Para escribir
el guion de Lady for a Day, Riskin
adaptó el relato “Madame La Gimp” de Damon Runyon.[1] El argumento de la
película descansa en uno de los temas recurrentes en la filmografía de Capra:
la Cenicienta,[2]
se puede decir que es la culminación del modelo. La diferencia fundamental de Dama por un día con el resto de películas
que se inspiran en el famoso cuento es que la protagonista es una mujer de setenta
años:
“Annie Manzanas” (May Robson) es una pobre indigente que sobrevive en Nueva York vendiendo fruta por las calles. La anciana le hace creer a Louise (Jean Parker), su hija ilegítima que tiene estudiando en Europa, que vive holgadamente y que forma parte de la nobleza. Cuando Louise le anuncia que está próxima su visita a Nueva York, Annie se desespera: su hija viene con su prometido, Carlos (Barry Norton), y con su suegro, el conde Romero (Walter Connolly), ambos deseosos de conocer a la “distinguida” señora. Del problema de la vieja no es ajeno “Dandi” (Warren William), un gánster supersticioso que se ha acostumbrado a comprar las manzanas de Annie antes de llevar a cabo cualquier “negocio”. Temeroso de perder su suerte, Dandi decide ayudar a la vieja y monta toda una farsa alrededor de ella. Auxiliado por su novia “Missouri” (Glenda Farrell), la responsable de la increíble transformación de Annie en una aristócrata, y por “Happy” (Ned Sparks), su mano derecha, Dandi persigue mantener el engaño el tiempo que dure la estancia de Louise en Nueva York. Nada será fácil en esta representación donde todo es tan falso como “El Juez” (Guy Kibbee), un estafador habitual de los billares, que se ha transformado para la ocasión en el marido de Annie. La mayor complicación surge cuando Dandi tiene que organizar una velada en honor del conde español y la joven pareja, una fiesta a la que, en teoría, tiene que acudir lo más selecto de la ciudad. La movilización de toda la banda de Dandi para tal evento no le pasa desapercibida a la policía que se teme cualquier jugada sucia y termina por arrestar al mafioso. Dandi, que tiene secuestrado a varios periodistas molestos, convence in extremis, mediante el chantaje, a las principales autoridades de la ciudad para que asistan a la recepción. Al final, Annie ve cumplido su sueño de casar a Louise con un noble español y vuelve, feliz, a su vida de siempre.
La génesis de
esta moderna historia de la Cenicienta, pero también de Pigmalión, hay que
buscarla en el anterior trabajo de Capra, La Amargura del General Yen. Una estupenda película de ambiente exótico, que
también trata el tema de la transformación de una mujer, que obtuvo buenas
críticas, pero que fue un fracaso en taquilla debido al espinoso asunto de la
relación interracial. El intento de Capra de emular a Von Sternberg y producir
una cinta más estilizada, digamos más artística, que se saliera del habitual
producto de la Columbia de esos años, le salió mal y le hizo volver a los
largometrajes descriptivos de la realidad americana tan característicos de su
cine. El propio Capra admitió que hizo Dama
por un día para volver a obtener el favor del público, para no distraer a
la audiencia con una fotografía llena de efectos y un decorado fastuoso.[3] El director se quedó con
parte de la trama (la transformación antes citada) para trasladarla al bajo
Manhattan. Pasó del exótico palacio del general Yen al decorado realista del
Lower East Side de Nueva York; de la joven Barbara Stanwyck a la anciana de setenta
años a la que da vida May Robson.[4]
La actriz era una experimentada profesional del teatro, pero una completa desconocida en Hollywood (ver fig. 3.1). El papel lo consiguió cuando sólo restaba una semana para comenzar el rodaje y, paradójicamente, la poca familiaridad del público con su rostro finalmente se tornó en ventaja al conseguir dotar de mayor credibilidad al personaje, cosa que no sucedió en el remake, como veremos más adelante. Su actuación fue merecedora de la cuarta nominación al Óscar que se llevó la cinta.
Del trabajo de
la actriz, se recuerda el momento de la transformación, cuando Missouri viste
de dama a Annie Manzanas (3.2). También es especialmente emotiva la secuencia
de la recepción gracias a la notable actuación de May Robson que, al borde del
llanto, saluda una a una a todas las autoridades de la ciudad. Pero quizás da
lo mejor de sí misma cuando hace de indigente vendiendo manzanas a
contracorriente de la gente (3.1), cuando se recluye en su chabola, o cuando
exige desesperada en el hotel que le devuelvan la carta de Louise.
Leer el capítulo desde el inicio
[1] Publicado en la revista
“Cosmopolitan” en octubre de 1929, a las puertas de la crisis. La Columbia lo
compró en 1932.
[2]Mujeres Ligeras (Ladies of Leisure, 1930), The
Miracle Woman (1931), La Jaula de Oro
(1931) y La amargura del General Yen
(The Bitter Tea of General Yen, 1933)
tratan el tema de la Cenicienta; en Amor
Prohibido (Forbidden, 1932)
incluso se nombra explícitamente. Todas, a excepción de La Jaula de Oro, las interpretó la musa de Capra —y su amor
platónico—, Barbara Stanwyck.
[3] Sólo
volvería a lugares exóticos con Horizontes
Perdidos (Lost Horizon, 1937),
aunque esta vez con Riskin en el guion y con un resultado excelente de crítica
y público, ganando la película dos Óscar, entre ellos el de mejor dirección
artística.
[4]
McBride recuerda la advertencia que Capra le hizo a Harry Cohn al respecto:
“¿Te das cuenta de que vas a gastar 300.000 dólares en una película cuya
heroína tiene setenta años de edad? (2011, p.289).