El olor a pan
recién horneado, a croissants, a
palmeras de chocolate y a bollería en general, es nuestra excusa para volver a
la sección culinaria del blog. Para presentar nuestro menú, hoy nos apoyamos en
los primeros trabajos de uno de los principales valedores de la Nouvelle Vague:
Eric Rohmer.
La
Boulangere de Monceau es el primero de los seis Cuentos Morales de Eric
Rohmer, uno de los tres grupos de películas que son los pilares básicos de la
obra del director francés (los otros dos son Las Comedias y Proverbios
y Los
Cuentos de las Cuatro Estaciones). De los Cuentos Morales, los primeros,
La
Panadera… y La Carrera de Suzanne (La
Carriere de Suzanne, 1963) son dos cortos, ambos producidos por Barbet Schroeder, que se
reserva en la cinta que nos atañe el papel protagonista. El que luego tendría
una carrera como director en Estados Unidos (recuérdese, entre otras, El misterio
Von Bulow o Mujer blanca soltera busca…) se convierte así en mecenas del
realizador galo.
A pesar de que la
película de Rohmer es un filme artesanal, rodado en 16 mm y con escasos medios,
ya se adivina por dónde va a transcurrir la mayor parte de su obra. También se presiente
que ha nacido un cineasta moderno, comprometido con la nueva ola y sobrado de
talento.
La sencilla trama
narra como un estudiante se enamora a primera vista de Sylvie, una joven que
pasea por las calles de París. Intentando dar con ella, obsesionado por
entablar una relación más íntima, el joven pasa siempre por una panadería donde
la dependienta se le insinúa ligeramente. Como un juego, y para contrarrestar
el fracaso de no encontrar a su amor platónico, el joven intenta seducir a la
panadera.
El estilo
característico de Rohmer ya está ahí, casi desde el principio de su obra: la
desdramatización de los personajes, el realismo en la puesta en escena, la
acción que transcurre a un ritmo lineal, pausado pero con las escenas muy bien
encadenadas. Cada secuencia, en apariencia muy simple, tiene consecuencias en
las siguientes, también sencillas, y todas juntas configuran una historia más
compleja de lo que parece. La voz en off, los actores desconocidos, las imágenes
del mercado rodadas en exteriores, el realismo que lo impregna todo, le da una
frescura a la película que influirá decisivamente en los realizadores contemporáneos
y posteriores.
La
Panadera de Monceau hay que verla como una obra independiente, pero
también como una introducción de la serie a la que pertenece. Sigue el esquema
del hombre que persigue a una mujer con la que sueña casarse, pero que en el
camino se encuentra con otra de la que también se siente atraído aunque sea la antítesis de la primera (en el físico, en
la clase social o en la religión, o en varios de esos aspectos juntos); después vendrá el conflicto cuando tenga que
elegir una de las dos. Una introducción, decimos, o un borrador de, por
ejemplo, Mi
Noche con Maud (Ma Nuit chez
Maud, 1969) otro de los cuentos morales que sigue la misma estructura.
Con el título de
la cinta de Rohmer nos hubiera bastado para incluir este medio metraje en
nuestra serie particular de películas gastronómicas, pero es que, además,
algunos alimentos son protagonistas de la trama: así, las galletas son
utilizadas para establecer un código en las citas entre el estudiante y la
dependienta; el olor a hortalizas, el sabor a cerezas y a otros frutos forman
parte de las mañanas de este joven mientras persigue a su amada. Incluso, el
propio Rohmer siente una atracción especial por lo que ofrece la panadería en
cuestión cuando se para en planos detalle del pastel de melocotón, del bizcocho
borracho, de la tarta de manzana
o del pastel lorenés.
Y ahora las
tapas:
Bar Casa Paco (Calle
Luis Huidobro, 23, Sevilla)
Pertenece al Huerto
de Santa Teresa, pero para los que no vivimos por allí decimos que Casa Paco es
el mejor bar de Nervión. Es un local pequeño, un bar de barrio cualquiera de
los cientos que hay en Sevilla, al menos ese es su aspecto exterior, pero que está
siempre a reventar. No tiene ni sillas ni taburetes —lo siento—, sólo una barra
que, cuando regresas, se te antoja cada vez más pequeña. Todos estos inconvenientes
se soportan bien —y pronto se olvidan— cuando por fin te acomodas y empiezan a
servirte un festival de tapas.
Los nombres de
las materias primas son conocidos: que si solomillo, que si champiñones, ortiguillas, huevos
de choco, etcétera. Todo resulta familiar, pero no es más que un espejismo, hay
que estar atentos a los apellidos: merluza
rellena de langostinos, bacalao en
salsa de espinacas, pulpo… a la
¡parrilla! con salsa de boletus… Es decir, comida de aquí, pero elaborada
como si estuviéramos en El Bulli, eso sí, sin que el bolsillo se entere, que también es importante.
