viernes, 22 de noviembre de 2013

ANTES DEL ANOCHECER (Before Midnight de Richard Linklater, 2013)

Tercera entrega de la comedia romántica que iniciara ya hace dos décadas Richard Linklater con la pareja formada por Jesse (Ethan Hawke) y Celine (Julie Delpy). Después del amor que surgió en Viena, en Antes del amanecer (Before Sunset, 1995), y de su segundo encuentro en París, en Antes del atardecer (Before Sunrise, 2004), los dos personajes —y los dos actores— vuelven a coincidir, esta vez en una isla griega.



La estructura de Antes del anochecer  sigue siendo similar a la de sus antecesoras, es decir un diálogo continuo entre Jesse y Celine dividido en un prólogo (con suspense incluido cuando Jesse se despide de su hijo en el aeropuerto y el público se pregunta ¿qué habrá sido de Celine? Algo que pronto tendrá respuesta) más cuatro actos que se desarrollan en el coche, en una comida con amigos, en un paseo por la isla y en el hotel. Hay repetición en la forma, pero no tanto en el fondo ya que ahora los temas se centran casi exclusivamente en la relación de pareja, de esa pareja.

Mientras entre las dos primeras cintas Jesse y Celine se pierden para continuar cada uno con sus vidas, entre la segunda y esta nueva secuela (que ya adelantamos: es tan buena película como las otras) hay una diferencia importante, en esos nueve años no han dejado de verse: Jesse se ha separado de su mujer y vive con Celine con la que ha tenido dos niñas gemelas. No es lo único que distingue esta tercera película de las anteriores, también lo es la presencia de personajes que interactúan con la pareja al menos en uno de los actos del largometraje, todo con el propósito de centrar la película en un sólo tema, en una sola pregunta: ¿es posible que el amor entre dos dure toda una vida?


  
Cuestión que preside la acción en especial en tres de las fases: la primera, en el coche, con un conato de discusión; la última, la del hotel, con un claro enfrentamiento; y la segunda, en la que los protagonistas comparten una comida con otras tres parejas que representan, casualmente, las tres etapas de la vida en común: jóvenes, maduros y ancianos. Allí se aborda el tema de las diferencias entre los hombres y las mujeres, se habla de los motivos de las separaciones, lo efímero de las relaciones, pero se remata con un emotivo caso de amor eterno. Todo bien dispuesto en la mesa para que el público saboreé la puesta en escena y opine también con su propia experiencia.

Evidentes diferencias que, sin embargo, incluyen una parte muy parecida a las dos primeras entregas, la que tiene lugar en el paseo por la isla. Los diálogos y la sucesión de largos travellings son un claro guiño a las cintas anteriores de la trilogía: Jesse/Ethan y Celine/Julie recuerdan diversos pasajes de Antes del amanecer y Antes del atardecer mientras suenan las notas de “A Waltz for a Night”, canción compuesta por la actriz para el segundo filme. Lo hacen con el registro de naturalidad que se le pide a una pareja que lleva varios años de matrimonio, pero también con la cooperación de los actores que ya han recorrido ese camino juntos en dos ocasiones anteriores y que, además, han participado en la elaboración del guión en lo que suponemos han sido unas sesiones de trabajo muy placenteras.

La trilogía de Linklater no decae, al contrario: sigue gustando por la frescura del experimento, tan bien expuesto por los dos actores; por la estudiada espontaneidad de los diálogos, que con dos películas a sus espaldas ya cuenta con la complicidad de un público fiel; y por la originalidad de la propuesta, que sigue abierta para que, quién sabe, dentro de nueve años volvamos a disfrutar, una vez más, con las conversaciones entre Ethan y Julie.



Ver Ficha de Antes del Anochecer.



sábado, 16 de noviembre de 2013

PALMARÉS DEL X FESTIVAL DE CINE EUROPEO DE SEVILLA

 
Se acaba el festival, todo llega a su fin, y como siempre vamos a comentar el fallo del jurado del presente certamen. Un palmarés que nos parece no injusto, pero sí desigual si tenemos en cuenta lo que hemos podido ver a lo largo de esta semana, para nosotros dos días menos por culpa de una inoportuna gripe que nos ha dejado encerrados en casa antes de tiempo. Los premios se han repartido de la siguiente manera:

 
Jurado Internacional del festival

·         Giraldillo de Oro a la mejor película de Sección Oficial: El desconocido del lago, de Alain Guiraudie.

