
Portrait in Black también significó una oportunidad para que Michael Gordon volviera a dirigir. Perseguido por McCarthy, y desterrado desde principios de la década, Gordon se ganó la confianza de Ross Hunter para volver detrás de las cámaras en 1959. El productor le encargó antes de Retrato en Negro la dirección de una comedia. Ambos proyectos resultaron un éxito, sobre todo Confidencias a Medianoche (Pillow Talk, 1959), determinante para que su carrera siguiera por unos derroteros comerciales de dudosa calidad. Y es que las mejores cintas de Gordon, con la agradable excepción de su versión de Cyrano de Bergerac (1950), siempre han caminado de la mano del drama policíaco más que de la comedia romántica. Una prueba de ello es la película que nos atañe.

Aunque el filme comienza algo desigual en su realización (algunas secuencias del principio resultan forzadas y la escena del funeral no puede ser más típica) las casi dos terceras partes siguientes atrapan al público y no lo sueltan hasta el sorprendente final. Subtramas paralelas de personajes arribistas, pulsiones sexuales y cuentas pendientes de saldar, rodean a esta especie de whodunit en el que se convierte la película, cuando el espectador se pone del lado de los criminales e intenta averiguar quién es el chantajista. Desde el chófer hasta la inquietante ama de llaves oriental (Anna May Wong, ¿la recuerdan como compañera de Marlene Dietrich en El Expreso de Shanghai?), pasando por la secretaria de Cabot, y por Howard, la mano derecha del armador, todos pueden haber tenido sus motivos para aprovecharse del asesinato. Incluso los objet

Para conseguir la atmósfera adecuada, Gordon recurre a una luz por sectores que ilumina parcialmente el plató. De esta forma, es el movimiento de los actores el que consigue el efecto deseado de luces y sombras. Así, mientras planean el crimen, Lana Turner se sitúa en primer término para que su rostro permanezca parcialmente iluminado mientras Anthony Quinn la observa detrás, a oscuras.
Como se ha dicho, la actriz se encontraba en plena resurrección artística. Después del éxito de Imitación a la vida (del mismo productor) aquí consigue superar con su actuación a sus oponentes. Muy elegante siempre, vestida por Jean Louis, sólo desentona su peinado, más propio de una mujer mucho mayor, que no hace sino acentuar su aspecto de actriz algo talludita. Y es que la edad no perdona.
Ver Ficha de Retrato en Negro.
Asignatura pendiente. La veré.
ResponderEliminarchHaces que pinte bien, habrá que tenerla en cuenta.
ResponderEliminarPero eres un volcán de cine y películas.
ResponderEliminarMuy buena esa reflexión sobre las actrices maduras.
Me apunto el título, ya que no conozco ni el film ni el director.
Saludos.
El plano que destacas de Lana Turner y Anthony Quinn mientras planean el crimen me recuerda a una secuencia de "Perdición" pero por cómo lo cuentas ya que no he visto nunca esta película. aré por encontrarla y en esta edición que omentas resulta muy apetecible. Algo curioso, para terminar. "Confidencias a medianoche" me parece una comedia estupenda, sobretodo por el papel de Thelma Ritter. un saludo Ethan.
ResponderEliminarMerece la pena verla, Cinemagnific y Trecce.
ResponderEliminarNo es de las películas más famosas de Michael Gordon, Igor, que por otro lado es un director algo desigual, pero con flmes tan interesantes como este.
La trama recuerda ligeramente a Perdición, Marcos, pero la película de Wilder es mucho mejor. Retrato en negro, por otro lado, es en color, aunque la negrura del tema viene muy bien subrayada por la frecuencia con que los personajes se envuelven en la sombra.
Saludos!
Pues, nada: Otra pelí a la lista de las que hay que ver... Si es que esto es un no parar... Gracias por la información, Ethan.
ResponderEliminarDe nada, Guionista, encantado de contribuir a la confección de esa lista.
ResponderEliminarParece que despues de mucho cruzarnos con los amigos llega el momento de recalar, amigo Ethan.
ResponderEliminarDe estas tres películasde Doña Lana Turner este "Retrato en negro" fue la menos que subió en las taquillas, era difícil alcanzar la cota de Imitación a la vida. He de confesar que no la he vuelto a ver desde el día de su estreno, y de eso hace el fleje de años, pero quiero recordarla con cierto buen paladar.
Un abrazote.
Agradecido por tu atracada en este pantalán cubierto de celuloide, amigo ANRO. Es verdad que nos hemos cruzado en otros puertos; yo ya sigo tu muelle de cerca.
ResponderEliminarTambién es cierto que "Imitación a la vida" es más redonda que este "Retrato en Negro", Douglas Sirk es mucho mejor director, y se nota. Pero me convence más la actuación de Lana Turner es este melodrama oscuro. Quizás porque la tengo más reciente.
Un abrazo!
Excelente la reseña, Ethan.
ResponderEliminarHe de volverla a ver (es de sas películas que siempre provocan un relato) pero creo recordar que aciertas cuando dies que es una de esas cintas que pasan de la tibieza (sino la mediocridad) del inicio, a la mayoría de edad según avanza la historia.
Desde luego el relato está servido, Raúl. Infidelidades, sospechas, venganzas, hay cantidad de secuencias que lo piden.
ResponderEliminarApetecible, sin duda. Ya te diré. Por cierto, se agradece el ingenioso comentario que dejaste...
ResponderEliminarA ver que te parece, Tomás. El ingenio: el de tus dibujos.
ResponderEliminarLa vi hace años en TV-3. Lana está magnífica como siempre. Por cierto, el personaje del Dr. Rivera de los Simpson, el médico latino ¿es un homenaje al papel de Anthony Quinn en esta película? Borgo.
ResponderEliminar¿Ese que siempre se ríe no? Pues puede ser, no lo había pensado, pero en algo se parecen...
ResponderEliminarNo, la edad no perdona, ja! Aunque algunos llevan bien los años. Te dejo un enlace interesante sobre los cambios del rostro con el paso de los años:
ResponderEliminarhttp://lostinmarienbad.blogspot.com/2010/10/mudanzas.html
Tu entrada muy interesante, como siempre. Un beso
Impresionante el enlace. Animo a todos a que lo vean. En esas caras que mudan, las arrugas son las protagonistas (y el peso jajaja), pero ¿sabes Elvira? en todos esos rostros tan interesantes hay una cosa que permanece: los ojos, la mirada.
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