Cuando a estas
delicias (preguntar por la especialidad del día) le unes un surtido de caldos
muy bien elegido, dispuesto ante tus ojos en estantes de madera, y bien
servido, y unos precios muy asequibles, es cuando te das cuenta de por qué el
bar está siempre a rebosar de clientes. Conscientes en Casa Paco del éxito, y
de lo incomodo del sitio, hará cosa de un año decidieron abrir otro local más
amplio y moderno “a la vuelta de la esquina”, en la calle Muñoz Seca. Allí te
puedes sentar sin miedo: las tapas son las mismas.
Ya sea en el
local de siempre, o en el otro, o en el pequeño restaurante que tienen
enfrente, te garantizo que disfrutaras de las mejores viandas de la ciudad. Y,
quién sabe, a lo mejor nos vemos por allí algún día.
Como de costumbre, Rohmer preocupado por los pequeños e íntimos detalles de las relaciones personales.
ResponderEliminarEn este caso es la voz en off la que va tejiendo la personalidad del protagonista, en la mayoría de los casos es un dialogo insistente el que nos da las pistas de por dónde va cada personaje y las relaciones con los demás.
EliminarCreo que la he visto ¿es un meiometraje,no? de 40 minutos o algo así. Tengo que buscarle para echarle un vistazo, un Rohmer siempre es un Rohmer.
ResponderEliminarSaludos
Roy
Sí, son alrededor de veinte minutos, como "La Carrera de Suzanne", también muy recomendable.
EliminarA mí también me gusta la sencillez del cine de Eric Rohmer. Su estilo es característico, se identifica bien y las historias se cuentan con una naturalidad envidiable. Películas muy agradables de ver.
ResponderEliminarEl bar sevillano tiene que estar bien. Si ponen esas comidas y está siempre lleno es que la elaboración es estupenda y los precios asequibles, por lo que interpreto. Ahí se debe vivir muy bien, ethan, como aquí en Vigo que tenemos un pescado y un marisco que es una delicia. Supongo que conocerás las rías Baixas. Están muy bien y el tiempo no es tan malo como otras partes de Galicia. Aquí hay como un microclima bastante agradable. Eso sí, el agua del mar no es como en el Mediterráneo, desgraciadamente.
Un saludo. Buena entrada, ethan.
Son como la vida misma, sin grandes aspavientos, si demasiadas tensiones, como dices: muy agradables de ver.
EliminarClaro que conozco Galicia, tengo familia allí y he vivido varios años tanto en las rías altas como en las bajas. Además, este verano estuve en Vigo, la ciudad de las cuestas..., y de las Ostras!
Saludos!
Sí que tiene cuestas! Es la San Francisco gallega :-D ...bueno, tampoco exageremos que San Francisco é moito (como dicen aquí).
EliminarUn saludo, ethan
Es cierto, además también tiene su "Golden Gate" particular: El Puente de Rande ;-)
EliminarUn gusto recordar el cine de Eric Rohmer, además esta cinta no la conocía, tomo nota. Y también de este otro bar de tapas que me coge hasta cerquita. Gracias.
ResponderEliminarBuen fin de semana.
Vete temprano o no cogerás sitio, ya verás como vuelves.
EliminarSaludos!
Estimado Ethan; qué detallazo… Uno de 3 grandes de la Nouvelle Vague y el olor a tahona de leña. La verdad que a estas horas uno se relame los labios. He de confesarle, que este apetitoso film (mediometraje y la nostalgia del 16mm) de maestro Rohmer no lo he visto, me faltan 2 de esos 6. El otro es “Charlotte y su bistec”, y, lo apunto a la agenda. Es curioso, el otro día comentaba con un amigo que estaba interesadísimo en ver Vampyr “la bruja vampiro” del genial Dreyer si sabía algo de ella. Le dije: —te dejo el DVD, pero sin no vuelve a mi casa… Se lo llevó y se me puso contentísimo porque viene con un documental que hizo el francés del maestro danés en 1965. Ya devuelto a su estantería casi me da un beso de alegría. Ahora que ya aprieta el calor, cuando pienso en Rohmer me acuerdo de “la rodilla de Claire” 1970, no sé el porqué, pero me pasa. Y el barecito que recomienda, “Casa Paco” me recuerda al gran “Ricardo” en Valencia famoso por sus patatas bravas. Lo echo de menos, pero con la dieta del omega 3 me estoy convirtiendo en un salmón noruego. Recibe un abrazo
ResponderEliminarQué buena "La Rodilla de Clara", si te fijas también sigue la misma estructura que "La Panadera..." y "Mi Noche con Maud": esa obsesión por tocarle la pierna a la joven y luego se cruza con otra...
EliminarUn abrazo.
Apetece el bar Pepe. El cien que tratas hoy es de ese tipo que todavía me queda por descubrir. Un saludo.
ResponderEliminarBar Paco, ojo, no Pepe, que también habrá varios con ese nombre. Incluso casa Paco hay otro en La Alameda, no confundir.
EliminarUn saludo.
Este cuento moral no lo he visto, me quedé en "La coleccionista" y en esa obra maestra absoluta, una de las mejores películas que he visto en toda mi vida, titulada "Mi noche con Maud". El blog de Ethan me ha recordado ya más de una vez mis carencias "rohmerianas".