·         Giraldillo de Plata a la mejor película de Sección Oficial: Sacro Gra, de Gianfranco Rosi.

·         Mejor actriz: Alexandra Finder (The Police Officer’s Wife)

·         Mejor actor: Toni Servillo (La grande bellezza)

·         Mejor director: Tsai Ming-Liang (Stray Dogs)

·         Mejor Guión: Clio Barnard (The Selfish Giant)

·         Premio a la mejor dirección de fotografía de las películas de Sección Oficial: Claire Mathon, por El desconocido del lago.

·         Premio Deluxe-Las Nuevas Olas: La jungla interior, de Juan Barrero.

·         Premio Las Nuevas Olas-No ficción: Costa da Morte, de Lois Patiño.

·         Premio Mejor Cortometraje Panorama Andaluz: No tiene gracia, de Carlos Violadé.

·         Premio a la mejor película de la sección Resistencias: El triste olor de la carne, de Cristóbal Arteaga.

·         Premio a la mejor película de la sección Europa Junior: Oggy y las cucarachas, de Olivier Jean-Marie.

·         Gran Premio del Público a la Mejor Película de la Selección EFA 2013: Alabama Monroe, de Felix van Groeningen.

·         IV Premio Europeo de Cine Universidad de Sevilla: proyecto Las novias, presentado por Elena López Riera.

·         Eurimages a la mejor coproducción europea: La grande bellezza, de Paolo Sorrentino.

·         Premio MARVIN & WAYNE al cortometraje de la sección Panorama Andaluz: Tin & Tina (España), de Rubin Stein.

 

Comentar que la película ganadora, El desconocido del lago, ha sido seleccionada por el jurado “por su sincero y original acercamiento a la naturaleza del amor”. Una cinta que también se ha hecho con el giraldillo de plata a la mejor fotografía, a cargo de Claire Mathon. Anotar nuestra sorpresa —en sentido negativo— por el galardón al mejor director, Tsai Ming-Liang, de la aburrida Stray Dogs, y nuestro apoyo al justo premio concedido al guión de The Selfish Giant, escrito por la directora de la película, la británica Clio Barnard.

Una pena lo del contratiempo que nos ha dejado fuera de combate porque teníamos en nuestra agenda ver tanto Alabama Monroe, como La Grande Bellezza; ambas películas se han llevado el premio a la mejor película de las seleccionadas por la EFA y el galardón a la mejor coproducción europea con el fondo EURIMAGES, respectivamente. La última también ha obtenido el premio al mejor actor a cargo de Toni Servillo.

Por último expresar nuestra decepción por no ver en el palmarés a las estupendas películas Circles, In Bloom y El Gran Cuaderno, todas ellas merecedoras del reconocimiento del jurado, aunque comprendemos que no todas pueden llevarse el giraldillo a casa. Con esta aguda reflexión nos despedimos hasta el año que viene, ya que nuestra intención es estar aquí para contarles de primera mano lo que acontece en la capital andaluza, en su “feria” del cine europeo.




viernes, 15 de noviembre de 2013

THE SELFISH GIANT (Clio Barnard, 2013)

Regresamos de nuevo a la sección oficial y como no hay dos sin tres, después de El Gran Cuaderno e In Bloom, volvemos a otra cinta rodada bajo el punto de vista de unos niños, algo que parece ser la especialidad de este año en el festival de cine europeo de Sevilla.



Con The Selfish Giant, la directora británica Clio Barnard presenta a concurso el primer largometraje de ficción después de su incursión por el corto y el documental. El guión escrito por la propia cineasta relata la vida de dos amigos, Arbor y Swifty, muy contrastados (el primero nervioso, delgado, interesado en ganar dinero como sea; el segundo más pausado, gordito, amante de los caballos) que viven en los suburbios de una gran ciudad, en el seno de dos familias rotas por la miseria y las drogas. Arbor es el único que no se mete con Swifty, objeto de las burlas en el colegio; mientras Swifty es el único amigo de Arbor, un niño problemático con tratamiento por hiperactividad. Ambos se saltan las clases en cuanto pueden para ir a recoger chatarra (otro tema recurrente en el festival). Arbor se somete a la explotación de Kitty, mafioso propietario de un desguace, y no duda en robar cables de cobre para conseguir unas libras de la forma más rápida posible; rápida, sí, pero peligrosa por el alto voltaje de los conductores; Swifty, mientras tanto, sigue a Arbor en sus actividades delictivas, en parte para disfrutar de los paseos en los caballos de Kitty.  

