Mostrando entradas con la etiqueta William Faulkner. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta William Faulkner. Mostrar todas las entradas

jueves, 3 de septiembre de 2009

SILENCIO SE... GRABA (Semana del 4 al 10 de septiembre de 2009)

Comenzamos el nuevo año “escolar” como no podía ser de otra forma: con cine, y del bueno. En esta ocasión las cadenas generalistas, nacionales o autonómicas nos ofrecen una vuelta al “cole” cargada de excelentes películas. Así, Woody Allen, Nicholas Ray o Raoul Walsh tiene más de un filme en la siguiente tabla de recomendaciones. También destacan allí la presencia de comedias de Minnelli, Jay Roach, Harold Ramis o John Landis; todo sea para hacernos pasar el trago del regreso al trabajo y a la rutina. Saludos a todos y silencio se… graba.

Pinchar en la tabla para verla mejor (las películas en rojo no son necesariamente las mejores, son las que se comentan más abajo)

Comentarios de algunas de las cintas recomendadas:

Trabajos de Amor Perdidos (Love’s Labour’s Lost de Kenneth Branagh, 1999). Kenneth Branagh, Alicia Silverstone. (La 7 de Castilla y León, viernes 4 a las 21:45)

Musical original, sobre una obra de Shakespeare, a cargo del más dramaturgo de los cineastas contemporáneos: Kenneth Branagh. El director adapta -de nuevo- al genial autor británico para homenajear a un género que se nota que le atrae… leer más



El Hombre Del Sur (The Southerner de Jean Renoir, 1945). Zachary Scott, Betty Field. (Popular TV, domingo 6 a las 00:30)

Es habitual leer, en los diversos ensayos sobre cine, como se menosprecia el periodo norteamericano de ese enorme cineasta que fue Jean Renoir. Generalmente sus obras en el exilio estadounidense son consideradas como de transición entre sus dos etapas francesas. Como nos resistimos a dejar de lado cualquier filme de Renoir, vamos a intentar reivindicar esa importante fase de su carrera comentando lo que para nosotros es una de sus mejores películas: The Southerner.

La cinta narra las penurias de una familia sureña en la América de la Segunda Guerra Mundial. Basada en la novela de George Sessions Perry, el guión fue escrito por Jean Renoir en colaboración con Hugo Butler, Nunnally Johnson y el ilustre William Faulkner (los aficionados a la obra del premio nobel en seguida percibirán la sombra del escritor en diversas secuencias del largometraje). Gracias a que el proyecto fue realizado fuera del sistema de producción hollywoodense, el director pudo rodar un drama muy americano de forma personal, con actores poco conocidos, forzado en parte por el escaso presupuesto (a Zachary Scott sólo se le había visto una vez y en su registro característico de “malo”), y repleto de secuencias de humor muy del gusto del realizador francés, como las de la boda o la pelea en el bar, que recuerdan a, por ejemplo, La Regla del Juego (La Regle du Jeu, 1939).

Y es que El Hombre del Sur -como si tratáramos de analizar una obra pictórica de su padre- es un Renoir auténtico. El realismo y la poesía de sus obras más aclamadas se encuentran presente en todo momento. Ya lo podemos apreciar en el arranque, en las labores de recogida del algodón: mientras las imágenes nos presentan a los personajes suena un lamento procedente de las voces de color (excelente la música de Werner Janssen nominada al oscar igual que la dirección de Renoir). También la llegada de la familia a la “tierra prometida” es otro momento intenso y dramático. La visión de una casa semidestruida en un campo abandonado es estremecedora. Pero allí está Renoir: para relajar la tensión destaca en la secuencia al personaje interpretado por una excelente Blanche Yurka - la abuela- que sentada en la hamaca, en la parte trasera de la camioneta, no para de refunfuñar. Es el toque de humor que ya no abandonará la trama en ningún momento.

Como decimos, The Southerner tiene la firma de Renoir, y es un claro precedente de una de sus obras maestras: El Río (The River, 1951). La película sigue una estructura dramática lineal, dividida en cuatro partes (las estaciones que nos anuncia un calendario) y transcurre a lo largo del primer año en la vida de la familia Tucker como propietarios de un terreno; siempre a orillas de un río que va ser decisivo en varias fases de la trama y que se presenta como clara metáfora de la propia existencia.

