miércoles, 19 de febrero de 2014

CENIZAS PARA UN BLUES: Primeras páginas.

Hoy traemos al blog un extracto del primer capítulo de Cenizas para un blues. Una novela que, en cierto modo, es una continuación de Puentes y Sombras, pero que se puede leer de forma independiente. Antes de comenzar, os invito a leer la sinopsis que vendrá en la contraportada del libro: 

La subinspectora Casandra “Sam” Torres, dimite de su cargo y consigue un puesto de detective privado desde el que podrá investigar un caso de corrupción policial. Un trabajo que, no obstante, la obligará a aceptar otro tipo de casos como el del secuestro del hijo de un acaudalado empresario. Mientras Sam se enfrenta a los secuestradores, su exjefe, el inspector Hidalgo, se encarga de la búsqueda de un peligroso preso fugado. Pronto, Sam comprobará que ambos casos están relacionados, y que será inevitable volver a trabajar con Hidalgo, sobre todo cuando se confirme lo que pretenden hacer los criminales con el niño.
Cenizas para un blues es una novela negra ambientada en Sevilla. Un relato donde se cruzan detectives, periodistas, policías corruptos y psicópatas capaces de todo. Una historia cruda y actual con un ritmo vivo que invita al lector a su lectura continuada.


CENIZAS PARA UN BLUES




You better watch your back boy
You better cover your bets
The further down that road you go
The rougher it’s gonna get.

John Mayall, Jacksboro Highway.


SAM

«Probando: uno, dos, tres… ¿Se oye bien? A ver, ¿esto funciona? Parece que sí. Bueno, comenzamos… Pero ¿por dónde empezar? La situación no puede ser más extraña: aquí, yo solo, hablando conmigo mismo, frente a un micrófono, en una lúgubre habitación que está pidiendo a gritos una mano de pintura, sumergido en un hostal barato, perdido en el dédalo de callejuelas estrechas del barrio popular que me vio crecer. No sé por qué he acudido a refugiarme aquí. Porque esto es un refugio ¿no? Al menos un espacio donde poder repasar los acontecimientos del día sin molestias, sin temer la presencia de compañeros. Últimamente los compañeros son la peor compañía que podría tener.

»No deja de ser curioso que haya estado caminando todo el día y mis pasos me hayan conducido a este lugar. No estaba premeditado que acabase aquí, alguna fuerza invisible, una atracción irresistible, pero sutil, me ha transportado al vecindario donde pasé mi infancia. Asomado a la ventana veo lo poco que ha cambiado todo desde que abandonara a mis padres. Es cierto que este hostal no existía, pero la tienda de la esquina, “Todo para las Mascotas”, sigue estando ahí, también la mercería y el estanco. El portal adyacente a la papelería sigue siendo el número 14, aunque el segundo dígito esté a punto de caerse, bocabajo, sujeto por años y mugre a la pared del bloque de apartamentos donde nací.

»El entorno es el mismo, pero el ambiente es diferente, no sé…, decadente. A pesar de que es sábado por la tarde, no hay niños entrando y saliendo del portal, no están mis hermanos jugando a las canicas en la acera, ni las hijas del sastre del 4º saltando a la comba. Tampoco veo a sus amigas cuchicheando entre risas mientras miran a los más mayores que, sentados en los escalones del zaguán, leen con avidez los tebeos que han comprado con la paga del fin de semana. Puede que el calor tenga la culpa, pero ver la calle tan vacía me produce una sensación más cercana a la desazón que a la melancolía. Seguramente no es el barrio lo que se encuentra deprimido. Soy yo que quiero apoyarme en un pasado que ya no existe. Como si perteneciera a una vida soñada, a una existencia anterior vivida en un universo paralelo. Tan diferente se me antoja el barrio. Todo se ve antiguo, distante. Desde luego, aquí no han llegado los miles de millones que han inundado la ciudad para la Expo. No parece un vecindario de la capital de Andalucía, la del AVE, la de la moderna autovía de circunvalación, la del puente del Quinto Centenario o la de la Isla de La Cartuja.

»Soy yo, seguro. Ya traía ese malestar desde que salí de la comisaría; incluso desde antes: desde ayer cuando decidí embarcarme en la misión. No recuerdo haber tenido con anterioridad esta especie de premonición negativa que todo lo inunda de fatalidad. Y es que, por primera vez, un caso puede afectar directamente a mi carrera. Es la influencia en lo personal ―y en lo familiar― lo que me está preocupando y quizás sea esa la razón que me ha llevado a tomar la decisión de registrar en voz todos mis movimientos. También es posible que se deba a que necesito desahogarme con alguien en un momento en el que no puedo confiar en nadie. No hasta que todo se aclare y pueda determinar quién se encuentra a este lado de la línea ―la que tracé ayer―, y quién permanece en el otro.

