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domingo, 12 de enero de 2025

VIAJE DE IDA (One Way Passage de Tay Garnett, 1932)

El bautizo de mar para un director de cine aficionado a la navegación como era Tay Garnett comenzó en 1932. La cinta se tituló Viaje de ida y resultó ser uno de sus mejores filmes, con un guion merecedor del Óscar:


A bordo del SS "Maloa" viajan Dan Hardesty (William Powell), al que le espera la horca en San Quintín; Steve Burke (Warren Hymer), el policía que lo ha detenido; Joan Ames (Kay Francis), una adinerada mujer enferma de corazón que vive sus últimos días; y los amigos de Dan, Skippy (Frank McHugh) y Betty, alias “La Condesa” (Aline MacMahon). Dan y Joan se enamoran sin que ninguno conozca la historia del otro. Mientras tanto, Skippy y Betty elaboran un plan para salvar a Dan: “La Condesa” entablará una relación con Steve para poder liberar a Dan...

El largometraje es un melodrama místico de amour fou cuya conclusión lo acerca al género fantástico, pero que no deja de ser una bellísima película, uno de los grandes clásicos del cine romántico. El largometraje lo entiende Garnett como crepuscular. Los diálogos inciden en ello (“míralo, parece un fantasma”, le dice Betty a Skippy cuando ven a Dan junto a Joan, “la muerte no era suficientemente mala; ha tenido que enamorarse”, sentencia), pero también las imágenes de las puestas de sol en cubierta o en la playa van en el mismo sentido. Hasta las tramas secundarias como la de Betty complementan la acción principal cuando “La Condesa” quiere abandonar su vida de delincuente y casarse con Steve. A éste le ocurre lo mismo y se decide por Betty a pesar de que sabe que lo ha engañado.

Garnett no sólo se limitó a dirigir la película sino que también intervino en el guion. De las ideas del director, la más importante fue la conclusión, que rebajaba algo la tragedia. Se intuye que también son suyos los gags cómicos a cargo del simpático Frank McHugh. El humorista de la risita contagiosa interpreta su personaje habitual de borracho pendenciero, pero amigo fiel. La escena del espejo es hilarante, como también lo es la batalla particular que libra contra el barman.


Las ganas que tenía Tay Garnett de filmar una película a bordo de un barco se cumplieron cuando la Warner contrató al SS “Calawall”. Para el resto del equipo la idea no fue tan buena. Las quejas de operadores, técnicos, y hasta actores llegaron a oídos de los directivos que finalmente decidieron acabar el rodaje en los estudios. Sin embargo, a la protagonista del filme, a Kay Francis, la actriz mejor pagada de la Warner en aquella época, no se le oyó ninguna protesta ni lamento. Se limitó a hacer su trabajo como la profesional que era. De hecho, es posible que la película sea la mejor de toda su carrera. 

La estrella de aspecto de modelo de Curro Romero de Torres era bastante crítica consigo mismo y casi siempre se veía mal en pantalla. La excepción fue Viaje de ida cuando por fin reconoció que estaba realmente guapa, no obstante matizó que fue gracias a Bob Kurrle, el operador, que experimentaba con las luces y las sombras. Kay tenía razón porque la fotografía es, sin duda, uno de los activos de la película. La silueta del reo que va a ser ahorcado y los crepúsculos en las escenas de la pareja a bordo o sentados en la arena son ejemplos de lo que era capaz de hacer Kurrle. También los claroscuros del arranque cuando Dan es atrapado por Steve. La secuencia es precursora del ciclo noir que vendrá años más tarde de la mano, entre otros, del propio William Powell en su serie de comedias negras titulada The Thin Man

William Powell siempre será recordado por esas películas con Myrna Loy, pero hay que tener en cuenta que el actor ya había realizado media docena de filmes con Kay Francis. Por tanto, no es de extrañar la buena química que había entre ellos y que se refleja en pantalla en las creíbles escenas románticas. Nada que ver con el remake que dirigió Edmund Goulding en 1940 titulado Viaje sin retorno (Til We Meet Again), con Merle Oberon en el papel de Joan, y George Brent en el de Dan. Como curiosidad hay que decir que Frank McHugh repetía personaje aunque con diferente nombre.