Por otro lado, la cinta se sitúa muy cercana a los filmes que surgieron como respuesta a la depresión y al New Deal de Roosevelt, pero con unos años de retraso. Así, el guión puede parecer próximo al de King Vidor en El Pan Nuestro de Cada día (Our Daily Bread, 1934), sin embargo mientras Vidor presenta una sociedad comunitaria –casi soviética- como solución frente a la crisis, Renoir, paradójicamente (pensemos en sus simpatías por el Frente Popular Francés en su primera etapa) apoya la iniciativa privada, quizás influido por el espíritu emprendedor de su nación de acogida.



De todas las virtudes cinematográficas de Renoir –que son muchas-, en The Southerner, apreciamos la utilización, escasa, pero brillante, de su síntesis narrativa con la cámara. A destacar los planos secuencias y los travellings circulares, como el de la inundación o el del baile -éste último mi preferido-; y otra vez nos tenemos que remitir a La Regla del Juego.

Sólo nos queda decir que si no han disfrutado todavía de El Hombre del Sur, no demoren mucho más su visión y estén atentos a un par de planos, uno casi al principio, otro al final, donde Renoir realiza el mejor homenaje que he visto en el cine al hogar. Y lo hace utilizando literalmente las dos acepciones de la palabra, y certificando su adhesión incondicional a la pintura y a la poesía.



Operación Crossbow (Operation Crossbow de Michael Anderson, 1965). George Peepard, Sophia Loren. (Veo TV, domingo 6 a las 22:00)

Peculiar superproducción del oportunista Carlo Ponti (de nuevo un productor casado con una estrella, en este caso Sophia Loren) que, seguramente, quiso explotar el filón descubierto por Los Cañones de Navarone (The Guns of Navarone de J.Lee Thompson, 1961)… leer más




Match Point (Woody Allen, 2005). Jonathan Rhys Meyers, Scarlett Johansson. (TV3, miércoles 9 a las 22:00)

A Match Point la calificaría de película circular. Entiendo por circular aquella que ata los cabos que quedan sueltos en el arranque; aquella que dispone de un guión que se realimenta, que transcurre con un largo flashback apenas imperceptible, pero que responde a las preguntas que el director formula al espectador: ¿el azar es la principal ley del Universo? Es decir ¿todo lo que ocurre no obedece a ninguna norma? ¿Nada está preestablecido? Una escena al comienzo y otra en el último cuarto nos da la respuesta. Mi memoria cinéfila siempre alerta, siempre crítica, pues se empeña en quitar méritos a secuencias memorables, volvió a jugarme una mala pasada. Ese plano, el del último cuarto (el que haya visto el filme sabrá a que me refiero) es primo hermano de aquel sobresaliente de De Palma en Carlito's Way. Y no digo más para no desvelar nada.

El que acuda a ver el largometraje con el equipaje típico de seguidor de Allen, es decir, con la comedia; con las opiniones sobre la iglesia, la muerte y los intelectuales; con el psicoanálisis y la neurosis; aquel que acuda con todo esto, que lo deje en su casa. Woody Allen sorprende con un filme distinto, un drama con una estética curiosa: la acción se desarrolla en Londres, en la época actual, pero el "tono" del largometraje es, digamos victoriano o, como mucho, de los años 20. Es una estética propia de un James Ivory, de hecho su Habitación con vistas está muy presente en algunas escenas.

Si bien es cierto que, buceando en el metraje, podemos encontrar rasgos allenianos muy característicos: así un personaje no atina a montar una escopeta de caza en un momento crucial, o se encuentra con alguien inesperado cuando está persiguiendo a otra persona. También algunos comentarios en off nos recuerdan que estamos viendo una película del creador de Manhattan; y tampoco falta el guiño cinéfilo (lo que disfruté viendo resaltada nuestra querida Diarios de motocicleta). Y, por último, la cinta contiene algunos puntos en común con su obra maestra Delitos y Faltas.

Woody Allen acierta con el casting. Los actores dan vida a unos personajes que no pueden ser más ingleses. Desde el niño-rico-pedante hasta el policía británico con cara de pájaro, todos están perfectos. Y además son el contrapunto ideal para el primer gran giro de la película (hay varios), y me refiero a la aparición de Scarlett Johanson. Una americana en Londres. Una llamarada de fuego entre la lluvia. Un volcán en continua erupción. Un motivo para el posterior desarrollo de la cinta.

El único “pero”, por poner alguno, es el actor protagonista. Aquí de nuevo la culpa de que me parezca poco adecuado es mi atormentada cinefilia. Y es que algo de la trama me recuerda a Un lugar en el sol (A Place in the Sun, 1951). Allí el protagonista era un excelente Monty Clift, muy conveniente para la trama y muy bien dirigido por el "gigante" George Stevens.

