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Comentarios de algunas de las cintas recomendadas:
La Guerra, la Peste, el Hambre y la Muerte, Los Cuatro jinetes del Apocalipsis, todos son invocados al principio y al final de esta versión de la famosa novela de Vicente Blasco Ibáñez. La adaptación corresponde a la potente Metro-Goldwyn-Mayer en una época de vacas flacas para el cine... leer más

Aventuras en una isla paradisíaca es lo que nos propone John Ford en su etapa final como director. Esta película significó, a la postre, la última colaboración entre el maestro y su actor preferido, John Wayne. Como hiciera Howard Hawks el año anterior con Hatari! (dan escalofríos escribir estos nombres), Ford rueda un divertimento para su disfrute y el de los actores. Todo esto se nota en el resultado final de la cinta que, aunque se trata de una de las obras más flojas del cineasta, hay que reconocer el encanto especial que tiene ver a John Wayne y Lee Marvin pelearse sin motivo alguno, sólo “por tradición”.
La película tiene un argumento bastante simplón: la vida tranquila en el atolón (y eso incluye los puñetazos de vez en cuando) se ve alterada cuando llega una estirada mujer de la clase alta. Totalmente desubicada, muy lejos de su Boston natal, no entiende la actitud de los habitantes –en especial la de “Guns” (Wayne)- y pretende lo imposible: cambiarla.

El vacuo guión se convierte en una entretenida comedia gracias a la dirección de Ford que se centra más en los actores que en la historia. Los rodajes debían ser tan divertidos como aparecen en pantalla. De hecho, mientras rodaban una de los planos de la pelea en la taberna, John Wayne realmente se estrelló contra una mesa, después de recibir la embestida de Lee “Boats” Marvin. La toma no era la que estaba prevista, pero a Ford le gustó tanto que mandó positivarla inmediatamente.
A la presencia, sin duda comercial, de Wayne y Marvin, hay que añadir la gratificante actuación de Dorothy Lamour, en un papel que le viene como anillo al dedo. La actriz parece tener un pacto con el diablo. Rozando los cincuenta, Dottie aparece bellísima, tan exótica como siempre, dando vida a su personaje preferido: el de la indígena que canta como los ángeles. Sin duda un guiño del propio Ford a su

Lo que demuestra el buen humor y lo relajado que estaba Ford con su Donovan's Reef es que no dudó en incluir tantos elementos de su querida Irlanda como pudo. Un ejemplo: el nombre de uno de los barcos que aparece en la película es Inisfree. ¿Se acuerdan de aquel pueblo donde fue a vivir cierto Hombre Tranquilo?

Una de las tres colaboraciones de Walsh con un Gable en su última, pero interesante etapa como actor en la que pocos confiaron a excepción del gran realizador. Es un western épico donde se nota la clara influencia de Griffith… leer más

Comedia ganadora del oscar a la mejor película extranjera en 1991, dirigida con un ligero tono dramático que la hace muy atractiva.
La cinta narra como unos soldados italianos desembarcan en una isla griega, en plena Segunda Guerra Mundial. Aunque al principio parece desierta, pronto descubrirán que no están solos. Sin una orden concreta, y con la radio estropeada, deciden quedarse allí hasta que el mando italiano les asigne otra misión. Entre otras cosas porque el pequeño territorio parece ajeno a la contienda; es una verdadera isla en medio del caos y sólo algunos sucesos puntuales les recordarán que son militares. Mientras esperan un destino que nunca llega, dedican su vida a hacer realidad sus sueños más queridos, aquellos que la guerra, la familia o la pobreza no les han permitido realizar.
Gabriele Salvatores se vale de un reparto coral para hacer una película pacifista donde, a medida que la disciplina se va relajando, van surgiendo espontáneamente las distintas personalidades que permanecían aletargadas: pintores frustrados, amantes tímidos y homosexuales reprimidos emergen gradualmente, coincidiendo con la desaparición paulatina del uniforme. La paradoja está servida: la Guerra ha sido la que ha propiciado que los soldados se encuentren a sí mismos y haya paz en su interior.

El filme pertenece al estilo que crearon los hermanos Taviani para sus mejores películas, aquellas que sorteaban la historia trágica con un lirismo reconfortante gracias a la inclusión de elementos fantásticos o de sueños imposibles. También se entronca con las películas protagonizadas por Massimo Troisi, en especial la excelente El cartero y Pablo Neruda (Michael Radford, 1995), con la que guarda más de un elemento común. Igual que en aquel filme, y como un componente más del reparto, el mar siempre está presente en la película de Salvatores. Es el que da colorido a una brillante fotografía; el responsable de la llegada del "invasor" y de otros curiosos personajes; el que ejerce de barrera física, cuando impide la salida de la isla. Una barrera "blanda" que nadie (o casi nadie) quiere cruzar.