El post es un extracto corregido para la ocasión del capítulo dedicado a Viaje de ida en mi libro: CINE Y NAVEGACIÓN. Los 7 mares en 70 películas





domingo, 14 de mayo de 2023

2 X 1: "PRIVATE DETECTIVE 62" y "MATANDO EN LA SOMBRA" (Michael Curtiz) (II)

Private Detective 62 (1933) 

El gran director Michael Curtiz tuvo una de las filmografías más extensas y de mayor calidad del universo cinematográfico que ahora llamamos cine clásico. De todas sus películas destacan aquellas que dirigió en el seno de la Warner Brothers. De origen húngaro, Curtiz llamó la atención de Jack Warner allá por los años veinte cuando veía lo bien que se desenvolvía el realizador en Austria dirigiendo películas épicas (Esclava Reina, Sansón y Dalila, Sodoma y Gomorra, etc.). Cuando lo contrató, el productor seguramente ya tenía en mente encargarle El arca de Noé (Noah’s Ark, 1928), una cinta estilo DeMille con la que prácticamente se decía adiós al cine mudo.

Pero a Curtiz no solo se le daban bien las superproducciones, enseguida demostró su habilidad para todo tipo de estructuras narrativas. Se quedó en la Warner y ellos que salieron ganando. Dos ejemplos de aquellos filmes tan bien realizados son los policíacos que dirigió en los primeros años treinta con William Powell de protagonista:

En Private Detective 62, el primero de ellos, Powell es Donald Free, el detective privado del título. Después de haber caído en desgracia por haber sido declarado persona non grata en Francia, Free tampoco tiene demasiada suerte al asociarse con Dan Hogan, un colega con pocos escrúpulos, que sigue las instrucciones del dueño de un casino. Free reacciona cuando Hogan y el mafioso planean engañar a una joven a la que el segundo debe mucho dinero.

 

Entretenido filme, que Curtiz realiza sin muchos medios, al estilo de las películas de serie B, pero con un ritmo muy rápido, una narrativa casi perfecta y un dominio de las elipsis prodigioso. Así, Curtiz es capaz de pasar de un país a otro en pocas secuencias mientras el protagonista se mete en problemas, lo detienen, lo juzgan, viaja en un barco, escapa de él y busca trabajo. 

El caso de Curtiz no deja de ser curioso porque le sucedió lo contrario que a la mayoría de directores: de especialista en rodar largometrajes colosalistas, con grandes medios, superproducciones costosas del cine mudo, pasó a dirigir películas de escaso presupuesto, policíacos, dramas, comedias, cintas de aventuras, es decir, de cualquier género, pero siempre con su sello de realizador imaginativo, que manejaba ⸺y acaso inventaba⸺ todos los recursos cinematográficos para convertirse en uno de los que cambió el cine norteamericano para siempre.


Matando en la sombra (The Kennel Murder Case, 1933)

El segundo de los filmes que Curtiz dirigió en 1933 con William Powell al frente del reparto fue Matando en la sombra, adaptación para la gran pantalla de la novela homónima de S.S. Van Dine, creador del personaje protagonista, el detective Philo Vance:

Vance sospecha que el suicidio de un magnate y coleccionista de cerámica china es en realidad un asesinato. La lista de sospechosos (la sobrina, la amante, la pareja de la amante, el secretario, el cocinero chino, el mayordomo que no falte, el hermano, etc.) es extensa debido al mal carácter del finado y a sus chanchullos comerciales, pero la solución del caso se presenta complicada, ya que la víctima se hallaba en un cuarto cerrado por dentro.