»El asunto es grave. Y he dudado mucho en implicarme. Lo más fácil hubiera sido hacer la vista gorda, seguir como hasta ahora ignorando lo que pasaba a mi alrededor. Dejarme llevar. Pero no me encontraba bien: había perdido el apetito y no dormía por la noche. Casandra ya estaba notando mi creciente mal humor y mi alejamiento progresivo. Los niños también, sobre todo la pequeña Sam. Es tan espabilada que se da cuenta de todo. Yo mismo me percaté de lo incómodo que me sentía en mi propia casa, sin participar en la vida familiar. Esto no podía seguir así. El asunto es grave, sí, pero mi vida y la de los míos son más importantes. El conflicto moral está afectando a terceras personas; a las que más quiero. Conflicto moral y legal. No hay que olvidar que me ampara la ley. La que juré proteger. Así que estoy decidido a seguir adelante. Aunque no tenga más remedio que traicionar a mis compañeros».



La Star 28 PK en la mesa; también la placa. Ambas plantadas en el escritorio de Ramírez con un golpe seco y firme. La entrega de pistola reglamentaria e identificación. La renuncia después de tantos años de carrera. Una imagen machacona que tenía Sam grabada en la retina y que se empeñaba en volver una y otra vez cuando se encontraba sola, es decir, la mayor parte del tiempo desde que abandonó el servicio activo. Ahora, sentada en su flamante despacho de la agencia de detectives, pensaba en el gesto de Ramírez cuando solicitó la renuncia. ¿Estaba sonriendo el hijo de puta o eran figuraciones suyas? A nadie se le escapaba lo poco amigo que era el comisario de los agentes femeninos, pero una dimisión así, de sopetón, sin ninguna justificación aparente, al menos debería provocar una mueca de sorpresa, nunca de alegría, aunque posteriormente lo celebrase en la intimidad.

La reacción de Hidalgo fue totalmente diferente. El desconcierto inicial fue seguido de incredulidad y, posteriormente, llegó la súplica. Hidalgo insistió una y otra vez. Le rogó a Sam que pensara detenidamente lo que iba a hacer. Pero los intentos del inspector para que su protegida recapacitase fueron inútiles: primero, por la determinación de Sam, y segundo, porque ocurrieron posteriores a la renuncia. El hecho ya estaba consumado y no había vuelta atrás. Sam no atendía a razones, ya no confiaba en Hidalgo. Pensaba que la actitud de su jefe era poco sincera, que estaba disimulando y que sus palabras eran tan falsas como él. Hasta la sonrisa de Ramírez, con todo lo desagradable que resultaba, era más auténtica que la espuria preocupación de Hidalgo.

Sam ya no se fiaba de nadie. No lo hacía desde que descubrió el dossier que acusaba de corrupción al inspector Torres, a su padre. También figuraban algunos nombres de los que ella consideraba compañeros. Policías que hoy seguían en sus puestos mientras que su padre estaba muerto: una calumnia le precipitó al exilio donde encontró la muerte. Asesinado por ETA lejos de su tierra.

En el portafolios de la investigación interna, entre los agentes implicados, destacaban Hidalgo y Ramírez. Del segundo no le extrañaba la posibilidad de que estuviera pringado hasta el cuello, ¿pero de Hidalgo? El inspector había sido su mentor, su jefe y guía, prácticamente el sustituto de Eduardo Torres. Sí, Hidalgo había ocupado el lugar de su padre durante todo ese tiempo. De ahí que jamás se le hubiera pasado por la imaginación que Rodrigo Hidalgo fuera un mentiroso. Y menos en un asunto como el de la acusación de su compañero de tantos años en Homicidios. Hidalgo había negado con vehemencia cualquier implicación en el asunto. Mentira. De la lectura del dossier confidencial se desprendía que sabía muchas más cosas de las que le había contado a Sam. El desengaño sufrido por la subinspectora fue como un torpedo en la línea de flotación. Sam se hundió anímicamente. Así no podía seguir y por eso decidió abandonar la policía. El nombre de Casandra Torres, alias Sam, ya no estaría nunca más unido al Cuerpo Nacional de Policía.

