domingo, 3 de enero de 2021

2 X 1: "THE ACT OF KILLING" y "THE LOOK OF SILENCE" (Joshua Oppenheimer)

The Act of Killing (2012)

En 1965 y 1966 tuvo lugar en Indonesia uno de los mayores genocidios de la humanidad. Según algunos estudios se habla de entre dos a tres millones de personas masacradas. Los asesinatos en masa fueron perpetrados por los musulmanes contra los comunistas después del golpe de estado del general Suharto. En las matanzas participaron militares, milicias populares y gánsteres, algo que fue negado por las autoridades durante más de tres décadas.

En 2012, cuatro años antes de que el Estado indonesio reconociera parcialmente la masacre, el director texano Joshua Oppenheimer se atrevió a denunciar el hecho con un documental escalofriante: The Act of Killing. Donde no solo se analizan los hechos, sino que se desvela que muchos de los crímenes fueron cometidos para eliminar competidores políticos, o para perpetuarse en el poder los gobernadores locales y los terratenientes.

Inicialmente, la estructura del filme y el rodaje iba a ser convencional, con testimonios de víctimas y familiares, pero el arresto in situ de las personas que Oppenheimer decidió entrevistar le obligó a cambiar de idea sobre la marcha. Hay que tener en cuenta que los altos cargos de Indonesia en 2012 eran la mayoría los mismos que habían ordenado o cometido directamente las masacres, de ahí el mérito del director y de sus colaboradores.

A medida que avanzaba el rodaje, Oppenheimer se topó con algunos de los gánsteres de la zona, autores de miles de asesinatos, que no dudaban en hablar ante las cámaras gracias a su afición por las películas de acción y los westerns. Creyendo que el realizador iba a filmar una cinta que recreaba las matanzas, de las cuales se sentían orgullosos, accedieron a “actuar” para explicar la manera en las que cometían los crímenes.

El resultado es un documento aterrador por la naturalidad con que cuentan cómo secuestraban, torturaban y mataban a sus víctimas. Como si fuera una diversión, se interpretan a sí mismos simulando que degradan y asesinan de forma horrible a gente indefensa. Destacan, por su crudeza, los testimonios de Anwar Congo, un gánster muy célebre, tratado por el poder como un héroe; y los del grupo Pancasila Youth de extrema derecha, que se hicieron ricos a costa de los que masacraron.

Oppenheimer rueda con frialdad y les deja hacer (y los asesinos caen en la trampa), para que la denuncia sea lo más completa y detallada posible. Solo unos pocos de los ahora ancianos muestran arrepentimiento y no pueden aguantar las sesiones del rodaje. Pero en general, y eso es lo que más sorprende, la actitud de los asesinos (unos héroes para la población engañada) recrean las atrocidades muy relajados, hasta riéndose sin ningún pudor, como si estuvieran contando una anécdota graciosa.

Para ver el nivel de dificultad y la tensión de las tomas, solo un par de anécdotas: Los miembros del Pancasila Youth seguían con su actividad delictiva durante la filmación, cobrando a los comercios por donde pasaba el equipo de rodaje. Oppenheimer, que no podía admitir ser cómplice de la extorsión, se quedaba detrás mientras el resto iba a otra tienda, con la excusa de que los pequeños empresarios debían rellenar unos formularios. Entonces, a escondidas, y de su propio bolsillo, les devolvía el dinero que los gánsteres les habían quitado. Por otro lado, el colaborador indonesio, que aparece como codirector, y otros 48 miembros nativos del equipo técnico figuran en los créditos como anónimos para evitar represalias de los escuadrones de la muerte. 

Terrible. 


The Look of Silence (2014)

Como complemento a de The Act of Killing, Oppenheimer estrena dos años después la continuación de su documental con otro filme tan cruento, y casi mejor, que el primero. Ahora, por fin, lo rueda desde el punto de vista de Adi Rukun, hermano de Ramli Rukun, uno de los millones de asesinados en los años sesenta por la dictadura militar.

De nuevo, el principal problema reside en la peligrosa circunstancia de que los asesinos siguen en el poder, local o gubernamental. De ahí que Oppenheimer y Adi intenten no revelar la identidad del protagonista de la cinta mientras ruedan. Adi es oftalmólogo y con la excusa de hacerles pruebas de visión a todos, a sus padres, pero también a los asesinos, logra entrevistarse con ellos y sacar como puede el tema del genocidio. La metáfora funciona de maravilla y es lo más destacado de la película: en las pruebas oculares, mientras Adi le pregunta al asesino de su hermano si ve bien con las lentes que se va probando, también intenta que “vea” la realidad de los actos cometidos, los reconozca y se arrepienta.  

Previamente, Oppenheimer le muestra a Adi parte del rodaje del filme anterior, en especial la secuencia en la que los milicianos recrean la salvaje muerte de su propio hermano. Luego se las verá con los asesinos. Adi no quiere venganza, ansía que muestren arrepentimiento, pero no lo consigue. Sólo lo logra con algún familiar de los criminales, que no dan crédito a lo que están oyendo.

