El
ferroviario (Il ferroviere, 1956)
Hoy,
por primera vez en la sección "dos por uno", repetimos director, entre otras cosas porque
reconocemos nuestra debilidad por el realizador genovés Pietro Germi. La culpa la
tienen películas como las comentadas aquí,
u obras maestras como Un maldito embrollo. Precisamente, justo
antes de esta, su obra magna, realizó dos cintas donde también era el actor
protagonista.
En
esa época, segunda mitad de los cincuenta, Germi seguía cultivando el melodrama
en filmes de corte neorrealista aún lejos de las comedias por las que sería
recordado. El primero de los dramas que hoy traemos, El ferroviario,
narraba la crisis laboral y también personal del maquinista del título:
Después
de un accidente (el atropello de un suicida que se lanza a las vías del tren),
el personaje interpretado por Germi cae en una depresión que termina por influir
en su matrimonio, en sus hijos mayores y, lo que es peor, en el pequeño que lo
tiene por un dios, pero que ve cómo su padre le falla por primera vez. El
cambio a un trabajo menos cualificado, y el no secundar la huelga convocada por
sus amigos, hace que el ferroviario inicie un descenso a los infiernos con
amistades poco convenientes.
Premiada
con galardones en Cannes y San Sebastián, el largometraje estuvo a punto de ser
interpretado por un actor de Hollywood. En concreto por Spencer Tracy, al que
Carlo Ponti, a la sazón productor de la película, quería contratar. El magnate pretendía
continuar con su particular política comercial después de haber conseguido,
entre otros, a Anthony Quinn o a Kirk Douglas para La Strada o Ulises,
respectivamente. Solo la insistencia de Germi en hacerse con el papel ––amenazó
a Carlo Ponti, con no ponerse al frente del rodaje si no accedía a su petición––
provocó que Ponti desistiera de sus intenciones.
Creemos
que la elección de Pietro Germi como protagonista fue providencial, no solo por
el resultado final del filme ––excelente–– sino porque abrió las puertas al director
para hacerse con el control de sus siguientes películas. Todo un ejemplo de
cine de autor mucho antes de que la nouvelle vague y otros movimientos
del estilo hicieran su aparición.
El
hombre de paja (L’uomo di paglia, 1958)
No sabemos si ese tira y
afloja entre Germi y Carlo Ponti fue la causa que provocó que nunca más colaborasen
en otra película. Lo cierto es que en el siguiente largometraje del director, El
hombre de paja, Pietro Germi, asumía con otra productora los mismos
roles que en su cinta anterior: el de director, guionista y actor principal.
El argumento de El
hombre paja, también de Germi, y la estructura del libreto eran muy
similares a las de El ferroviario: de nuevo la trama se centraba
en la crisis del protagonista, esta vez provocada por una infidelidad en lugar
de un accidente laboral. La progresivamente deteriorada relación entre el
personaje interpretado por Germi y su mujer e hijos iba a desembocar otra vez en
una espiral de autodestrucción, que solo el hijo pequeño y su amigo íntimo (Saro
Urzì, en un papel exacto al de la cinta anterior) podían resolver.
El dramón se vuelve a
disfrazar de cuento de Navidad (más claro en El ferroviario que
aquí) cuando la conclusión coincide con las fiestas de Año Nuevo. Lo que cambia
en El hombre de paja es el regusto amargo que le queda al
espectador después de un final que no es tan feliz como parece, todo lo contrario:
algo ha cambiado en la “familia ideal” para que las cosas ya no vuelvan a ser como
antes.
Se trata, por tanto, de un
melodrama triangular ambientado en el mismo entorno humilde de barrio de
obreros (ahora una fábrica, antes el sector ferroviario), con cierto estilo
neorrealista y fotografía expresionista en los momentos más duros. Elementos
que dotan a las dos cintas del atractivo de los melodramas de, por ejemplo, Raffaello
Matarazzo, solo que mejorados sensiblemente gracias a la mano firme de Pietro Germi
a un lado y otro del objetivo.
Además de su mayor o menor calidad artística, estas películas son verdaderos retratos de la emergente clase obrera, sus vidas y entornos sociales.
ResponderEliminarEs cierto, parte de la europa cinematográfica se movía hacia los años sesenta en esa dirección, en la de contar historias donde los protagonistas ya no eran héroes más o menos creíbles; ahora podrían ser cualquiera de los espectadores que asistían a las películas.
EliminarQue tal Ethan!
ResponderEliminarHe visto Il ferroviere pero no la otra, me la anoto y la subrayo. No cabe duda, todas ellas son autenticas joyas que merecen ser rescatadas, un cine que para bien o para mal ya no se rueda.
Saludos y agradecido por las recomendaciones!
Las dos son muy buenas, quizás ensombrecidas por las cintas mayores de Germi, por eso urge una justa revisión para colocarlas en el lugar que se merecen.
EliminarSaludos.
¡Qué curioso! Parece que los dos nos hayamos puesto de acuerdo para comentar, en nuestros respectivos blogs, películas italianas de la misma época.
ResponderEliminarSaludos,
Juan
Es que el cine italiano, en especial el de esos años, da para mucho. De todas formas, si te fijas en los posts de los últimos meses, en concreto de la sección "dos por uno", verás unas cuantas entradas sobre el mismo tema.
EliminarSaludos.
Otras dos que creo no haber visto, pero las tengo en cuenta. Ya disfrutando con las previas del próximo Festival de Cine en noviembre.
ResponderEliminarYa está al caer, y antes la fiesta del cine (28, 29 y 30 de octubre) para ver los estrenos de cartelera.
Eliminar¡Hola!
ResponderEliminarCon lo que me gusta el cine italiano y Carlo Ponti...tomo muy buena nota.
Muy feliz día.
El cine italiano es inabarcable. Hay multitud de ejemplos como este de verdaderas joyas a descubrir. Mucha culpa la tuvieron emprendedores como Carlo Ponti o Dino de Laurentiis.
EliminarGracias y feliz día también para ti.
No es extraño que el artesano Germi y el gran productor Ponti chocaran en algún momento. "El ferroviario" es muy emotiva, plagada de detalles, un cuento de Navidad triste pero hermoso.He leído que Fernan Gómez se inspiró en el cine de Germi para su película maldita "El extraño viaje".
ResponderEliminarSaludos!
Borgo.
Me imagino que sí, que dos fuertes personalidades como esas iban a desembocar en un choque de trenes. Germi debía saber perfectamente cómo interpretar al protagonista y no quería por nada del mundo que otro actor le estropease la película; por otro lado, Ponti solo pensaba en los beneficios de contar con una estrella de Hollywood. En fin, historias del cine.
EliminarSaludos.