
Macao fue un encargo del magnate Howard Hughes para el que Von Sternberg ya realizó algún largometraje anterior, siempre con el mismo resultado: la intromisión de Hughes en el rodaje. El multimillonario, además de poner el dinero, incluyó a Jane Russell en la película. La actriz, que ya nació a la moda, con un cuerpo espectacular al que le sobraban las hombreras en los vestidos, fue descubierta por Hughes y lanzada al estrellato con aquel extraño western titulado El Forajido, donde Jane Russell enseñaba algo más de lo permitido por la censura.
Realmente, Macao es una excusa para que Jane Russell se luzca en un film noire. Por eso la historia es lo de menos: una especie de jefe mafioso (Brad Dexter) actúa impunemente en Macao, lejos de las leyes occidentales. El asesinato del agente americano que venía a detenerle provoca el envío a la isla de otro policía. En el mismo barco llegan un aventurero de oscuro pasado (Robert Mitchum), una cantante de cabaret (Jane Russell) y un comerciante sin escrúpulos (William Bendix). Uno de ellos es el encargado de acabar con el sindicato del crimen.

La cinta tiene el envoltorio de las mejores películas del género, pero ya hemos dicho que le falta una trama solvente. Con Mitchum, con dos damas tan “negras” como Jane Russell y Gloria Grahame, y con un entorno exótico al estilo de Casablanca o Tener y no Tener, Hughes pensó que el éxito estaba asegurado. Y si incluía en la nómina a Von Sternberg, un director con pasado de claroscuros y dominio de los entornos orientales, con más razón. Sin embargo, Hughes no tuvo en cuenta la fuerte personalidad del cineasta austríaco, su exagerada estilización y su permanente búsqueda de Marlene.
Sí, faltaba Marlene. A cambio, Sternberg disponía de Jane Russell, una actriz que dinamitaba el mito de la Dietrich; en el sentido literal de la expresión dada la presencia explosiva de la protegida de Hughes. Así, las canciones de Jane Russell se distanciaban de las actuaciones sofisticadas de Marlene, y se situaban más cerca del número "A Little Girl from Little Rock" en Los Caballeros las prefieren Rubias (Gentleman Prefer Blondes de Howard Hawks, 1953), película que rodaría al año siguiente.

Los continuos enfrentamientos entre productor y director, más una enfermedad sufrida por Von Sternberg, provocaron que fuera Nicholas Ray el que finalmente terminara la cinta. A pesar de todos estos inconvenientes, y si no nos fijamos mucho en el fondo, el resultado final se puede considerar aceptable. En parte, gracias a los buenos diálogos que consiguen achicar las fugas de una historia que hace aguas por todas partes. Pero, sobre todo, por las cestas del casino, que suben con joyas y bajan con dinero, aunque no formen parte de la increíble atmósfera de El Embrujo de Shanghai (The Shanghai Gesture, 1941); por un descarado cambio de medias en la cubierta de un barco; por las tomas a través de las redes de pesca en un muelle abarrotado; o por las sombras de alguna que otra persecución entre callejones oscuros recreados en el estudio. Son detalles, pocas escenas, alguna secuencia, que nos recuerdan mejores tiempos del gran Josef Von Sternberg.
Ver Ficha de Macao.