ResponderEliminarSaludos.
Si no recuerdo mal, en "La Coleccionista" (la vi hace mucho tiempo) también hay algo de la estructura de "La Panadera...", el título se refiere a una chica que "colecciona" hombres, amantes y alguien se siente atraído por ella, pero se lía con otra, o algo así.
Eliminar¿Que mecanismo de la memoria articulas para conjugar Rohmer y Casa Paco?
ResponderEliminar;-)
jajaja Bueno, en realidad no tiene que ver con la memoria sino con una sección del blog que se llama: Cine y Tapas, donde se reseña una película que tiene algo que ver con la gastronomía, y se recomienda un bar de tapas.
EliminarSaludos!
A Rohmer le he dedicado incontables entradas en mi blog. De la nouvelle vague sin duda Rohmer es mi favorito seguido de Chabrol.
ResponderEliminarhttp://esnobismoanglofrancofilo.blogspot.com.es/search/label/Eric%20Rohmer
Hace ya un tiempo que vi esta película y recuerdo que el protagonista no me cayó muy bien por su clasismo. La estética es muy similar a la de las películas de la misma época de Godard (esos ceniceros con publicidad de Cinzano en los bares). De Rohmer me gustan sobre todo los cuentos de las estaciones, pero también los diálogos de “La coleccionista” con fotografía de Nestor Almendros y “Las noches de la luna llena”. Mi favorita es “El amigo de mi amiga” en la que extrañamente en el moralista Rohmer la protagonista que traiciona a su amiga no recibe su castigo sino que es premiada.
Saludos
Yo pongo primero a Chabrol, pero es que mi admiración por él es superior a cualquier análisis objetivo. Luego estaría el resto, Truffaut, Rohmer, Resnais, etc. Ojo, menudo "resto".
EliminarRohmer simplemente me fascina, me hipnotiza con su aparente sencillez y sus diálogos.
Es verdad lo de los "Cinzano"!! jajaja
Gracias por tu punto de vista, miraré tus entradas.
Saludos
Buenísima, la película. Me dió un poco de pena la panadera, pobre... Saludos de otro admirador de Rohmer.
ResponderEliminarSí, la verdad es que da un poco de lástima, pero fíjate que los personajes casi no se inmutan exteriormente, es Rohmer con su cine el que nos induce a ese sentimiento.
EliminarSaludos!
Gracias por la referencia cinéfila, soy un auténtico ignorante sobre todo en cierta época del cine y en las producciones de algunos países. Con las tapas me veo más fuerte...
ResponderEliminar:)
Si las tapas es tu fuerte, Casa Paco será de tu agrado, seguro.
EliminarMe alegra conocer de la existencia de éste film que no me resulta tan conocido pero sí "apetitoso" y además lo acompañas muy bien con esa recomendación para el que tenga la suerte y el privilegio de bajar por ahí a esas tierras hermosas de sol y de alegria (yo lo veo así). ¡Hace tanto que no viajo hacia el sur ! De momento me muevo siempre hacia el norte..
ResponderEliminar¡Gracias Ethan, un placer..gastronómico y cinéfilo ! :-)
Un abrazo
La película se ve en un suspiro y levanta el apetito. El sur mejor ya en otoño, cuando se vayan estos calores que ya empiezan a apretar.
EliminarUn abrazo.
Un amigo me dijo una vez que visionar una película de Rohmer era tan estimulante como ver secarse una capa de pintura. Yo creo que exageraba, pero me predispuso a no atreverme con este autor. Le daré una oportunidad (o mejor debería decir que me daré una oportunidad).
ResponderEliminarUn saludo
Comprendo a tu amigo, hay gente que no le gusta este tipo de cine o que busca otras cosas más fáciles de ver en la gran pantalla. Pero a Rohmer hay que darle una oportunidad, es demasiado bueno para no concedérsela.
EliminarUn saludo.
Oye, muy tentador el bar en el que sí te puedes sentar. Cuando vuelva a Sevilla, lo visitaré (aunque yo viajo muy poquito).
ResponderEliminarY la película de Eric Rohmer... nos la cuentas tan bien que apetece verla.
Un abrazo
Es ideal para hacerse aficionado a su cine.
EliminarAl nuevo Casa Paco todavía no he ido, pero me dicen que sirven las mismas tapas, y si encima puedes sentarte, pues mejor.
Un abrazo.
Por el tiempo debería ser un cortometraje pero viendo la actualidad de romper moldes, menos de treinta minutos puede constituirse en un filme amplio. No he visto mucho de Rohmer del que me gustra bastante mi noche con Maud, voy a tratar de remediar eso,me pasa como a Chabrol, no me llaman por naturaleza. Lo de los restaurantes me encanta, soy un adorador de la comida, ¿quien no?, de la variedad, de la novedad, de las diversas culturas, me provocaría comer esas tapas, unas entraditas muy suculentas. Saludos.
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