lunes, 27 de mayo de 2019

REBELIÓN A BORDO (Mutiny on the Bounty de Frank Lloyd, 1935)

El éxito de La isla del tesoro (Treasure Island de Victor Fleming, 1934) animó a Irving Thalberg, a la sazón productor estrella de la Metro Goldwyn Mayer, a desear adaptar otra obra literaria del mismo estilo. No tuvo que esperar mucho pues el asunto le cayó del cielo, concretamente del director Frank Lloyd que había comprado los derechos de “El motín de la Bounty”, libro escrito por Charles Nordhoff y James Norman Hall. Dicho cineasta le ofreció la novela a Thalberg a cambio de un contrato que le permitiese dirigir la película.


El argumento de la cinta es tan conocido como el de “La isla del tesoro”, sólo que esta vez se basa en los hechos reales acaecidos en 1787, en la “Bounty”, al mando del capitán William Bligh (Charles Laughton). A pesar de algunas lagunas, referentes sobre todo al final de Fletcher Christian (Clark Gable) y los amotinados, la película es bastante fiel a lo que sucedió en la realidad durante el viaje de la Bounty, que no era otra cosa que una versión del triángulo del azúcar, África-Caribe-Inglaterra. En el periplo de la Bounty se cambió África por Tahití. Allí esperaban descubrir un alimento barato para los trabajadores de sus explotaciones del Caribe. Al final, el intento de aumentar los márgenes comerciales con el empleo del árbol del pan fue un fiasco: tras varios viajes como el de Bligh, los esclavos se negaron a comer dicha planta. 

Con respecto al capitán William Bligh, se sabe que era un excelente navegante tal como demuestra su increíble hazaña de recorrer 4.000 millas en un bote de remos. Viaje en el que sólo perdió un hombre, y fue durante la lucha contra los nativos hostiles de una isla en la que hicieron un alto para aprovisionarse. Al parecer, Bligh no era especialmente cruel ni déspota, pero sí que le faltaba tacto a la hora de dirigirse a sus subordinados. Era famoso por dejar en evidencia a sus oficiales delante de la dotación y por sus malos modos y lenguaje poco adecuado. Según las anotaciones de Bligh en el cuaderno de bitácora, la rebelión fue debida a que Christian y el resto de amotinados habían descuidado la disciplina durante su estancia en Tahití —Christian se casó allí— y se resistieron a abandonar aquella forma de vida. Sin embargo, en mi opinión, algo tuvo que ver Bligh en el motín porque años después del incidente, cuando era gobernador de Nueva Gales del Sur, sufrió otra revuelta parecida, en este caso de los colonos. Demasiados problemas en sus destinos para que no tuviera alguna responsabilidad en dichos motines. No obstante, cuando Bligh regresó a Inglaterra fue nombrado almirante y terminó su carrera de forma honrosa.


Igual que ocurrió con “La Isla del Tesoro”, el motín de la Bounty ha dado para unas cuantas versiones en la gran pantalla, aunque ninguna de ellas logró superar a la adaptación de Frank Lloyd. Desde el arranque, vista hoy en día, se hace muy atractivo el tono clásico de la película, el ambiente que la Metro sabía darle a este tipo de superproducciones. El director, consciente de lo que tenía entre manos, se empeñó en una cuidada y académica realización, mientras que todo el filme se benefició de un montaje excelente (las secuencias del arranque y las del motín recuerdan a las del Acorazado Potemkin) y de unos actores de primera, que, sin embargo, no se llevaban nada bien. Algo previsible si tenemos en cuenta la condición de homosexual declarado de Charles Laughton, y la homofobia de Clark Gable. El galán no se sentía cómodo con el actor británico; ni se creía adecuado para interpretar a un oficial inglés del siglo XVIII con aquellos calzones ajustados tan poco masculinos. No obstante, al acabar la película reconoció que su papel como Fletcher Christian había sido el mejor de su carrera.

Si Gable bordó la actuación, lo de Charles Laughton es simplemente inolvidable, y eso que le tenía miedo al mar y se mareó todo el tiempo que duró el rodaje. Su interpretación del cruel Bligh ha entrado en la leyenda del cine y su personaje es de los más odiados (queridos) de todos los tiempos. Con gestos muy estudiados, incluso contenidos, el actor da a entender una personalidad atormentada por culpa de leyes navales demasiado rígidas, que permitían que los capitanes se ensañaran con los castigos. El actor sólo cambia momentáneamente de registro, y parece hasta humano, cuando se enfrenta al reto de llevar sanos y salvos a sus hombres a través del océano en un pequeño bote. Cuando al final divisan tierra, Laughton/Bligh llora de emoción mientras exclama: ¡He vencido al mar! Es conocida la anécdota que dice que el personal del equipo de rodaje fue incapaz de aguantar las lágrimas de emoción.


