domingo, 25 de junio de 2023

EL AUTOREMAKE EN EL CINE. CAPÍTULO V (XV)

Gary Cooper, como Errol Flynn, encarna al típico héroe solitario de las mejores películas de Walsh; igual que su antecesor, la actuación de Cooper destaca por su sobriedad y laconismo. Sin embargo, es en torno al personaje al que da vida el actor donde se concentran algunas de las diferencias que existen entre Tambores lejanos y Objetivo: Birmania: 

El capitán Wyatt de Cooper se aísla más, si cabe, en su soledad que el capitán Nelson de Flynn, y se encuentra muy por encima de los soldados a los que manda, con los que apenas se relaciona. Es un héroe con un pasado trágico (su esposa fue asesinada por unos soldados) que vive en una isla rodeada por los Everglades (evidente metáfora); que está acostumbrado a la selva (otra diferencia con Nelson), que prefiere la vida salvaje a la civilización y que incluso viste distinto al res­to (5.41),[1] con una indumentaria de explorador que se mimetiza con el entorno y que refleja su íntima relación con los nativos (su mujer era india y tiene un hijo mestizo). A pesar de partir de un perfil típico de héroe de western psicológico,[2] Walsh no se decanta por desarrollar el posible deseo de venganza del capitán, prefiere atender a la aventura propiamente dicha y saldar el drama particular de Wyatt con una declaración final donde perdona a los agresores de su mujer.

El contexto social también marca una importante distinción entre las dos películas. En Objetivo: Birmania, la guerra en el Pacífico aún estaba por decidir y la crudeza del conflicto se hace sentir en el naturalismo de las imágenes en blanco y negro; mientras que en Tambores lejanos, la historia que se cuenta no es contemporánea, la propaganda carece de sentido y eso hace que Walsh no profundice demasiado en la personalidad de los protagonistas y se centre más en la colorista aventura que en el drama; aunque, eso sí, ponga el mismo acento en la batalla del hombre contra la naturaleza. Aspectos, ambos, el de la aventura y la lucha por la supervivencia, que resalta el director cuando al final resuelve el conflicto con un duelo a muerte entre el jefe indio y Wyatt (5.42). Secuencia submarina muy bien fotografiada por Sid Hickox, el hábil operador de la Warner con el que Walsh trabajó en numerosas ocasiones y que aquí hace un excelente trabajo con el technicolor de la época.[3]

El reclamo estelar de Cooper —el único de la película— deja poco protagonismo a los secundarios que, comparados con los de Objetivo: Birmania, son bastantes menos, podríamos decir que sólo tres (5.43), y con pocas líneas de diálogo, todo para beneficiar a la acción. Por el lado cómico, se sitúa Arthur Hunnicutt, un actor que debe su fama al registro de películas como Río de sangre, o el que hemos visto en El Dorado, exactos, ambos, al que utiliza en Tambores lejanos, esto es, el explorador veterano que conoce al dedillo cada palmo de terreno y que es capaz de seguir el rastro como si de un indio se tratase.

Junto a Hunnicutt, el otro actor de reparto que destaca es Richard Webb. Interpreta al teniente Tufts, un oficial de marina tan desplazado de su ambiente naval como el barco al que arrastran por tierra (5.44). Tufts es el blanco de los ataques de las serpientes, pero también de las burlas de Wyatt. El teniente se nos antoja el sustituto del reportero de la película original, por lo extraño que se siente en tierra, pero, sobre todo, porque se erige en el narrador de la historia, aunque en este caso la voice over de Tufts acompañe a la acción a lo largo de todo el metraje. 

Como bien ha visto Roberto Cueto (2008, p.197), el arranque de Tambores lejanos es muy similar al que más tarde se usará en Apocalipsis Now (Apocalypse Now de Francis Ford Coppola, 1979) o, lo que es lo mismo, al de la novela en la que se basa la película, “El Corazón de las Tinieblas” de Joseph Conrad. Tufts relata a bordo de la embarcación el objetivo de su misión: encontrarse con el capitán Wyatt, un militar que vive en la jungla y hace la guerra por su cuenta (como el coronel Kurtz, al que interpretaba Marlon Brando en la cinta de Coppola).

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[1] Como Alan Ladd en Rebelión en el fuerte (Saskatchewan, 1954), otro western de Walsh que guarda ciertas semejanzas con Tambores lejanos. El protagonista es un inspector de la Policía Montada del Canadá, hijo adoptivo de un jefe indio, que siempre que puede se cambia la casaca roja por la indumentaria de explorador. Además, termina por liderar un grupo que tiene que atravesar un territorio hostil de intrincados bosques infestados de indios.

[2] Pensemos en westerns del estilo de Encubridora (Rancho Notorious de Fritz Lang, 1952) o El último tren de Gun Hill (Last Train from Gun Hill de John Sturges, 1959), donde el protagonista sólo vive para vengarse de los asesinos de su pareja.

