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lunes, 16 de octubre de 2023

EL LOBO DE MAR (The Sea Wolf de Michael Curtiz, 1941)

En 1904, Jack London publicó uno de sus libros más célebres: “The Sea Wolf”. El escritor murió muy joven, a los 40 años, pero llegó a vivir para ver en la gran pantalla la adaptación de su novela (The Sea Wolf, Howard Bosworth, 1913). Fue la primera de más de una docena de versiones entre las que sobresale con mucha diferencia El lobo de mar, cinta realizada por Michael Curtiz en 1941:


San Francisco, 1900, el marinero George Leach (John Garfield) se enrola en la goleta “Fantasma” para escapar de la justicia. Cuando el velero sale de puerto, un mercante colisiona con el ferry “Martínez”. Dos de los pasajeros, la fugitiva Ruth Brewster (Ida Lupino) y el escritor Humphrey Van Weyden (Alexander Knox), son rescatados por marineros de la goleta. Una vez a bordo de la “Fantasma”, el capitán “Wolf” Larsen (Edward G. Robinson) se niega a desembarcar a Van Weyden hasta que termine la campaña de caza de focas. A bordo la vida no tiene ningún valor, el médico se suicida y a nadie parece preocuparle. Las intenciones de Larsen son hundir el “Macedonia”, el vapor de su hermano, y robarle el cargamento de pieles de foca. Incapaz de soportar la crueldad del capitán, Leach y otros marineros se amotinan...

La película tan solo logró una nominación a los Óscar (la de efectos especiales a cargo del futuro realizador Byron Haskin), pero es una obra maestra indiscutible. Michael Curtiz se doctoró con el filme dos años antes de rodar Casablanca. Y lo hizo con la misma dotación con la que realizó El halcón del mar. El título era casi el mismo que el del éxito anterior (The Sea Hawk y The Sea Wolf) por lo que no es de extrañar que la cinta se promocionase como otra película de aventuras al estilo de la serie de Errol Flynn. Sin embargo, estaba muy lejos de ser únicamente un filme de entretenimiento. Era mucho más. Es cierto que en El lobo de mar hay acción a raudales, hay un motín, un enfrentamiento naval, un naufragio y bastantes peleas a bordo, pero la violencia que destila la cinta es interior, como la de la novela, algo que el realizador supo transmitir muy bien al espectador.

Con la dirección de Curtiz y la fotografía de Sol Polito, la “Fantasma” se transformó en un barco diabólico. La visibilidad no alcanzaba más allá del pasamanos debido a la espesa niebla que cercaba al velero. Los camarotes y la bodega eran tan estrechos, y los techos tan bajos, que las dificultades para respirar de Ruth se explicaban no desde la enfermedad de la joven sino desde el ámbito claustrofóbico por donde se movían los personajes.

La cinta navega desde el cine negro hasta el de terror. La luz distorsionada por la bruma consigue ese efecto noir; como cuando el “Lobo” Larsen se desploma invidente y enfermo y Curtiz lo retrata de espaldas entre la oscuridad del pasillo. Las secuencias donde el monstruoso capitán surge del agua, como un resucitado, o gobierna la caña ciego, como un zombi, son claramente deudoras de las películas de miedo.


Todo resulta perverso en El lobo de mar. La indiferencia de los personajes ante la muerte crea un ambiente nocivo en el que el líder es el capitán: un marinero agoniza hasta morir en cubierta como un perro; el doctor se suicida delante de todos; los cuchillos asoman a la menor provocación, y Larsen no hace nada por evitarlo, al revés lo fomenta con su sola presencia. Traiciones y delaciones están a la orden del día. Complots bajo cubierta, ataques en la oscuridad, el deseo de morir como una liberación, son las actividades que se suceden a bordo de un barco que lleva un cargamento viciado de maldad.

El personaje principal de la novela —y de la película— es “Wolf” Larsen. En el libro, Jack London lo describe como un hombre de una fortaleza física fuera de lo normal, muy alto, un perfecto espécimen masculino. Extremadamente inteligente, autodidacta en varios campos de la ciencia y la literatura, Larsen es la personificación del “superhombre” de Nietzsche, en el que cree profundamente. Su frase preferida es “más vale reinar en el infierno que servir en el cielo”. Además, la obsesión de Larsen por acabar con su hermano recuerda a la del capitán Ahab por matar a Moby Dick. La caída en desgracia de ambos también es parecida.