 

Porque desde 1966 se ha querido ocultar la verdad a las distintas generaciones a base de mentiras como las que rueda el director en la clase de la hija de Adi. Allí, el maestro se encarga de explicar a los alumnos la propaganda del gobierno.

La película tiene mucha más tensión que la anterior al dejar Oppenheimer el protagonismo al diálogo entre verdugos y víctima. Las amenazas que, finalmente, Adi tiene que aguantar son lo más duro del filme. El indonesio se ve impotente ante una situación que todavía se perpetúa con, repetimos, muchos de los genocidas aún en el poder.

Los dos documentales, The Act of Killing y The Look of Silence parece que fueron determinantes para que en 2016 el gobierno indonesio reconociera parte del genocidio. Ambos largometrajes cosecharon premios importantes en todo el mundo (entre muchos otros, galardones en el festival de Berlín y en Venecia), también fueron nominados al Óscar al mejor documental.


14 comentarios:

  1. ¡Hola, Ethan!
    Espero que este 2021 venga cargadito de muchas cosas buenas.

    Qué interesante lo que nos traes. Siempre es un placer descubrir algo nuevo.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Eso espero, como todo el mundo, que poco a poco nos vayamos olvidando del 2020 y pase esta pesadilla. Claro que siempre pueden suceder cosas peores, para ejemplo los documentales que traigo hoy en la sesión doble.
      Abrazos.

      Eliminar
  2. Jo, Ethan.
    Conozco ambos documentales. Pero cuando he pensado verlos alguna que otra vez (los tengo en Filmin) me echo para atrás porque no tengo ganas de verlos (ya entiendes por qué). Es que al final, ver a asesinos regocijándose de sus crímenes como que sé que me va a dejar mal cuerpo. No sé si caerán algún día. Es como ponerme a ver Shoah... No sé. Si paso un día genial, me divierto, creo que la vida es maravillosa, pues antes de acostarme puede decir...venga, vamos a ver esto..: pero si no, como que no tengo ganas.
    ¡¡Feliz año!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Te comprendo perfectamente. A mí me pasó lo mismo, pero al final decidí verlos y la verdad es que es un documento histórico y a Oppenheimer habría que darle una medalla por el valor demostrado al realizar el filme.
      Feliz año!!

      Eliminar
  3. He visto la primera de ellas y me parece una interesantísima película y muy bien hecha, por cierto.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. La segunda película no le va a la zaga. Es un complemento perfecto a la primera, algo diferente, pero igual de buena.

      Eliminar
  4. Vengo de leer la entrada y ver los dos traillers...¡Dios mío!...He quedado mudo. Y te lo dice alguien familiarizado con asesinatos de Estado, recuerda que vengo de la Venezuela chavista, pero esto de Indonesia no lo sabía. Sabía lo de Ruanda, que ha sido lo más resiente, y de ese tiempo, lo de la "Revolución cultural" china y lo de Los Jemeres rojos en Camboya, pero de esto en Indochina no sabía nada. Me interesa saber más acerca de esto, aunque te confieso...No tengo estómago para ver esas películas. De todas maneras gracias por ilustrarme. Esto es lo bueno de los blogs que son una suerte de retroalimentación intelectual...Gracias Ethan.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Y eso que solo has visto los trailers. Es verdad que el documento es escalofriante, pero mereció la pena rodarlo para presentar al mundo este genocidio que nadie quería reconocer.

      Eliminar
  5. Y apartándome del tema, pero aprovechando esta fecha, me gustaría que leyeras una entrada que publiqué en enero hace cinco años pero que no pierde ni un ápice de interés ¿cuento con tu lectura? Te lo agradezco de antemano.
    http://tigrero-literario.blogspot.com/2015/01/para-eduardo-j.html

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Claro que sí, en cuanto pueda leo tu entrada.
      Abrazos!

      Eliminar
  6. En la misma línea de los estremecedores documentales de Oppenheimer se sitúan los trabajos de Rithy Panh sobre el genocidio cometido por los jemeres rojos en Camboya. O, más reciente aún, "El venerable W." (2017) de Barbet Schroeder, a propósito de las matanzas contra la minoría rohingya en Birmania.

    Saludos y feliz año nuevo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Creo que el documental de los jemeres rojos sí lo he visto, pero el de Schroeder seguro que no. Lo buscaré. Gracias por la información y feliz año nuevo!

      Eliminar
  7. Vi el primero de los documentales (desconocía la existencia del segundo). Me pareció apabullante y casi surrealista dada su crudeza.

    Saludos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Desde luego es lo que parece, surrealista, pero no, es la pura realidad. Y el segundo es una perfecta continuación.
      Saludos.

      Eliminar

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...