Entretenida trama donde todos tenían motivos para matar a la víctima; donde un jarrón chino y una daga son las claves del misterio; y donde la policía se deja aconsejar ⸺y mandar⸺ por un detective famoso, al estilo de las novelas de Sherlock Holmes o Agatha Christie.

 

La cinta es un ejemplo del típico misterio locked-room o habitación cerrada, también llamado “crimen imposible”. Es, sin duda, la mejor de la larga serie de películas que se realizaron sobre la figura del detective Philo Vance ⸺en 1940 se hizo un remake titulado Calling Philo Vance (William Clemens)⸺; Matando en la sombra es la quinta de la saga, la cuarta y última protagonizada por William Powell, y la única dirigida por Michael Curtiz, con su acostumbrada maestría.

La película es un pre-noir donde ya hay algunos estilemas del género que se desarrollaría en los años cuarenta, con la presencia de William Powell ⸺y de Mary Astor, futura femme fatale⸺ un año antes del éxito La cena de los acusados (The Thin Man, W.S. Van Dyke, 1934), que iniciaría otra larga serie de películas inolvidables con Powell, Myrna Loy y el perrito Asta, que por cierto también actúa en Matando en la sombra.






lunes, 21 de mayo de 2018

ESCALA EN HAWAII (Mr. Roberts de John Ford, 1955)

En el Pacífico, durante la Segunda Guerra Mundial, el carguero de la Navy “Reluctant” navega en retaguardia en misión de aprovisionamiento. Su comandante, el capitán de corbeta Morton (James Cagney), trata a la dotación con dureza y se apunta todos los tantos del segundo, el alférez de navío Roberts (Henry Fonda), que es el único capaz de pararle los pies, y al que la tripulación considera un héroe. Roberts no hace más que pedir el traslado a una unidad de combate, pero Morton lo rechaza una y otra vez. Otros oficiales del barco son “Doc” (William Powell), un teniente de navío experimentado que además de doctor en medicina es el consejero de a bordo; y el alférez de fragata Pulver (Jack Lemmon), un joven que habla más que actúa, que odia al comandante con la misma intensidad que lo teme, y que siempre está tramando alguna acción contra su superior, pero nunca la lleva a cabo.


Una trama de comedia que en el fondo es un drama. Como en sus mejores películas a John Ford lo que le interesa son las pequeñas hazañas y no las grandes batallas. Su cámara no recoge lo que ocurre en el interior de un acorazado o de un portaaviones, sino lo que sucede en un pequeño buque de carga que se encuentra a miles de millas del frente. Roberts ve pasar a la flota camino de la batalla y sueña con embarcar en uno de esos buques de los que sólo divisa su silueta. 

La lucha de Mr. Roberts (ese es el título original del filme) es otra bien distinta. El oponente no es japonés, es su comandante neurótico que utiliza el altavoz de órdenes generales como instrumento de represión, y le da igual que toda la dotación oiga como amonesta a su segundo. El símbolo de la tiranía es la odiosa palmera colocada en el puente, por encima de todos, con un color verde intenso que destaca sobre el gris plancha de la cubierta. En dos ocasiones es arrojada por la borda, cuando Roberts, y después Pulver, se enfrentan al comandante.

La actitud de Morton y la de Pulver es tan desatada que el director dejó que James Cagney y Jack Lemmon improvisaran cuanto quisieran. En realidad fue una concesión a la Navy. Los mandos de la Marina dudaban si apoyar o no una producción que dejaba tan mal al comandante de uno de sus barcos. Para conseguir la colaboración de la Armada, Ford le dio un tono más cómico al comandante, amplió la presencia de Jack Lemmon en el guión e incluyó algunas escenas cercanas al slapstick. A Jack Lemmon tal variación en su personaje le resultó providencial: su trabajo fue tan bueno que le dieron el Óscar al mejor actor secundario.