Cine social, muy del estilo de las islas, descubierto por los jóvenes del Free Cinema y continuado por los Loach, Leigh, Frears o Winterbottom. De hecho, esta historia de malos estudiantes amantes de los animales la han comparado en Inglaterra con aquella maravilla que fue Kes (Ken Loach, 1970), el filme que dio el pistoletazo de salida al nuevo cine social británico. Allí, el joven cuyo nombre daba título a la película era un amante de la cetrería; aquí, Swifty sueña con participar como jinete en las carreras que organiza Kitty destinadas a las apuestas ilegales.


Las comparaciones entre ambas cintas se acaban en la superficie de la trama, en la denuncia social, porque el desarrollo de la historia y el aspecto formal son bastante diferentes. Ambos se deben a que The Selfish Giant se narra bajo el punto de vista de Arbor y no de Swifty. La realizadora rueda con una cámara nerviosa la mayor parte del metraje, todo el que se desarrolla cuando Arbor se encuentra presente y dirige la acción. La hiperactividad del niño se ve reflejada, no tanto en el movimiento del objetivo como en el rápido montaje que provoca la falsa sensación de que lo que se mueve es la cámara. Sólo en planos de transición o en aquellos protagonizados por Swifty, Clio Barnard se permite alguna licencia para la fotografía o el encuadre fijo: planos de gran belleza, presididos la mayoría por una niebla permanente desde la que se adivinan amenazadoras chimeneas que recuerdan el peligro al que se enfrentan los dos amigos.

Película dura, comprometida con la realidad social de los suburbios, nacida de la experiencia de la propia directora cuando rodaba en Bradford su anterior trabajo, un documental sobre la vida del dramaturgo Andrea Dunbar. Mientras filmaba The Arbor (2010), que así se llamó finalmente el filme, Clio Barnard observó a dos muchachos que vivían de la recogida de chatarra...



Ver Ficha de The Selfish Giant.



jueves, 14 de noviembre de 2013

IN BLOOM (Grzali nateli dgeebi de Nana Ekvtimishvili y Simon Gross, 2013)

Sigue la buena racha aquí, en el festival de cine europeo de Sevilla: ayer visitamos la sección de las Nuevas Olas y creemos haber visto la favorita para llevarse el premio de este apartado dedicado a los jóvenes valores del cine europeo. Una película coproducida por Georgia, Alemania y Francia, dirigida por la pareja formada por Nana Ekvtimishvili y Simon Gross, que tuvieron el buen detalle de presentarnos su obra.



In Bloom parte de un buen guión de la propia Nana Ekvtimishvili para narrar el paso de la infancia a la juventud de Eka, una niña de catorce años que vive en Tiblisi, en 1992, en pleno conflicto bélico y étnico entre Georgia y Abjasia. Suponemos que la visión de Nana es en parte autobiográfica por dos detalles, porque ella es de Tiblisi y, haciendo cuentas, tiene la edad que tendría Eka hoy en día; y por las palabras del otro director, de Simon Gross, que anunciaba antes de la proyección que las localizaciones de la película, según Nana, prácticamente no habían cambiado desde 1992.

La vida de Eka discurre, aparentemente, como la de cualquier otra niña de su edad: entre el colegio, con su amiga Natia como principal compañía, y el entorno familiar; en su casa de Tiblisi donde vive con su madre y su hermana. La tranquilidad del arranque de la cinta se ve poco a poco contaminada por una atmósfera cada vez más cargada. La tensión se masca en el ambiente, no sólo por las inquietantes noticias que vienen del frente, sino por la violencia doméstica, por el proselitismo de los profesores a favor de uno u otro bando, por el acoso escolar o por los enfrentamientos en las colas para conseguir pan y demás alimentos racionados. En el caso concreto de la protagonista, los directores se encargan de confirmarnos de que algo no va bien cuando, de forma desdramatizada, pero impactante, Natia le desvela a Eka cuál es el regalo de compromiso que le ha regalado su novio: una pistola.  



