de Boletus y aceite de Pistacho. Lo que es seguro es que nos verás con una copa de Dinastía Vivanco (de los pocos sitios donde sirven este excelente vino de Rioja en Sevilla; lo hemos visto en el Norte, pero por aquí se prodigan poco los distribuidores).

Si te acercas con buen tiempo puede que nos encuentres en la terraza que han abierto en Ramón Carande. Como es autoservicio te recomiendo que te coloques cerca de la ventanilla: las tapas llegarán antes y podrás oír cuando estén listas para recogerlas. Eso sí, para cenar hay que llegar a las nueve como muy tarde, de lo contrario te quedarás sin mesa.

Lo dicho, nos vemos en La Tata.





martes, 13 de diciembre de 2011

PUENTES Y SOMBRAS: Génesis de una novela negra (II)

Por aquel tiempo yo pasaba de la novela; pero ella no pasaba de mí. No me daba cuenta de que ya había creado los personajes principales. Sabía su historia, “la biblia”, desde su nacimiento hasta el momento en el que empezaba la novela. Fue de las pocas cosas que tenía desarrolladas antes de abandonar la escritura del libro y ponerme con el Festival de Cine. También había decidido el entorno y la época: iba a ser una novela actual que se desarrollaría en Sevilla. Esos dos factores, personajes y entorno, no me dejaban tranquilo. Recuerdo que caminaba por el centro, o por mi barrio, y me imaginaba a los personajes de la novela paseando por allí. Pensaba en ellos, leía párrafos aún no escritos con ellos como protagonistas. No, la novela no pasaba de mí.
Terminó el festival y ni me lo planteé: volví corriendo a retomar la novela, realmente a escribirla desde el principio. Revisé lo que había hecho y salvé sólo la estructura, el esqueleto de la historia. Y comencé —por segunda vez— a escribir. Primer capítulo. Segundo capítulo, Tercero,… Me planté en enero con los tres primeros capítulos y el inicio del cuarto. La cosa iba bien, pero estaba sucediendo algo muy curioso. Como dije en la entrada anterior, tenía muy clara la historia que quería contar, digamos la trama principal, como si fuera una película, pero lo que estaba todavía por concretar eran las subtramas o historias secundarias. Aquellas protagonizadas por personajes de segundo o tercer nivel, algunos carentes totalmente de importancia, que ni siquiera estaban perfilados, que simplemente eran una ayuda para el desarrollo dramático de la historia. Esas subtramas tenía previsto ir escribiéndolas sobre la marcha a medida que la trama principal fuera tirando de ellas, sin necesidad de hacer un planeamiento específico ni un estudio previo demasiado exhaustivo. Poco a poco fueron tomando forma. Y algunas crecieron tanto que sus personajes se subieron al primer nivel. Y hasta se convirtieron en protagonistas de la historia central.

Había leído algo sobre el proceso de creación y sobre este fenómeno, que se suele dar con cierta frecuencia, pero quisiera pararme un poco a explicar lo que para mí fue toda una sorpresa.
En mi caso, viéndolo ahora con cierta perspectiva, era como si la novela se estuviera escribiendo sola, y los personajes se hubieran rebelado contra el autor para organizarse entre ellos y proponer una jerarquía final sensiblemente diferente a la que yo había previsto. Alguno fue tan lejos que, insisto, se erigió en el verdadero protagonista relegando a un segundo término a los que yo tenía nombrados para llevar el peso de la historia. Esta especie de revuelta me cogió de improviso. Al principio, quise resistirme a ella y atenerme a lo planeado, pero cuando lo hacía las palabras dejaban de brotar con soltura y lo escrito quedaba demasiado artificial, encorsetado, falto de libertad. Realmente estaba muy incomodo trabajando de esa forma, así que no tuve más remedio que dejar que la escritura fluyera por sí sola. Que el libro tomara sus decisiones y que la historia se fuera configurando como ella quisiera.

Y así lo hice. Y llegué a la mitad de la obra a comienzos de marzo de este año. Había escrito la primera parte de la novela y me parecía increíble. A pesar de que a esas alturas ya tenía muy claro todo lo que venía a continuación quise hacer un alto en el camino y enseñarle a alguien todas esas páginas, alrededor de doscientas cincuenta hojas. Una persona muy cercana a mí leyó esa primera mitad del manuscrito y le gustó; respiré, descrucé los dedos y decidí seguir.