En resumen, grande, muy grande esta película, de uno de los más grandes genios que ha dado el cine.

viernes, 4 de enero de 2008

TENER Y NO TENER (To Have and Have not de Howard Hawks, 1944)

"Anybody got a match?". Esas fueron las primeras palabras que pronunció para la gran pantalla la actriz que hoy recordamos: Lauren Bacall. La estrella nació en Nueva York, un mes de septiembre de hace más de ochenta años y aún sigue trabajando a buen ritmo. La frase en cuestión pertenece a la cinta de Howard Hawks Tener y no Tener, y ya es legendaria la aparición en el marco de una puerta de la jovencísima Bacall pidiendo cerillas al que sería su futuro marido en la vida real: Humphrey Bogart.



Tener y no tener nació de una curiosa apuesta entre Howard Hawks y Ernest Hemingway -siempre reacio a tomar parte en un proyecto cinematográfico-. El director, para implicar al premio Nobel a participar en un filme, le lanzó un desafío. Le dijo que era capaz de hacer una película de éxito basada en la peor de sus novelas. Y Hemingway picó el anzuelo. A los pocos días Hawks consiguió comprarle a su amigo los derechos del libro y se puso en marcha para lo que sería una de sus mejores cintas y, por extensión, una de las más grandes realizadas jamás.

Con To have and have not se quiso aprovechar el tirón de Casablanca. Así, el personaje de Bogart era de nuevo el de un egoísta que no quería implicarse en ningún conflicto bélico y que se resistía a los encantos de Slim (traducido aquí por “Flaca”, el apodo de Lauren Bacall en la película, el mismo que utilizaba Hawks para llamar a su segunda mujer); el bar, donde transcurría gran parte de la acción, recordaba mucho al café de Rick de la película de Curtiz; pero también el ambiente exótico de La Martinica y las intrigas por parte de la resistencia francesa eran sospechosamente parecidas a aquellas de Casablanca.

Gran parte de la culpa de que el resultado final tuviera muy poco que ver con el original, fue de una mujer de... ¡19 años! -esa era la edad de Bacall cuando se presentó al casting-. Es cierto que el director provocó la situación porque buscaba una nueva Marlene Dietrich que compitiera en frialdad con su oponente masculino. Para ello necesitaba los guionistas adecuados que hicieran brotar frases ingeniosas y punzantes de sus labios. Los tenía: William Faulkner (otro premio Nobel) y Jules Furthman -este último ya había trabajado con Von Sternberg en una película de Marlene Dietrich (Marruecos)-. Pero con lo que Hawks no contaba era con el flechazo que surgió el primer mes de rodaje entre los dos protagonistas.

Pasada la sorpresa, el director quiso aprovechar la situación y ordenó que se reescribiera el guión. El resultado fue espectacular: la sensual petición de cerillas por parte de Lauren Bacall era realmente una invitación para que Harry Morgan (Humphrey Bogart) cayera en sus brazos; o una botella que iba de una habitación a otra era la excusa perfecta para los encuentros amorosos entre la pareja. La verdad es que nadie ha podido igualar esa complicidad. Aquella que les servía para planear un robo en un bar, sólo con la mirada; o para “jugar” al amor en su habitación, donde una lección de cómo aprender a silbar nunca tuvo tantas connotaciones sexuales.

A pesar de todo lo anterior Tener y no tener es una película hawksiana por los cuatro costados. Su tema preferido, el de la amistad, estaba más que presente. Así, la causa de la implicación final del héroe es la relación entre Bogart y su protegido, el borrachín Eddie –genial Walter Brennan-, y no la sexual con Lauren Bacall. Sólo cuando su amigo sufre una agresión es cuando Morgan decide actuar, pero curiosamente lo hace en todos los sentidos: en el bélico, ayudando a la resistencia; y en el personal comprometiéndose con “la Flaca”.

Este largometraje de Howard Hawks fue un verdadero punto de inflexión en su carrera, pero también fue el descubrimiento de una gran actriz. Si hay una escena que siempre asocio con esta obra maestra es la de una mujer alta y delgada apoyada en el quicio de una puerta. Lleva un traje a cuadros, con hombreras. Tiene la cabeza ligeramente ladeada, con las cejas altas y la mirada insinuante; y, con una voz grave, dice: “Anybody got a match?”.

Ver Ficha de Tener y no tener
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...