En In Bloom, se usa la triste mirada de Eka como herramienta para describir una sociedad que ha perdido los valores más elementales, que, entre otras cosas, permite la violación y el crimen en sus calles. Sólo Eka, es decir el punto de vista de los directores, parece darse cuenta de lo que ocurre y se niega a dejarse llevar por la situación. Ella es la que va a contracorriente, la rara, cuando en realidad es el resto el que se equivoca. Una secuencia, quizás la mejor de toda la película, subraya la intención de los realizadores: en la boda de Natia, y ante la sorpresa de todos los invitados, sale Eka a bailar. La niña tímida y extraña, consigue ser la atención de todos en un baile tan hermoso como significativo.

Escenas como la del baile, largos planos secuencias con la cámara muy cerca de los personajes, son el buen recurso técnico y de puesta en escena utilizado por la pareja de jóvenes realizadores. También las elipsis y el uso de los fuera de campo para obviar la violencia explícita y centrarse en la tensión son otros elementos en la forma de narrar de Nana y Simon; una manera de entender el cine que nos parece muy centrada, sincera y consecuente con en el objetivo que ambos pretenden, el de denunciar el comportamiento de una sociedad descompuesta por sus conflictos internos.  



Ver Ficha de In Bloom.



martes, 12 de noviembre de 2013

EL GRAN CUADERNO (A nagy füzet de Janos Szasz, 2013)

En el ecuador del festival, y de vuelta a la Sección Oficial, pudimos ver ayer una de las películas que más nos han impactado en los últimos tiempos, una cinta húngara que ha sido seleccionada para competir por el Óscar a la mejor película extranjera. Es cierto que el hecho de tener hijos gemelos nos ha provocado una cierta empatía por los personajes, pero creemos que es de esos filmes que no deja indiferente a nadie:























En agosto de 1944, en plena Segunda Guerra Mundial, una familia húngara tiene que separarse. El padre debe incorporarse a filas y la esposa prefiere dejar a sus dos hijos idénticos con su madre, en el campo, alejados de los peligros de la ciudad. Todo muy normal, salvo que la abuela resulta ser una vieja huraña y alcohólica que se rumorea ha asesinado a su marido y que recibe de forma brutal a sus nietos, a los que llama “bastardos”. En los primeros meses, los niños sufren todo tipo de maltratos, palizas, frío y hambre. Es entonces cuando se produce un cambio en la actitud de los pequeños: para poder aguantar el dolor físico y la pena por no estar juntos a sus padres, los gemelos deciden “entrenarse”, endurecer el cuerpo y el espíritu hasta lograr ser inmunes a los golpes, indiferentes a la tristeza, y tan crueles como las personas que los rodean. Aunque sus padres parecen haberse olvidado de ellos, los hermanos seguirán cumpliendo sus consejos: estudiar y escribir en un cuaderno, de forma minuciosa, todo lo que les ocurra.

Con una fotografía tan dura como la película (el responsable es Christian Berger que trabajó con Haneke en La Cinta Blanca), el director húngaro, Janos Szasz, adapta la novela de la escritora de su país, Agota Kristof, y realiza un filme muy frío, como el invierno por el transcurre casi toda la trama, pero original y con un mensaje claro: la guerra, cualquier guerra, deja siempre secuelas terribles; una de las peores es el desarraigo familiar.



Para llevar a cabo su proyecto, Szasz utiliza bien el hecho de disponer de dos actores iguales para la  simetría de la puesta en escena, y emplea con acierto una voice over que relata lo que se escribe en ese cuaderno y que sirve de elemento narrador, tan neutro como indiferente es el estado espiritual que quieren alcanzar los dos hermanos.