La segunda parte salió mucho más rápido que la primera por varias razones: porque la acción se precipitaba, la historia tenía más ritmo y requería capítulos menos extensos; y porque yo había adquirido cierta costumbre y tenía mi propio método de trabajo. Por fin escribía con cierta seguridad dentro de mi evidente torpeza como primerizo. El caso es que en mayo tenía listo el primer borrador del libro completo, con sus dos partes acabadas. Había tardado ocho meses en escribir mi primera novela desde que en octubre comenzara a planificar la historia. No me lo podía creer, pero era cierto: allí tenía toda esa cantidad de folios, 416 páginas.

Descansé, le puse un título, “Puentes y Sombras”, y me pregunté: “¿Y ahora qué hago con la novela?”

Continua en Génesis de una novela negra III

Cómo conseguir el libro.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

CINE FÓRUM: CORAZÓN DE HIELO (Kiss Tomorrow Goodbye de Gordon Douglas, 1950)

Por segunda vez, acudimos al cine negro para retomar nuestra sección más analítica, la de cine fórum (la primera fue con ocasión de Historia de un Detective de Dmytryk, ¿recuerdan?). La película a comentar hoy es una cinta de Gordon Douglas que, en nuestra opinión, dio sus mejores trabajos precisamente para este género (nos acordamos de la trilogía de filmes policíacos protagonizadas por Frank Sinatra, aunque Corazón de Hielo nos sigue pareciendo su mejor obra con diferencia) y para el western, con algún que otro éxito en la ciencia ficción y en la comedia.
Kiss Tomorrow Goodbye es un filme singular dentro del ciclo negro. Y lo es a pesar del protagonista (James Cagney, el típico gángster) y del clasicismo del arranque: un flashback que nos transporta desde un juicio hasta la cárcel. Allí, el peligroso delincuente Ralph Cotter se fuga del campo de trabajos de la prisión gracias a la hermana de otro convicto. La joven no sabe que Cotter no ha dudado en asesinar a sangre fría a su hermano con tal de facilitar la huida. Un comienzo tan efectivo —la secuencia de la fuga tiene un ritmo maravillosamente endiablado— como repetido en varias de las mejores tramas oscuras. Aquí sirve para dar el pistoletazo de salida a la historia basada en la novela de Horace McCoy que se centra en este gángster sin escrúpulos.

Sin duda lo mejor de la película es la descripción del carácter de Cotter (Cagney). Douglas lo presenta como un tipo frío que actúa de forma independiente, aunque siempre procura compañía femenina. Y es que Cotter tiene éxito con las mujeres gracias a su particular encanto basado en un carácter violento. Esta especie de atracción masoquista está muy bien retratada gracias a la experimentada interpretación de Cagney.


Cuando el actor rueda el largometraje se encuentra en su tercera etapa como profesional. Después de una primera fase (años treinta) donde se encasilló en papeles parecidos a éste, y de una segunda (la década de los cuarenta) donde hizo todo lo contrario, arranca este período con Raoul Walsh y la excelente Al Rojo Vivo (White Heat, 1949), justo la película anterior a la que estamos comentando. En ambas, Cagney vuelve a su registro más famoso: el de delincuente psicópata y manipulador que parece encarnar al mismísimo diablo.

Para acompañar a James Cagney en su anárquico deambular, Douglas se vale de unos personajes secundarios donde no se salva nadie, donde todos parecen condenados. Algunos a causa del contacto con el protagonista; otros ya lo estaban antes: policías y abogados corruptos, delincuentes de poca monta, charlatanes al frente de sectas que se dedican a estafar ancianos, y niñas de papá caprichosas y extravagantes. En definitiva, una sociedad putrefacta que parece que estaba esperando a Cotter para su total descomposición.


La secuencia que vamos a analizar corresponde al ecuador de la cinta. Cotter se acerca al taller que regenta un confidente de la policía con la intención de tenderle una trampa a un inspector corrupto. Para ello, Cagney le enseñará un fajo de billetes al mecánico:



La secuencia que hemos visto dura dos minutos y medio y se desarrolla entre un fundido encadenado y un fundido a negro. La primera parte la rueda Douglas en un plano general, con el mecánico en primer término y Cagney en segundo. El confidente se da cuenta de la presencia del gángster y, entonces, arranca la música inquietante de Carmen Dragon que ya no abandonará a la acción en toda la secuencia.

Cuando ambos personajes se encuentran, Douglas pasa al plano medio, al plano contra plano y al plano en escorzo para iniciar un dialogo entre los dos. La conversación centra esta segunda parte de la secuencia donde destaca la diferente postura de ambos: el dueño del taller apoyado en la pared, como protegiéndose cuando en realidad es él el que lleva el arma; y Cagney acercándose con una actitud mucho más fría y amenazante. Una luz sobre el mecánico es premonitoria de lo que va a pasar luego.

