lunes, 27 de junio de 2016

CINE Y TAPAS: EL FESTÍN DE BABETTE (Babettes gaestebud de Gabriel Axel, 1987)

Recuperamos nuestra sección gastronómica con una película que no podía faltar en cualquier menú cinéfilo que se precie.


Ganadora de un Óscar al mejor largometraje extranjero —el primero que se llevó Dinamarca, allá por el año 1988—, se trata de una brillante cinta de época que adapta la novela de Karen Blixen, la autora del libro que dio origen a Memorias de África, mas conocida por su pseudónimo literario: Isak Dinesen.

Narrada en un largo flash-back, la acción se sitúa en una tranquila aldea de la península de Jutlandia donde se refugian, en algún momento de sus vidas, los diferentes personajes que van a configurar este drama decimonónico, esta historia de religiones intolerantes, de oportunidades perdidas y de falsos orgullos. Todos ellos superados por el placer de una buena comida.


La estructura del filme descansa en dos puntos de inflexión: En el primero, una reputada cocinera (Babette) es la última en llegar al pueblo; recomendada por un músico, su tarea será servir en la vivienda de dos hermanas luteranas. A medida que los años pasan, las relaciones entre los vecinos de la aldea se van agriando. Es entonces cuando, gracias a un golpe de fortuna (el segundo de los puntos de giro), Babette recibe una gran cantidad de dinero que gasta en una fabulosa cena en agradecimiento al trato recibido. Este acontecimiento provoca la preocupación de los ciudadanos temerosos de Dios. El conflicto, por tanto, lejos de resolverse parece empeorar; el suspense, como la cena, está servido…

Con la musa de Claude Chabrol (Stephane Audran) al frente del reparto (ideal para cualquier papel de mujer enigmática), el filme es una delicia para la vista –y para el gusto, en este caso virtual-. Desde luego no hay que perderse la famosa secuencia de la cena que dura casi media hora; tanto los preparativos como la degustación no tienen desperdicio y ocupan con justicia uno de los primeros puestos dentro de las secuencias gastronómicas de la historia del cine.




Y ahora las tapas:

El Espigón (Calle Bogotá, 1, Sevilla)

En el barrio del Porvenir, muy cerca de casa, existe un bar-restaurante que para muchos es el mejor de la ciudad —suerte que tenemos los que vivimos a su vera—. No es de extrañar su fama cuando el pescado, los mariscos y el jamón que el mesón gestiona son insuperables a este lado del Guadalquivir.

Si de tapas se trata, lo del Espigón es de altura. Para los asiduos lo mejor es apalancarse en la barra y dejar las mesas para las comidas de empresas, las bodas y los bautizos. En primer lugar porque sale muy bien de precio, y en segundo porque podrás hablar con Carmelo, verás como se corta de verdad un jamón y tendrás vistas a los manjares que salen de la cocina.

Tampoco es mala cosa hacerse con una mesa de la terraza si el calor aprieta. Una cerveza bien fría o un Marqués de Villalua helado es lo que se recomienda para acompañar lo que viene.

Para comer está muy claro: los calamares fritos, los taquitos de pescado (bacalao, merluza, mero,… lo que quieras), los boquerones (nadie los iguala), el pulpo, el salpicón… y el jamón, ¡ay el jamón!


Oye, si quieres, quedamos en El Espigón.



12 comentarios:

  1. Hay grandes películas sobre banquetes, comilonas o gastronomía en general, y siempre hay algo muy sensual en ellas. Al fin y al cabo, el gusto por la buena comida es el más refinado de los placeres (iba a escribir vicios, quizá era exactamente lo que quería decir…). El de Babette no he llegado a verlo, pero logras despertar mi apetito por él. Lo del Espigón, si llego a saberlo hace mes y medio me planto ante su barra. Por cierto, en Almería se da mucho eso de mezclar cine y tapas. Hay hasta un Festival sobre la cosa. Un abrazo.

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    1. Sé de la cinefilia en Almeria, ciudad que visito muy a menudo pues tengo familia allí. Es una muy buena idea para diferenciarse del resto crear ese ambiente temático en torno a una provincia en la que se han realizado cientos de películas. Lo del museo, las estrellas de la fama, el recorrido cinéfilo, el festival y muchas cosas
      más como las tapas, que también las he probado.
      Abrazos.

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  2. De la película tengo recuerdos borrosos, habría que revisarla, y lo de quedar en El Espigón me apetece pero me queda lejos ;-) eso si, si bajo a Sevilla no me lo pierdo.
    Curioso que coincida tu post con la lectura que estoy acabando de 'Están matando a los grandes chefs' de la que también se hizo película. Vive la gastronomie!

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    1. ¡Viva! Y también el cine, y la literatura... y los bares, claro.

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  3. ¡Qué arte unir cine y tapas! Dos deliciosos placeres, como el de ver esta película, una de mis preferidas.

    Saludos.

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    1. Lo ideal es unirlos: una buena cena y después al cine; o al revés...
      Saludos.

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  4. Esta película es un clásico ...de la gastronomía (también esta disciplina tiene su cine)
    Pero quería comentarte de VACACIONES EN ROMA, película de verdad encantadora y que tiene muchas anécdotas, comenzando en que la protagonista era poco conocida, pero fíjate lo que salió de allí. No obstante me parece que la seudocopia que mucho tiempo se hizo de ella, no solo la igualó, sino que la superó; me refiero a Notting Hill. Ethan ¿Será que puedes leer la reseña que hice de ella y en la que también nombro a VACACIONES EN ROMA? Te voy a dejar el enlace: http://tigrero-literario.blogspot.com/2011/03/un-lugar-llamado-notting-hill-o-donde.html

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    1. Ahora le echo un vistazo, pero te adelanto que prefiero la cinta de Wyler, aunque con Notting Hill me rei tela (sobre todo con el bazofias del amigo).
      Saludos.

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  5. Una película -y nunca mejor dicho- deliciosa. Yo que he trabajado en fogones creo que es la que mejor refleja en la pantalla la sensualidad y el placer de una buena mesa y el choque de culturas entre la sofisticada cocina francesa y la austeridad del norte. Lo intentó la pretenciosa "Deliciosa Martha" pero con resultados muy inferiores. "El festín de Babette" es una película que me emociona y no me canso de ver.
    Saludos!
    Borgo.

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    1. Totalmente de acuerdo contigo. Casi me podría lanzar y decir que es la que se encuentra por encima de las demás en cuanto a película de motivos gastronómicos ("Chocolat" y "Como agua para chocolate" deben andar cerca...).

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  6. Desde nuestras pautas culturales, es dificil entender el conflicto antes de verla, pero la peli -y supongo que el libro- lo deja clarísimo. Es el remordimiento a todo lo que signifique placer, también gastronómico, incluso confort o comodidad. Por eso los ecos de París, y sobre todo esa exhibición de sensualidad que es la preparación de los platos despierta tantas suspicacias y luego... todo lo contrario. No solo el guión, también la escenegrafía, el casting y la interpretación son magníficos, de ahí que consiguiera unos resultados que no están al alcance de cualquiera.

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    1. Gracias por tu análisis, de acuerdo completamente en la denuncia de la intransigencia y el fanatismo de cualquier tipo, del miedo a disfrutar.
      Saludos.

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