Es cierto que la forma de denuncia elegida por Szasz es poco creíble, ya que imaginar a esos niños dándose latigazos entre ellos para endurecerse es algo extraño, pero desde luego es efectiva en tanto que ninguno de los personajes (salvo el zapatero judío) se salva de la crítica. Ni siquiera los pequeños, que evolucionan desde su desesperación hasta convertirse en unos niños deshumanizados que roban, chantajean o matan para conseguir sus propósitos. Y es que el vivir al lado de un campo de exterminio no es de gran ayuda para que los gemelos, que observan todo lo que sucede a su alrededor (la abuela es un ser aborrecible, su vecina es una ladrona, el sacerdote y el oficial nazi unos pervertidos, y la única que parece tratarlos bien resulta ser una ninfómana radical antisemita), extraigan las conclusiones correctas acerca del comportamiento a seguir. La falta de educación, de alguien que les guíe en esos momentos difíciles, es el culpable de una situación que se prevé trágica, que no pinta nada bien, incluso si algún día regresan los padres de los pequeños.

Para terminar, un apunte de algo que suele ser elemento común en este tipo de largometrajes que vienen de Europa del Este: la insistencia en la mayoría de los directores en el hecho de que si mal fue la ocupación nazi, no fue mejor la posterior “liberación” a cargo de la Unión Soviética; cuando para el resto de Europa la derrota de los alemanes significó el fin de la pesadilla, para los países ocupados por el ejército rojo aún quedaba lo peor por llegar.



Ver Ficha de El Gran Cuaderno





lunes, 11 de noviembre de 2013

CIRCLES (Krugovi de Srdan Golubovic, 2013)

Desigual jornada la de ayer en el festival de cine europeo de Sevilla. Al parece vamos saltando de una película aceptable a otra desastrosa, qué se le va a hacer. Comentaremos primero, muy brevemente, la que menos nos gustó para luego centrarnos en la cinta serbia:
Stray Dogs (Jiao you de Tsai Ming-Liang, 2013), que así se llama el largometraje que sufrimos ayer, es una película de Taiwán coproducida con Francia (de ahí que se haya colado en el certamen) que narra cómo sobreviven en la gran ciudad un padre y sus dos hijos pequeños, ayudados los tres por una peculiar dependienta de un supermercado. Nada más. Una trama tan plana como una pista de tenis, que el director Ming-Liang ha querido desarrollar (¿?) a base de planos fijos interminables (pudimos cronometrar uno, tan aburridos estábamos: y sé que fueron ¡más de 15 minutos!). Lo que consiguió el realizador, desde la primera media hora de proyección, fue el goteo continuo de espectadores levantándose de la butaca para salir huyendo de aquel despropósito. Siempre me arrepentiré de haberme quedado hasta el final para ver si el laaaargometraje se arreglaba. Iluso de mí.
Y ahora sí, vayamos a lo que merece la pena, la buena película de Srdan Golubovic que compite por el premio del público y, por lo visto hasta este momento, se nos antoja que parte como la gran la favorita:



Estamos en 1993, en Trebinje, Bosnia-Herzegovina, en pleno conflicto yugoslavo: el fanático Todor y dos soldados serbios más, intentan linchar en la plaza del pueblo al bosnio Haris, el encargado del quiosco de prensa y tabaco. Marko, otro militar serbio, y su amigo, el médico Nebogsa, son testigos de la pelea. Marko se dispone a intervenir para evitar el asesinato… Sabemos que algo terrible ha ocurrido, pero el director nos deja con el suspense y da un salto hacia adelante. Doce años más tarde, en tres lugares distintos se vuelven a encontrar las víctimas del suceso y los agresores o sus familiares: la novia y el padre de Marko; la viuda y el hijo de uno de los militares que ha fallecido en la guerra; el doctor Nebogsa que ahora tiene en las manos a Todor, gravemente herido en un accidente de coche; Haris, que puede saldar la deuda contraída con Marko, pero que tendrá que volver a poner su vida en peligro,… Todos se vuelven a encontrar, como decimos, pero en circunstancias totalmente diferentes. El círculo de las relaciones, abierto ese día en la plaza de Trebinje, se dispone a cerrarse entre ellos.


Un guión muy atractivo ya es una baza que suele jugar a favor de cualquier filme, si además está bien realizado, bien llevado desde la parte técnica —ahora veremos—, y bien interpretado, el éxito es casi seguro. Es el caso de Circles: el director serbio utiliza el buen recurso de guión de dejar sin finalizar la primera secuencia para lograr que el espectador se pregunte, durante la primera parte de la película, ¿quiénes son los nuevos personajes que aparecen en la historia?, ¿qué relación tienen con el suceso?, ¿qué pasó exactamente en Trebinje?, ¿cómo se comportarán agresores y víctimas después de tantos años?