En la cinta, Curtiz distorsiona la figura de Larsen y, a diferencia del libro, lo convierte en un ser cuyo físico expresa el conflicto interno de un psicópata. Edward G. Robinson no es el prototipo de la raza aria como el protagonista de la novela; tampoco es tan alto, de ahí que el director procure fotografiarlo en contrapicado, siempre vestido de negro y con una mueca desagradable que deforma su rostro. No obstante, su discurso sí se corresponde con alguien que niega a Dios y al hombre: “Mi fuerza me justifica. El hecho de que yo pueda matarle o dejarle vivir, que pueda controlar el destino de todos los que están en el barco, de que sólo mi voluntad sea la que manda aquí, es justificación suficiente”, le espeta el capitán a Van Weyden. 

Con líneas de diálogo como esas, el paralelismo con el régimen nazi es patente en una película que se rueda en 1941 y cuyo objetivo es denunciar las barbaridades de Hitler. “La gente como Larsen no puede seguir oprimiéndonos porque no seamos nadie. ¡Somos alguien!” Se lamenta Leach, interpretado por John Garfield, el único capaz de rebelarse contra el dictador. Garfield, siempre comprometido con la justicia social, prácticamente se interpretaba a sí mismo en esa escena.


Si Leach es deudor del contexto social, de Van Weyden se puede decir que es el alter ego de Jack London. Toda inocencia cuando embarca, Van Weyden se van endureciendo a medida que pasan los días a bordo. En dicha evolución, Larsen apuesta por cambiar la bondad del escritor en crueldad. Por eso le toma cierto afecto y se permite discutir con él. El enfrentamiento intelectual entre Van Weyden y Larsen es un remedo de la eterna lucha entre el bien y el mal. 

El personaje más alterado con respecto a la novela es el de la joven protagonista. En el libro no se llama Ruth ni es una delincuente que se acaba de escapar de la cárcel, es una escritora famosa de la alta sociedad. La variación del personaje femenino también tiene que ver con el entorno político y social de la época. Igual que Leach, Ruth es una víctima más de la Gran Depresión. La pareja representa con toda intención al gran público que ha superado la crisis económica para caer en un mundo amenazado por las dictaduras fascistas. 

Ambos, Ida Lupino y John Garfield, conectaron enseguida en el plató y fuera de él. Eran como hermanos e hicieron piña en contra del director cuyo carácter autoritario no admitía ninguna sugerencia. Al finalizar el rodaje, entre las típicas bromas de la fiesta de despedida, Ida y John arrojaron a Curtiz (su Larsen particular) a las fétidas aguas del tanque donde flotaba la goleta. Esa fue su venganza personal después de dos agotadores meses de rodaje.


El post es un extracto corregido para la ocasión del capítulo dedicado a El lobo de mar
 en mi libro: CINE Y NAVEGACIÓN. Los 7 mares en 70 películas





viernes, 26 de junio de 2015

ESPECIAL 2 X 1: "EL CAPITÁN BLOOD" y "EL HALCÓN DEL MAR" (Michael Curtiz) (y VI)

Con respecto a la base histórica de El halcón del mar sólo decir que se basa ligeramente en la vida de Sir Francis Drake, el más famoso corsario al servicio de su majestad la reina Isabel I. Las expediciones a las colonias españolas, en especial a Panamá para interceptar a un convoy de oro, y los asaltos a los barcos de la Armada sin previa declaración de guerra, pero contando con el beneplácito de la reina, son algunas de las hazañas del pirata que también se cuentan en la película.



Muchos han querido comparar las dos cintas, El capitán Blood y El halcón del mar. El haber sido dirigidas por Curtiz, interpretadas por Flynn, con el mismo músico e igual productora, ayudan a querer enfrentarlas. Para nosotros la primera de ellas gana con una ligera ventaja. A pesar de ser una producción más limitada, El capitán Blood supera a su compañera en ritmo y la pareja Errol Flynn-Olivia de Havilland funciona mejor que la formada por Flynn y Brenda Marshall. También el villano, Basil Rathbone, le da más empaque al conjunto que el interpretado por Henry Daniell. Y eso que ambos se parecen bastante y que el duelo de El halcón del mar no tiene nada que envidiar al de la primera película, de hecho recuerda mucho al mejor de todos, al de Robín de los bosques, con esas enormes sombras de los dos contendientes que casi se salen de la pantalla. Si pensamos en los premios que ambas producciones cosecharon también vemos una diferencia entre la primera cinta, con tres nominaciones importantes (dirección, guión, producción), frente a la segunda, con mayor reconocimiento técnico.

Además, con El halcón del mar la fórmula parecía estar agotándose. Algunos actores ya no quisieron participar en la película, es el caso de Basil Rathbone y, sobre todo, de Olivia de Havilland muy cansada de ser la consorte de Flynn en cintas de capa y espada. Olivia deseaba probarse como actriz en solitario y repudió sus trabajos anteriores con Flynn. Una vez retirada, y después de ver sus películas en televisión, se dio cuenta de que eran excelentes filmes; quiso enmendar su error y excusarse con su compañero, pero llegó tarde, Errol Flynn ya había muerto.