Sam dejaba muchos compañeros en la comisaría, pero se daba cuenta de que en realidad no tenía amigos. No de esos a los que puedes acudir para desahogarte, para contarles tus problemas y pedir consejo. Ese día, cuando recogió sus pertenencias y abandonó el edificio del distrito Poniente, le inundó un vacío que nunca antes había sentido. Se dirigió a su estudio de la calle Cuna y no salió en varios días de allí. Incapaz de reaccionar, simplemente se dejó llevar por la apatía. Así estuvo meses. Haciendo nada. Ni siquiera reanudó la investigación acerca del caso que la obsesionaba, aquel en el que se vio envuelto su padre en 1992. Sam solo salió del apartamento para hacer acopio de víveres o para visitar a su madre los domingos. El resto del tiempo lo pasaba sentada en el sofá mirando la televisión sin verla. Hasta que hace una semana llegó la llamada de Roberto. Entonces se dio cuenta de que aún le quedaban amigos fuera de la policía. El director de "La Voz de Híspalis" era uno de ellos. Preocupado por la ausencia de noticias de su confidente preferida, Roberto intentó localizarla hasta que dio con su número de teléfono. Nada más enterarse de que Sam estaba sin trabajo se acordó de la agencia de detectives. Roberto se ofreció para recomendarla a la compañía y Sam, todavía desganada, se lo agradeció. Gracias a Roberto y a su nuevo trabajo estaba recuperándose de la depresión. También ayudaban las visitas que frecuentaba a la redacción. Allí trabajaba Merche, a la que consideraba su amiga ―otra más― en el sentido más completo y amplio de la palabra. Curiosamente fue Merche la que el viernes le hizo recuperar la senda de la investigación del antiguo caso del 92.

Sam se encontraba mucho mejor, más animada y con ganas de dar con los responsables de la muerte de su padre, pero no podía evitar quedarse, de vez en cuando, ensimismada pensando en lo mismo: en su placa y en la Star 28 PK.



18 comentarios:

  1. Pinta muy bien, Fernando.
    ¿Ya está en el mercado?
    Gracias por tus felicitaciones por mi nuevo libro.
    Abrazos.

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    1. Si todo sale como está previsto, en un par de semanas haremos la presentación y ya se podrá adquirir en las librerías.
      Un fuerte abrazo.

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  2. Leeré esas primeras páginas directamente en el libro cuando salga publicado. Manías, qué le vamos a hacer.

    Supongo, deseando que llegue ya esa presentación.

    Biquiños

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    1. Me parece muy bien: lo mejor es leerlo en papel.
      Pues sí, ya con algo de nervios.
      Besos.

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  3. Estupendo arranque: uno imagina a “Sam” pegada a una grabadora como MacMurray al comienzo de Perdición, lo que hace pensar ya en la pureza narrativa en el tratamiento del género; y está ese aire de nostalgia del viejo barrio de infancia muy Juan Marsé. Y muy bien escrita, además; me molesta mucho que hoy se escriba con tanto descuido la novela negra. Por qué. Sin duda tú sabes que al lector hay que entretenerlo, sí, pero desde el respeto y el gusto por la buena literatura. Felicidades.

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    1. De Juan Marsé me gusta casi todo, ¡ojalá yo escribiera como él! De todas formas muchas gracias por tu comentario, Juan.
      Un fuerte abrazo.

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  4. Dirás que no soy educada por no comentarte directamente el texto, pero llegados a este punto me interesa mucho saber la fecha de compra
    Besos

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    1. Vale, Silvia, pues la fecha prevista de salida es el 4 de marzo, al menos ese día será el de la presentación y supongo que a partir de ahí ya se podrá adquirir.
      Besos.

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  5. ¡Fantástico! Otra novedad, otro libro. Me parece muy buena idea que se pueda leer de manera independiente del primero aunque esté enlazados de un modo u otro.
    Bien por la novela negra. Felicidades.

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    1. Hay una trama, digamos general, la de la familia de Sam, que continúa de una novela a otra, pero los casos a los que se enfrenta son totalmente diferentes; así que, sí, se puede leer perfectamente de forma independiente.
      Muchas gracias y un abrazo!

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  6. Mucha suerte con el libro Ethan. A ver si el siguiente lo ambientas en el Oeste, aunque la verdad es que parece terreno inhóspito para una novela.

    Un saludo vaquero

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  7. Muchas gracias, Cuttlas. El siguiente proyecto es un ensayo de cine que está prácticamente listo también.
    Un saludo!

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  8. Enhorabuena, Ethan. Estamos necesitados de novela negra de calidad y me alegra ver que no decae tu creatividad. Mañana compraré tu libro en la librería especializada "Negra y criminal" de Camarassa en Barcelona, seguro que la conoces.
    Saludos. Borgo.

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    1. Conozco la existencia de esa librería especializada, aunque nunca he estado en ella, a ver si la próxima vez que vaya a Barcelona le echo un vistazo. Muchas gracias y un abrazo!

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  9. ¡Qué suerte tenemos! Nos dejas encandilados amigo Fernando.
    Tomamos nota. Espero encontrarla por aquí en la casa del libro.
    ¡Mucha suerte y un abrazo!

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  10. Cuando nos anunciaste la nueva publicación, dije voy a comprar el primero "Puentes y sombras" y bueno me engancho al momento¡¡¡ con ese gusanillo de llegar a casa y retomar el libro... Me encanto¡¡¡ así que ahora solo a esperar a que llegue a las librerias. Enhorabuena¡

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    1. ¡Bienvenida al blog Melle y muchas gracias! Ojalá te guste también el segundo.

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