Mantener al espectador enganchado es un activo importante, pero es un arma de doble filo: hay que explicarlo bien todo. No podemos asegurar si la trama queda suficientemente clara, sin ningún cabo suelto, dado el murmullo en la sala, con las preguntas anteriores y alguna más. Para nosotros sí queda bien expuesto y, por tanto, suponemos que para el resto del público también. Desde luego, lo que consigue Golubovic es dar lugar al comentario y a la discusión, algo que siempre es bueno al salir del cine.


Si la parte argumental es destacable, no lo es menos la puesta en escena y los encuadres de transición que el realizador serbio fotografía: son planos generales de los personajes siempre delante de alguna fachada castigada por los años, las crisis y las guerras, o por muros desconchados, todo para recordar el duro entorno y el rencor que planea todavía por las ciudades balcánicas. También la música cumple el mismo objetivo, el de acompañar al drama y enfatizar el perdón; cuando éste por fin llega.

Guión, recursos técnicos y más que correctas interpretaciones —varios actores repiten colaboración con Golubovic, véase el reparto de su anterior película, La Trampa (Klopka, 2007)— son más que suficientes para darle una buena nota a esta cinta que, aunque esté basada en hecho reales, adolece del mismo defecto de casi todos los largometrajes que vienen de la antigua Yugoslavia: insistir siempre en el mismo tema. Comprendemos que la guerra esté todavía muy presente y que la reconciliación es algo necesario, incluso urgente (la película, de hecho, es una coproducción serbio-croatra-eslovena), pero dado el talento que demuestran los directores de esta generación, nos gustaría ver otro tipo de cine. Suponemos que con el tiempo así será.



Ver Ficha de Circles.



domingo, 10 de noviembre de 2013

THE CONGRESS (Ari Folman, 2013)

Sin abandonar la sección EFA, en el día de ayer asistimos a la proyección de una cinta que también compite en el apartado de los filmes europeos cofinanciados con el fondo EURIMAGES, aquí en el festival de cine de Sevilla. Una película que prometía por la originalidad de la propuesta, pero que, en esta ocasión, se quedó sólo en una buena idea, a nuestro entender mal desarrollada.

Ari Folman, el director judío de la estupenda Vals con Bashir (2008), vuelve al cine de animación con la adaptación de “The Futurological Congress”, novela del escritor polaco Stanislaw Lem (el autor de “Solaris”, entre muchos otros libros). Sí en Vals con Bashir, el realizador se apoyaba en los dibujos para narrar un excelente y muy premiado documental sobre el conflicto arabe-israelí, aquí  parece que hace todo lo contrario: parte de una trama bastante interesante para no-narrar un absurdo desfile de imágenes animadas.

Y eso que la película arranca también como un documental: La actriz Robin Wright, que se interpreta a sí misma —¿la recuerdan como Buttercup en La Princesa Prometida (The Princess Bride de Rob Reiner, 1987)? Si no es así, no se preocupen, ya se encargan en la cinta de que hagan memoria—, pasa por un momento delicado en su carrera tras varios títulos para olvidar, con 44 años, con una hija adolescente rebelde y un niño a punto de quedarse sordo y ciego. Entre su agente (Harvey Keitel) y el productor de la Miramount Pictures —la Paramount, claro— le proponen un contrato a perpetuidad: se someterá a una sesión de escaneado para diseñar una actriz por ordenador, idéntica a ella, que haga las películas que la compañía quiera para la eternidad. La actriz acepta y su vida cambia totalmente… Su vida y la película, por desgracia.