             

Lo de Henry Fonda fue más complicado. Ford lo veía como a la mayoría de los héroes de sus películas, es decir como una extensión de sí mismo. Un oficial que ante todo desea participar en la batalla, que se distingue por la postura romántica y digna frente al opresor (Morton), y que asume el rol de protector de la dotación a la que trata como si fuera su familia. Para la tripulación del “Reluctant”, que Roberts consiga su soñado destino es labor de todos, si lo logra es un éxito compartido. 

Así pues, Ford tenía claro como se debía comportar Mr. Roberts, el problema fue que Fonda no estaba de acuerdo. El actor se sabía el papel de memoria. Lo había interpretado en el teatro dos años seguidos; de hecho, su actuación fue tan buena que ganó el Tony en 1948. La obra era de Joshua Logan y Thomas Heggen, según la novela de este último, y Fonda quería seguir interpretando al personaje que ideó Heggen de la misma forma que lo hizo en Broadway. Las dos posturas chocaron enseguida y las disputas entre Ford y Fonda fueron diarias. En una reunión que se celebró para limar asperezas, John Ford, de improviso, le arreó un puñetazo a Henry Fonda y acto seguido dimitió. 

La Warner contrató a Mervyn Leroy para seguir el rodaje y más tarde a Joshua Logan para terminarlo. Ford se disgustó tanto por abandonar el proyecto que lo tuvieron que ingresar en el hospital de Hawaii aquejado de coma etílico. Más tarde, ya en Hollywood, tuvo que ser operado de vesícula. La crisis de Escala en Hawaii acabó con una amistad de décadas entre Henry Fonda y John Ford: ya no volvieron a trabajar juntos. 


Ver ficha de Escala en Hawaii.

El post es un extracto corregido para la ocasión del capítulo dedicado a Escala en Hawaii en mi libro: CINE Y NAVEGACIÓN. Los 7 mares en 70 películas





miércoles, 2 de mayo de 2012

CINE EN TV: LOS BLANDINGS YA TIENEN CASA; EL INTERCAMBIO

Retomamos nuestra abandonada sección de televisión para celebrar la aparición de un nuevo canal en abierto con el cine como única programación: nos referimos a Paramount Channel. Intentaremos, si el tiempo nos lo permite, seguir con la sección y subir, de vez en cuando, algunas entradas sobre películas próximas a emitir en la pequeña pantalla, en los canales en abierto, ya sean generalistas o autonómicos. 

Los Blandings ya tienen casa (Mr. Blandings builds his Dream House de H. C. Potter, 1948). Cary Grant, Myrna Loy, Melvyn Douglas. (Paramount Channel, viernes 4 a las 16:35)

Comedia ligera de la RKO sobre los problemas de una pareja que entra en crisis tras decidirse a comprar una casa. Un antecedente claro de películas como Esta Casa es una ruina (The Money Pit de Richard Benjamin, 1986), pero bastante más lograda gracias a no abusar del slapstick ni de los golpes efectistas, y limitarse a narrar de forma realista los problemas a los que se enfrentan un matrimonio de clase media cuando por fin deciden embarcarse en esa aventura que es la adquisición de una vivienda.

El guión está basado en la novela autobiográfica de Eric Hodings, y la realización corre a cargo del director todo terreno H.C. Potter, un cineasta que aunque tocó varios géneros dio sus mejores trabajos precisamente en la comedia. La cinta se disfruta con una sonrisa permanente y tiene hasta algunos alardes técnicos dignos de mencionar, como el largo plano secuencia del arranque, cuando Potter nos muestra el pequeño apartamento donde viven los Blandings antes de decidirse a cambiar de casa; o la panorámica de 360 grados, mientras la pareja echa un vistazo a la parcela que acaban de comprar.