Errol Flynn, por su parte, sólo hizo un filme más de piratas, La isla de los corsarios (Against all flags, George Sherman, 1952) ya lejos de la Warner y en plena decadencia personal y profesional. Una cinta por la que no será recordado, ni falta que hace: su participación en las dos películas comentadas son suficientes para considerarlo el mejor pirata que haya existido nunca en la gran pantalla.


BIBLIOGRAFÍA:

-Flynn, E. 2003, My Wicked, Wicked Ways: The Autobiography of Errol Flynn, Cooper Square Press Inc., New York.
-Martínez-Hidalgo y Terán, J. 1982, Enciclopedia general del mar, Ediciones Garriga, S.A., Barcelona.
-McNulty, T. 2004, Errol Flynn: The Life and Career, McFarland & Company, Inc., Publishers, Jefferson.
-Moix, T. 1996, La Gran Historia del Cine, ABC, Madrid.
-Padrol, J. 2007, Diccionario de Bandas Sonoras, T&B Editores, Madrid.
-Torres, A.M. 2006, Cine Mundial (de la A a la Z), Espasa Calpe, Madrid.






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lunes, 22 de junio de 2015

ESPECIAL 2 X 1: "EL CAPITÁN BLOOD" y "EL HALCÓN DEL MAR" (Michael Curtiz) (V)

El retraso en la producción de El halcón del mar no sólo fue debido al guión sino también a la fabricación del famoso estudio 21, un enorme tanque de agua en el que cabían dos barcos construidos a escala real: una galera española y un galeón inglés. Un lujo destinado a sustituir las pobres maquetas de El capitán Blood para darle mayor autenticidad a la acción, y para permitir movimientos de cámara tan complejos como el elegante travelling inicial con el que se presenta la dotación del buque pirata.


















De la misma forma, el vestuario que se encargó era el que exigía una superproducción, si bien, resultó más económico de lo previsto al aprovecharse gran parte del utilizado en La vida privada de Elisabeth y Essex (The private life of Elizabeth and Essex, Michael Curtiz, 1939) un largometraje que se desarrollaba en la misma época isabelina. Sólo faltó el color en una película que se rodó en blanco y negro precisamente para esconder entre tonos grises la artificialidad del estudio. Todos estos aspectos técnicos fueron recompensados a la hora de las cuatro nominaciones a los Óscar que se llevó el largometraje: mejor dirección artística, sonido, efectos especiales y… música.

La banda sonora de El halcón del mar es sin duda de lo más destacado de la película. El compositor alemán, Erich Wolfgang Korngold, que había conseguido toda una proeza al debutar de tan buena manera con El capitán Blood, que se había consagrado al lograr la preciada estatuilla con Robín de los bosques, y que había vuelto a las nominaciones con la citada La vida privada de Elisabeth y Essex, volvió a hacer una increíble composición con la nueva cinta de Curtiz: “…un soberbio recital de música descriptiva y un suntuoso poema sinfónico sobre el mar, los galeones, los ataques de los piratas y los grandes duelos a espada.” (Padrol 2007, pg.277). El ejemplo más claro de la excelente factura musical es el que se puede ver en la primera secuencia: pocas veces se han visto imágenes tan bien secundadas por una banda sonora.

El arranque es tan bueno que casi es contraproducente. En efecto, la batalla entre el barco de Thorpe y la galera española es la secuencia mejor rodada de toda la película lo que sin duda es un lastre para el resto del metraje. Digamos que provoca un anticlímax que no se logra superar hasta el último tercio cuando Thorpe y su dotación consiguen liberarse de su condición de galeotes y se vuelven a hacer con un navío.