Una pena porque el comienzo es prometedor, dada la ácida crítica a la estructura de Hollywood en un guión que parecía especular y muy interesante. De hecho, las mejores secuencias se deben a este arranque con un buen registro dramático de Robin Wright y un siempre acertado Keitel. Pero desde la firma del contrato y tras la sesión de escaneado, lo que viene a continuación (las dos terceras partes de la cinta) es una sinfonía animada, onírica, delirante y sin sentido. El filme pasa al género animado de ciencia-ficción con una especie de mundo al estilo de Matrix (The Matrix de Andy y Lana Wachowski, 1999), donde todo es ilusión, donde las personas se drogan para vivir una vida que no es suya. Si bien todo vale en este género, hay que tener algo de cuidado con la trama: a diferencia de Matrix, aquí no se explica cómo sobrevive la gente, qué come o a qué se dedica, tal es la paranoia del largometraje.



Ari Folman toma nota del pasado “animado” de la protagonista de Beowulf (Robert Zemeckis, 2007) y le da la vuelta para hacer deambular a Robin Wright por un entorno que discurre entre el de Yellow Submarine (George Dunning, 1968) y los cartoons de Tex Avery. Convertida en una caricatura de ella misma —nunca mejor dicho—, la nueva heroína decadente, la Buttercup madura caída en desgracia, ya sólo se dedica a la búsqueda de su hijo; algo que termina de rematar la cinta hasta volver la trama no sólo absurda sino también aburrida.  

The Congress, por tanto, nos ha parecido un filme irregular, con un arranque prometedor y un desarrollo que bien pudiera proyectarse en los museos de arte moderno como una sinfonía que encadena imágenes oníricas sueltas, muy del gusto de los amantes de la animación, pero desde luego poco adecuado para incluirlo en esto que llamamos cine.



Ver Ficha de The Congress.



sábado, 9 de noviembre de 2013

LA MUJER DEL CHATARRERO/UN EPISODIO EN LA VIDA DE UN CHATARRERO (Epizoda u zivotu beraca zeljeza de Danis Tanovic, 2013)

Unas horas antes de la gala inaugural del festival de cine de Sevilla, hemos asistido a nuestra primera película de la Sección Oficial: al esperado largometraje de Danis Tanovic; cinta que también compite por el premio del público destinado a los filmes seleccionados por la EFA (European Film Academy) para sus galardones anuales, y que ya ganó dos osos de plata en la pasada Berlinale.

La organización del certamen andaluz compara la cinta del director bosnio con El ladrón de bicicletas (Ladri di bicicletti de Vittorio de Sica, 1948) y no les falta razón en cuanto a que la intención del realizador es dotar a la historia de un verismo crudo gracias a un entorno sobrio y a una trama donde la principal baza dramática es la desesperación del protagonista:
Nazif (actores y personajes comparten nombre, son ellos) es un padre de familia que malvive recogiendo chatarra. Un trabajo que apenas le da para dar de comer a su mujer y a sus dos hijas. En pleno invierno, cuando sobrevivir es aún más duro, Senada, la mujer de Nazif, sufre un inoportuno aborto y necesita operarse de urgencia. Su vida corre peligro. El problema es que la familia carece de cobertura médica y el coste de la operación de Senada es inalcanzable para su maltrecha economía. Un contratiempo que es suficiente para que todo se venga abajo en el frágil mundo de Nazif.


En esta introducción, Tanovic nos guía pausadamente, pero con habilidad, a través de un día cualquiera en la vida de la familia. Así, podemos observar cómo las niñas dependen totalmente de la madre —aún muy pequeñas para valerse solas— y llegamos a saber lo poco que da de sí el mísero sueldo de un buen día en la venta de chatarra. Todo para que después de recibir la mala noticia de la enfermedad de Senada nos pongamos en la piel de Nazif y nos preocupemos con él por la imposibilidad del pago de la operación y por el incierto futuro de sus hijas. Es en este momento cuando damos gracias por vivir en una nación con un sistema sanitario de cobertura universal. No lo perdamos.

Danis Tanovic aborda este drama urbano —casi una tragedia— de una forma artesanal para dotar de mayor sensación de realidad a la historia. Con una técnica de cámara al hombro, el director huye de cualquier adorno extra para seguir los titubeantes pasos de Nazif en su lucha contra la burocracia: da la impresión de que para el protagonista sólo existe una estación, el invierno; no hay paisajes agradables en un pueblo de chabolas y basura; y de la ciudad sólo destaca el humo de sus chimeneas y la presencia desagradable de una central eléctrica. Cuando todo se hunde en la vida de Nazif, recoger chatarra se hace aún más cuesta arriba —literalmente—, y el único resquicio a la esperanza es la limitada ayuda que le prestan unos vecinos que se encuentran en similares condiciones.