El trío protagonista es de lujo: Cary Grant (muy bien, como siempre) es un publicista en dura pugna con el slogan adecuado para la campaña en curso; un padre de familia sufridor, acosado por las facturas; y un marido con la permanente sospecha de que le están poniendo los cuernos en cuanto se da la espalda. Myrna Loy es su mujer, un tanto desordenada y que toma decisiones sin tener mucho en cuenta las consecuencias. La actriz, muy bien dotada para la comedia, resulta en esta ocasión algo sosa. Quizás la ausencia de William Powell, su pareja cómplice en tantas películas, tenga algo de culpa en el bajo rendimiento de la estrella. Y, por último, Melvyn Douglas, muy bien en su registro de caballero elegante y algo cínico. Es el narrador de la historia, el tercero en discordia, el abogado de la familia que parece estar deseando que todo se vaya al traste para aprovechar el río revuelto y conseguir que la mujer caiga entre sus redes.

Y es que Potter insinúa el adulterio (véase el buñueliano plano final), pero sin llegar a ensañarse con él. En donde sí pone el acento es en algunas situaciones cotidianas que se nos antojan muy familiares, y divertidas: ese tubo de pasta de dientes hundido por la mitad, el cristal empañado en el espejo del cuarto de baño, el desigual reparto de cajones para la ropa, o los miles de frasquitos de colonia o de cualquier otro mejunje en las estanterías del aseo, son varios ejemplos de lo que nos depara la dura convivencia diaria a todos los mortales.

Aunque el filme se desarrolla y concluye de una forma muy convencional —es lo que se le pedía a este tipo de comedias en los años cuarenta—, a lo largo del metraje, si uno está atento, puede descubrir cierta denuncia al capitalismo, a la publicidad agresiva que hace que consumamos productos que realmente no necesitamos. Es lo que le ocurre al protagonista que, trabajando en el gremio, finalmente cae en su propia trampa.



El Intercambio (Changeling de Clint Eastwood, 2008). Angelina Jolie, John Malkovich. (TV3, viernes 4 a las 22:35)

Lo de Clint Eastwood no deja de ser sorprendente. Ya nos estamos acostumbrando a que cada película suya sea una obra importante; y llevamos unos cuantos años así. Esto que puede parecer normal, no lo es en absoluto. No hay más que darle un repaso al resto del panorama cinematográfico.

Es como si la obra de Eastwood estuviera cubierta de un manto protector anti-mediocridad; alejada del resto de proyectos comercialoides para no contagiarse de su apatía, de su falta de sinceridad y de respeto hacia un público que, increíblemente, sigue buscando calidad en las pantallas de cine y no sólo cifras de audiencia en la primera semana.

No digo que el filme sea perfecto, de hecho tiene sus fallos... leer más.






jueves, 2 de abril de 2009

SILENCIO SE... GRABA (Semana del 3 al 9 de abril de 2009)

Por fin llega el mes de abril, con su Semana Santa, su Feria, el olor a azahar, la alergia… y el cine en televisión. Abstrayéndonos de Sansones y Dalilas y demás peplums, vamos a recomendar la siguiente tabla repleta de buenas cintas. A destacar un interesante despliegue de películas del gran director Michael Curtiz (recordemos Casablanca); la obra maestra de ciencia-ficción de Ridley Scott; el mejor Hitchcock con Psicosis; dos enormes películas de Fellini; musicales de Donen; comedias de Wellman; y distintos westerns de Aldrich, Delmer Daves, Boetticher, Heisler y Hathaway. Tampoco falta el buen cine español, muy bien representado por filmes de Berlanga, Camus y Buñuel. Por último anunciar un ciclo de películas de Pedro Almodóvar, que el canal autonómico de Castilla-La Mancha emitirá los martes. A pesar de que el director manchego no es santo de mi devoción -en mi opinión un gran realizador de secuencias (siempre hay alguna brillante en sus películas), pero que resulta un tanto irregular en casi todas sus obras-, informaremos puntualmente de dicho ciclo para satisfacción de sus incondicionales; excepto la semana que viene que, por motivos vacacionales, nos saltaremos nuestro “Silencio se… graba”.

