In Bloom parte
de un buen guión de la propia Nana Ekvtimishvili para narrar el paso de la
infancia a la juventud de Eka, una niña de catorce años que vive en Tiblisi, en
1992, en pleno conflicto bélico y étnico entre Georgia y Abjasia. Suponemos que
la visión de Nana es en parte autobiográfica por dos detalles, porque ella es
de Tiblisi y, haciendo cuentas, tiene la edad que tendría Eka hoy en día; y por
las palabras del otro director, de Simon Gross, que anunciaba antes de la
proyección que las localizaciones de la película, según Nana, prácticamente no
habían cambiado desde 1992.
La vida
de Eka discurre, aparentemente, como la de cualquier otra niña de su edad:
entre el colegio, con su amiga Natia como principal compañía, y el entorno
familiar; en su casa de Tiblisi donde vive con su madre y su hermana. La tranquilidad del arranque de la cinta se ve poco a poco contaminada
por una atmósfera cada vez más cargada. La tensión se masca en el ambiente, no
sólo por las inquietantes noticias que vienen del frente, sino por la violencia
doméstica, por el proselitismo de los profesores a favor de uno u otro bando,
por el acoso escolar o por los enfrentamientos en las colas para conseguir pan
y demás alimentos racionados. En el caso concreto de la protagonista, los directores
se encargan de confirmarnos de que algo no va bien cuando, de forma desdramatizada,
pero impactante, Natia le desvela a Eka cuál es el regalo de compromiso que le ha
regalado su novio: una pistola.
En In
Bloom, se usa la triste mirada de Eka como herramienta para describir
una sociedad que ha perdido los valores más elementales, que, entre otras
cosas, permite la violación y el crimen en sus calles. Sólo Eka, es decir el
punto de vista de los directores, parece darse cuenta de lo que ocurre y se
niega a dejarse llevar por la situación. Ella es la que va a contracorriente, la rara,
cuando en realidad es el resto el que se equivoca. Una secuencia, quizás la
mejor de toda la película, subraya la intención de los realizadores: en la boda
de Natia, y ante la sorpresa de todos los invitados, sale Eka a bailar. La niña
tímida y extraña, consigue ser la atención de todos en un baile tan hermoso como
significativo.
Escenas
como la del baile, largos planos secuencias con la cámara muy cerca de los
personajes, son el buen recurso técnico y de puesta en escena utilizado por la
pareja de jóvenes realizadores. También las elipsis y el uso de los fuera de campo para obviar la violencia
explícita y centrarse en la tensión son otros elementos en la forma de narrar
de Nana y Simon; una manera de entender el cine que nos parece muy centrada,
sincera y consecuente con en el objetivo que ambos pretenden, el de denunciar
el comportamiento de una sociedad descompuesta por sus conflictos internos.
Ver Ficha de In Bloom.
Los conflictos bélicos siempre traen grandes dramas en los que sale lo peor de nosotros. En las últimas décadas en los países del Este hubo demasiadas guerras; las étnicas son las más jodidas, como pasó en la antigua Yugoslavia. Parece una buena elección. Saludos, ethan. Buena reseña.
ResponderEliminarComo ya dijimos en "Circles" es casi imposible para los cineastas de esos países abstraerse de los conflictos bélicos y no tenerlos en cuenta, de una manera u otra, en sus películas. Saludos.
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