El ropaje de modernidad, de extrema realidad y casi documental, con el que se viste la película contrasta con un guión clásico dividido en tres actos, y con los dos habituales puntos de giros (el primero ocurre cuando Senada cae enferma, el segundo no lo desvelamos). Una estructura muy reconocible para un filme duro donde la referencia a la historia reciente de Bosnia Herzegovina, a su conflicto bélico, no podía faltar.

Aunque preferimos al Tanovic de En tierra de nadie (No Man’s Land, 2001) y echamos en falta algo de su humor característico, este Episodio en la vida de un chatarrero —irónico y terrible título— tiene un indudable atractivo y una moraleja que podría ser la siguiente: Dios aprieta, e incluso parece que ahoga; sobre todo a los pobres.





lunes, 4 de noviembre de 2013

FESTIVAL DE CINE EUROPEO DE SEVILLA 2013

Y llegó el momento de nuestra cita anual con el cine que viene de la vieja Europa. Y de nuevo es aquí, en Sevilla, donde se reúnen algunos de los mejores filmes de este año y del pasado para, con la excusa de competir por el Giraldillo (ese Óscar andaluz) poder disfrutar de lo que más nos gusta, de películas de cine de autor; un tipo de cine que por desgracia no se distribuye con la normalidad que a los amantes del séptimo arte nos gustaría.






















El festival celebra su décimo aniversario con un cartel que parece anunciar un certamen de cine porno y con una programación que vuelve con las secciones habituales, consolida otras que aparecieron hace doce meses y continúa con la dispersión de las salas por el centro de la ciudad; algo que sigue sin agradar a algunos, pero que consigue implicar más a la ciudad en esta fiesta del cine.

Los apartados más importantes del festival siguen siendo la Sección Oficial y la selección de premios del cine europeo o Selección EFA. En la primera, veremos compitiendo por el Giraldillo de Oro a directores de la talla de Danis Tanovic (Óscar por la maravilla que es En Tierra de Nadie) o Claude Lazmann (autor de Shoah, el documento definitivo sobre el Holocausto).

Danis Tanovic
También son competitivas la sección estrenada el año pasado, Las Nuevas Olas, en su vertiente de ficción y en la de no ficción; la novedad llamada Resistencias, que quiere ser un toque de vanguardia en el certamen al convocar a cintas españolas independientes; la sección transversal Eurimages, compuesta por películas presentes en otros apartados que han sido cofinanciadas con el fondo europeo que lleva ese nombre; y el Panorama Andaluz de Cortometrajes más la sección Europa Junior, que se ocupa del cine para los pequeños.


Otras actividades, ya fuera de competición, pero igualmente importantes, son las que el festival dedica al cine de otros países. En esta ocasión, como si de una continuación del certamen anterior se tratase, el festival vuelve a dar el protagonismo al país vecino en Focus Europa: Portugal (recordemos que el año pasado ya dedicaron un espacio a los festivales portugueses).

El Último de los Injustos, documental de Claude Lanzmann

En el apartado de ciclos, destacan la retrospectiva dedicada a la obra de Leos Carax (cómo nos gustaron aquellos Amantes del Puente Nuevo, Les Amants du Pont-Neuf) y el ciclo que el festival ofrece al público aficionado al cine de animación con la sección Post-Koniec, donde la nueva generación de creadores de Europa del Este muestran sus mejores trabajos.


Nos dejamos otros apartados menores, donde la música, los cortometrajes, los documentales y todo tipo de actividades audiovisuales tienen también su protagonismo para configurar un certamen heterogéneo, siempre muy apetecible, del que daremos cuenta un año más como corresponsal de prensa de muchocine.net. Será imposible estar a todo, pero sí intentaremos dar nuestra opinión de lo que veamos. Será en los próximos días.

Películas y Crónica del Festival de Cine Europeo de Sevilla 2013


Programación del Festival.

Ver las pasadas ediciones: 
Festival de Cine Europeo de Sevilla 2012
Festival de Cine Europeo de Sevilla 2011
Festival de Cine Europeo de Sevilla 2010




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