Ver ficha de Rebelión a bordo.

El post es un extracto corregido para la ocasión del capítulo dedicado a Rebelión a bordo en mi libro: CINE Y NAVEGACIÓN. Los 7 mares en 70 películas




lunes, 13 de mayo de 2019

2 X 1: "CANOA" y "EL APANDO" (Felipe Cazals)

Canoa (1976)

A mediados de los años setenta, el cine del director mexicano Felipe Cazals sube de nivel con un par de películas donde el contexto político y social del México de 1968 cobra protagonismo. Igual que en Europa, en el país centroamericano surgieron todo tipo de protestas que, si bien no fueron tan célebres como las de, por ejemplo, el mayo francés, si fueron igual de duras.

El ya prestigioso director mexicano, nacido en España, Felipe Cazals, sufrió esa represión de primera mano, una experiencia que se vio reflejada en sendas cintas unos años después. La primera de este par de magníficos largometrajes, Canoa, se basa en una historia real sucedida en la población del título:

Unos jóvenes aficionados al montañismo son linchados por los vecinos de la aldea, liderados por el párroco, un cura que ejerce de líder espiritual y político. La confusión, intencionada o no, creada al sospechar que los muchachos son estudiantes comunistas, y que vienen a matar al sacerdote, es la causa de la tragedia.


Los jóvenes protagonistas son en realidad trabajadores de la universidad, no estudiantes, y, desde luego, no tienen nada que ver con aquellos ni con el movimiento de protesta. Para recoger la terrible historia con toda su crudeza, Cazals utiliza una puesta en escena violenta, feísta y oscura. La rebelión estudiantil de la capital permanece en el fondo de este pseudo-documental narrado por un falso testigo (Salvador Sánchez). La trama se va enredando en torno a él hasta que llega a confundirse lo real con lo narrado cuando el testimonio viene desde el mismo corazón de las terribles escenas. La tensión in crescendo se vuelve insoportable; las secuencias cruentas, tenebristas, configuran una estética tan negra como oscura es la época retratada por Cazals.

Presentación de "Canoa" por Guillermo del Toro:



El apando (1976)

Conocida en España por "Celda de castigo", la siguiente película de Cazals, El apando, se produjo el mismo año que Canoa y también se basaba en experiencias reales sucedidas en 1968 en México, aunque en este caso era la adaptación de la novela homónima escrita por José Revueltas.

El literato, conocido activista político, sufrió la represión ese mismo año de 1968 cuando fue arrestado e internado en la tristemente famosa cárcel de Lecumberri. Los dos años encerrado fueron los desencadenantes de una de las más célebres novelas mexicanas contemporáneas.

Con El apando, Cazals fue fiel al libro a la vez que continuaba con su particular cuadro de los horrores mexicanos. La denuncia de las condiciones extremas de la vida de los internos de Lecumberri se amplificaba con la repugnante catadura del trío de personajes protagonistas. La trama gira alrededor de los presos de una celda de castigo (en México denominada "el apando") que planean introducir droga en la prisión; uno de ellos de nuevo interpretado por el gran Salvador Sánchez.


Película, por tanto, de género carcelario, otra vez narrada mezclando el presente en la cárcel, con el pasado de los delincuentes cuando todavía no han sido detenidos. Dos de los presidiarios no soportan al tercero, pero tienen que aguantarse porque la madre ––en el colmo del feísmo y la crudeza–– es la anciana elegida para introducir la droga en el interior de su cuerpo.

Con secuencias tan impresionantes como la escena de la pelea final ––véase el curioso, efectivo y horrible método para reducir a los amotinados––, y con planos tan expresivos como los del preso sacando la cabeza de la celda, como si la tuviera cortada, El apando ha pasado con toda justicia a ser una de las mejores cintas del cine mexicano.



Noticia de última hora: mi novela CENIZAS PARA UN BLUES ha finalizado su período de preventa y ya se encuentra disponible en Amazon:


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