Una hipotética final (y tanto, teniendo en cuenta que ambos equipos no andan muy finos últimamente) de la Champions Ligue, entre el equipo turco, Galatasaray, y el gallego, Deportivo de La Coruña, sirve de pretexto para que el director alemán ruede su segunda película después de la interesante Berlin is in Germany (2001). A pesar del título, la cinta no tiene nada que ver con otros filmes sobre deportes: hemos dicho que utiliza la competición para dar el ambiente del filme, para unir cuatro historias en cuatro ciudades (las dos de cada equipo: Estambul y Coruña; Berlín y Moscú, donde se celebra el encuentro), todas concebidas por el propio Stöhr, que firma también el guión.
Algo influenciado por el cine de Jim Jarmusch y su Noche en la Tierra (Night on Earth, 1991), Stöhr cuenta las historias de manera similar. Si allí (Jarmusch) eran varios taxistas en dificultades, aquí (Stöhr) son viajeros en ciudades extranjeras, perdidos en ellas, sin poder comunicarse con nadie en un idioma que desconocen por completo. Todos pasan por momentos de apuros causados por alguien que se quiere aprovechar del despistado forastero y carece de compasión. Lo que parece una denuncia hacia la sociedad en general, el egoísmo y la intolerancia pronto cambia para dar margen al optimismo al presentar a nuevos personajes: son nativos que finalmente acuden en ayuda de los primeros y harán que las cosas cambien. La hostilidad de un país extranjero (el idioma, el comportamiento indiferente de las autoridades) se ve compensada con la ayuda desinteresada de estos nuevos protagonistas.

La cinta se convierte en un deseo, más que en una realidad; el que tiene Stöhr de un acercamiento entre los pueblos cuando las cosas que les unen son más profundas que las que los separan, cuando los personajes se dan cuenta que comparten problemas idénticos, independientemente del país en el que viven. Stöhr nos dice que todos somos ciudadanos del Mundo y que, cada vez, las fronteras son más difusas.
Una vez inmersos en la trama, el partido de fútbol se convierte en un símbolo del sueño de Stöhr. Una bandera única que hermana a los fans de uno y otro equipo. Para reforzar esta metáfora, el director elige la final con toda la intención: los aficionados a este deporte saben que a los hinchas del Dépor les llaman “los turcos” (un apodo que nace de viejas rivalidades con el otro gran equipo gallego: El Celta de Vigo) y que, con el tiempo, los deportivistas han adoptado el sobrenombre hasta el extremo de llevar banderas de Turquía con ellos en sus desplazamientos. Este hecho les hace parecer simpáticos a los ojos de lo verdaderos turcos; entre ellos los del Galatasaray, su rival en la ficticia final.