[3] Como ya vimos, Sidney Hickox fue el director de fotografía de Juntos hasta la muerte, pero también de Al rojo vivo, Camino de la horca, Fighter Squadron, Silver River, Uncertain Glory, Northern Pursuit, Gentleman Jim, The Man I Love, One Sunday Afternoon y Más allá de las lágrimas, todas de Walsh.




domingo, 11 de junio de 2023

2 X 1: "I'LL SEE YOU IN MY DREAMS" y "PARA ELLA UN SOLO HOMBRE" (Michael Curtiz) (II)

I’ll See You in My Dreams (1951)

El realizador húngaro, y ahora reconocido como uno de los grandes, Michael Curtiz, arrancó la década de los cincuenta asentado en la Warner Brothers, productora donde estuvo casi tres décadas y donde cosechó los mayores éxitos de su carrera (Casablanca, Robin de los bosques, El capitán Blood, El lobo de mar, Alma en suplicio y un largo, larguísimo etcétera). Michael Curtiz se entregó en cuerpo y alma al sistema de producción del Hollywood clásico y acaso fue el paradigma de director de los grandes estudios.

Así, era capaz de supeditar todos los recursos cinematográficos al servicio del género para caracterizarlo y definirlo. No solo lo hizo en dramas, películas de aventuras, de cine negro, del oeste o bélicas, también se adentró en el musical con algunos éxitos ⸺aunque no fue su género preferido⸺ casi siempre dando vida a personajes que habían existido en la realidad. Después del éxito de Yankee Doodle Dandy (1942), homenaje al compositor George M. Cohan, y del fallido largometraje a mayor gloria de Cole Porter, Noche y día (Night and Day, 1946), Curtiz rodo en 1950 el excelente filme El trompetista, inspirado en el músico de jazz Bix Beiderbecke. A partir de aquí, en la década de los cincuenta rodó otros dos biopics, tan desconocidos en España como interesantes, de los que vamos a hablar ahora: I’ll See You in My Dreams y Para ella un solo hombre.

En el primero de ellos, Curtiz recrea la vida y obra del letrista Gus Kahn (Danny Thomas), famoso músico popular de los años veinte y treinta, que llegó a trabajar en Broadway, nada menos que para el célebre productor de revista Florenz Ziegfeld. La cinta versa sobre el ascenso al estrellato, la caída y el resurgir del compositor, y arranca cuando Kahn conoce en una agencia musical a Grace (Doris Day), la que será su futura esposa, e insiste en venderle su primera canción, a la sazón el primer éxito de Kahn.

 

Ni que decir tiene que aunque el personaje protagonista sea el músico, el centro de las miradas se dirigen a Doris Day y a los números musicales en los que ella actúa. Con Doris Day ya había trabajado Curtiz en otro musical: Romance en alta mar (Romance on the High Seas, 1948) y en la citada El trompetista (Young Man with a Horn, 1950).

La trama de I’ll See You in My Dreams sigue la estructura de  “Ha nacido una estrella”, con los años veinte como telón de fondo y con un buen número de canciones célebres, todas ellas escritas por Kahn y cantadas por ambas estrellas, Danny Thomas y, sobre todo, Doris Day: Comenzando por la que da título a la película, “I’ll See You in My Dreams” y continuando con “It Had To Be You”, “Pretty Baby”, “My Buddy”, “The One I Love (Belong to Somebody Else)”…, y así hasta más de veinte canciones (algunas solo parcialmente) desfilan en una película muy del gusto del pueblo norteamericano.



Para ella un solo hombre (The Helen Morgan Story, 1957)

Seis años después de I’ll See You in My Dreams, Michael Curtiz vuelve al mundo de la música popular, a los años veinte, a la revista, a Broadway y al éxito que significa trabajar para el mito que fue Florenz Ziegfeld, y lo hace con el biopic de Helen Morgan, una cantante legendaria estadounidense.

Mal traducida en España, (Para ella un solo hombre), The Helen Morgan Story está protagonizada por Ann Blyth (su último largometraje) y cuenta con una pareja estelar encabezando el reparto: nada menos que Paul Newman. La cinta sigue de nuevo el auge y la progresiva caída de la protagonista, hasta llegar a un final tan emocionante ––y tan calcado–– como el de I’ll see you in my dreams.

No obstante, la historia de Helen Morgan trata, en realidad, de las idas y venidas de un triángulo formado por Helen, por el poco recomendable Larry Maddux (Paul Newman), un pendenciero aficionado a los trapicheos, en especial al contrabando de alcohol en la época de la prohibición, y por el eminente abogado Russell Wade (Richard Carlson), un hombre casado y muy rico que apostará por la estrella emergente.

 

De nuevo las canciones son lo mejor de una cinta donde brillan la voz de Ann Blyth (doblada por Gogi Grant). La película es mucho más dramática que la anterior debido al citado triángulo amoroso y, sobre todo, a la caída de la cantante, que es mucho más acusada. Circunstancia que aprovecha Curtiz para manejar escenas nocturnas de calles mojadas, donde reinan los claroscuros y la luz de bajo tono, mientras Helen es arrojada, literalmente, al arroyo.

En The Helen Morgan Story aparecen personajes que ya estuvieron en I’ll See You in My Dreams, como Florenz Ziegfeld, y suenan canciones que ya se escucharon en dicha película como “The One I Love (Belong To Somebody Else)”. También se cuenta cómo Helen llega a la cima de su carrera cuando actúa para Ziegfeld en la famosa revista “Show Boat”, aquí llamada “Magnolia” y recreada en varias ocasiones en el cine. Todo suena muy familiar, pero es bienvenido en una cinta tan entrañable como emocionante.





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