Pinchar en la tabla para verla mejor (las películas en rojo no son necesariamente las mejores, son las que se comentan más abajo)


Comentarios de algunas de las cintas recomendadas:

Dodge, ciudad sin ley (Dodge City de Michael Curtiz, 1939). Errol Flynn, Olivia de Havilland. (Castilla-La Mancha TV, viernes 3 a las 18:30)

En 1939, Michael Curtiz realizó, para la Warner, Dodge City, una película donde Wade Hatton (Errol Flynn) "limpiaba" la ciudad del título. El personaje se presentaba en la pradera como una especie de Búfalo Bill contratado por el ferrocarril. No había ninguna duda de que era un héroe desde el comienzo… leer más



A cualquier otro lugar (Anywhere but here de Wyne Wang, 1999). Susan Sarandon, Natalie Portman. (Tele 5, sábado 4 a las 16:00)

Basada en la novela de Mona Simpson, la cinta narra las relaciones entre una madre, que aún no ha encontrado su lugar en la vida, y su hija, mucho más sensata y con los pies en la tierra.

En lo que parece el mundo al revés –no sólo por la trama en sí-, Wayne Wang realiza con habilidad una película muy alejada del punto de vista que se le supone a una persona nacida en Hong Kong. Y es que el cineasta pertenece a esa peculiar generación de directores asiáticos (con Ang Lee como principal exponente) capaces de llevar a cabo proyectos tan occidentales como éste.

Es cierto que el director se deja llevar por las muy buenas actuaciones de las dos protagonistas. Susan Sarandon interpreta a una mujer desengañada que busca alejarse lo más que pueda de Bay City, un pueblo perdido en Wisconsin, entorno de su anodina existencia. La veterana actriz consigue poner más nervioso al espectador que a su propia hija, y hace que nos acordemos de ese amigo o familiar que vive al día, pero que intenta arrastrar al resto hacia su caos particular.



Natalie Portman (estupenda, nominada para los Globos de Oro), da vida a un personaje que parece continuación al de Beautiful Girls (Ted Demme, 1996), pero más maduro. La joven intérprete encarna a una adolescente responsable que se resiste a dejar su ciudad, más que nada porque conoce a la perfección las locuras de su madre.

La película arranca como una road movie y pronto se centra en las relaciones explosivas entre las dos mujeres. Ligeros flash back aclaran como se ha llegado a esta situación; y diversos personajes secundarios -muy lejos de los principales- hacen las veces de coro oportuno mientras entran y salen de las vidas de las protagonistas. De esta forma, Wayne Wang avanza con paso decidido para explicar cuál es el vínculo que une a madre e hija a pesar de sus evidentes diferencias.



Cara de Ángel (Angel face de Otto Preminger, 1953). Robert Mitchum, Jean Simmons. (Castilla-La Mancha TV 2, domingo 5 a las 00:15)

Un conductor de ambulancia (Robert Mitchum) conoce a una mujer (Jean Simmons) y se siente atraído por ella la noche en la que tiene que acudir a su domicilio después de un aviso de grave accidente domestico. Pronto se dará cuenta de que el accidente no era tal y se verá atrapado por la manipuladora mujer, que pretende involucrarle en sus siniestros planesleer más



Vivir con Papá (Life with Father de Michael Curtiz, 1947). Irene Dunne, William Powell, Elizabeth Taylor. (Canal 300; domingo 5, a las 03:35 y a las 21:30; lunes 6, a las 03:35)

Adaptación de la obra teatral de Howard Lyndsay y Russel Crouse, sobre la vida de una familia americana en el Nueva York de principios del siglo XX. La narración gira alrededor del progenitor (genialmente interpretado por William Powell, que fue nominado al oscar), un padre rígido y autoritario que lo último que desea es ser bautizado. Las escenas del arranque de la película, en la presentación de los hijos (todos pelirrojos, como sus padres), y las de la visita de una jovencísima Elizabeth Taylor, son desternillantes. El director todo terreno, Michael Curtiz, demuestra que la comedia se le da tan bien como el género de aventuras o el drama.

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