Esta primera secuencia, rodada con gran verismo en el estudio 21, parece un resumen histórico de cómo los galeones llegaron a superar a las galeras y a sustituirlas a finales de siglo XVI. De hecho, los primeros eran una especie de evolución de las segundas y por eso su nombre procede de la misma raíz etimológica. Si hablamos de la época en la que se desarrolla la película, segunda mitad del siglo XVI entre la batalla de Lepanto (dominada por galeras) y la Armada Invencible (dominada por galeones), las galeras eran de mayor eslora y menor manga, con espolón en la proa y con dos palos (raramente llevaban tres) y velas latinas, a veces cuadras en el trinquete. Los galeones eran más anchos y cortos, de mayor franco bordo, con tres o cuatro palos, sin remos, con velas cuadras en el trinquete y mayor, y latinas en el mesana y contramesana que luego derivarían en cangrejas en el siglo XVIII. En los buques representados en el filme, si bien la arboladura y el trapo de la galera se corresponden con la realidad, sin embargo carece de espolón y el casco no es tan estilizado como debiera ser. Creemos, por tanto, que aunque en la película se nombre como galera se trata más bien de una galeaza; mientras que el galeón sí es bastante fiel al tipo de buque que existía en esos años. De todas formas, lo interesante de la película es que muestra la mejor maniobrabilidad del galeón con respecto a la galeaza: el buque de Thorpe le corta la proa al español, se cruza con él de vuelta encontrada, lo rodea por la popa y lo alcanza del mismo bordo hasta situarse a su altura para finalmente asaltarlo. Las galeazas tuvieron una vida efímera por esa circunstancia, por ser más lentas y de peor condición maniobrera con respecto al galeón, tal como se refleja en la cinta.

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lunes, 15 de junio de 2015

ESPECIAL 2 X 1: "EL CAPITÁN BLOOD" y "EL HALCÓN DEL MAR" (Michael Curtiz) (IV)


El Halcón del mar (The Sea Hawk, 1940).- La situación de la Warner al comienzo del rodaje de El halcón del mar era sensiblemente diferente a la de cinco años atrás cuando se estrenó El capitán Blood. En el estudio ahora reinaban dos estrellas consagradas (Errol Flynn y Olivia de Havilland), un director que ya era el mejor de la productora (Michael Curtiz) y un músico prodigioso: Erich Wolfgang Korngold. Tal circunstancia hizo que Jack L. Warner se plantease la nueva producción de aventuras de una forma también muy distinta.  

En realidad la película se concibió justo después de comprobar el éxito de El capitán Blood, pero las complicaciones con el guión retrasaron la realización del filme. Warner quería explotar la gallina de los huevos de oro que eran las novelas de Sabatini y encargó a sus guionistas la adaptación de la primera novela del célebre autor: “The Sea Hawk”. Un libro que, al igual que “The Captain Blood”, ya se había llevado a la gran pantalla durante el período mudo (Frank Lloyd, 1924), además con bastante más éxito. Los problemas a la hora de encontrar un adecuado tratamiento de la historia exigieron el concurso de hasta cuatro escritores: Robert Neville, Delmer Daves —futuro director—, y los guionistas que finalmente aparecieron en los créditos: Howard Koth y Seton I. Miller. Después de pasar por tantas manos, el libreto resultó completamente diferente al de la versión silente que era bastante fiel a la obra de Sabatini. Tan distinto resultó el guión que realmente de la novela de Sabatini sólo tomaba el nombre de la historia y poca cosa más:

Estamos en 1585, con el dominio mundial de España y la amenaza que representa una posible invasión de Inglaterra por parte de la Armada Invencible. En las Islas Británicas, el capitán Thorpe (Errol Flynn) es un corsario que pertenece a “Los halcones del mar”, pero que prácticamente sigue las órdenes directas de la reina Isabel de Inglaterra (Flora Robson). Thorpe acaba de apresar una galera que llevaba a bordo al embajador español ante la reina de Inglaterra (Claude Rains) y a doña María (Brenda Marshall). Reprendido por la reina, aunque sólo de cara a la galería, y enamorado de doña María, Thorpe parte a una misión en Panamá para interceptar un convoy cargado de oro. La idea es hacerse con el botín en tierra donde nadie lo espera, pero la operación es detectada por espías de palacio y por el embajador español. Ajeno a la conspiración, Thorpe cae en la trampa, es apresado y conducido a galeras con su dotación. Al cabo de un tiempo sirviendo como esclavo, Thorpe consigue escapar llevándose consigo una embarcación española, el nombre del traidor de la corte inglesa (Henry Daniell) y las pruebas de la invasión que se prepara contra los británicos.

La trama de Sabitini se modificó teniendo en cuenta el contexto político de guerra mundial que se vivía en 1940. A nadie se le escapa que el imperio español era un remedo del de Hitler, y que el espiche final de la reina Isabel se refería a la situación extrema que vivía Inglaterra bajo la amenaza de una inminente invasión alemana. Por tal circunstancia, por presentar al rey Felipe II como un tirano que ansiaba gobernar el mundo, la película fue prohibida en nuestro país. En Estados Unidos, por entonces neutral, se cortó un plano del final en el que la flota inglesa del siglo XVI era sustituida poco a poco por buques de guerra contemporáneos, un claro mensaje bélico que sí se mantuvo en la versión que se distribuyó en el Reino Unido.

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