Cuando Cotter abandona el taller se inicia la tercera parte. Douglas mueve el objetivo y deja que el mecánico se aleje para observar su desagradable caminar. Aunque es un sujeto que cae mal desde el principio, con este movimiento de cámara, seguido de una panorámica, el director acentúa aún más el rechazo del espectador hacia el personaje. A continuación, un plano medio estático nos muestra la conversación telefónica entre el mecánico y el inspector de policía.

El silbido de Cotter inicia la cuarta y última parte de la secuencia, la del ataque del gángster. Esta parte —la mejor— parece más propia de un thriller o de una película de terror por tres circunstancias: el barroquismo de la imagen (el contrapicado sobre Cagney acentúa la violencia y eleva la figura del gángster con propósitos intimidatorios); el claroscuro del encuadre, con la única luz de una lámpara que cuelga del techo, muy parecida a la vista antes en el diálogo de la segunda parte; y la actuación de Cagney, sobresaliente. Esa mirada, cuando arroja el cuerpo del mecánico al foso, como si fuera un enterrador en el cementerio, es inquietante. Pero lo peor es que hay un instante, justo al final, en el que Cagney hace un gesto y mueve la cabeza para contemplar su obra. Terrorífico.


Ver Ficha de Corazón de Hielo.

viernes, 2 de diciembre de 2011

PUENTES Y SOMBRAS: Génesis de una novela negra (I)

Muy próximos al cuarto aniversario del blog (Enero) proponemos hoy un cambio esencial a nuestro espacio digital. A partir de este post, el blog alternará las entradas sobre cine, dentro de las habituales secciones (críticas de estrenos en la gran pantalla o en DVD, cine en TV, reseñas del género negro, el cine fórum que no falte y la sección gastronómica), con otras dedicadas a la literatura. El cambio se debe fundamentalmente a un proyecto en el que llevamos trabajando más de un año.

El cine ha sido —y es— mi afición, mi pasión podríamos decir, pero la lectura y la escritura siempre han estado presentes en mi vida. Creo que sólo hay una cosa más gratificante que leer historias: contarlas. Recuerdo una infancia rodeado de tebeos, los que compraba con la paga del fin de semana y los que yo mismo fabricaba de forma rudimentaria para entretenerme. También me viene a la memoria —esto es más reciente— algunos guiones escritos con mucho entusiasmo, y gran torpeza, destinados a cortometrajes que nunca se realizaron o a largometrajes (uno de ellos se perdió en el complicado, por no decir imposible, mundo de los concursos) que sólo llegaron a existir en mi imaginación.

Es cierto que he tenido períodos en los que apenas he escrito nada, pero entre temas profesionales y artículos de cine, algunos publicados en revistas culturales, periódicos o en diversos espacios digitales, casi siempre he estado liado con esto de juntar palabras. Sin embargo, quitando los pinitos de guionista, nunca me había puesto en serio a escribir algo de ficción. Fue después del verano pasado, el del 2010, cuando por circunstancias personales y profesionales que no vienen a cuento se me presentó la oportunidad de disfrutar de todo un año sabático. Era el momento de intentarlo, de empezar una novela, de ver si era capaz de aguantar un ritmo de escritura diario, de documentarme en serio, de planificar una historia y, en fin, de crear y dar vida a unos personajes.

Con gran temeridad por mi parte (aún no sé cómo fui capaz) me lié la manta a la cabeza y me puse en marcha. Es cierto que ya tenía una idea, pero era sólo eso, una ligera idea de lo que quería contar. Tardé un mes entero en fabricar el esqueleto de la novela y en escribir “la biblia” de los personajes principales. Aquello era demasiado complicado y estuve a punto de tirar la toalla antes de comenzar a rellenar ese esquema, antes de empezar a escribir en serio.

Pero lo hice. Me puse a darle a la tecla poco a poco. Con más miedo que vergüenza, conseguí escribir una página al día después de corregir, leer, releer y volver a corregir. ¡Una página potable (que a mí me parecía potable) después de varias horas de trabajo! Otra vez la sombra del abandono planeó sobre mi mente. Con esas dudas estaba cuando llegó el Festival de Cine Europeo de Sevilla 2010, una excusa perfecta para aparcar el libro. Recuerdo que me sentí algo frustrado: aquello se iba a quedar en un experimento, en otro intento fallido de algo que me venía demasiado grande. Me dediqué a lo mío, a ver películas y a escribir sobre cine; y me olvidé de la novela que se quedó esperando en un archivo perdido, de una carpeta escondida, en el dichoso ordenador.

continúa en Génesis de una novela negra II

Cómo conseguir el libro.
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