Madeleine (1950)
En
la primera mitad de los años cincuenta, David Lean ya era considerado uno de
los mejores realizadores del cine británico. Antes de destacar como uno de
los pocos cineastas conocidos por el gran público debido a cintas como
Lawrence de Arabia, El puente sobre el río Kwai o El doctor Zhivago, Lean dirige
dos buenas películas que, en comparación con esas superproducciones, casi han
pasado desapercibidas por las nuevas generaciones.
Se
trata de un drama y una comedia que poco tienen en común, si no fuera porque ambos
largometrajes son sendos retratos de mujeres, con fuerte personalidad y
enfrentadas a padres rígidos y autoritarios. El primero de los filmes, Madeleine,
se basa en un caso real de homicidio acaecido en el siglo XIX donde trascendió, más que el
crimen en sí, el célebre proceso que vino después contra la mujer del título.
El
argumento arranca en el momento en el que la joven se promete en matrimonio con
un aristócrata, al tiempo que se ve a escondidas con otro hombre de una clase
social inferior. Una aventura viciada desde el principio donde unas cartas
comprometedoras pueden dar al traste con la futura vida de Madeleine si llegan
a manos de su padre.
El
chantaje, el asesinato, las sospechas y el juicio, en cada una de sus fases, descubren
la fortaleza de carácter de la protagonista y el buen hacer de Lean, más cercano
a sus adaptaciones formalistas e intimistas de Charles Dickens, que a las citadas
películas épicas que le encumbraron al olimpo de los directores.
Protagonizada
por Ann Todd, a la sazón esposa de Lean, es sin duda la mejor película de su
carrera como actriz y, por tanto, la más destacada de las tres cintas que hizo
con su marido (las otras dos fueron Amigos apasionados y La
barrera del sonido).
El
déspota (Hobson’s Choice, 1954)
Después del brillante
ejercicio de estilo que fue Madeleine, y tras el paréntesis de la
citada La barrera del sonido, Lean rueda la adaptación de la obra
de teatro más conocida del dramaturgo británico Harold Brighouse: “Hobson’s
Choice”.
El resultado es una
excelente comedia con actores de primera fila donde destaca el siempre
efectivo Charles Laughton, en el papel del padre déspota y borrachín, con cierta ventaja sobre el resto del elenco, pues ya lo había interpretado en las tablas. Le siguen muy de cerca, John Mills, que da vida a un zapatero, un
atractivo personaje, que parte de un registro cercano al retrasado que luego haría en La hija de Ryan (Ryan’s Daughter, 1970, también de David Lean) para evolucionar hasta convertirse en el duro hombre de negocios
capaz de enfrentarse a Laughton; y la mujer que hace posible que
esto ocurra, el verdadero centro de la trama: la hija mayor del déspota,
interpretada con profesionalidad por Brenda de Banzie (seguro que la recuerdan como la “mala” arrepentida de la segunda versión de Hitchcock de El hombre
que sabía demasiado).
En El déspota,
las tres hijas de Laughton desean casarse, pero no se atreven a llevar la
contrario a su padre, que vive como un rey gracias a los réditos que da su zapatería.
Cuando la mayor de las féminas descubre que el éxito de la empresa se debe principalmente
al operario analfabeto que trabaja en el sótano como un esclavo (David Lean no
lo puede llevar más abajo), y que hace las mejores botas de la ciudad, entonces
tiene una idea descabellada: casarse con él y emprender un negocio por su cuenta.
Ni que decir tiene que el enfrentamiento entre padre e hija, con el tímido Mills en el medio, es de época. Las risas están aseguradas y el buen hacer de David Lean, que no se prodiga mucho con la comedia, se mantiene, sin embargo, a una altura y brillantez marca de la casa.
Los detalles en Lean son
esenciales, casi obsesivos (véase el minucioso decorado), pero también lo es el
dibujo de los personajes. Fue algo que aprendió desde su primer trabajo como
director en aquella legendaria colaboración con Noël Coward titulada Sangre,
sudor y lágrimas (In Which We Serve, de Noël Coward y David
Lean, 1942). Allí, el famoso dramaturgo le dijo que debía conocer a los
personajes hasta el detalle de "saber lo que desayunan, aunque no se ruede ninguna escena con ellos desayunando". Está claro que Lean tomó buena nota del
consejo de Coward.
Uno de los grandes, sin duda.
ResponderEliminarPara mí sí. Forma parte de ese triunvirato británico legendario: Alfred Hitchcock, David Lean y Carol Reed.
EliminarHola.
ResponderEliminarQué buena entrada. David Lean fue genial, ycomo dices formó un triunvirato legendario junto a Hichtcock y Carol Reed.
Hace muchos años vi Madeleine, y me impactó.
Me has recordao una peli hel visto mil veces, "El hombre que sabía demasiado". La maa arrepentida, como dices tú, es la que mejor interpreta, al menos en mi opinión, aunque me gustan todos.
De "La hija de Ryan", que también mencionas, destaco esa impactante fotografía.
Me apunto "El déspota".
Muy feliz martes.
Fueron como la Santísima Trinidad del cine inglés. Curiosamente fue Reed el que le echó una mano a David Lean cuando el segundo todavía era un técnico de montaje (excelente, por cierto): le propuso para dirigir "Sangre, sudor y lágrimas", acertó y luego tuvo que competir con él, lo que son las cosas.
EliminarFeliz semana!
Que tal Ethan!
ResponderEliminarNo he visto "Madeleine", anotada queda. Con la primera reseña me has despertado la curiosidad, con la segunda he disfrutado pues me has vuelto a recordar aspectos de esa extraordinaria película.
Como bien apuntas la puesta en escena es algo maravilloso, los muebles, la vivienda, ¡como es esa zapateria!... La recomendación que le hace Coward a Lean acerca de los personajes me ha dejado de una pieza, eso lo dice todo. Creo que la grandeza y excelencia de estas y otras peliculas radica en esa busqueda de la perfección, del detalle, de todo eso que hoy se pasa por alto, supongo que la industria del cine hace tiempo que ya no es lo que era, me encuentro producciones (de alto presupuesto) que parecen telefilms de sobremesa.
Siempre un placer leer tus opiniones, gracias por las recomendaciones.
Saludos y feliz semana!
Es que el decorado es para que los que estudian esto del cine se paren a ver cada detalle de esa zapatería, incluso del local abandonado que luego acondicionan Mills y de Banzie. Lean era un perfeccionista, en todas sus películas el atrezzo tiene una importancia suprema.
EliminarSaludos!
Hablando en cierta ocasión con una compañera de trabajo inglesa le comenté que, durante el fin de semana, había visto "El déspota" de David Lean. Y ella, que desconocía la existencia de dicho director, me corrigió la pronunciación del apellido porque supuso que lo que yo quería decir era David Lynch... ¿Cómo se puede ser británico y vivir ajeno a semejante maravilla?
ResponderEliminarIncreíble la historia que nos cuentas. Es como si aquí te preguntan si conoces a un tal Buñuel, y tú dices que te suena a chino. Me dejas pasmado.
EliminarSaludos!
Mmm... Prefiero "Amigos apasionados" a "Madeleine" (gustándome las dos)... "El déspota" me encanta. Creo que es una estupenda película. Pero bueno, es que salvo alguna que otra, la filmografía de Lean es de las de quitarse el sombrero. Uno de los grandes entres los grandes, sin duda alguna.
ResponderEliminarSaludos!
La verdad es que, como todo en la vida, te puede gustar más una película que otra, pero lo que es indudable es que la carrera de Lean es impecable, apenas tiene una película que se pueda considerar floja o fallida.
EliminarSaludos!!