Pues eso, que vamos a estar ausentes algunos días. Con la seguridad de vernos a la vuelta para seguir hablando de buen cine, os dejo con algo que ya viene siendo tradicional en este blog: una secuencia de Centauros del Desierto.
En esta ocasión, Ethan y Martin, por fin encuentran a Scar y a la pequeña Debbie, que se ha convertido en una piel roja. La tensión se masca en el ambiente.
Pero me gustaría centrar la atención del lector en la perfecta planificación de Ford en las escenas previas, las de la cantina donde Martin da buena cuenta de un plato de comida. Allí hay que estar atentos a la profundidad de campo (Wayne habla con alguien en la barra) y a varios encuadres (sobre todo uno con Wayne saliendo del bar) donde se reproduce el tono de la cinta (el del arranque y el del final de la cinta).
La escena, con baile incluido, parece que relaja algo el estrés de la búsqueda, pero el agrio carácter de Ethan consigue volver a poner las cosas en su sitio (tira la bebida al fuego).
De la siguiente secuencia destaca la plasticidad de los planos, del paisaje, de la armonía en el montaje. Hasta los personajes parecen participar cuando desmontan de los caballos prácticamente a la vez.
Lo dicho: a descansar y nos vemos a la vuelta.
Un abrazo.
Ethan
lunes, 16 de julio de 2012
¡VACACIONES!
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miércoles, 4 de julio de 2012
PREMIO DE BELLEZA (Prix de Beauté de Augusto Genina, 1930)
El caso de
Louise Brooks es único en el mundo del cine. Una actriz norteamericana que
triunfó en Europa gracias, principalmente, a dos películas, a dos obras
maestras de George Wilhelm Pabst. Hoy la recordamos en una cinta menos conocida
que las anteriores, pero igualmente interesante; para nosotros su última gran
película europea.
El largometraje lo dirigió Augusto Genina, un realizador italiano que trabajó mucho fuera de su país (también en España, recordemos Sin Novedad en el Alcázar de 1940) y que tuvo el placer de contar con Louise Brooks en esta maravillosa cinta francesa. El filme se rodó al final del período silente y, aunque concebido como mudo, su versión más conocida es una sonorizada con música y doblaje en algunas secuencias. Decir que la película critica a los concursos de belleza y a todo lo que rodea ese mundo, incluido los contratos con las productoras cinematográficas, es quedarse algo corto: la cinta es mucho más.
El argumento, en
parte especular, se basa en una idea de René Clair. El director francés
se encargó también del guión; pero no lo hizo solo: Pabst
se unió al proyecto. Incapaz de dejar a Louise Brooks, después de los dos largometrajes que
convirtieron en mito a la actriz del “Casco Negro”, La Caja de Pandora —o Lulú,
como prefieran— (Die Büchse der Pandora,
1929) y Tres Páginas de un Diario (Tagebuch
einer Verlorenen, 1929), George Wilhelm Pabst siguió a su musa en este
claro antecedente de películas sonoras del corte de Ha nacido una estrella:
Lucienne (Louise
Brooks) es una joven trabajadora que sueña con ser Miss Europa. Sin que su
novio lo sepa, se apunta al concurso de belleza y es seleccionada para representar
a Francia en el certamen internacional de San Sebastián. El éxito complica
tanto su relación sentimental que tendrá que elegir entre una prometedora
carrera como actriz y una vida normal junto a su novio.
La doble autoría
en el guión, más la dirección de Genina, convierte a Prix de Beauté en una
cinta muy atractiva. Se nos ocurre que la primera parte, la que narra la vida
cotidiana de la pareja junto a su amigo íntimo, tanto en el trabajo como en
vacaciones, puede ser más del estilo de René Clair. Genina rueda la trama
realista como si perteneciera a la corriente de películas documentales de
vanguardia (las de Dziga Vertov, por ejemplo). Lo hace tan bien, que el
resultado del arranque nos parece igual de adelantado a su época que el de la
excelente Gente en Domingo (Menschen
am Sonntag de Siodmak, Ulmer, Zinnemann y Wilder, 1930).
La segunda parte,
más dramática, con Louise Brooks en el registro que le dio la fama, es completamente
diferente, pero igualmente interesante. Lulú —¡también se llama así!— desde que
sale del anonimato, gracias al concurso, se ve acosada por los hombres y
arrastrada sin quererlo, sin ser consciente de ello, a un destino trágico. Lógicamente,
esta fase de la historia tiene todos los ingredientes para que el autor no sea
otro que Pabst.
Independientemente
del responsable de cada secuencia, lo que está claro es que la cinta es propiedad
de Louise Brooks. La estrella está más bella si cabe que en La
Caja de Pandora. Muy simpática en ese primer acto realista, casi un
documental sobre la propia actriz, el que asignamos a Clair; y estupenda en el
melodrama final más cercano a la obra de Pabst.
Premio
de Belleza, insistimos, es la película menos conocida del periodo
europeo de Louise Brooks, pero no por ello deja de ser una excelente muestra de
lo que la actriz era capaz de hacer. La estrella se aseguró su pase a la
eternidad gracias a los elogios de los directores de la Nouvelle Vague. Tanto
Truffaut como Godard se dejaron impresionar por la belleza de la actriz y por
los personajes que interpretó. Fue tal la influencia, que quisieron rodar sus
películas como si fueran homenajes a la memoria de Lulú. En Vivir su vida (Vivre sa Vie de
Godard, 1960), Anna Karina es una Louise Brooks revivida. En Jules
et Jim (Truffaut, 1962), las andanzas del triángulo protagonista se nos
antoja muy cercanas a las de la primera
parte de Prix de Beauté.
Después de la
cinta de Genina, Louise Brooks volvió a Estados Unidos para convertirse en una
estrella al estilo Hollywood. No nos explicamos qué pudo suceder para que la
actriz nunca llegara a triunfar en su país. Sí sabemos que no era como las
demás: era culta e inteligente, una
intelectual que dedicó buena parte de su vida al ensayo literario y que nunca
se dejó amedrentar por el agobiante sistema de estudios.
Una fuerte
personalidad que renunció a formar parte del Star-System… Y claro, eso allí no
se perdona.
Os dejo con un clip del tema principal de la
película:
Ver Ficha de Premio de Belleza.
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